lunes, 1 de enero de 2018

DOS MIL DOS









No puedo negar que he disfrutado teniendo a mis hijos y a Odita en casa, pero ahora estoy hecha puré.
Me duele todo el cuerpo y doy gracias al cielo al saber que tengo una semana de vacaciones, en la que ni siquiera hay clase de Pilates.

Yo no hago propósitos porque estoy en contra de los “Voy a…”.
He comprobado que cada vez que digo “Voy a…” hago justo lo contrario.
Es una frase que detesto.
Tampoco me fío de las personas que lo dicen, porque he comprobado que tampoco lo cumplen.
Lo único que de verdad vale la pena es lo que se hace y no hay más que hablar.
Se hace y punto.

Me gustó una vez, hace muchos años, la respuesta de mi hijo pequeño cuando le pregunté si había hecho algún propósito para el año nuevo.

No voy a permitir que me tomen el pelo.

Me sorprendió y me interesó.
Me hizo recapacitar y pensar, en que tampoco me vendría mal a mí hacerme respetar porque, bien por educación o por temor a crear una tensión, me he dejado tomar el pelo muchas veces y no es saludable.


No tengo nada más que decir, ahora se trata de hacer.










No hay comentarios:

Publicar un comentario