martes, 2 de enero de 2018

DOS MIL TRES









Es obvio que no siempre me salen las cosas como me gustaría, pero como sé que la vida es un traje a medida y que todo lo que me sucede es lo que me conviene, a pesar de que me sienta contrariada, hago un poco de esfuerzo y acepto lo que viene y así me tranquilizo y sigo disfrutando de la vida, sabiendo que no es el fin del mundo.

Me han pasado tantas cosas a las que no encontraba sentido ni solución y todas se han arreglado antes o después, que he llegado a la conclusión de que nunca pasa nada.

No voy a negar que me gustaría encontrarme siempre fuerte y sana y sin que me doliera nada y que la paz sea mi refugio constante, pero no me quejo.
Sé que crezco, voy poco a poco, pero maduro.
¡Quien me ha visto y quien me ve!

Estoy en la mejor etapa de mi vida y es posible que si no hubiera cometido tantos errores, hoy me sentiría bastante perdida, porque por muchos libros que haya leído, no ha sido en ellos donde he encontrado lo que sé, sino en la experiencia.

No puedo quejarme de la vida.
Casi siempre he hecho lo que he querido y solo yo soy responsable de los sucedido, todo me ha servido para aprender .
Aún así, sigo tropezando en las mismas piedras, lo que significa que me cuesta deshacerme de la ignorancia.

Ayer por la noche, sin ir más lejos, estando ya en la cama, me vino a la cabeza una caja de turrón de Jijona que andaba dando vueltas por la cocina, sin que nadie la empezara y me la llevé a mi cuarto y poquito a poco me la comí enterita.

Ni siquiera estaba muy bueno, hay otros que son mucho mejores.
Hoy por la mañana me dolía un poco la tripa.

¡Que chapuza!

Sin embargo yo creo en mí, espero ir solucionando mis defectos.

Mientras me siga levantando cada vez que me caigo y nunca tire la toalla, significa que tengo arreglo.











No hay comentarios:

Publicar un comentario