jueves, 31 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS SIETE

 




Me hacen gracia las felicitaciones de año nuevo, creo que es la primera vez en toda mi vida que se despide al año con tanto resquemor, no me extraña, ha sido más que patético, a pesar de todos mis esfuerzos no he conseguido salir indemne.

Lo único que conservo es el buen humor, eso depende solo de mí y no consiento que nada ni nadie me lo robe, por lo demás sigo con problemitas de salud, jamás pensé que un lumbago tuviera tanta importancia, cuando oía hablar de las enfermedades y la vejez, supongo que nunca quise enterarme, lo oía como quien oye llover pero ahora que me ha tocado ¡caramba!.

Creo que además de aceptar lo que viene, es bueno desarrollar la paciencia y tratar de mirar la parte positiva de las cosas, algo que realmente agradezco es que no tengo Coronavirus y parece que tal y como llevan los asuntos de la vacuna, todo tiene visos de ser arreglado en breve.

Estoy en contra de las conspiraciones, es más, me parece una falta de respeto que me envíen mensajes con videos que aún sin abrirlos, deduzco por el título que tratan de cosas feas, no me interesa.

Antes yo estaba en contra de todas las vacunas porque era lo que aconsejaban los médicos naturistas con los que trataba, pero cuando tuve la leucemia, me dijeron en el hospital que dejara de tomar lo que estuviera tomando aunque fuera natural y que me vacunara de la gripe, obedecí y he vuelto a vacunarme este año.

No era una persona muy obediente hasta que vi las orejas al lobo, creo que he aprendido un poco de humildad y me vacunaré cuando me toque.












miércoles, 30 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS SEIS

 




Me gusta tanto el cine francés que a veces pienso que exagero, tal vez sea que mi espíritu se siente muy afín a la cultura francesa y que siempre he sido muy feliz en Francia, en el momento en que paso la frontera mi carácter cambia y me pongo de un humor excelente, eso solo con ir a Biarritz o a Saint Gaudens, pero si voy a París ya casi me desmayo de gusto.

Ayer vi una película que me encantó, Pastel de pera con lavanda, no solo eran bonitos el entorno y la historia, sino que trataba de una persona que padecía el síndrome de Asperger, tema que me interesa muchísimo, ya que varias de las personas que admiro lo tienen, por ejemplo Greta Thunberg que tanto está trabajando para la regeneración del planeta.

Hace tiempo nació un niño a quien tuve la suerte de ver a menudo y pronto empezó a comportarse como una persona de extrema delicadeza, alta sensibilidad y gustos exquisitos, hasta tal punto me llamaba la atención que le puse un apodo, "el príncipe".

Mucho más tarde se descubrió que ese comportamiento tan especial se llama síndrome de Asperger, debido al nombre de la primera persona que lo identificó cuya historia personal no voy a contarla ahora porque me resulta desagradable, así que dejo este tema y me preparo para el nuevo día que se presenta, el anteúltimo del año 2020, del que tampoco me apetece hablar, ha sido demasiado duro, por eso me gusta que se comente en pasado, da la sensación de que con su término se acaba también una época.








lunes, 28 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS CINCO

 




He recapacitado sobre los últimos acontecimientos que han afectado a mi vida en relación a lo que cuento en mi diario y he comprendido que estaba equivocada, no he sido empática, por lo que de ahora en adelante intentaré ponerme en los zapaos de las personas de las que hablo.

No me daba cuenta de que cada ser humano está en su proceso y cada uno tiene una manera personal de ver y sentir lo que sucede y en el caso de mis hijos, es obvio que lo que para mí carece de importancia, para ellos adquiere una relevancia capital, así que soy yo quien debe ser respetuosa y no hablar de ellos, es un hecho y he tomado la decisión de hacerlo así.

Nada cambiará, confío en mis recursos para enfocar mis textos en otros asuntos, no solo estaré más enfocada en mi mundo interior sino que además, es posible que mis hijos empiecen a hablarme, algo que se había puesto difícil.

Estoy contenta de haberlo visto claro y agradecida a Elena Urquiola que me ha ayudado a abrir los ojos y analizar el hecho desde la perspectiva correcta, además yo quería practicar la empatía desde hace tiempo, no obstante es obvio que no lo aplicaba a mis acciones.

Una cosa buena que tengo es que aunque soy terca y cabezota, mi padre una vez me dijo que era cabezuda, cuando se me aclaran las ideas y las entiendo, no tengo ningún reparo en cambiar, más bien lo contrario, me encanta dar un paso hacia adelante en la dirección correcta.

Estoy contenta, tomé la decisión ayer por la noche y he dormido bien, me he levantado de buen humor y me encuentro mejor, creo que el lumbago está cediendo y parece que ahora puedo estar sentada más tiempo, lo cual para mí es fundamental ya que el ordenador es mi instrumento de trabajo.

Me siento agradecida.






domingo, 27 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUATRO

 





Me pregunto con verdadero interés por conocer la respuesta, por qué sigo escribiendo mi diario a pesar de los problemas que crea en mi propia familia y no encuentro la respuesta.

Intento ser discreta, me conformo con anécdotas intrascendentes, jamás me meto en terrenos profundos, no analizo los comportamientos ni los caracteres, me limito a dar algunas pinceladas y sin embargo de lo poco que cuento, se derivan consecuencias que no solo no son de mi agrado, sino que ni siquiera las entiendo.

Me identifico con lo que le decía su madre a Elena Urquiola:

Tú tienes un problema, y es que no te entra en la cabeza, ni tienes en cuenta nunca...  que los demás no son como tú. Ni como tú crees que son, ni como a ti te convendría que fueran... (sic)

Podría escribir relatos cortos en tercera persona cambiando los nombres, es una posibilidad.

Cuando Marcel Proust socializaba, lo hacía con el único interés de conocer a las personas a las que cambiaría el nombre y las haría protagonistas de "En busca del tiempo perdido" ya que estaba seguro de que iba a ser una obra trascendente.

En otras temporadas de mi vida en las que las circunstancias no me obligaban a quedarme en casa sino que salía, entraba, viajaba y mi entorno era más amplio y brillante, no me pasaba factura lo que escribía, más bien lo contrario, además mi profesor me suele animar a decir todo lo que me apetezca, él dice que dentro de quinientos años, cuando se lean mis textos, a nadie le importará saber de qué personas hablo.

Hace tiempo, cuando pintaba y exponía, pasaba mucho tiempo en la galería Arteta de Bilbao y conversaba con el dueño, Juan Elúa que me propuso escribir un libro sobre Getxo, que es el municipio donde habito.

En aquella época yo no escribía, solo pintaba y salía mucho con Cala Ampuero que era íntima amiga, veíamos a mucha gente y nos enterábamos de cosas divertidas de las que nos reíamos, pero jamás se me ocurrió escribirlas ni hacer daño a nadie.

Me han contado que a veces a los amigos de los escritores les gusta sentirse identificados con los personajes de sus novelas de ficción e incluso llegan a enfadarse cuando no se ven reflejados.

Recuerdo un libro de un escritor sueco en el que contaba todo lo que sentía respecto a su mujer, sus hijos y demás personas de se entorno, lo hizo con todo detalle, tuvo mucho éxito pero corrió un gran riesgo.






viernes, 25 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS TRES

 




Una vez más ayer se me planteó el problema de escribir sobre las personas que me rodean, Jaime me dijo en un tono muy serio que meterse en la intimidad de la gente es lo peor que existe, eso o algo parecido, en un tono serio, tajante, sin ningún humor.

Ya en la cama pensé en todo eso y no le veo la importancia, lo hago con mucho amor, no le veo la sustancia, no considero que estoy haciendo algo malo, solo cuento mi vida, me pregunté a mí misma por qué lo hago y lo único que supe contestar es que soy así, si hubiera una micro de malicia en lo que escribo, podría jurar ante al biblia sin hacer perjurio que jamás lo haría, no soy mala persona, simplemente me gusta expresarme, comunicarme y de momento lo hago a través de la escritura y prefiero hablar de mí, que es lo que mejor conozco, que inventar algo a lo que no le encuentro demasiado interés, de hecho cuando leo libros, deseo que hablen de asuntos personales, íntimos y profundos.

No me convencieron las explicaciones que me dio Jaime sobre que nunca llegaré a conocerle, porque ya no me contará nada y argumentos similares que ni siquiera fueron capaces de despertar mi atención, me parece que eso del respeto a la intimidad es muy relativo, no sé, me aburre el tema, insisto, no soy mala persona, más bien me considero buena y cuando algo me parece mezquino de los que me rodean, me cuido muy mucho de contarlo, intento olvidarlo y me remito a escribir lo que me concierne.

Llevo tantos años enferma que tal vez haya perdido el contacto con la realidad, ya que solo la vivo a través de los libros y las películas, la verdad es que escribir mi diario me libera, me mantiene despierta y consciente, no tengo intención de dejarlo, me gusta y si alguien no confía en mí es que no me conoce, soy así.

Ni siquiera tendría que dar estas explicaciones, preferiría hablar de algo más interesante pero esto es lo que sucedió ayer, por eso lo cuento y ahora mismo me voy a leer a Rainer María Rilke que supo elevar su vida a las citas más altas de la estética a través de la literatura.





martes, 22 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS DOS

 




Los libros me acompañan, lo han hecho siempre, desde que era pequeña, creo que me gustaba más leer que jugar, aunque cuando estaba con las amigas del colegio, también me dedicaba a hacer teatro, yo hacía todo, escribía el texto, elegía los personajes, dirigía la obra y en la fiesta de mi cumpleaños la representábamos para el resto de las invitadas, se da por supuesto que yo era la protagonista. 

Eso sucedía antes de que me llevaran interna a Madrid, allí no recuerdo haber hecho obras de teatro, me dedicaba más a la pintura, mi vocación estaba clara, sabía que quería ser pintora hasta tal extremo, que me conformaba con serlo incluso si pintaba mal.

Tomaba clase los sábados por la tarde, allí aprendí a tratar el óleo de una manera muy convencional, no sabía distinguir lo bueno de lo malo ni lo moderno de lo antiguo, así que era muy feliz, además me dieron las llaves del estudio y recuerdo que pasé muchas horas allí, sola, pintando, dibujando o leyendo, disfrutando de la libertad, nunca se dieron cuenta o, por lo menos no lo recuerdo.

Más tarde, en Burdeos pintaba bastante, y también seguí con el teatro.

Hice una obra relacionada con los toros y les gustó tanto que me hicieron repetirla para los padres.

La creatividad ha sido parte de mi existencia, no tengo miedo cuando algo se puede solucionar con algo que tenga que inventar, me preocupa más lo contrario, tener que hacer algo que ya se ha hecho de esa manera muchas veces.

Ahora, en este periodo de mi vida en que he abandonado la pintura y he abordado la escritura me siento en un terreno de arenas movedizas, no tengo la sensación de saber el terreno que piso como tenía con la pintura por hacer estudiado Bellas Arte, no me importa, lo acepto con entusiasmo ya que mi ambición hoy en día no es el éxito sino aprender a ser humilde, que es lo que más me cuesta y lo que me hace más feliz.






domingo, 20 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS UNO

 





Hacía mucho tiempo que no dedicaba mis horas a ver la televisión, sobre todo los programas que menos elevan mi espíritu y sin embargo, son los que más me distraen en mi actual condición.

Deduzco que lo que más éxito tiene no está relacionado con los asuntos de política que nos atañen a todos, sino lo relativo al sexo, sobre todo cuando se hace a escondidas porque alguno de los protagonistas ya está emparejado. 

Ya me di cuenta cuando escribí mis novelas e iba publicando los capítulos a medida que los terminaba, que los comentarios de mi fervientes seguidores me animaban con énfasis a que me metiera en esos berenjenales que tanta pereza me dan, ya que esos juegos dejaron de interesarme hace mucho tiempo. 

Me sentí identificada con Jane Fonda hace poco cuando leí en alguna revista que a sus ochenta años lo había dejado, yo a los cincuenta y es una de las cosas de las que me alegro, me ha procurado la tranquilidad que había deseado toda mi vida. 

Estuve activa durante treinta años y he tenido muchas relaciones con hombres, a veces lo pienso y casi me da vergüenza, teniendo en cuenta que me casé a los diez y nueve, casi veinte, me separé a los treinta, con la idea muy clara de que jamás volvería a casarme, el matrimonio resultó una experiencia de la que aprendí mucho y no me arrepiento de haber pasado por ella, no tengo vocación de casada, requiere un sacrificio que no estoy dispuesta a realizar.

Dado que en mi diario no hablo de mis experiencias sexuales, podría parecer que mi vida es y ha sido sosa pero nada más lejos de la realidad, no quisiera ir de santa por la vida pero en lo referente a ese tema recuerdo a san Agustín, cuando se convirtió y decidió servir a Dios, le dijeron que tenía que prescindir de las mujeres y pensó que eso sería imposible, ya que para él las mujeres eran la quintaesencia del placer pero era tan grande su empeño en probar lo que Dios le ofrecía, que hizo la prueba, se entregó y la plenitud que encontró le satisfizo tanto que jamás deseó volver a si vida anterior.






sábado, 19 de diciembre de 2020

CUATRO MIL DOSCIENTOS

 




Pertenezco a una familia numerosa y más bien longeva, aunque de los que estaban antes de mí ya se han ido muchos, me refiero a la generación de mis padres, o sea mis tíos, ayer me dieron la noticia de que se había muerto una tía de noventa y seis años y por otro lado que mi hermano Javier, que es el mayor ha tenido una biznieta, así que de los que vienen ahora no me puedo quejar, aunque yo solo tengo una nieta, hay muchos sobrinos que tiene hijos que a su vez también siguen procreando.

Algo parecido es lo que pensé cuando nació mi hija Beatriz, me pareció tan espantoso todo, menos la niña, claro, que decidí no volver a tener hijos, que había muchas mujeres en el mundo que estarían deseando hacer esa labor para que no se extinguiera la especie, pero era tan inocente que tuve tres hijos más y ahora me alegro porque me dan muchas satisfacciones, me siento orgullosa de ellos y además me han cuidado cuando he estado enferma, no sé que hubiera sido de mi si llego a estar sola.

A pesar del dolor que me produce el lumbago y de que solo me apetece estar tumbada, estoy contenta de estar viva, considero que es un regalo maravilloso y además cada día que pasa me encuentro un poco mejor, veo desde la ventana que hace buen tiempo y espero con alegría los días que vendrán y podré salir de casa y llegar hasta Barrica para respirar aquel aire y hacer fotos de ese paisaje que tiene una magia especial. 

Beatriz y Jaime siguen metiéndose en el agua, no sé cómo son capaces de aguantar el frío, mientras yo solo quiero estar en casa calentita y pasando de la pantalla del ordenador a la de la televisión, Dios me proteja.






jueves, 17 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y NUEVE

 




He pasado un buen rato de la tarde en el Caribe, desde que tengo lumbago lo único que me apetece es estar sentada o tumbada sin hacer nada, excepto ver la televisión, me distraigo y me olvido del dolor.

Me ha dicho Jaime que el lumbago me ha venido por ver basura televisiva y por estar pendiente de lo que sucede en la familia Pantoja y en España con el rey emérito, al principio me he quedado un poco perpleja, luego lo he pensado mejor y tal vez tenga razón.

Todo ha empezado porque le he contado que había empezado a leer el libro Yo, el rey de Pilar Eyre y que me estaba pareciendo pura basura, no me había dado cuenta de que Jaime considera que el rey emérito es una mala persona y a mí me resulta difícil decir eso de alguien solo porque robe o sea infiel a su esposa, aunque sé que existen personas que no son buenas y que son capaces de hacer daño solo por placer, cosa que me disgusta y me produce temor, no quisiera tratar con gente así.

Casi nunca estamos de acuerdo Jaime y yo cuando hablamos, nuestras conversaciones suelen ser divergentes, se me ocurrió preguntarle a ver qué tal estaba con su nueva amiga y me dijo que era mejor no decirme nada, porque en seguida se entera todo el mundo y no le hace gracia, es lo malo de vivir con una reportera (sic).

Me hizo gracia, le entiendo, tiene que ser una lata vivir con una persona como yo, que escribo lo que me sucede con las personas con las que convivo, a no ser que te divierta que hablen de ti.

Tuve un amigo escritor que publicaba en su blog casi todos los días y hablaba de mí, pero era tan discreto que me cambió el nombre, me puso Margarita, pronto me di cuenta de que hablaba de mí, porque no cambiaba nada de lo sucedido, se limitaba a narrar con quien había estado y poco más, a mis amigas también les cambió el nombre.

Era político y tenía dos personalidades completamente diferentes, por un lado era culto, sensible, podía hablar con él de lo que me diera la gana y me gustaban sus opiniones, no obstante cuando se trataba de política se volvía fundamentalista, era imposible llegar a un acuerdo, además, cuando venía a Bilbao le ponían dos escoltas que le acompañaban a todas partes, lo peor no era eso sino que me avisaba varios días antes para quedar, porque tenía que avisar a los escoltas y si algo detesto en esta vida es comprometerme con antelación, nunca sé lo que me va a apetecer al día siguiente.









miércoles, 16 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y OCHO

 





A veces sorprende encontrar una persona generosa simplemente porque es así, no tenía motivos y sin embargo lo ha hecho conmigo.

Todo empezó cuando murió mi madre y mis hermanos decidieron, sin saber bien cómo ni por qué, el reparto de las cosas de la casa.

Yo tenía muy claro lo que quería y así lo hice saber:

No quiero nada excepto mis cuadros, tanto los que le regalé a nuestra madre como los que me compró ella.

Dicho y hecho. 

No recuerdo si me los llevé yo o encargué a alguien que lo hiciera, solo sé que fui por toda la casa recolectando mis óleos y dibujos y los he tenido en casa desde entonces, excepto algunos que se han vendido, por lo menos eso es lo que yo creía, pero he aquí que hace unos meses, estando en pleno confinamiento recibí un mail de un desconocido que me mandaba la foto de un dibujo del rostro de mi hijo Mattin a lápiz sobre papel de estraza y me preguntaba a ver si era mío.

Quería saber qué valor tendría ahora y le dije que yo no me encargaba de vender mis cuadros, que lo hacían los de Subastas Bilbao.

No volví a saber nada de él hasta hace unos días, en que me escribió diciendo que lo había pensado mejor y que quería devolvérmelo.

Me quedé de piedra.

Se lo comenté a Mattin y me dijo entusiasmado que quería tener ese dibujo a toda costa.

Llamé a mi sobrina Blanca Basterra que se había encargado, junto a las esposas de mis hermanos, de organizar los enseres de la casa de mi madre y me dijo que no se acordaba, que hubo tanto jaleo que le resultaba imposible recordarlo.

Mandé un mail a Jose Julián, que es la persona que había alquilado una casa en Basauri en donde estaba colgado el cuadro, le dije que me encantaría recuperarlo pero estábamos en estado de alarma y yo no podía salir de mi perímetro, a lo que él respondió que me lo traería personalmente en cuanto estuviera permitido.

En efecto, hoy ha tocado el timbre antes de la hora señalada, le he abierto la puerta, ambos con mascarilla y me ha contado que al saber que se trataba de mi hijo, había tomado la decisión de devolvérmelo por el valor sentimental, ya que él había perdido a su madre, que no quiere nada de mí, que le ha gustado venir.

Le ha dado las gracias y ahora me quedaré con el dibujo de Mattin hasta que me muera, porque las posesiones de Mattin se quedan aquí, ya que cuando viene solo trae su mochila y nunca se lleva nada, su colección de vinilos, los dibujos que le hicimos Manolo Gandía y yo y los millones de cosas que almacena porque tiene el síndrome de Diógenes metido en el cuerpo y en la cabeza sobre todo.









martes, 15 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y SIETE

 




Intentaré contar cómo empezó mi estado mental.

Estábamos Pizca y yo en mi casa de Las Arenas, lo cual significa que ha pasado mucho tiempo, charlando tranquilamente y me contaba que había estado en Barcelona con su amigo, el más que famoso pintor al que ella había ayudado cuando era un chaval dejándole trabajar en su propio estudio.

Su nombre verdadero era Alberto Porta, más tarde se lo cambió y ahora se hacía llamar Zush.

Al parecer había cambiado mucho, el éxito le había engordado y hablaba muy deprisa hasta tal punto que a Pizca le costaba seguirle, aún así le entendió lo esencia que ella consideraba que me podría interesar, acertó plenamente, me interesó hasta tal punto que cambió los proyectos que tenía en aquel momento.

Se trataba de que Zush había creado un estado mental llamado Evrugo y hasta lo había presentado en la televisión.

Para entonces ya había alcanzado un éxito sin precedentes y ocupaba un puesto prominente en el ranking internacional.

Se trataba de un estado con todo lo que conlleva, alfabeto propio, himno, bandera y pasaporte.

Tanto me gustaba todo lo que me contaba que le pedí por favor que le dijera a Zush que me gustaría ser la embajadora de su estado en El país de los vascos.

Pizca lo entendió perfectamente, le trasmitió mi petición, le habló un poco de mí y de mi trayectoria y me trajo el siguiente mensaje:

Creo que tu amiga tiene poder suficiente para crear su propio estado mental.

No tuvo que darme más explicaciones, desde ese momento me dediqué en cuerpo y alma a mi estado, empezando por el nombre basado en las iniciales de todos mis nombres y apellidos:

MBLOMSMMSUNAILM

A partir de ahí compuse el alfabeto que tiene cierto aspecto megalítico, me salió del alma, como si dentro de mí ya estuviera dispuesto el boceto.

Poco a poco fui componiendo un diccionario dando nombre a las personas y cosas que utilizaba en mi vida cotidiana.

Así es como empezó mi estado mental.

A continuación transcribo lo que escribí en mi web en el capítulo que trataba de mis proyectos actuales:

para poder vivir discretamente en mi propio estado mental no me quedo mas remedio que inventarme un alfabeto con su vocabulario normas y todo lo que conlleva

he tratado de tener encuentros con personas que tienen su propio estado pero raramente se prestan a ello por lo que me encuentro bastante sola

sin embargo sigo empeñada en el proyecto porque me ha proporcionado experiencias genuinas

creo que es una empresa demasiado alejada de lo ya establecido 
quizas me convenga ir mas despacio
he inventado la letra lecra para jugar

tengo intencion de crear una web interactiva exclusivamente dedicada a mi estado mblomsmmsunailm a traves de la cual pueda relacionarme con personas que posean un estado mental


lunes, 14 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y SEIS

 





Hoy he visto una película muy bonita, no diría que buena pero tan bonita que me ha hecho feliz y me ha recordado a la aventura que tuve cuando hice mi propio estado mental.

La película se llama La increíble historia de la isla de las rosas, basada en hechos reales, siempre me interesa más la realidad que la ficción, siempre, por principio.

Con mucho gusto os contaré mañana, con calma, cómo empezó MBLOMSMMSUNAILM.

En el salón de mi casa que ahora es mi estudio, lo único que hay colgado en la pared es el alfabeto.

Estoy encantada de hacer recordado algo que fue tan bonito y que nos alegró la vida a un buen grupo de amigos, lo pasábamos bomba, no obstante hoy no tengo fuerza para escribir, me duelen las lumbares y lo único que me apetece es meterme en la cama porque solo cuando estoy quieta, tumbada, puedo olvidarme.

Seguro que mañana me encuentro mucho mejor y escribiré con sumo placer la historia de mi estado mental.

Fue una de las épocas más bonitas de mi vida y además me hizo sentir lo que significa ser jefa de mi propio estado mental, tuve experiencias realmente interesantes y estoy casi segura que con calma, me acordaré de las más importantes.





domingo, 13 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y CINCO

 





He visto una serie que me ha mantenido hipnotizada durante tres días, por fin ha terminado, es corta pero intensa hasta decir ¡basta! se llama The Undoing, me la recomendó Beatriz y me metí tanto, que no he parado hasta ahora, no puedo decir que sea buena porque no soy experta en series, pero puedo asegurar que ayer por la noche no podía pensar en otra cosa, he recapacitado y he llegado a la conclusión de que suelo tener problemas con las personas que tienen enfermedades mentales.

Al principio no me suelo dar cuenta, hablo con alguien que me resulta simpático, congeniamos, establecemos una relación cordial y cuando parece que todo va sobre ruedas, de repente en el momento menos oportuno, se sale de quicio y me resulta imposible controlar la conversación, antes me dejaba llevar y yo también discutía, gracias a Dios hoy en día he aprendido a callarme, me cuesta, pero me quedo más contenta.

Resulta que tengo varias personas en mi entorno que son esquizofrénicas o bipolares y aunque les quiero, no me queda más remedio que poner distancia, lo contrario sería dañino para mí. 

Al ver la serie he comprendido que tengo cierta tendencia a tratar con personas problemáticas, suelen ser inteligentes, sensibles y divertidas más no son estables y distorsionan la realidad, prefiero tratar con gente tal vez menos brillante pero capaz de mantener un línea constante o, en su defecto no llegar a intimar demasiado.

Deseo que mi vida sea un remanso de paz, ya he tenido alteraciones más que suficientes para apreciar la tranquilidad de quedarme en casa, leer un libro, escribir mi diario, disfrutar del silencio y todo lo que conlleva el orden, cierta rutina y sobre todo, en los tiempos que corren, no permitir que la Covid19 me alcance.

Además, es un hecho que las personas que han sido diagnosticadas con alguna enfermedad mental, tienen tendencia a justificar sus delirios y yo no estoy dispuesta a sacrificar mi bienestar, antes era más paciente pero ahora he cambiado, doy una importancia capital a mi tranquilidad y al sosiego.





sábado, 12 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y CUATRO

 




Hace años que participo en un concurso de fotos que me divierte, me ayuda a poner interés aunque no a un nivel serio, las hago con el iPhone, siempre lo tengo a mano en cualquier circunstancia, no necesito estar preparada, saco unas cuantas fotos y luego las edito en el ordenador y eso me encanta.

Me presento a casi todos los temas que ofrecen, ayer se trataba de ojos, saqué una foto a Beatriz que tiene los ojos azules y resultó muy bien, no tardé nada, ella entiende que necesito luz y no opuso resistencia cuando le pedí que cambiáramos de sitio y nos fuimos cerca de la ventana.

Justo antes le había dicho lo mismo a Jaime pero en vez de ir a la luz, se puso rápidamente delante de mí y me sentí presionada, empezó a poner fuerza en los ojos como si quisiera convertirlos en focos, no me estaba gustando por lo que cambiamos de sitio y siguió poniendo ojos de algo, no puedo explicar de qué, pero era como si quisiera poner toda la fuerza en los ojos, le dije que por favor dejara su mirada normal pero no quiso, se empeñó en hacer algo especial con sus ojos y las dos fotos salieron horrorosas, no me servían para presentarlas en el concurso, se lo comenté más tarde y se empeñó en que yo había tenido la culpa, así que le dije que tenía razón y que le daba la razón en todo para toda la vida, se quedó encantado.

Recuerdo que hace años, una amiga cuya hija presentaba problemas, no sabiendo qué hacer con ella la mandó a Escocia, a un convento budista para que pasara allí unos meses.

La niña volvió renovada, cuando le preguntó su madre a ver qué había aprendido, contestó:

Que tengo que elegir entre ser feliz o tener la razón.

Me gusto tanto la frase que inmediatamente hice mi propia elección: prefiero ser feliz, nada me interesa menos que tener la razón, se la regalo a quien la quiera, prefiero ser feliz.

Mi madre siempre estaba empeñada en tener la razón, insistía en que se la diéramos, a mí me pone nerviosa tener la razón, nada me puede interesar menos, prefiero divertirme.




viernes, 11 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y TRES

 





A veces me asusta la cantidad de sorpresas que me depara la vida, creo que todo va muy deprisa, además la pandemia hace que muchas cosas cambien, si me descuido puedo llegar a sentir miedo, pero no me lo permito, confío en mantenerme a salvo y doy gracias a Dios.

Tengo la sensación de que mis hijos son sensatos y maduros, no solo ellos se cuidan sino que además se dan cuenta de que mi situación es delicada, debido a mi edad y a que tengo las defensas bajas y nada me apetece menos que pasar por otra enfermedad, ser ingresada en un hospital y las posibles secuelas.

Los días que he tenido el síndrome de abstinencia han sido duros, me dolía todo el cuerpo, casi no podía moverme, volví a necesitar las dos muletas, justo cuando ya había empezado a andar por casa sin nada, pensaba que iba mucho mejor, necesito paciencia, es lo más importante en este momento.

Parece ser que Jaime ha empezado a salir con una chica, se le ve contento y por lo que cuenta Beatriz suelen estar en casas de amigos, Beatriz le ha dicho que procure no acercarse a mi, yo no he hablado con él todavía de ese tema, casi prefiero esperar a que él tome la iniciativa.

Lo más importante para mí es encontrarme bien, he pasado una semana mala, me dolía todo el cuerpo, intenté dejar la medicación pero ha sido imposible, por lo que he vuelto a tomarla otra vez y me encuentro mejor, aún así no estoy fuerte, el calor de la calefacción me afecta, no me atrevo a salir de casa, ni siquiera a la terraza, no quiero enfriarme, me paso el día delante de las pantallas, no es saludable.

Me estoy desahogando, eso es todo, no tengo motivos para quejarme de nada, todo va bien.

Tenía la elección de escribir o no y he optado por lo primero, creo que es mejor, reconocer mi estado actual es un acto de valentía, sobre todo si tengo la fuerza suficiente para concentrarme.





jueves, 10 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y DOS

 




Increíble el impacto que puede producir una película en una persona despistada.

No sé como ha sucedido. 

A las cinco de la tarde, en vez de hacer el trabajo que acostumbro, he decidido romper mi rutina y ocupar mi tiempo en algo que no tuviera demasiada sustancia, así que he entrado en Internet y ha caído en mis manos Déjales hablar con Meryl Streep como protagonista y Candice Bergen, que había sido su amiga, ambas bastante viejitas, no tanto como yo pero casi.

Al principio no me ha interesado, me ha costado entrar, estaban haciendo un crucero y me ha recordado a algo que sucedió en mi vida hace mucho tiempo, cuando todavía estaba casada y esperaba mi tercer hijo.

A mi padre le gustaba que hiciéramos un viaje todos los años, nos invitaba a los hijos con sus parejas y aquel año, a pesar de que yo no estaba en condiciones de nada, acepté, sabía lo importante que era para él y no fui capaz de defraudarle.

Fuimos a Barcelona y allí embarcamos en el Caribia, craso error, a pesar de estar acostumbrada a navegar, nunca lo había hecho en esas condiciones y los mareos que tuve fueron imposibles, hasta tal punto que en Nápoles estuve a punto de coger un avión y volver a Bilbao, no lo hice y pasé el resto del crucero pasándolo mal, además de mi malestar físico, mi marido desaparecía y se iba a otras clases del barco, nosotros estábamos en la de lujo que era aburridísima, como casi todo lo que sucede en donde solo están los ricos y me disgustaba que mi familia viera el poco caso que me hacía.

La verdad es que prefiero no acordarme, para mí todo era espantoso y no quería que mi padre se diera cuenta, ya que él estaba feliz. 

Pasado este mal rato he podido concentrarme en Meryl Streep, una escritora de éxito, presionada por sus editores para que les hablara de su próxima novela, se dedicaba a mentir porque no sabía lo que iba a escribir, le faltaba la inspiración y carecía de recursos propios.

He recordado que cuando yo era pintora, los galeristas solo me trataban bien si mis cuadros se vendían y en el momento en que sacaba una serie nueva y diferente, que era lo que siempre hacía, se producía una tensión insoportable.

Lo entiendo, el mundo del arte es un asunto comercial como todos los demás y es lógico que los que se arriesgan, no quieran malgastar su tiempo y su esfuerzo en exponer a personas como yo, que van de la ceca a la meca, estrujaba los temas y pasaba de pintar las carpas de Ondarreta que se vendían como churros, a algo completamente distinto, tanto en el tema como en la técnica, como pasó cuando después del éxito obtenido con el Homenaje al Athletic, me rompí la pierna y al salir del hospital me dediqué a hacer Heridas con gasas y mercromina, nadie las quería, hasta yo me asusté cuando las vi colgadas.

Eso es lo que ha sucedido hoy por la tarde, en menos de dos horas he pasado de estar entretenida, tomándome la vida con calma, a recordar dos experiencias de mi vida que no me hicieron feliz.





miércoles, 9 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y UNO

 





A veces tengo tendencia a ser irónica, cada vez me menos, leí una frase de Rainer María Rilke, de quien estoy haciéndome muy amiga últimamente y decía algo que no solo me gustó sino que hizo me sintiera identificada:

No se deje arrastrar por la ironía, especialmente en los momentos no creativos. En los creativos, intente utilizarla como un medio más para captar la vida. La ironía, utilizada con autenticidad es también auténtica y usted no tiene por qué avergonzarse de ella. 

No podría decir que todo lo que hace, dice o recomienda Rilke me fascine, pero como dice mi profesor de Escritura, sus momentos de fulgor merecen la pena.

Estoy leyendo Los apuntes de Malte Laurids Brigge y a pesar de que me cuesta, cuando encuentro esos párrafos deslumbrantes que me afectan tanto que me quedo como congelada, me estremezco y recobro lo mejor de mi misma a través del gran poeta y reconozco el valor de la estética llevada hasta sus últimas consecuencias.

Se lo ofrecí a mi hermano Javier a quien le mando libros de vez en cuando, le confesé que me costaba y me contestó diciendo que solo leía libros fáciles, lo cual no me extraña, a veces no es fácil meterse en honduras, depende del estado de ánimo y también del estado físico, porque yo, sin ir más lejos, cuando no me encuentro bien prefiero ver una comedia medio buena, es así como consigo distraerme de mis dolencias.

Comprendo que Rilke merece el esfuerzo que conlleva. 

El libro que estoy leyendo ahora, el de los Apuntes, es realmente difícil, no obstante Cartas a un joven poeta me parece fácil y bonito, digno de tenerlo siempre a mano, solamente con abrirlo en cualquier página y echarle una ojeada, casi seguro que encuentro algo especial que había olvidado.

Le ofrecí El último encuentro de Sándor Márai y lo aceptó.

Mi hermano Javier es mi padrino y siempre se porta muy bien conmigo a pesar de que somos opuestos, tan opuestos que parecería imposible que pudiéramos tener una relación tan fluida, pero eso es lo de menos, lo importante, en mi caso por lo menos, es que yo hace unos años tomé la firme decisión de que La familia es sagrada y desde entonces, acepto a mis hermanos y a mis hijos y todo va sobre ruedas.

Decidí que La familia es sagrada porque tuve una especie de revelación como San Pablo cuando se cayó del caballo y ahora me comporto con naturalidad y no me dejo afectar por las cosas que me separan de ellos, suelen estar relacionadas con temas políticos o religiosos, todo menos perder mi paz interior.






martes, 8 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA

 





Ayer, lunes de labor entre un domingo y un martes festivo:

Como de costumbre, cuando menos lo esperaba las musas de la inspiración que me tenían abandonada, han venido en mi auxilio a través de David Lynch, ha sido maravilloso, mientras buscaba la crítica de una película me he encontrado una master class que hizo en una escuela de arte de Madrid.

Ya me interesaba antes sin casi conocerle pero verle ha sido encantador, su inglés es tan claro que le he entendido sin hacer ningún esfuerzo, como si hablara castellano.

Me ha parecido humilde, limpio, sin pretensiones y sin decir mentiras, todo lo que salía de su boca era puro, nada me parece más bonito que una persona directa, sobre todo cuando tiene tanto talento como para abastecer de ideas y de obras de arte a la cuarta parte de la humanidad, por lo menos.

Tengo un toque pijillo que me hace fijarme en todo y me ha sorprendido que tuviera las uñas sucias, algo que detesto y que sé que es muy difícil de corregir, sobre todo para los pintores, pero luego he comprendido que David Lynch también es pintor.

Algunas de sus películas me han resultado difíciles como Mulholland Drive, que se rodó cerca de donde yo vivía en Los Ángeles, creo que fue ese dato el que me ayudó a verla entera. 

Es un artista multidisciplinar y ha resumido lo que es el cine en una sola palabra, en lugar de llamarle el sétimo arte ha dicho que contiene las siete artes, me ha encantado, creo que le ha salido, que no lo tenía pensado.




domingo, 6 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y NUEVE

 




Ayer por la tarde me aburrí tanto, que no me quedó más remedio que ponerme a reflexionar sobre el motivo de un sentimiento, que creía haber superado con todo lo aprendido en los últimos tiempos y me vino bien, porque recordé que la primera vez que me rompí la pierna, estuve tres meses en el hospital, tuve unos dolores espantosos, incluso lloraba, en aquella época no daban analgésicos.

Llegó un momento en que dejó de dolerme la pierna y empecé a encontrarme bien, pero me aburría  y comprendí que eso era mucho mejor que el dolor, así me consolaba.

Ayer llegué a esa conclusión, justo había dejado de tomar el analgésico fuerte para el dolor de rodilla y aunque ya no tenía dolor, supongo que estaría con cierto síndrome de abstinencia, porque es una pastilla que está de moda, se llama Zaldiac y se compone de Tramadol y Paracetamol, lo que significa que es un opiáceo, ya que el Tramadol contiene un elemento que resulta adictivo.

Estoy encantada, ahora solo tomo Paracetamol, es una medicina más sencilla que me va muy bien, en Cruces la utilizan para todo y funciona.

Al darme cuenta de lo que me pasaba, me tranquilicé y después de haber intentado ver dos películas sin conseguir concentrarme, puse un documental de Ai Weiwei, Yours truely, el que hizo al salir de la cárcel, cuando todavía no le habían devuelto el pasaporte y me distraje durante un buen rato.

He seguido de cerca a Ai Weiwei desde hace muchos años y he visto sus exposiciones y la película  sobre su vida, en la que muestra su estudio y cómo trabaja con su equipo; también relata con gran sinceridad y humildad que tuvo un hijo con su amante y lo difícil que resultó explicar eso a su mujer.

En la realidad solo he visto una exposición que hizo en el palacio de la Virreina, Barcelona, hace años, había ido allí para asistir a una conferencia de Prem Rawat y me encontré con la maravillosa sorpresa, me conmovió sobremanera además de inspirarme, es un artista muy valiente, ha sufrido desde pequeño los rigores de la dictadura del régimen comunista que hizo desaparecer a su padre, notable poeta chino al que enviaron al exilio.

En Yours Truly, el documental que empecé a ver ayer y que levantó mi ánimo, Ai Weiwei organiza una exposición en la prisión de Alcatraz sin moverse de su estudio en donde estaba confinado, rinde homenaje a la libertad  y a los poetas que estuvieron prisioneros por sus ideas e ideales.







sábado, 5 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y OCHO





Ayer vi una película sueca tan buena que cuando estaba durmiendo seguía pensando en ella.

Suecia es un país muy especial, Mattin vivió muchos años con Lisa en Estocolmo, Odita había nacido en Visby, por lo que tengo algunas referencias culturales, ya que cuando charlamos surgen temas de toda índole.

A pesar de que Mattin no fue feliz allí, a mí me interesa bastante, me gusta la sobriedad, la decoración minimalista, lo que conozco en la distancia me resulta agradable, no obstante nunca he sentido el deseo de ir allí, no me gusta el frío, desconozco el idioma pero todos hablan inglés y no utilizan euros sino coronas.

El feminismo está implantado desde hace tantos años, que son las propias madres las que aconsejan a sus hijas que se comporten de igual a igual con los hombres.

También me gusta mucho el respeto a los niños, creo que fue en el año 1987 cuando se implantó la ley de que dar una bofetada a un niño está penado con cárcel.

La prostitución está terminantemente prohibida y no se multa a la mujer que la practica, sino al hombre que la utiliza.

Respecto al cine, exceptuando a Bergman he visto poco, no obstante Pure de Lisa Langseth cuya protagonista, Alicia Vikander me ha llamado la atención desde hace tiempo, me entusiasmó.

Lo primero que hice antes de lanzarme al vacío, fue leer las críticas de los cinéticos aficionado de quienes  me fío bastante más que de los profesionales y no lo dudé.

Acerté de pleno, hasta tal punto que tuve momentos de auténtica emoción, el hecho de que esté centrada en la música clásica, es motivo más que suficiente para que me interese y si además el tema es crudo y duro, mejor todavía, me dio motivos para pensar, es una película que no hace concesiones.









viernes, 4 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y SIETE

 





Ayer tuve clase de Escritura, leí el texto en que hablo de Jaime y de su interés en ser libre y autónomo desde que era muy pequeño, como si hubiera nacido sabiendo lo que quería y viceversa.

Me quedé pensando en la cantidad de teorías y defensas que se ha organizado para llevar a cabo sus intereses.

Me gustaría algunas cosas aunque somos muy diferentes, él es Cáncer, signo de agua como el mío, Piscis y eso tenemos en común, lo que no excluye que entre nosotros haya grandes divergencias en muchos sentidos, incluida la escritura ya que él escribe para que le lean personas que nunca han leído un libro y parece ser que tiene mucho éxito, por lo menos eso le dicen los del golf, que cuando van a coger un avión aprovechan para leer sus libros y lo pasan bomba. 

He leído todos sus libros y reconozco que es ameno pero se nota que no pone interés en la ortografía, la sintaxis ni la gramática, tampoco reprime sus deseos de tomar temas de sexo fuerte, lo que aumenta el interés que suscita, no tiene prejuicios.

Jaime y su hermano Carlos, trece meses menor, siempre estaban juntos y se llevaban estupendamente, Beatriz era la mayor y mandaba demasiado, mientras que los chicos, entre ellos, no tenían ningún problema.

Cuando murió Carlos, Jaime se quedó destrozado, se había quedado solo, le afectó y lo aceptó de tal manera, que ha seguido así toda la vida.

Supo que jamás tendría hijos, alguna vez me ha contado que al verme tan afligida, comprendió que él no quería pasar por algo parecido, lo ha cumplido a rajatabla, nunca lo ha dudado, incluso una vez que estuvo muy enamorado de una mujer alemana, cuando ya estaban decididos a vivir juntos, al poner las cartas sobre la mesa, se dieron cuenta de que ese tema tan importante les distanciaba, por lo que dejaron la relación.

Jaime ha viajado, casi siempre solo, ha conocido muchos países  y comprendió que Indonesia era su lugar favorito, por lo que desde hace muchos años, pasaba allí los inviernos.

Antes trabajaba en Mallorca como profesor de golf durante la temporada alta, por lo que tenía libres los meses de invierno, empezó a ir a Bali en donde es feliz y los últimos años, aunque está viviendo en Getxo con Beatriz y conmigo, ha seguido yendo a Bali excepto ahora, que por razones de pandemia no debe hacerlo.

Es muy independiente, también tiene claro que no quiere casarse ni enamorarse demasiado, para lo que se rige por unas reglas que pone en acción en el momento en que conoce alguna mujer que le puede interesar, intenta ver los defectos antes que las virtudes, lo cual le mantiene entretenido y le ofrece referencias muy interesantes.

Creo que no se deja llevar por las emociones, tiene la cabeza bastante fría gracias a lo cual, hoy en día hace siempre lo que le apetece, no rinde cuentas a nadie y se mantiene como un jovenzuelo, está muy fuerte, se mete en el agua todos los días y cuando no juega al golf, se entrena dando doscientas cincuenta bolas, lo cual, a mi entender, es señal de que está en plena forma.






jueves, 3 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y SEIS

 




Me parece tan feo el mobiliario urbano de Getxo que estropea mis fotos, así que dando vueltas al tema, he estado estudiando cómo resuelven el asunto en Japón, ya que de todos los lugares del mundo en los que he estado es el más limpio con diferencia, incluso tanto o más que Singapur, que ya es decir.

Esperaba encontrarme algo extraordinario como casi todo lo japonés en lo referente a la estética y aún así reconozco, que me ha sorprendido.

Para empezar no hay papeleras, las personas guardan sus basurillas hasta que llegan al lugar correcto para dejarlas.

Para las latas de bebidas suele haber un contenedor al lado de la máquina expendedora.

Los japoneses están tan conciénciados con el reciclaje que existen cuarenta y cinco separaciones diferentes.

Antes de distribuir los deshechos en bolsas transparentes, lavan los tarros de cristal, quitan las etiquetas, las tapas y tapones, los distintos materiales y más cosas que ya no recuerdo, todo ello hasta llegar a la cantidad citada.

Suele haber un vecino que estudia las bolsas de todos antes de dejarlas en el lugar adecuado, donde irán a recogerlas entre las ocho y las diez de la mañana.

Hace tiempo que yo intenté que se reciclara la basura en esta casa sin demasiada esperanza, no obstante me equivoqué, Beatriz se lo tomó muy en serio y ahora tenemos varios recipientes para los diferentes productos: cristal, papel, plástico y basura orgánica.

Casi no tengo que ocuparme de ese tema, yo misma me doy cuenta de que sería ridículo dejar los botes de cristal con la tapa puesta, incluso me parece natural lavar los tarros de mermelada antes de que sean depositados en el contenedor de cristal.

Lo cuento porque hasta hace poco yo era una incivilizada en este terreno, todavía me avergüenzo de ciertas cosas que veo como Lisa, la madre de mi nieta, que es sueca, las hace con toda naturalidad como abrir y cerrar el grupo del agua al momento, nunca la deja correr.

Estoy muy lejos de actuar como los japoneses, muy lejos, pero no soy capaz de tirar un papel al suelo y suelo llevar una bolsa de plástico en el coche para meter las porquerías que se van acumulando, el papel de la OTA, la botella de agua y más cositas que sin saber por qué aparecen por ahí.

Tengo mucho que aprender todavía, no sé si tendré tiempo en lo que me queda de vida.

De verdad lamento no haber sido educada en la importancia del reciclaje porque a estas alturas de la vida me cuesta cambiar, me cuesta mucho aunque lo intento.










miércoles, 2 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y CINCO

 



Me he apuntado a un curso nuevo de macrobiótica.
Llevo muchos años aprendiendo y tratando de centrarme en este tipo de alimentación, me sienta mejor que otras, me da la sensación de que ya conozco todo lo que me enseñan, aún así he empezado por la primera lección que trata de las diferentes maneras de cortar la verdura.
Al principio pensaba que me iba a aburrir, no obstante he hecho un pequeño esfuerzo, he seguido mirando el video con atención y he recordado cosas importantes, por lo que me alegro.
Ha habido momentos en mi vida en los que solo me interesaba la macrobiótica, sobre todo cuando no me encontraba bien, en cuyo caso era capaz de irme a Saint Gaudens* que es uno de los mejores centros que hay en Europa.
La última vez estuve casi un mes, había ido con la intención de quedarme unos días pero al ver lo bien que me iba encontrando, me fui quedando y ahora ya sé un poco más, aunque me resulta muy difícil equilibrar el yin y el yang, lo cual es prioritario en macrobiótica.
Cuando tuve que dejar de cocinar debido a la leucemia volví a comer lo normal, no obstante en el momento en que pude ocuparme de mi alimentación, volví a la macrobiótica con auténtica necesidad y solamente comiendo arroz integral, empecé a encontrarme mucho mejor, lo cual me animaba a seguir.
Ahora ya tengo muy claro que eso es lo que tengo que hacer, por eso me he apuntado a este curso en internet.
Estuve viendo videos de diferentes profesores, casi todos me gustaban en mayor o menor medida y al final me decanté por Daniel Mayor, fundador y director de la escuela Esmaca de Barcelona.
Lo que me llevó a elegir a Dani, fue la diferencia de mentalidad que él tenía en relación con todas las demás personas con las que había tropezado.
Casi todas las personas con las que me encontraba eran muy exigentes. 
No se pude comer esto, ni lo otro, ni lo de más allá y no hay más que hablar.
Utilizaba la macrobiótica para curarme cuando no me encontraba bien, pero en el momento en que me hacía efecto volvía a la comida normal con cierto sentimiento de culpa.
Con Dani las cosas han cambiado.
No es que Dani me anime a comer de todo, está claro que el azúcar es veneno puro, que los lácteos me producen mucosidad, que los animales de cuatro patas debo descartarlos por diferentes razones, sin embargo hay ciertos alimentos que aunque no son de calidad, cambiando el tipo de cocción se les puede yanguizar o lo contrario.
En relación con los dulces, es mejor no abusar pero es muy diferente comer un turrón de Jijona comprado en una tienda de dietética que en un supermercado.
Además Dani es simpático y comprensivo, va más con mi carácter transgresor.



*Cerca de Toulouse, Francia




martes, 1 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y CUATRO

 



La pandemia está cambiando la vida de las personas y en mi caso concreto he tenido suerte, porque al haber pasado una leucemia y haber terminado la quimioterapia un poco antes de que empezara el confinamiento, ya estaba bastante preparada para la vida que se me avecinaba, la que nos está tocando a todos.

Aprendí a ser consciente de lo que significa estar viva, lo cual, incluso pasándolo muy mal muy mal, es mejor que lo contrario. 

Cuando la doctora me dijo delante de Beatriz y de Jaime, justo al día siguiente de que me ingresaran, que tendrían que pasar diez días en lo cuales podía morirme, en caso contrario sería señal de que viviría.
Mi respuesta fue clara y rotunda:

Aceptaré la muerte porque he tenido una vida muy intensa y estoy agradecida, pero la verdad es que preferiría vivir.

No tenía más que decir. 
Ni siquiera recuerdo cómo reaccionaron mis hijos.
Lo que dije fue lo que sentía, ni más ni menos.
Pasaron los diez días y entonces empezó lo hora de enfrentarme a la soledad, el malestar, la sensación de no poderme escapar, era como estar en la cárcel, no tenía salida.
Mis hijos venían todos los días, de uno en uno, siempre con mascarilla, mis hermanos también, asustados y yo no sabía lo que era eso, nunca había visto nada parecido.
Me atendía mucha gente, muchísima, hematólogos, enfermeros, auxiliares, los que se ocupaban del aire acondicionado y muchos más, conocí a mucha gente encantadora que me trataba con una delicadeza infinita, yo sabía que necesitaba tener mucha paciencia, no había otra alternativa, lo dijo muy claro uno de los hematólogos:

Esta clase de leucemia tiene cura pero dura mucho.

Mattin cogió un avión y venía por las tardes.
Al cabo de unos días, cuando estaba claro que sobreviviría, volvió a Berlín.

Así que aquello pasó y volví a casa y empecé con el hospital de día y cuando terminé la quimioterapia, que duró varios meses, empezó el confinamiento y Norma no podía venir a trabajar así que Beatriz y Jaime se ocupaban de mí, porque yo no podía casi ni andar, ni cocinar ni nada, era como un zombi, no tenía hambre, había perdido el gusto, me costaba hablar.

María Seco me dijo:

Ahora estamos todos igual.

Tenía razón, ahora estamos todos en las mismas condiciones, la única ventaja que yo puedo tener es que he aprendido a agradecer la vida, a estar sola, a tener paciencia y a intentar no quejarme.
A eso me refiero cuando digo que he tenido suerte porque dentro de lo malo, estoy preparada para afrontar la difícil situación que nos está tocando a todos, a todos los que habitamos en el planeta tierra.






lunes, 30 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y TRES

 





Ayer publicó mi hijo Jaime en un chat familiar, unas fotos actuales en las que está haciendo Skate por Ereaga y me sorprendió, porque a pesar de que a menudo me suele decir que va a patinar, o que ha estado patinando, yo le imaginaba con patines de los antiguos, de los que se pone uno en cada pie.
A veces mi cabeza se queda estancada, cambia el significado de las palabras y me siento fuera de lugar, mirando al diccionario cada vez que algo no corresponde a lo que yo pensaba.
Dando vueltas al tema de Jaime, he estado reflexionando en plan filosófico, sobre los arquetipos y sus significados
Creo que la razón de que haya personas que no se adaptan a lo que se espera de ellos, es porque son libres por naturaleza y se salen de los caminos que ya están marcados.
Recuerdo que María Seco, una amiga artista a quien considero muy moderna, me comentó hace tiempo que tal vez Jaime tuviera complejo de Peter Pan, lo cual me sorprendió sobremanera, porque siempre ha sabido lo que quería desde que era pequeño y sigue siendo coherente con sus ideas, nunca he pensado que tuviera algo de infantil en su comportamiento.
Es simplemente realista, se conoce, no quiere responsabilidades y actúa en consecuencia. 
Cuando le he necesitado ha estado al pie del cañón, es generoso, me hace favores y conversa conmigo.
Ya me hubiera gustado a mí tener las cosas tan claras como las tenía él, habría hecho menos disparates en mi vida.
Jaime supo la importancia de ganar su propio dinero y se puso a trabajar muy joven, tal vez con once años, no me acuerdo bien, vivíamos en Las Arenas y ayudaba a un lechero a repartir la leche.
Un día me dijo que el lechero quería hablar conmigo y no me sorprendió, así que le recibí tranquilamente en el salón, pensando que me comentaría algo relacionado con Jaime.
En aquella época estaba separada y tenía tres hijos, Beatriz, Jaime y Mattin, que era un bebé.
Apareció el lechero, le invité a sentarse y sin demasiados prolegómenos, me propuso un trato que consistía en que si yo le otorgaba mis favores de mujer, él, a cambio, me ayudaría económicamente.
Me pilló tan desprevenida que ni siquiera recuerdo cómo salí airosa de la entrevista, lo conseguí a pesar de que el interior de mi cabeza se puso a revolotear, como los números de la lotería de navidad en el bombo metálico.
Mis pensamientos iban de aquí para allá, no podía creer lo que estaba sucediendo, todavía era joven, nunca me había visto en una situación tan comprometida, salí como pude y no volví a ver a semejante caradura, creo que Jaime tampoco.
 






domingo, 29 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y DOS

 



Llevo una temporada imbuida en la poesía y he caído sin remisión en la sabiduría y el encanto de Rabindranath Tagore, a quien conocía desde hace mucho tiempo, cuando iba a India dos veces al año e incluso tuve la oportunidad de hablar con un erudito en la materia, no obstante no pude sacarle mucho partido porque cuando empezamos a charlar y comprendimos que ambos estábamos interesados en la poesía, y que yo era española, él confesó sin reparos que adoraba a Machado.
Recuerdo aquella tarde como una de las más especiales de mi vida.
Había ido a Delhi como de costumbre, para asistir al evento de Prem Rawat y allí me invitaron a la conferencia de Katmandú.
Inmediatamente acudí a mi agente de viajes y me ofreció un billete más barato si me paraba en Calcuta, acepté sin dudarlo y allí me encaminé.
Nunca había estado en el estado de Bengala y me apetecía conocerlo, solo el nombre me inspiraba.
Llegué a Calcuta, me encontré con un amigo francés que me recomendó su hotel y allí acudí sin dar mas vueltas.
Calcuta me pareció fascinante, misterioso, alegre, muy diferente a Delhi.
Sabía que había un evento con Prem al que los occidentales no estábamos invitados, no obstante lo intenté y me rechazaron por lo que salí de allí cabizbaja.
Se me acercó un indio al que tampoco le habían dejado entrar, periodista que solo estaba allí por curiosidad, me invitó a un chai y me dijo que si me apetecía podía ir con él a una conferencia que daba la hija del che Guevara, acepté y en el taxi me sentí un poco incómoda con él, se sentó demasiado cerca de mí y no dije nada, pero al llegar al teatro me escabullí y le dije al taxista que me llevara a Lufthansa, tenía que cambiar el billete ya que había tomado la irrevocable decisión de ir a Katmandú lo antes posible.
El señor que me atendió en Lufthansa estaba en la calle tomando un chai con algunos indios vestidos de uniforme como él y me invitó a unirme a su grupo.
Los indios nunca tienen prisa y son muy educados.
Así que mucho antes de que me cambiara el billete es cuando empezamos a hablar de Rabindranath y de Machado.
Él conocía bien a los dos, yo le escuchaba embelesada, era un erudito.
Al final no solo me cambió el billete, sino que llamó a su sobrino para que me fuera a buscar al aeropuerto, me reservara una habitación en un hotel encantador de su familia, e hizo que me sintiera como una reina.
Patrick, el francés, se quedó en Calcuta, porque consiguió que le dejaran entrar al evento de Prem Rawat.










sábado, 28 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA Y UNO

 




Estaba intentando ordenar mis textos y de pronto me encontré con un título que me sorprendió: Fania Fontcuberta, del que solo me sonaba el apellido catalán que no me recordaba a nadie que yo conociera personalmente.
Instigada por la curiosidad, lo leí con detenimiento y comprendí que se trataba de un capítulo de la primera novela que publiqué, Reflexiones de una mujer casada lo cual me llevó directamente, aunque con algunos cambios, a la relación que yo tuve a esa edad con Cala Ampuero, incluso era lógico que eligiera un apellido catalán, ya que la madre de Cala, Isabel Urruela, era catalana y se había metido monja cuando se quedó viuda.
Me sorprendió leer aquella historia en la que con cierto disimulo cuento sin reparos, excepto cambiando los nombres, la importancia que tuvo para mí aquel encuentro con Cala, de quien tanto aprendí, no obstante me pareció tan mal escrito que no me apeteció seguir, casi me avergoncé de haber publicado algo tan simple y tan poco trabajado.
Hasta en mi escritura he cambiado, no es que me haya vuelto barroca, pero por lo menos ahora soy capaz de hacer frases subordinadas y aunque sigo sin dar demasiados detalles y sin explayarme, puedo leer mis textos sin aburrirme demasiado.
Me quedé pensando en Cala y en lo bien que me lo pasaba con ella, llegó un momento en que prefería estar con ella que con mi marido y eso fue bueno, porque yo estaba demasiado entregada a mi papel de esposa y gracias a experimentar que podía divertirme sin estar con Carlos Artiach, pude separarme cuando llegó el momento sin que me causara ningún trauma, sino todo lo contrario, una gran liberación.














viernes, 27 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO OCHENTA

 




Me sorprende cuando la gente se empeña en decir que las personas no cambian, solo necesito recordarme cómo era yo antes y cómo soy ahora.
He pasado de ser la persona más precipitada del mundo, con prisa para todo, yo creo que tenía prisa hasta estando dormida y ahora me veo tan tranquila, puedo disfrutar cuando me dicen que espere, el único problema es que necesito una silla, porque no puedo estar quieta de pie debido a mi rodilla.
Un amigo que me conocía bien, Martín Riquelme, me dijo un día:

Tu problema no es que tengas poca paciencia, es que todavía no la has estrenado.

No pude rechistar porque tenía razón, yo misma me daba cuenta de que era incapaz de estar quieta, callada y sin hacer nada.
Cuando pedí a Prem Rawat que me revelara las técnicas del conocimiento que él imparte, pensé que jamás podría llegar a estar quieta tanto tiempo, pero él dijo que confiara y así llevo casi cuarenta años, meditando todos los día y cada día experimentando más y mejor.
No puedo negar que sigo poniéndome nerviosa, pero en seguida me doy cuenta y me domino, o por lo menos lo intento y me da mucho gusto relajarme y dejar de preocuparme por cosas que no tienen la menor importancia.
También he aprendido que el tiempo es el gran bibliotecario que pone cada cosa en su sitio, de ahí que la paciencia sea la madre de la ciencia.
Santa teresa decía que la paciencia todo lo alcanza y no me queda más remedio que estar de acuerdo con ella.
Yo sigo haciendo mi pequeño esfuerzo en las ocasiones que la vida me presenta y poco a poco noto que voy cambiando y me voy tranquilizando.








jueves, 26 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y NUEVE





Durante muchos años, desde el año 2008, he disfrutado alegremente de mis contactos en las redes sociales, sobre todo en Facebook, en las que he encontrado amigos, con los que me comunico muy a gusto y se nota que estamos en ondas parecidas, lo cual enriquece nuestra amistad y aprendemos juntos.

En las otras redes me movía menos, no obstante cuando empecé a publicar en Instagram me asusté, las cosas funcionan de diferente manera, no hay elección, cualquiera me puede seguir sin mi permiso y me llegaban y todavía lo hacen, mensajes de mujeres medio desnudas, ofreciéndome sus servicios sexuales en inglés y no solo eso, sino que también me invitaban a pertenecer a Illuminati, organización de la que por más que lo intento, no consigo saber exactamente en qué consiste, prometen mucho dinero, enseñando fotos de cantidades inmensas de billetes, lo cual resulta bastante desagradable.
Está relacionada con el orden mundial, en Internet escriben mucho sobre el tema, no obstante no alcanzo a descifrar el enigma.
Algunas veces me invitan los masones, esos no me dan miedo, simplemente no me interesan.
Tenía un amigo de Facebook, escritor de Vitoria, que era masón y hablaba de la masonería con toda naturalidad.
Un día me invitó a comer un menú en Bilbao y le dije que no, desde entonces ha desaparecido.
Cayetana Álvarez de Toledo reconoció pertenecer a la masonería cuando dejó de ser portavoz del PP.

En Instagram hay hombres que ofrecen relaciones sexuales online.
Todo ello me producía mucho desasosiego y hería mi sensibilidad, pedí ayuda y me dijeron que la única manera de librarse de esos mensajes es bloquearlos y no utilizar Instagram a partir de las once de la noche.
A fuerza de seguir esas indicaciones, estoy consiguiendo que se limpie bastante mi pantalla, aunque todavía siguen de vez en cuando.
Me asusté más de lo habitual cuando me ofrecieron armas y más todavía, esto ya me costaba creérmelo, cuando me invitaron los yihadistas.

En Facebook, que es donde más cómoda me encuentro, a veces he aceptado la amistad de algunas personas con las que tenía amigos comunes, no obstante puede resultar peligroso, porque se atreven a llamar por teléfono e intentan entablar conversaciones online, algo que yo no acepto.
En resumen, estoy aprendiendo a defenderme.







miércoles, 25 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y OCHO

 





Tomo clases de Pilates con Berta Cabañas que también es osteópata y hace cursillos relacionados con esta ciencia tan poderosa y sutil en asuntos de sanción.
El miércoles pasado me instó a hacer unos ejercicios que no solo me gustaron, sino que me han cambiado la vida.
Estaban encaminados a la propiocepción* y además de ser fáciles, he notado que he mejorado mucho ya que al tener una pierna más corta que la otra, mi cuerpo adolece de simetría, lo cual entorpece el equilibrio y con un poco de trabajo encaminado a poner orden en ese terreno, he pasado una semana estupenda.
He vuelto a tener clase que, aunque en principio es de Pilates, Berta la transforma en lo que considera beneficioso para mí y hoy, además de repetir los ejercicios que hice el miércoles pasado, he hecho unos nuevos que ha aprendido durante un cursillo que está haciendo en San Sebastián, con el método de Fajardo que es un terapeuta extraordinario.
Se trata de llegar al subconsciente y desde ahí, los cambios pueden ser muy fructíferos.
La respiración, además de mantenernos vivos, se puede utilizar para arreglar algunas averías relacionadas con las emociones.
Hace tiempo, cuando empecé a hacer yoga, estudié la ciencia de la respiración y aprendí algunos ejercicios que Berta me ha recordado, pero casi no he podido insistir porque tenía obstruido el orificio derecho de la nariz. 
Ahora no me queda más remedio que practicar en casa, ya que es la única manera de corregir algo tan importante.
Además he aprendido algo que no sabía.
Así como siempre me han enseñado que el hemisferio derecho del cerebro corresponde a la parte izquierda del cuerpo en el plano físico, Berta me ha dicho que en el terreno emocional no funciona de esa manera sino que todo está en línea.
Todo lo que aprendo en los ejercicios de propiocepción, me sirve para conocerme y saber así lo que me conviene para que mi mejoría sea más rápida y de calidad.



*La propiocepción, sentido que informa al organismo de la posición de los músculos, es la capacidad de sentir la posición relativa de partes corporales contiguas. 





martes, 24 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y SIETE

 




He estado tentada de escribirle a Mattin un Wasap respondiendo a lo que me preguntó hace unos días, mientras disfrutábamos de una opípara cena que él había preparado.
Con su tranquilidad habitual y en tono reposado me dijo:

Ama, nunca me has hablado de cómo te sentiste cuando se murió Carlos.

Se refería a su hermano, a quien no tuvo ocasión de conocer porque murió ahogado en la playa de Barrika, nueve meses antes de que él naciera*.
Me pilló de sorpresa, es un tema del que rara vez hablo, motivo que siempre ha despertado curiosidad entre los psiquiatras, psicólogos y terapeutas que me han tratado.
Me quedé muda, no sabía qué decirle, yo no puedo hablar de ese tema que ni siquiera sé si está superado y tampoco quiero decirle a nadie y menos a Mattin que se lo puede imaginar, porque no quiero contribuir a que pase un mal rato, lo cual no impide que me quedé pensando y recordé que me costó darme cuenta de lo que significaba que haber perdido a mi hijo pequeño, a quien adoraba y a quien ya nunca volvería a ver.
Tenía que aceptarlo porque era un hecho que no tenía remedio, solo dependía de mí y no fue fácil porque aunque quería asumirlo, algo en mí, que no dominaba se empeñaba en que Carlos estuviera vivo.
No me di cuenta hasta que volviendo en coche de algún sitio con mis cuñadas, hablaron de hijos y cuando me tocó a mi, dije que yo tenía tres y Totola dijo:

No Blanca, tu tienes dos.

Me sorprendió y en seguida me di cuenta de que tenía razón, sin embargo me costaba encajarlo.
Me quedé pensativa e intenté, una vez más trabajar la aceptación.
Puse gran empeño en dar ese paso y cuando estaba a punto de conseguirlo, empecé a sentir un inmenso agradecimiento por haber tenido la oportunidad de vivir casi siete años con un ser deslumbrante, Carlos irradiaba alegría, simpatía y sin ser una belleza clásica, tenía un encanto arrollador, era mucho más guapo que los que solo son guapos.
Me dediqué a dar gracias a Dios por hacerme concedido el privilegio de conocer y convivir con una persona tan brillante.
Era muy especial, no tenía miedo a nada ni a nadie, parecía mentira que siendo tan joven, murió antes de cumplir siete años, supiese cómo quería vestirse, llevaba el pelo muy largo y se ponía las camisetas todas las camisetas que tenía, una encima de otra, mucho antes de que eso estuviera de moda y mientras su hermano Jaime que solo le llevaba trece meses y estaban siempre juntos, se ponía pantalón gris de franela y corbata con jersey de pico sin mangas, Carlos iba con vaqueros y se comportaba como si fuera una persona hecha y derecha.
Cuando venía algún tío a visitarnos, a veces les decían a los tres:

¿Alguien quiere dinero?

Beatriz y Jaime iban corriendo mientras Carlos se quedaba quieto y seguía haciendo lo que fuera y cuando extrañado, el que repartía le preguntaba:

¿No quieres dinero Carlos?

Él contestaba tan tranquilo:

No, no necesito.

No voy a hablar más, yo tampoco necesito, por lo menos, ahora.




*nueve meses exactos: Carlos murió el 13 de julio de 1966 y Mattin nació el 13 de abril de 1977





lunes, 23 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y SEIS

 




Estoy impresionada con el reportaje que ha publicado El Periódico de Barcelona sobre el vandalismo que, en nombre del grafiti, interviene la escultura de Oteiza, La ola, que está en la entrada del Macba*.
A pesar de que en condiciones habituales, la limpian todas las semanas, la última vez tuvieron que hablar con los más entendidos en restauración y no les quedó más remedio que levantar las tres toneladas de aluminio pintado de negro y llevarla a Parets del Vallés, mediante el pago de veinte mil euros, para someterla a una dura intervención, ya que se celebra el 25 aniversario del Macba y lo van a celebrar con la escultura renovada que Oteiza donó al museo en 1998.
La colocarán en el mismo lugar elegido por Jorge, en profundo diálogo con el arquitecto Richard Meier
La ola atrajo a los vándalos desde el principio. 
Todos recordamos que un estudiante de arte, como protesta, le lanzó un cubo de pintura roja.

Reconozco que estoy consternada.
Intento entender todas las modernidades que en el nombre del arte y con palabras muy estudiadas, otorgan derecho a esa frase tan manida "todo vale" (vale tudo en portugués) que inventaron los que hacían peleas clandestinas en Brasil.

Gracias a Mattin, que me pone al corriente de todo lo que vale hoy en día cambiándole el nombre, he aprendido que interrumpir a una persona que está dando una conferencia magistral, puede ser una Intervención, gracias a la cual el protagonista de la acción, se convierte en el héroe del nuevo movimiento artístico.
Cuento esto solo por poner un ejemplo que me ha venido a la cabeza. 
Así, poco a poco, lo que en principio podría ser un motivo para ser detenido y llevado a comisaría, se convierte en un movimiento, cuyas piezas terminan en los mejores museos del mundo o en la máxima atracción de la ciudad, como los grafitis de Dublín.
No tengo nada en contra de los grafitis, todo lo contrario, soy la primera que hizo dos series de grafitis.
Una estaba basada en las pintadas, así se llamaban al principio, que se hacían en Euskadi cuando ETA actuaba y otra de las que hicieron en Delhi antes de unas elecciones, ya que coincidió que había ido allí para asistir a unas conferencias de Prem Rawat.
Intenté exponerlas en varios sitios, pero me las censuraban excepto en la casa de cultura de Laudio, a donde acudió hasta el alcalde y donde los periodistas me perseguían.
Yo consideraba y sigo considerando que me limitaba a hacer historia.
Vendí muy pocas, todavía las tengo enmarcadas en mi estudio, tal vez los de Subastas Bilbao se las llevarán algún día, tienen ganas de modernizarse.


*Museo de Arte Contemporáneo en Barcelona




domingo, 22 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y CINCO

 




A menudo Mattin me pregunta por los años de mi vida que él no me conocía ya que nació cuando yo tenía treinta y un años y para entonces ya había tenido algunas aventuras de las que él ni siquiera había oído hablar.
Ayer fue uno de esos días, él estaba solo en el hotel en Madrid, en donde había hecho una preformance en el Reina*.
Hablamos de cine y salió a colación aquella escena que rodé en la película de Jaime de Armiñán, El amor del capitán Brando.
Pone tal interés y escucha con tanta atención, que me hizo rememorar una época de mi vida que tenía relegada en el olvido.
No solo quería ver la película sino que me hizo contarle todo, incluida la comida con Fernando Fernán Gómez, Ana Belén, Armiñán y los demás del equipo que participamos aquel día.

Dio la casualidad de que Carlos, mi marido en aquel tiempo, tenía que ir a Madrid por asuntos de trabajo y justo Armiñán me había invitado a participar en la película que estaba rodando.
Ya había participado como extra en otra película que rodó en Castro Urdiales y le había acompañado a buscar localizaciones en la costa vasca.
Nosotros nos hospedábamos en el hotel Palace y la escena se rodaba en el hall del hotel, así que todo encajaba.

Creo recordar que se trataba de lo siguiente:

Yo estaba sentada en una butaca sin hacer nada, se notaba que estaba esperando a alguien.
Fernando Fernán Gómez se aburría en un sofá cercano a mi y me miraba sin disimulo.
Yo no me daba cuenta porque estaba pendiente de que llegara la persona con la que me había citado.
De pronto apareció mi amigo, se acercó y yo me levanté sonriendo:

¿Has esperado mucho?

No, solo un momento.

Nos dimos dos besos y nos fuimos.

Entonces la cámara enfoca a Fernán Gómez, que adopta un gesto como de decepción.

Creo que eso es todo, no recuerdo mucho más, excepto que me hicieron algunas proposiciones para hacer cine pero ni siquiera las contemplé, en aquella época yo tenía muy claro que quería dedicarme a la pintura, además mis hijos eran pequeños y nada me apetecía menos que separarme de ellos.






*Palabra que se utiliza en el mundo del arte para referirse al museo Reina Sofía.





sábado, 21 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y CUATRO

 








He decidido ir a la anteiglesia de Berango, colindante con el municipio de Getxo que es donde yo habito, así que no necesitaba salir de mi perímetro y podía sacar algunas fotos, sin temor a un control policial y a la consiguiente multa de seiscientos euros.
Hacía un tiempo espléndido, recordaba haber ido muchas veces a ese lugar hace tiempo y pensaba en sus bosques preciosos.
He disfrutado con la emoción que me produce el silencio de la naturaleza, solamente roto por el canto de algún ruiseñor, con suerte y si no, cualquier pájaro menos elegante, no me importa.
Ha habido un momento en el que he creído estar en el cielo.
Ha sido breve, no obstante más que suficiente para que volvieran a mi memoria experiencias similares, en ese instante supremo que cura mis heridas y deleita mi corazón.
No todo ha sido dicha suprema, ya que la mayoría de los bosques se han convertido en terrenos con eucaliptos y pinus insignis, que nada tienen que ver con los de árboles autóctonos que yo rememoraba, así que he vuelto a casa cansada, contenta y un poco desilusionada, aún así me ha compensado el esfuerzo solo por esos momentos espléndidos de belleza y auténtica calma en soledad.
También he visitado el milagro de Umbe, donde se apareció la virgen a Felisa Sistiaga, aunque bastante limpio y cuidado, me ha dado la impresión de que ha perdido seguidores a juzgar porque no había un alma, a pesar de ser sábado que era cuando se rezaba el rosario con la presencia de la vidente.
No puedo olvidar el día que me la presentaron, me impresionó un poco y me sentí culpable, porque en aquellos días yo era jipi y me ponía collares en el cuello, entre ellos un rosario de rosas, cuyo olor me parecía especial y cuando Felisa me dio la mano, me dijo con admiración y respeto:

Debe de ser usted una gran devota a juzgar por lo que lleva en el cuello.

Creo, espero y deseo haber aprendido a respetar las ideas de los demás, sobre todo las relacionadas con las  religiones, ya que habiendo conocido la India en donde conviven en armonía, no solo unas cuantas creencias religiosas sino más de trescientos mil dioses.
Mi madre me enseñó que hay que tener en cuenta tres reglas importantes para la convivencia:

La primera y más importante es el amor, si este falla se debe utilizar la educación y en último caso la justicia.
Me pareció una buena idea a tener en cuenta.