jueves, 31 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS SEIS








Ya estoy en mi ser.
La mejor manera de recuperarme, cuando me dejo llevar por los nervios, es quedarme en casa tranquilamente un día entero, comer poco, dormir mucho y al día siguiente me levanto como nueva.
Es maravilloso encontrarse en el estado normal.
No me gustan las barracas, ni las norias y mucho menos la montaña rusa.
Prefiero que mi vida sea una línea recta, sin altibajos.
He hecho mucho esfuerzo para conseguirlo y cuando por circunstancias externas me desvío de esa línea, me cuesta volver.

Ha sido un mes de agosto excesivo.
No me apetece que se termine el verano porque quiero ir a la playa, pero tengo ganas de que la vida vuelva a la normalidad.
Que las tiendas estén abiertas y esas cosas pequeñas que hacen que los días sean parecidos.

Mañana iré a la UPV* porque mi hijo Mattin presentará su tesis doctoral.

Me siento orgullosa de tener un hijo doctor.
Como vive en Berlín, le llamarán Herr Doktor.

Cuando era joven no le gustaba ir al colegio, ni estudiar lo que le enseñaban, se aburría.
A mi no me preocupaba porque yo veía que era un chico muy inteligente y ávido de conocimiento, que tenía sus propios intereses.
De hecho, con catorce años ya leía a Friedrich Nietzsche, “Así habló Zaratustra” era su libro de cabecera.

Me citaron para que fuera a su colegio porque los profesores querían hablar conmigo y allí me presenté sin ninguna gana, porque intuía que no tenían intención de alabar a mi hijo.
Efectivamente.
Me dijeron que siempre estaba distraído pensando en sus asuntos y que no se concentraba en los temas de la clase.
Sacaba cero en todo menos en gimnasia.
Yo escuchaba sin interrumpir, fijándome en que hablaban un español lleno de faltas gramaticales.

Cuando terminaron, hablé yo:

Mattin es un hombre del Renacimiento, tiene múltiples intereses sobre todo relacionados con el arte:
Dibuja, pinta, escribe, toca la guitarra, inventa artilugios, estudia, lee, piensa, opina, se interesa por los asuntos del mundo.
¿Qué más se puede pedir?


Así que a los diez y siete años me lo llevé a EEUU y allí decidió que deseaba estudiar BBAA en Londres.
Así empezó su carrera da artista que le ha llevado a estar presente en documenta14, y a partir de mañana será Herr Doctor.






*Universidad del Pais Vasco

miércoles, 30 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS CINCO








Me queda el consuelo de saber que Dorita no ha tenido que pasar por el trago amargo de ver morir a su hija.
A pesar de ser sabia, y aceptar las cosas de la vida, habría sido un golpe demasiado duro.
Yo viví con ella su separación matrimonial, justo en esa época estábamos muy unidas y me consta que lo pasó mal, a pesar de saber que aquella relación ya no tenía sentido.
Pero Dorita era muy sensible y amorosa y le dolían los asuntos de familia.
Gracias a Dios sus hijos siempre estuvieron muy unidos a ella, le adoraban.


Han sido días duros para mi, he seguido muy de cerca la muerte de Annette y veía que no se podía hacer nada.
Incluso si hubiera permitido que le hicieran los tratamientos que le ofrecían en las clínicas donde estuvo internada, no habría conseguido nada.
Lo dijo el profesor Álvarez de Mon, que había llegado tarde.
Ella no quería morirse pero a veces las cosas no salen como uno las desea.
Ahora ha dejado de sufrir y su hermana podrá recuper su vida regentando la heladería que tanto le gustaba.


Yo también tengo que tranquilizarme y poner orden en mis asuntos.

Ayer salí a cenar con Pizca.
Lo necesitaba.
Cenamos en Zabala, en el puerto viejo, todo estaba extraordinario.
Es una gozada cenar en un lugar en el que todos los pescados son salvajes, cocinados a la brasa y en el punto perfecto.
Además el sitio tiene tanto encanto que siempre nos quedamos con ganas de volver.

Me distraje, me reí y me costó dormirme.

Al llegar a casa me encontré a la niña despierta, viendo una película en su iPad.
Sus tíos estaban dormidos y me costó conseguir que apagara la luz.

Definitivamente hoy tengo que ocuparme de mi, de mis asuntos, de mis cosas.

El orden me tranquiliza y me relaja y estar tranquila y en paz es lo mejor de la vida.






martes, 29 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS CUATRO







Intento con esfuerzo que no me afecte lo que sucede en mi entorno, pero no lo consigo.
Me cuesta afrontar la vida.
Me gustaría meterme en la cama y dormir.
Pero como soy la cuidadora de mi nieta, no me queda más remedio que espabilar e ir haciendo las tareas de la casa.

Mimo tanto a Odita que no me reconozco.
Con mis hijos también era cariñosa pero les tenía educados, sin embargo a Odita le consiento todo y como lo sabe, se aprovecha.
Es tanta la ternura que brota de mi viendo a una niña tan pequeña y tan sabia, que aunque sea hija de sus padres, tiene mucha relación conmigo y no me queda más remedio que emocionarme solo con mirarla.
Nunca se me había ocurrido que la familia aumentaría.

Odita tiene talento y algo especial que enamora, lo cual no significa que no lo sepa, sino todo lo contrario, es capaz de seducir a la persona más difícil.
Es una artista y además muy coqueta.

Todos los momentos que tengo la oportunidad de estar con ella los aprovecho como si fueran oro y piedras preciosas.
Los valoro.
Además, teniendo en cuenta que vive en Berlín, no tengo demasiadas oportunidades, por lo que el poco tiempo que paso con ella, resulta más valioso todavía.

Ayer pasamos la tarde haciendo videos en los que ella es la directora, guionista, protagonista y manda más que Tarantino.

Terminé agotada.










lunes, 28 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS TRES







Ayer murió Annette.
Se veía venir.
Estuve toda la tarde en casa pegada al teléfono esperando la noticia.
Cuando me lo dijeron me alegré.
Ya era hora de que dejara de sufrir y descansara.
Ha aguantado el dolor estoicamente, por seguir su intuición.
Ella pensó que con su fuerza mental y la medicina natural podía salvarse, pero no lo consiguió.
Su cáncer estaba demasiado avanzado.
Luchó contra viento y marea para respetar sus ideas y consiguió hacerlo a su manera.
No permitió que le dieran ni un Gelocatil.
Habiendo sido hija de una mujer muy sabia, documentada en la macrobiótica, sin permitir que la medicina alopática entrara en su vida, Annette siguió los pasos de su madre.

Se hizo respetar.
Ningún doctor fue capaz de conseguir que accediera a los tratamientos habituales.
Fue una mujer valiente que no consintió que hicieran con su cuerpo, lo que ella no consideraba adecuado.

Annette era muy guapa, alta, rubia, y con una cabeza privilegiada.
Desde que nació recibió todo el amor y la sabiduría de su madre.
Tanto ella como sus hermanos fueron alimentados con la mejor comida macrobiótica desde que nacieron, por lo que desarrollaron una inteligencia privilegiada.
Siempre han sido unos niños muy maduros.

Yo era íntima amiga de su madre, Dorita Castresana de quien aprendí la importancia de la macrobiótica, que ella había estudiado con Micho Kushi, uno de los padres de la macrobiótica moderna.

Desde que Itziar, su hermana, me llamó para comunicarme el estado de Annette, he intentado ayudarla, poniéndola en contacto con las personas que a mi me han ayudado en mis enfermedades, pero Annette se negaba a seguir los tratamientos que le recomendaban.

De momento no quiero hablar más de Annette.


Yo no sé lo que sucede cuando las personas se mueren, solo conozco la vida y sé que es un regalo por el que estoy muy agradecida.










domingo, 27 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS DOS







Necesito pararme.
Demasiados acontecimientos importantes al mismo tiempo me debilitan.
Es como si estuviera en una noria que da vueltas y me mareo.
No me queda más remedio que frenar en seco para lo cual lo mejor es quedarme en casa, meditar y descansar.
Creo que un domingo entero puede ser suficiente para poner orden en mi cuerpo y en mi cabeza.

Han sido días intensos.
He pasado de la tranquilidad, a un ajetreo tanto físico como emocional, para el que no estaba preparada.

Ni siquiera tengo la capacidad para escribir.


Debido a una especie de mareo que me impide pensar con claridad, he decidido dedicarme a ordenar un poco la casa que está llena de juguetes de Odita distribuidos por doquier.

También he puesto la lavadora, la secadora, el lavavajillas y de repente, me ha llamado por teléfono Itziar, la hija de Dorita, para decirme que su hermana Annette había empezado a divagar, a llamar a su madre gritando, que le han puesto morfina y que se acerca el final.
He intentado consolarla como he podido, pero he sido incapaz de evitar que llorase.
Dice que se encuentra reticente para aceptar la muerte de su hermana con quien siempre ha estado tan unida.

Yo sigo mareada, estoy deseando comer con mis hijos y Odita y echar una siesta reparatoria.

Tener la casa ordenada me ayuda a tranquilizarme.
Seguiré tirando cosas a la basura para deshacerme de lo viejo y empezar de cero una vez más.
Como decían en Proyecto Hombre:


Se trata de afrontar.



Y cuando estábamos sentándonos en la mesa, he comentado lo de las muertes de amigas cercanas, alguna mayor que yo y otras más jóvenes y mi hijo Jaime, en un tono que no admitía réplica, advierte:

Mamá, te vas a tener que acostumbrar, porque a tu edad ya se ha muerto mucha gente y se siguen muriendo.
De los de la poole de golf ya casi no queda ninguno excepto los López Tapia, pero esos son de una raza superior.
Y he comprendido que tiene razón, que ya tengo que estar preparada para no pegarme un susto, no solo porque se acerque mi muerte, sino la de las personas a las que quiero.
Por eso es tan importante disfrutar de cada día, de cada instante.












sábado, 26 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS UNO







Se ha muerto Mariví.
A pesar de estar avisada, me ha pillado de sorpresa porque la vi con tanta vitalidad hace un par de días, que pensé que duraría más.
Una gran amiga que se va.
Hasta tal punto me quería que cuando me casé y tuve hijos y dejamos de vernos pasó el tiempo y    
más tarde yo me metí en drogas y alguien me dijo que cuando se lo comentaron, ella lo negó rotundamente, dijo que era imposible que Blanca tomara esas cosas, que eso era mentira.

Más tarde, por circunstancias de la vida ella conoció a Carlos Dívar, el juez que me metió en la cárcel y en peligrosidad social, y me contó que en realidad no era yo la que le interesaba sino Cala, por eso le molestó tanto que yo le dijera que Cala había probado una vez el hachis y no le gustó por lo que no volvió a fumar.
No tenía pruebas para acusar a Cala.

Mariví era una amiga estupenda, noble y leal hasta la muerte.
A pesar de tener una mentalidad más conservadora que yo, se daba cuenta de todo, era muy lista.
Cuando era consejera de Bodegas Bilbaínas captaba errores que los demás no veían, a veces no se atrevía a llevar la contraria para que no se le echaran encima los hombres.

El último día que estuve con ella me sorprendió que en sus condiciones tuviera tanta fuerza y se lo dije:

¡Qué fuerza tienes, Mariví!

Y contestó sin dudarlo:

Siempre he tenido.

Moviendo las manos haciendo gestos.

Esto para allí, esto para allá…

Estaba muy contenta y eso que tenía la boca seca, llevaba dos días sin beber agua, no le dejaba el médico.

Era delgada, nerviosa, muy elegante, siempre impecable, le vestía Celia que era la mejor modista de Bilbao en aquellas épocas.

Todas las Urdampilleta son muy presumidas y siempre se han vestido muy bien.

Era encantadora.
Siempre se portó muy bien conmigo.
Cuando murió mi hijo Carlos se llevó a su casa a Beatriz y Jaime para que Carlos, mi marido y yo pudiéramos descansar un poco.

Ella se dio cuenta de que yo necesitaba estar sola, mi casa estaba llena de gente y yo lo agradecía pero me agotaba.

No sé qué decir, creo que todavía no he reaccionado.
Empezamos la vida social como tres mosqueteras:

Kitty Chalbaud
Mariví Astorqui
Y yo.

A todas partes juntas desde los diez y siete años.


Luego la vida nos separó pera esa amistad en un momento tan importante de nuestras vidas, formó un vínculo que siempre ha permanecido intacto.






viernes, 25 de agosto de 2017

OCHOCIENTOS






Se me han juntado varias cosas al mismo tiempo y tengo que tranquilizarme para que no me afecten.
En realidad, mi única obligación hoy, es ir al aeropuerto para buscar a mi hijo y mi nieta.
He estado preparando sus cosas, sobre todo la comida porque no come nada, para que, por lo menos, tenga lo que le gusta, bonito con tomate y otras cosas que espero ir a comprarlas con ella.


Mis otros asuntos son de distinta naturaleza.

Tengo tres amigas muy queridas que tienen cáncer.
Una de ellas lo tiene muy avanzado, le han hecho una nefrectomía para sacarle el pis, pero no consiguen que arranque.
El médico le ha dicho a su hermana, que es la que la cuida, que se va a morir en cualquier momento.
No obstante ella tiene esperanza y le da comida que luego vomita con sangre.
No quiere que se muera.

Han luchado a su manera.
Su manera no era la que le recomendaban los médicos, sino las alternativas, ya que la enferma es macrobiótica y se negaba a que le hicieran la quimioterapia.

Ahora ya el cáncer está tan avanzado y ella tan débil, que no se puede hacer nada para dar marcha atrás.
Le han dado morfina porque tiene dolores espantosos.

La otra amiga es la que visité en la clínica de Zorrozaurre y aunque yo la vi con vitalidad, dicen que está mal. 
Ayer pasó una tarde mala y la sedaron.

Y la otra se está tratando con quimioterapia y aunque no la he visto, tengo la sensación de que hace todo lo que le dicen y cuando se encuentra bien sale y se ocupa de sus asuntos.


Las tres están en mi corazón todo el tiempo.
No puedo ni quiero sacarlas de mi pensamiento.
Son personas a las que quiero y de diferente manera han sido y son importantes en mi vida.

Así que aunque haga una vida tranquila y ordenada, a mi alrededor no dejan de acontecer situaciones, ante las que no sé cómo reaccionar excepto rezando.

No puedo hacer mucho más, yo tampoco estoy en plena forma, solo puedo cuidarme y escuchar lo que me cuentan.

Yo no tengo vocación de médico ni de enfermera, pero comprendo que es precioso poder ayudar a los seres humanos que están enfermos.

Ante estas situaciones no sé qué decir, me quedo muda.

De lo que estoy segura es de que me alegro de haber hecho testamento vital.

No quiero que alarguen mi vida de manera artificial.






jueves, 24 de agosto de 2017

STECIENTOS NUEVE








Al principio dudé.
No quería molestar ni meterme en un situación incómoda.
Se lo comenté a Beatriz que conoce a mi amiga desde que nació y me dijo sin titubear:

Vete Mamá, te vas a sentir mejor, aunque no la puedas ver.

No le dí más vueltas.
Salí de casa y fui directamente a una clínica nueva que está en Zorrozaurre.
Pregunté por el número de habitación y allí me dirigí,
Di unos golpecitos suaves en la puesta.
Me abrió la cuñada a quien yo no conocía pero ella a mi, si.
Me aseguró que mi amiga estaba dormida, que no podía entrar.

Le pedí que por favor le dijera que soy Blanca Oraa.
Ella contestó que ya lo sabía.
Cerró la puerta y la oí hablar con mi amiga.
Esperé.

Al cabo de un rato volví a tocar en la puerta y salió la cuñada aparentemente malhumorada.

Le pregunté:

¿Le has dicho que soy yo?

No le he dicho nada porque está dormida.

Pero si estoy oyendo cómo discutís, los dormidos no hablan.

Volvió a cerrar la puerta pero se quedó abierta.
Y yo oía cómo mi amiga le decía.

Entra Blanca, entra.

Entonces, entré un poco y dije:

Lo que quisiera saber es quien es la que no quiere que entre.

Y en ese momento nos encontramos mi amiga y yo y nos abrazamos con todo el amor del mundo que nos hemos tenido siempre y pasamos unos momentos maravillosos, en que ambas mostramos todo lo que nos queríamos.

Estábamos felices de vernos.

Al irme le prometí que no volvería pero no sé si lo cumpliré.











miércoles, 23 de agosto de 2017

SETECIENTOS OCHO







Casi todas las muertes de las personas cercanas me causan cierto desasosiego, aunque soy muy capaz de aceptarlas como un hecho natural.
Sin lugar a dudas las que más me han dolido hasta ahora, exceptuando a mi hijo Carlos que a pesar de aceptarlo e incluso dar gracias por haber tenido la fortuna de haberle conocido y vivido con él durante casi siete años, han sido mis hermanos.
Fueron muertes trágicas, inesperadas y cayeron sobre mi como un hachazo que me resultaba imposible de reaccionar.
Las muertes de mis padres estaban anunciadas y casi fue un alivio cuando por fin se fueron porque me parece doloroso el estado anterior a la muerte, sobre todo si el enfermo desea morirse, que era el caso de mi madre.

Los sobrinos también me afectan, sobre todo porque veo el dolor de sus padres y hermanos.

Aparte de la familia, se han muerto muchos amigos y colegas.
Estando metidos en drogas era algo que no podía sorprenderme.
Les echo de menos y les recuerdo con cariño.

Pero esta vez la que se está muriendo es una amiga muy querida de toda la vida, con quien empecé a salir cuando era adolescente e íbamos juntas a todas partes, incluso cuando empezamos a salir en grupo con quien más tarde sería mi marido.

Luego la vida nos separó porque yo me casé y tuve hijos y luego me dediqué a otros asuntos.
No obstante seguíamos queriéndonos mucho y cuando nos veíamos se notaba que estábamos tan cercanas como antes.estando tan cercanas como antes.

Kitty, que era la tercera de nuestro trio es quien me ha dado la noticia, avisándome de que no me moleste en ir a la clínica, porque no recibe visitas excepto las de su familia.
Así que no sé qué hacer.
Me gustaría darle un beso de despedida y que me quede en el recuerdo ese momento final de paz.


También me aconsejaron que no fuera a ver a Marcela pero no hice caso y fui a Galdácano y nunca olvidaré la serena carita de paz y sosiego que tenía mientras iba dejando su cuerpo poco a poco, ni el abrazo que nos dimos su padre y yo, sin pronunciar una palabra.