jueves, 11 de enero de 2018

DOS MIL DOCE









Ya me advirtieron algunos escritores, que cuando alguien decide publicar sus textos, se puede encontrar ciertas sorpresas.
Empecé a publicar en mi blog en enero del año dos mil quince y he tenido algunos problemas, empezando con mis propios hijos, incluso aunque hablase bien de ellos y les pusiera por las nubes, no les gustaba sentirse expuestos, lo cual es gracioso, porque los dos mayores han sido campeones de golf y han salido en revistas y periódicos, lo cual significa que son conocidos en ese mundo.

El pequeño es artista.
Sale continuamente en revistas de arte, en periódicos anunciando sus conciertos y en su mundo, es bastante más famoso que sus hermanos.
He escrito su nombre en Google, solamente el nombre de pila y han salido 1.030.000 entradas.
Aún así, me tiene completamente prohibido hablar de él y escribir su nombre.
Dado que soy diarista, me resulta difícil pasar por alto la relación con mis hijos, ya que forman una parte importante de mi vida, por lo que para no mencionar el nombre del más joven, suelo decir, “mi hijo pequeño”.
Se lo conté y no le pareció mal.
No quiere que le relacionen con su madre en del mundo del arte, a pesar de que ambos estamos en áreas muy diferentes.
Yo estoy fuera del mundo de las artes plásticas y solo me dedico a escribir y a la fotografía, sin ninguna intención de profesionalizarme en ninguno de esos campos.

Hace poco, en FB metí la pata por publicar un artículo sin nombrar la revista de la que lo había sacado y me echaron una bronca terrible y a pesar de disculparme y de borrarlo, el director insistía e insistía, repitiendo que lo que había hecho era muy feo.
Tal vez no supiera que el apropiacionismo está de moda.
No niego que metí la pata sin ni siquiera darme cuenta, pero la intención de que alguien creyera que ese artículo era mío, estuvo muy lejos de mi pensamiento, cuando lo publiqué en mi blog TU BILBAO.

He tenido otro tipo de comentarios que me aconsejan sobre lo que debo escribir, o más bien lo que no debo escribir.
Poco me conocen y poco saben lo comprometida que estoy con mi diario.


Ayer estuve buscando alguna manera de estudiar filología española.
No es que pretenda hacer la carrera, pero me gustaría aprender poco a poco las bases de la lengua.

Con la clases de escritura que imparte Íñigo Larroque estoy entusiasmada, pero me gustaría completarla con una parte técnica.

Me he suscrito a un blog de Lengua de la RAE, a ver si poco a poco voy aprendiendo los cimientos de la lengua de Cervantes.

















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