jueves, 30 de abril de 2020

CUATRO MIL DOS












Entre ayer y hoy, instigada por mis hijos, he visto "El hilo invisible" la serie que cuenta el principio de ETA.
Me he quedado incómoda, los primero capítulos me interesaron pero los dos últimos me han repugnado.
No puedo soportar las armas.
Están bonitos los caseríos y los paisajes del país de los vascos, no obstante la serie no trasmite sentimientos, los diálogos resultan artificiales la mayoría de las veces, a pesar de que los actores son buenos.
Recordaba que cuando eso sucedía yo era una chica joven, recién casada, teniendo hijos y a pesar de vivir en un mundo muy lejano, me sonaba el sadismo de Melitón Manzanas pero no recordaba que le habían matado.

Prefiero quedarme pensando en lo bien que han reaccionado las pocas mujeres que mandan en el mundo ¡qué diferencia de números con los hombres!.
Tal vez ha llegado el momento de que todos nos demos cuenta de que las mujeres somos más prácticas y capaces de poner los intereses de los seres humanos vivos por encima de los políticos y los financieros.
No me apetece poner números en mi diario pero están en todas partes, la diferencia es abismal.












martes, 28 de abril de 2020

CUATRO MIL UNO










No me extraña que a Begoña Zabala y a Nelson les gustara muchísimo la película de Polanski "El oficial y el espía" porque a mí también me ha encantado, me ha mantenido absorta todo el tiempo.
La verdad es que Polanski es un director de cine extraordinario en cualquier tema que trate.
No es fácil que me interese una película en la que todo se desarrolle entre hombres, no obstante cuando la trama es tan buena no me queda más remedio que doblegarme ante la evidencia.
Mi hijo el pequeño me dijo que no tenía intención de verla.
Me extrañó porque es un gran cinéfilo, así que le pregunté el motivo y me sorprendió cuando me confesó que era por la acusación que persigue al director de haber violado a una menor en 1975.
Cuando pienso en Polanski tal vez me venga antes a la cabeza el asesinato de su esposa, Sharon Tate.
Detesto la injusticia y me alegro cuando prevalece, no obstante en este caso no soy vengativa.
No me siento capaz de juzgar a nadie, no me siento capaz de tirar la primera piedra, tal vez sea debido a la estricta educación católica que recibí en esos años tan importantes.
La verdad es que no sé de qué depende.
Además, se me quedó grabado lo que afirmaba Daniel Reid en su magnífico libro "El Tao de la salud, el sexo y la larga vida".
Decía que la moral es una hipocresía e inmediatamente me sentí identificada.
He visto decir y hacer tantos disparates en el santo nombre de la moral que me entra la risa.
Moral según la RAE: 

Perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva.

A ver quien es el guapo que se atreve a discernir entre el bien y el mal con la cantidad de claroscuros que existen entre ambos.








lunes, 27 de abril de 2020

CUATRO MIL











Si algo detesto de verdad en este mundo, son las banderas.
Todas me molestan porque separan y discriminan.
Solo me gusta la blanca que es el símbolo de La Paz.
Cuando fui a vivir a Los Ángeles tomé unas clases de ingles en la Escuela antes de ir a la Universidad.
Todos los alumnos éramos extranjeros, pocos latinos, algunos rusos y yo.
Recuerdo cómo me emocioné cuando el profesor abrió el mapa de los Estados Unidos y dijo que había cincuenta estados, me pareció milagroso.
Yo llegaba del país vasco que es muy pequeño, pertenece a España pero mucha gente luchaba sin descanso para conseguir la independencia.
No soy racista, al contrario, desde que era pequeña sentía atracción por todo lo diferente, lo extranjero.
No le veo la gracia a los grupos cerrados, me gusta que todo sea abierto y libre, lo que no implica que me encanten las diversas culturas y que me guste estar informada.
Recuerdo una fiesta en Barcelona, una amiga celebraba su cumpleaños y había invitado a una amigas que eran independentistas y para homenajearlas se le ocurrió poner una estelada en la escalera, ante la cual su hermana que se consideraba española puso el grito en el cielo y yo le apoyé porque también me sentí discriminada, por lo que mi amiga que es la persona más abierta del mundo, quitó la bandera.
Hablé un rato con las chicas independentistas y comprendí que tuvieran sus razones para querer la independencia.
Me pasa lo mismo cuando hablo con los vascos independentistas, tienen sus razones, pero yo no siento lo mismo.
Yo no siento nada.
Me siento ciudadana del mundo y cuando voy a otro país intento integrarme, aprender y disfrutar de todo lo que tienen, bien sea el arte, la gastronomía, la simpatía de la gente.
Es necesario estudiar un poco la cultura de un país para poder apreciarlo.
Por ejemplo, cuando fui a Taiwan, no tenía ni idea de su cultura y me costó disfrutar de la comida, no tenía nada que ver con la china, pero por lo menos disfruté con los museos, los salones de belleza y los templos.











domingo, 26 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y NUEVE











Estoy inmersa en las redes sociales, soy muy activa y disfruto cuando me ponen comentarios.
No es que la gente sea muy parlanchina pero me conformo con que respondan.
Ahora me regocijo con un grupo que ha organizado Peru Ortiz de Mendívil en el que invita a publicar fotos de Las Arenas.
Tal y como está planteado no se sabe bien si es obligatorio haber nacido en Las Arenas, espero que no porque yo nací en Bilbao y ni siquiera viví en Las Arenas hasta que me casé, nosotros veraneábamos en Santurce, no obstante hacíamos la vida social en Getxo, con la dificultad de tener que pasar el puente colgante y en mi caso, que no en el de mis hermanos varones, la obligación de estar en casa a las diez, para rezar el rosario en familia y cenar.
Así crecí.
Luego dicen que tengo fama de rebelde, me entra la risa.
Ya casada vinimos a vivir a Las Arenas y mi vida cambió.
Siempre me ha gustado hacer fotos y ahora con el iPhone es cómodo y no hay que pensar.
No es que Las Arenas sea un pueblo con interés histórico o arquitectónico pero tiene algunos sitios con encanto, tanto para pasear como para sacar fotos, además del puente colgante que cuando se pasa por la parte de arriba es como estar en un avión o por lo menos en un helicóptero.
La playita es pequeña, no he estado nunca pero supongo que para los que viven cerca será útil.
Pasear por el muelle resulta muy agradable y Zugazarte  tiene un encanto especial.
Hay algunos parques escondidos a los que me gusta ir para ver árboles, por ejemplo el parque Cervantes en el que solo los domingos hay sitio para aparcar.
La zona de Ondategui tiene casas bonitas, antes pertenecían a una sola familia, ahora en algunas han hecho apartamentos.
Del río Gobelas prefiero no hablar porque se me inundó la casa cuando vivía en Negubide.
No guardo buen recuerdo.
Todo cambia.










sábado, 25 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y OCHO












Ver a Catherine Deneuve me produce tal placer que compensa que el resto no sea sensacional.
Es lo que he sentido al ver "La Verdad".
La película no es gran cosa, no obstante he disfrutado tanto o más como cuando veo algo excepcional, porque ver a Deneuve en escena es una especie de privilegio para mí que la he seguido desde que empezó, tenemos casi la misma edad y siempre me emociona.
Su hermana Françoise Dorleac también me fascinaba, murió en un accidente de tráfico con solo veinticinco años.
A Vicente Ameztoy le entusiasmaba y quiso hacerle un retrato, se lo pidió y ella aceptó.
También recuerdo que a Gonzaga Escauriaza le encantaba Catherine Deneuve y me sorprendió agradablemente que un chico tan joven fuera capaz de apreciar a una mujer bastante mayor que él, me pareció un síntoma de sabiduría y madurez.
Hirokazu Koreeda, a pesar de ser japonés, ha sabido inmiscuirse en la cultura francesa con un toque de sutileza que me maravilla, porque conociendo un poco a la mujer francesa, sé que eleva el tono de voz y en "La verdad" nadie lo hace.
He pasado un buen rato y me he quedado con ganas de ver más películas de Koreeda que trata los temas trascendentes sin darles excesiva importancia.
Me complace que no pongan el grito en el cielo si la madre dice con toda tranquilidad, como ocurre aquí, que prefiere ser buena actriz que buena madre.
Admiro la cultura japonesa y adoro la francesa por lo que asistir a una obra en la que confluyen ambas con sus matices, me ha cautivado de un modo subjetivo.
Si fuera una crítica profesional de cine no sería capaz de decir que es una gran película sin embargo para mí lo ha sido.










viernes, 24 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y SIETE















A veces parece que tango algo especial que me convierte en el blanco de las tomaduras de pelo de personas insospechadas.
Me ha pasado varias veces pero la de hoy supera a todas las anteriores.
Una mujer a quien sigo en Instagram sin tener ni idea por qué, me ha escrito varios mensajes en la página de Facebook de mi libro "Reflexiones de una mujer casada" a las que no he respondido.
Tengo la costumbre de eliminar a los que preguntan "How are you? y cosas por el estilo y por lo menos sé que esos ya me dejarán en paz, a veces les bloqueo y me quedo más tranquila todavía
Era muy fácil en Facebook, ya lo tenía organizado pero en Instagram soy como un bebé recién nacido y ni tengo ni idea de dar marcha atrás, por lo que la tal janescott9942 ha insistido y en vista de que no he reaccionado, ha dicho algo que ha llamado mi atención de ingenua principiante.
Es coordinadora de Instagram en USA y que Mr. Mark Zuckerberg tiene un mensaje para mí.
Me ha entrado la risa y he seguido con mis tareas, pero al ver que no respondía ha insistido diciendo que tiene "Good News".
He sentido curiosidad y he visto que tenía un perfil muy discreto, sin publicaciones.

Gracias a que hoy he tenido clase de informática con Oscar Ciencia me he distraído poniendo en práctica lo que había aprendido por la mañana.

Se trataba de descargar los videos antiguos para meterlos en Vimeo que tiene más calidad. 
Antes lo hacía pero he perdido memoria y en algunas cosas tengo que empezar por el principio.
Me consuela estar viva, es un milagro, aunque tenga que hacer más esfuerzo del habitual, estoy agradecida.



















jueves, 23 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y SEIS









Nunca he sido demasiado aficionada a Instagram a pesar de que Cosme Churruca me dijo que era el que más le gustaba pero últimamente he empezado a meterme y me está interesando incluso tal vez más que las otras redes sociales.
Me divierte la idea de poder seguir a quien me dé la gana sin necesidad de solicitar su amistad.
Además, como todos estamos en casa a la fuerza es un buen entretenimiento, sobre todo me divierto con actores y actrices.
También con artistas plásticos mas reconozco que ahora estoy más cerca del cine.
No he visto escritores.
Todavía no he encontrado maravillas pero presiento que poco a poco me puede dar mucho juego.
La verdad es que he pasado un mal día, me ha dolido un diente y he tomado un analgésico, supongo que mi cuerpo estará harto de tanta medicina.
No sé si podré ir al dentista, de momento no voy a hacer nada, esperaré.
También me lo paso bien editando fotos.
Sobre todo las que tengo de Las Arenas porque las envío a un grupo que hay en Facebook sobre ese tema y aunque yo nací en Bilbao, puedo considerarme de Las Arenas ya que viví veinte años allí.











miércoles, 22 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y CINCO











Deslumbrante.
Deslumbrante es la palabra que define la película de Oliver Laxe: "Mimosas".
Sabía que me iba a gustar porque todo lo que me recomienda Mattin me interesa siempre y además "Lo que arde" me encantó.
"Mimosas" es el culmen de la belleza.
No hay mucho que decir, se trata de verla y disfrutar de una experiencia inesperada.
Cada día me gusta más el cine y me vuelvo más exigente.
No soy una cinéfila entendida ni nada parecido porque si me aburro me salgo tranquilamente del cine, me gusta que me entretenga, por eso suelo ir siempre sola porque tengo un gusto particular, soy maniática.
Además tampoco me gusta que me hablen cuando estoy concentrada.
Soy maniática hasta decir ¡basta! y no tengo la menor intención de cambiar, prefiero respetar mis apetencias que tener que utilizar la educación cuando estoy con gente que va a un ritmo diferente al mío.
Además de que mi ritmo hoy en día va a cámara lenta.
Ayer en Cruces la enfermera me cogió la pierna mala para ayudarme a subir a la camilla y pegué un grito porque me hico mucho daño, mejor lo hago yo sola.
En el coche Beatriz me espera tranquilamente a que me siente yo solita aunque tarde una semana, pero Edwin, el chófer que tenía antes se empeñaba en cogerme la pierna y me hacía mucho daño con sus mejores intenciones.
Una persona enferma se convierte en una persona distinta a lo que era cuando estaba sana.
No hay que darle más vueltas.
Se acepta y punto.










martes, 21 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y CUATRO










Me río de mí misma porque no doy una.
Cuando me creo que ya está todo solucionado meto una pata nueva.
No quiero ser negativa pero tampoco me apetece mentir y decir que todo va bien.
Mi problema principal es la precipitación porque de ella deriva que cometa errores y eso hace que me ponga nerviosa y los nervios me llevan al infierno directamente.
Con lo feliz que soy cuando estoy relajadita y tranquila, ese estado es el cielo.

Por la mañana he ido al hospital, me han tratado muy bien, me estaban esperando lo cual no es habitual, he visto a gente que conozco que todavía estaban allí.
Me han sacado médula y sangre y en la próxima consulta me dirán el resultado.
Si la médula está bien, la sangre también, eso es lo que creo haber aprendido en todos los meses que he pasado en el área de hematología.
Me dijeron el primer día que fui que saldría de allí siendo una experta en leucemia pero no dieron en el clavo porque los médicos no hablan y las enfermeras menos, no tiene por qué saber, bastante hacen con pinchar bien lo que no es fácil, excepto a los que tenemos reservorio como yo.
En la buena hora me lo pusieron.
Me advirtió el celador que me llevó en la cama al quirófano:

Vas a solucionar un problema para toda la vida, vas a estar encantada.

¡Qué razón tenía!
Me dolió muchísimo y lo aguanté estoicamente, me comporté como una momia, no me moví ni un milímetro y cada día agradezco la suerte que tuve.
Es una de las cosas importantes que he hecho en mi vida.
Ahora tendré que ocuparme de su mantenimiento pero hasta eso lo acepto con entusiasmo.
Me quitaron un peso de encima.












lunes, 20 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y TRES










Hay frases como de la nueva era que me ponen nerviosa, parece que todos tenemos que ser perfectos incluida yo misma, no obstante ayer vi una que me encantó y me la quiero aplicar.
Era algo así como:

"Cuando veo algo en ti que no me gusta me viene muy bien porque lo puedo corregir en mi"

Ya tengo aprendido desde hace tiempo que lo que me molesta de los demás es porque lo tengo en mí, son cositas que parecen pequeñas e insignificantes mas son las que forman el carácter.
Confío plenamente en el poder de la práctica.
Un pasito cada día, cada vez que me acuerdo, cuando soy consciente y soy yo la que controla mis nervios en vez de permitir que sean ellos los que me controlan.
Poco a poco me voy tranquilizando y en ese estado de calma y serenidad encuentro el bienestar que tanto anhelo.
Tal vez hoy estoy un poco alterada pensando en que mañana voy al hospital, no solo por lo que me van a hacer que es poca cosa, ya me lo han hecho otras veces, sino porque va a ser la primera vez que me voy a poner una mascarilla y voy a estar con personas que tal vez estén infectadas.
Una experiencia que desconozco.
Me han llamado de Cruces para preguntarme si había tenido síntomas del Covid/19.
Me lo iban preguntando uno a uno y me daba gusto cada vez que podía decir que no.
Osakidetza, que es el nombre del servicio vasco de salud funciona bien, sobre todo en lo referente a Oncología el trato es especial, las personas que trabajan en ese área están muy preparadas no solo técnicamente sino en la delicadeza con el paciente.
Además, ya llevo tanto tiempo yendo a menudo, casi un año, que conozco a la gente y resulta agradable poder ver caras conocidas, sobre todo si me comparo con el principio en que lo único que tenía era un susto monumental, desconocía por completo lo que era el cáncer y su tratamiento.
Hoy en día ya sé que se trata de tener paciencia, que también es algo que va mejorando con el tiempo.
Así que me voy a la cama contenta.
Ya tenemos todo pensado, Beatriz me lleva al Cruces, ella no entrará sino que volverá a casa y yo le llamaré cuando termine y vendrá a buscarme.
Está cerca y además casi no habrá coches en la autovía.
Un día especial, todo nuevo para mí.










domingo, 19 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y DOS










Van pasando los días y la vida sigue su curso, nos vamos arreglando entre los tres.
En mi humilde opinión, lo más importante es el humor y lo sabemos, por lo que en esta casa no hay tensión.
Cada uno ha adquirido una responsabilidad y eso hace que estemos tranquilos porque vamos a tener lo que necesitemos.
La única que no puede hacer gran cosa soy yo, ya que debido a que no puedo estar de pie porque mi rodilla no lo aguanta, no puedo hacer casi nada, solo sentarme delante del ordenador.
Beatriz y Jaime lo han entendido y no se quejan.
Ha sucedido y no se le puede dar más vueltas.
No es que yo sea una vaga de siete suelas que me quiera aprovechar de la situación, en absoluto, ellos saben que me encantaría encontrarme bien y participar en la marcha general de la casa, pero no es el caso.
Personalmente estoy contenta porque soluciono el problema de la pierna con analgésicos y no lo paso mal del todo.
El martes tengo que ir a Cruces para que me hagan una absorción de médula y también para que me saquen sangre y así sabré qué tal estoy en relación a la leucemia.
Al pensar en salir de casa pienso en mi aspecto actual y por más que intente mejorarlo, no lo tengo fácil.
El pelo, como resultado de la quimio está escaso y seco además de un centímetro de canas en las raíces.
Tuve la buena fortuna de haber ido a la peluquería justo antes del confinamiento por lo que el horror no ha llegado todavía.
Le pregunté a María Seco a ver si podía recomendarme algún producto de Amazon para hacerme algo en casa y me dijo que lo mejor es dejarse canas, que es justo lo que ella está haciendo, que es precioso y favorece muchísimo.
No me lo podía creer, con lo pendiente que ella está siempre de tener su pelo perfecto.
Mucho tendré que cambiar para llegar a ese extremo, bastante deteriorada estoy como para añadir algo así, no soy Andy Warhol que se teñía el pelo de blanco para parecer mayor.
Yo ya parezco bastante mayor, incluso más de lo que en realidad soy.
Me arreglo las cejas al tacto porque no puedo estar con las gafas mientras lo hago, así que no están muy simétricas pero me da sensación de limpieza.
También he empezado a quitarme el bigote con la pinza, el resultado es parecido al modo en que lo hacen en India con un hilo que sujetan con la boca.
Por lo demás, creo que dadas las circunstancias no se puede pedir más.
Me acepto y doy gracias al cielo de estar viva y de que haya coincidido que mis hijos puedan cuidarme y protegerme.












sábado, 18 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y UNO









He visto una de las películas que más me ha impresionado en mi vida, sobre todo por el tema que toca: una mujer astronauta que tiene una hija pequeña.
Me ha hecho recapacitar sobre mi propia vida así como sobre temas que me ocupan y a los que no acabo de encontrar solución.
Para empezar y salvando las distancias, he recordado que cuando hice "Proyecto Hombre" me parecía tan duro, que lo consideraba como el entrenamiento de un astronauta que quiere ir al espacio.
Necesitaba prepararme para poder apreciar la vida por sí misma siendo consciente de lo maravillosa que es y así estar agradecida.
El hecho de que la directora sea una mujer me emociona porque sabe de lo que habla.
Es difícil que un hombre pueda meterse en la piel de una madre.
Reconozco que me ha interesado muchísimo.
Recuerdo que un día, hablando con Beatriz, me dijo que las mujeres no van al espacio, a pesar de que por algunas razones serían mejores que los hombres, pero estos no podrían permitirlo.
Todo lo que sucede en la película tiene sentido.
Todavía tengo que asimilar y digerir lo que he visto desde diferentes puntos de vista.
Por cierto, la película se llama "Próxima" y está realizada por la francesa Alice Winocour, de quien yo había visto "Augustine".
Cuando he investigado sobre la película también me he preguntado por qué hay tan pocas mujeres críticas de cine.
He ojeado algunos ensayos sobre el tema y la explicación no va más allá de que en el mundo del cine, desde el principio, la mujer era considerada como un objeto.
Todo cambia mas algunas cosas van despacio.
Resumiendo, estoy demasiado impresionada y necesito que pase el tiempo para saber exactamente lo que pienso.
He aprendido, entre otras cosas interesantes,  que en Kazajistan está Baikonur, la base espacial más antigua del mundo.












jueves, 16 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA











Desde que vi "En equilibrio" he estado deseando ver más películas de Denis Dercourt y por fin hoy he conseguido ver "La tourneuse de pages" que por motivos que desconozco, la han traducido como "La última nota".
No soy capaz de decir nada excepto que estoy deseando ver toda la cinematografía de este director francés que actualmente reside en Berlín, sin embargo no parece fácil ya que no soy la única persona que le busca sin conseguirlo.
No quiero decir nada porque ya la crítica que había leído antes de ver "La tourneuse de pages" me la ha fastidiado un poco, me molestan muchísimo los spoilers, prefiero que me digan muy buena, merece la pena o algo parecido.
Me temo que va ser difícil de momento darme el capricho, por lo menos de momento,  de ver más películas del director que me apetece en este momento.
He buscado y rebuscado en internet y no lo veo fácil.
Seguiré practicando la paciencia que me vendrá bien.
Ya lo decía santa Teresa. "La paciencia todo lo alcanza".
Martín Riquelme, un amigo que ya se fue, decía de mí que no había estrenado la paciencia y creo que tenía razón.
Ahora la he estrenado pero todavía me falta la práctica para poder beneficiarme de sus frutos.
No tengo prisa, todo se andará.
Las circunstancias me ayudan a tomarme la vida con calma.
"La tourneuse de pages" me ha hecho pensar en Haneke y al terminar, en un momento dado me ha llevado a "Teorema" de Pasolini que tanto me impactó en su día.
¡Qué grande es el cine!











miércoles, 15 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y NUEVE










A medida que me voy conociendo aprendo a escuchar a mi cuerpo y darle lo que necesita.
Estando delicado, con las defensas bajas, me ha convertido en una persona de alto riesgo.
Tengo que tratarle como si fuera un niño pequeño, casi un bebé.
Quiere tener rutinas y cumplirlas.
Un día fallé, en vez de darle de comer a la hora acostumbrada me retrasé y todo se alteró, no le di la cena, tardé en dormirme y al día siguiente no me encontraba bien del todo.
Tengo que ser muy seria con los horarios.
Estoy atenta para saber lo que me pide, se lo doy y a cambio él me da un bienestar que crece cada día.
También he constatado que es necesario admitir que soy una persona con discapacidad.
Es posible que mi pierna mejore con el tiempo, con una alimentación adecuada, macrobiótica a poder ser y Pilates cuando llegue el momento, no obstante no debo tener expectativas.
Los traumatólogos que me han visto ponen dificultades, nadie me aconseja que una operación vaya a ayudarme, más bien lo contrario, creen que debo aceptar mi situación y aprender a vivir con ella.
Me ha costado aceptarlo porque antes de la leucemia estaba mucho mejor, la quimioterapia afecta a las articulaciones y al tener esa rodilla tan machacada, se ha puesto peor.
Gracias a los analgésicos voy tirando, sin embargo mientras tenga que andar con dos muletas solo puedo trabajar sentada, imposible estar de pie.
Si me organizo bien soy capaz de hacer muchas cosas.
Hoy, sin ir más lejos, sentada en un taburete alto de los que se usan para pintar, he empezado a meter libros de los que quiero desprenderme, en una caja de cartón.
Quiero quitar del medio todos los libros que no necesito y quedarme solo con los de referencia.
Voy viendo y recordando los libros que tengo, algunos realmente interesantes, no sé lo que haré con ellos.
Cada día me siento un poco mejor.
Me da gusto tener ganas de estar ocupada y poner orden en mis asuntos.











martes, 14 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y OCHO










Cada día me trae algo que me empuja a ser feliz.
Las circunstancias han cambiado pero yo sigo siendo la misma así como la responsabilidad de disfrutar de la vida.
Tengo más tiempo para aprender que cuando podía salir.
Solo se trata de elegir.
Tanto para estar contenta o lo contrario tengo que hacer un esfuerzo y me he propuesto ponerlo en estar bien pase lo que pase.
Peor estaba cuando me aislaron en la habitación del hospital hace casi un año y me encontraba muy mal, tan mal que pensaba que la leucemia era como una cárcel de la que era imposible salir, por eso tenía pensamientos de suicidio.
Como no me morí en los primeros diez días me aseguraron que me curaría, lo único que me dijeron es que sería largo.
Cinco semanas en la cama del hospital que se me hicieron eternas, solo quería venir a mi casa.
Ahora no solo estoy en casa sino que no tengo la temida enfermedad, me refiero al Covid_19 y puedo garantizar que hago todo lo que me mandan, no soy tan insensata como para arriesgarme a poner mi vida en peligro.
Ya pasé la época de hacer el idiota, lo hice a conciencia, por lo menos me sirvió para apreciar la vida.
No puedo quejarme de nada.
Cuando me duele la pierna me tomo una pastilla.
He aceptado mi situación y no solo no me quejo sino que doy gracias a Dios de poder estar a gusto en casa, con mis hijos que me cuidan y con Wifi.
¿Qué más puedo pedir?
Cuando tengo problemas con la informática sé que puedo llamar a Oscar Ciencia y ni siquiera tiene que salir de su casa, todo es fácil.
Madona ha publicado un video desnuda en la bañera rodeada de pétalos de rosas.
Estaba triste porque ha perdido a tres personas cercanas en un día a causa del virus y ha llegado a la conclusión de todos estamos en las mismas condiciones.
Estoy de acuerdo con ella.







lunes, 13 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y SIETE










Hemos tenido una video fiesta maravillosa.
Mi hijo Mattin ha cumplido cuarenta y tres años y como vive en Berlín, se me ocurrió que podíamos organizar algo por Skype.
Ha sido una idea estupenda.
Los berlineses, Lisa, Mattin y Odita estaban haciendo un pollo jamaicano en la barbacoa que tienen en la terraza del atelier.
En nuestra casa, Beatriz y Jaime cenaban y tomaban cervezas en la cocina y yo, solita en el salón, encantada delante del ordenador.
Odita que cumplirá diez años el mes que viene nos ha saludado y se ha ido a su cuarto.
Según su madre se comporta como una adolescente aunque solo tiene nueve años.
Creo que tenemos que acostumbrarnos a que todo nos parezca normal.
La vida no es estática, todo cambia.
Yo ya casi no me asusto por nada, todo va tan deprisa que prefiero no llevarme un mal rato.
Lo único que tengo claro es que estar viva es un gran regalo y nada ni nadie me garantiza lo que va a durar, así que tengo que disfrutar cada segundo de mi vida y puedo asegurar que lo estoy haciendo.
Dadas mis condiciones, la circunstancia en la que me encuentro es óptima.
Me cuidan mis hijos y me siento protegida porque aunque es posible que ellos ya hayan pasado el coronavirus sin saberlo, Jaime en Bali y Beatriz aquí creyendo que era una gripe, se comportan con toda la seriedad del mundo, como lo hago yo.
Eso es todo por hoy.
Un día tranquilo, parecido a los demás y sin embargo con un encanto especial.










domingo, 12 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y SEIS











No me ha quedado más remedio que eliminar el texto que publiqué ayer, no he podido dejar de pensar en que no estaba redondo.
Me interesa mucho el tema que toqué en contra de la globalización y la necesidad de evitar la uniformidad, pero tengo que seguir estudiando antes de hablar.
Solo soy capaz de publicar cuando escribo sobre algo que sé a ciencia cierta.
Nunca me ha convencido la idea de la globalización, soy dada a respetar las culturas de cada pueblo, me duele en el alma cuando intentan y consiguen que desaparezcan razas enteras con sus lenguas, sus legados, solo pensarlo me entristece profundamente.
Yo misma lo he vivido en el país vasco que es donde he nacido, me robaron el Euskera, casi ni sabía que existía hasta que me sorprendió oírle a la doncella que servía la mesa en casa de mi abuelo, dirigirse a él en esa lengua.
Mi abuelo paterno pertenecía a una familia de Santurce y por lo visto de pequeño le hablaron en Euskera aunque en invierno vivían en Bilbao.
Solo en los pueblos lo conservaron a escondidas y con temor de ser encarcelados.
Así hemos llegado a donde estamos.
¿Cuándo aprenderemos que con la represión no se consigue nada bueno?
El tema del cambio climático, otro tanto de lo mismo.
Ya se ha resuelto.
Poco pide la naturaleza, en unas semanas todo ha vuelto a su sitio.
Ojalá aprendamos algo, pero me temo que el dinero sigue siendo más importante que la salud para los líderes que hemos elegido y que gobiernan nuestras vidas.
Me da vergüenza que hayamos tenido que llegar hasta aquí y que sigan hablando de volver a donde estábamos.
A pesar de todo, conservo la esperanza porque ya somos muchas las personas que queremos vivir en paz y en armonía y no nos hace felices ver tanta diferencia entre los pobres y los ricos, es un disparate.










viernes, 10 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y CINCO











Tengo una suerte que no sé si me la merezco, supongo que eso es lo de manos.
Estaba cansada, he dormido poco, tenía ganas de ver una película que me gustara y me entretuviera y lo he conseguido casi sin esfuerzo.
Es francesa, se llama "En equilibrio" y no conocía al director, Denis Dercourt, solo a los actores, me he arriesgado y he disfrutado mucho.
No solo trata de la superación que se consigue con el esfuerzo que es uno de mis temas predilectos sino que, además la banda sonora está basada en el Estudio nº 12 de Liszt que me toca una de las partes más sensibles de mi ser.
El piano es mi favorito, reconociendo siempre que la voz es el supremo instrumento.
También trata de una persona con una discapacidad con la que me siento identificada en algún sentido aunque la mía sea menor, lo cual me inspira.
Sentirme inspirada es uno de los grandes placeres de la vida.
A veces la inspiración se esconde y cuando aparece es como si volviera a encontrarme con mi ser verdadero.
He pasado una tarde maravillosa.
Lo bueno de vivir cada momento tiene la gran ventaja de que dejo de pensar en el Coronavirus.
No puedo quejarme de la vida, más bien lo contrario.
Pasan los días, parecidos pero nunca iguales y yo extraigo de ellos el néctar del agradecimiento.









jueves, 9 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y CUATRO











Convivir tantas horas con Beatriz y Jaime y observar lo bien que se han hecho responsables de la situación, me impulsa a recapacitar sobre la educación que les he podido dar.
Tal vez tenía razón mi hermano Gabriel cuando, hace muchos años, en una de mis épocas difíciles, me invitó a comer en Bilbao.
Estábamos en el antiguo Toledo, en la Gran Vía y no recuerdo el propósito del encuentro, seguro que era para hacerme ver que se ocupaba de mí y que me ayudaría.
Lo que no me gustó es que dijera que el hecho de que mis hijos hubieran salido tan bien, era un milagro.
En aquel momento me molestó porque yo hacía lo que podía que quizás no fuera todo lo que se esperaba, sin embargo para mí era muchísimo dado que me superaba la obligación de tener tres hijos a mi cargo.
Mientras estaba casada con el que era mi marido y padre de mis hijos, él se encargaba de los estudios y los deportes que era más que suficiente, yo lo aceptaba encantada porque justo esos temas me resultaban imposibles.
Al quedarme sola con el pequeño y los mayores, me sentía desbordada, era excesivo.
Tuve muy claro desde que empecé a tener hijos e incluso antes, de que por nada del mundo les iba a educar como lo hicieron conmigo.
En alguna ocasión lo comenté con mi hermana Viví que tenía seis hijos y ella pensaba lo mismo.
Lo único que sabía era lo que no quería hacer.
Carecía de otras referencias así que les dejaba hacer lo que les daba la gana excepto si me molestaban demasiado.
Me arriesgué.






















miércoles, 8 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y TRES











Llevaba muchísimo tiempo intentando ver Rocketman, la historia de Elton John, ya que Pilar no solo me la había recomendado en varias ocasiones, sino que me había advertido que era todavía mejor que Bohemian Rapsody.
Por más que lo intentaba no lo conseguía, era imposible.
Llegué a hacer la tontería de apuntarme en un servidor que la anunciaba pero como no me atrevía a poner los datos de mi tarjeta de crédito, lo hice con una tarjeta virtual.
No voy a contar los pormenores porque me aburren demasiado, prefiero decir que gracias a las clases con Oscar Ciencia, el mago de la informática, he conseguido verla y me ha encantado, emocionado y elevado mi espíritu.
Pienso mucho en el significado del talento, en ese don que tienen algunas personas y que si son capaces de desarrollarlo pueden conectarse con algo superior de donde procede la aptitud para hacer algo realmente grande y valioso.
Es intangible, aquello que hacía que Salieri envidiara a Mozart y le volviera malvado.
Lo mismo que hacía sonreír a Andy Warhol cuando recordaba que en Nueva York, alguien quiso comprarle su aura.
He conocido a varias personas con auténtico talento y me quedo fascinada sobre todo si son humildes, lo cual no es fácil.
Admiro la humildad en sí más que nada en el mundo y si además procede de una persona talentosa, me puedo desmayar de gusto.
No sabría definir el talento, no me complace lo que dicen los diccionarios, pero algo en mí es capaz de sentirlo en quien lo tiene y es maravilloso.
Me dijo Dorita Castresana que era sabia, que si no se desarrolla, se pierde.
Resumiendo, que no está garantizado.
Recuerdo que cuando yo era profesora de dibujo y pintura en una academia de Las Arenas, había un chaval muy joven cuyos padres estaba preocupados porque eran excesivo en todo, solo quería dibujar cómics.
Yo le animaba pero no le quedó más remedio que seguir las normas y me encontré con él hace años y ya era un hombre serio, formal, en el que no encontré ni un ápice de lo que había divisado en él cuando era un niño.









martes, 7 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y DOS










Debido a la leucemia llevo casi un año sin permitir que le gente se acerque a mi demasiado porque tengo las defensas bajas, de hecho, al principio cuando estaba aislada en el hospital, las personas que entraban a mi cuarto, tanto sanitarios como visitantes, tenían que ponerse una mascarilla.
Solo una persona cada vez, a poder ser familiares, o sea que si venía mi hermano con su esposa, uno de los dos tenía que quedarse en una sala especifica para ese fin.
Más tarde, cuando volví a casa, no podían darme besos ni siquiera mis hijos y tampoco era conveniente que viniera gente a casa, porque yo corría el peligro de tener una infección y eso podía ser fatal.
Resumiendo, me acostumbré a guardar las distancias con las personas, lo cual me resultó fácil porque estaba débil y me cansaba en seguida.
Así que cuando llegó el confinamiento no tuve casi que cambiar mi vida, salía muy poco a la calle.
He contado todo esto para llegar al momento en el que me encuentro ahora.
Estoy en casa, cuidada y atendida por mis hijos mayores, que solo pueden estar conmigo manteniendo la distancia.
Casi no conversamos excepto lo imprescindible.
No echo de menos los besos ni los abrazos ni las distancias cortas.
Vengo de una familia en la que no hemos sido demasiado cariñosos en ese sentido, por lo que me gusta la idea de que las personas no se me acerquen demasiado.
No me disgusta la idea de que al terminar la fase que estamos atravesando, sigamos respetando el espacio de los demás.
Tal vez el estilo japonés me pueda resultar excesivo porque ellos de verdad respetan las auras, no obstante el saludo indio de juntar las manos, me encanta.
No me gusta que me toquen.
Por ejemplo, me molesta bastante que me den un golpecito en el brazo cuando me cuentan algo y quieren que preste atención.
Me disgustan los besos de cumplido, sin ton ni son, deprisa y corriendo, poca gente besa consciente de lo que significa un beso como Dios manda.




















lunes, 6 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y UNO









He tenido clase de informática a través del teléfono de Facebook con una aplicación que le ha permitido entrar en mi pantalla y ha sido una buena idea, porque había perdido la conexión que tenía con el artefacto que ya era poca y ahora se había quedado en casi nula.
Tengo un profesor que sabe muchísimo de Apple, lo que no es fácil en este país.
Se llama Oscar Ciencia y es un fenómeno, parece una máquina, es como si conociera mi ordenador y hace lo que le da la gana con él.
Hasta que llegué a Los Ángeles no había tocado un ratón.
Ni siquiera sabía el propósito de un ordenador.
En la Pepperdine University a la que asistí para mejorar mi inglés, que también estaba verde, tenía clase de informática y allí todos los ordenadores eran Apple.
Para poder enterarme de algo y no sentirme perdida, tomaba clases particulares con una profesora que sabía muchísimo, se pasaba la vida delante de su ordenador y su hija trabajaba en el MIT.
A pesar de mis esfuerzos, no conseguí aprender demasiado pero por lo menos llegué a Bilbao y supe lo que quería:
Un Mac y ser capaz de hacer mi propia web, para lo cual tuve que recorrer varias academias hasta encontrar una en la que trabajaran con Apple.
Me iba todas las tardes a Bilbao después de comer y allí, rodeada de gente muy joven y muy lista, conseguí familiarizarme un poco con el asunto, solo un poco, mi cabeza no daba para más y a medida que me voy haciendo mayor y me atacan las enfermedades voy perdiendo facultades.
Duele.
Tengo la sensación de haber hecho las cosas al revés.
Cuando me correspondía estudiar, en vez de hacerlo me convertí en una mujer casada y madre de tres hijos, con la responsabilidad de llevar una casa y todo lo que eso conlleva.
Al principio estaba muy contenta pero pronto empecé a darme cuanta de que tal vez me había precipitado.
Ese ha sido y sigue siendo, en alguna medida, mi problema.
Ahora, hecha un vejestorio intento corregirlo.
Por lo menos estoy viva y agradecida.
   






domingo, 5 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA









Una de las grandes ventajas de cambiar de profesión a cierta edad es, además de no tener demasiadas ambiciones, la pasión desbordante que se siente.
Tengo tanto interés en la literatura que, entre otras cosas, escucho con atención y regocijo los programas de la radio que hablan de libros y de escritores.
Recuerdo que me di cuenta de lo acertada que había estado al elegir la escritura como tarea, hace mucho tiempo, yendo a Vitoria en autobús.
Al no tener que conducir, contemplaba tranquilamente el hermoso paisaje del país vasco con esos  verdes que tanto había añorado cuando estaba lejos.
Es esos momentos de contemplación, me vino a la cabeza mi nueva actividad y recordé que, desde muy pequeña me había interesado utilizar bien el castellano.
Se me había quedado grabada la frase de mi hermano Carlos:

Yo hablo con propiedad

Él tenía quince años cuando la dijo y yo diez o nueve, no estoy segura, pero me llegó muy hondo.
Pensé:

Yo también quiero hablar con propiedad.

Desde entonces empecé a fijarme en la manera de hablar de la gente.
Era una repipi, me daba cuenta pero no me importaba, quería aprender.
Hasta tal punto era pedante en ese sentido que años más tarde, en el Instituto Unamuno de Madrid, donde me examinaba de las reválidas, dije algo que suscitó un comentario en la madre de una compañera de clase:

Tan pequeñita y tan sabijonda.

Me molestó un poco, más que nada porque tenía complejo de bajita, menos mal que cuando cumplí quince años había crecido lo suficiente para convertirme en una chica con una altura media.
En casa de mis padres mi hermano Gabriel se ocupaba de corregirme lo que yo agradecía y todavía echo en falta, el castellano no es un idioma fácil, tiene demasiadas reglas, lo cual no me importa siempre que las sepa utilizar.
Gracias a dedicarme a la escritura y asistir al taller de La casa del árbol en Algorta, he vuelto a la gramática con verdadero interés.
Todavía estoy muy verde pero disfruto escuchando a las personas que saben hablar castellano, me produce gran placer.













sábado, 4 de abril de 2020

TRES MIL SETENTA Y NUEVE










He visto un rato de una película sobre la escritora francesa Marie de Régnier, hija del poeta cubano Jose María de Heredia.
Al principio he pensado que me había confundido, no tenía nada que ver con lo que me había imaginado al leer las críticas, sin embargo la idea de conocer mejor a la famosa poeta me ha animado a seguir y ha conseguido llevarme a algunas épocas de mi vida en la que había muchos secretos de los que no tengo intención de hablar ni escribir.

Cuando me mandaron a Burdeos para que aprendiera francés, creo que mis padres no se dieron cuenta de lo que Francia y su cultura iban a representar para mí, una niña en plena pubertad, con una curiosidad ilimitada, jamás saciada, puesto que tanto en casa de mis padres como en el internado de Santa Isabel, en Madrid, todo era sugerido y nada revelado.
En Francia, a través de la literatura y del ambiente que me rodeaba, descubrí una parte de la vida que luego sería muy importante a lo largo de la mía.
Me refiero a las relaciones sentimentales, tema al que en Francia se le otorga prioridad absoluta, con lo que contiene de juegos, mentiras, escondites y todo lo contrario a lo que en el ambiente del que yo venía se consideraba correcto.
Así que volví de Burdeos como si hubiera hecho un cursillo acelerado que me preparó para lo que se me avecinaba.
Quería experimentar todo que la vida me ofrecía y así, cuando me convertí en una mujer casada empecé mi etapa de adulta.
Me sentía libre a pesar de ser muy consciente de que el matrimonio exige ciertas normas pero eso no era nada para la educación que yo había recibido.
Así que con diez y nueve añitos, convertida en la señora de Artiach, fuera de la casa de mis padres y de los internados, con un marido muy moderno y generoso, comencé a disfrutar de la vida a mi manera.
Poco a poco iba dejando que saliera mi esencia verdadera, esa de la que mi madre, mucho más tarde dijo:

Eres ingobernable.



















viernes, 3 de abril de 2020

TRES MIL SETENTA Y OCHO









He tenido la suerte de que a pesar de haber empezado el día sin demasiado entusiasmo, se me ha arreglado viendo un documental de y sobre Iván Zulueta que me ha alegrado la tarde.
Conocí a Iván más o menos cuando tuve la oportunidad de conectar con algunos artistas de San Sebastián, entre los que se encontraban Vicente Ameztoy, José Llanos y algunos más.
Con los artistas de Bilbao, recuerdo a Cosme Churruca, formamos una especie de encuentros, no solo de amistad y diversión sino también de arte, a través de la galería Lúzaro.
Fue una época muy divertida y muy enriquecedora para todos.
No tuve tanta relación con Iván como con los demás, pero la suficiente para que me encantaran él y su trabajo, tanto el cinematográfico como el plástico.
Siempre con un cuaderno entre las manos, dibujando, aunque estuviésemos en plan de fiesta.
El documental que he visto hoy sobre Iván es especial, se retrata él a sí mismo.
Se llama Iván Z.
Yo lo he visto en Filmin pero está en youtube.
Da gusto verle tan natural, ya mayorcito en la maravillosa casa de sus padres en Igueldo, San Sebastián.
Cuando habla y enseña las colecciones de cromos de los álbumes sobre los cuentos que yo también recuerdo con auténtico entusiasmo, casi me he emocionado porque me encantaban, forman parte de los mejores recuerdos de mi infancia.
Iván habla de lo difícil que es crecer, madurar y me siento identificada con él en algunos aspectos de su vida que yo tampoco he sabido solucionar.
En resumen, un día muy fructífero que me ha devuelto la esperanza que a veces me cuesta mantener en esta extraña situación que nos está tocando vivir a todos.








jueves, 2 de abril de 2020

TRES MIL SETENTA Y SIETE









He visto una película bonita, solo eso.
Me ha recordado a la hija de una amiga que conoció a un chico que tenía mucho dinero, pero a ella no le interesaba porque según ella, era lo único que tenía.
La película se llama "La espera" y la ha realizado Piero Messina, el ayudante de dirección de Sorrentino en "La gran Belleza".
La estética es espléndida pero no suficiente.
No sé cómo he sido capaz de verla entera, tal vez porque confío en Binoche que es lo que llaman "un monstruo de la interpretación".
Me ha hecho gracia un diálogo que han mantenido la chica joven, co protagonista y Juliette:

¿Crees que nos podemos bañar?

Estará muy fría el agua, además hay ciertas partes de mi cuerpo que no me permito enseñar a no ser en la oscuridad de mi dormitorio.

A mi me ha parecido que está muy guapa, tanto de cara como de cuerpo aunque no la he visto desnuda, por lo que me he imaginado cuántos años tendría y he pensado que será un poco mayor que Beatriz y efectivamente, he mirado en internet y tiene cincuenta y seis años, a mi entender muy bien llevados.
Claro que Beatriz es una deportista extraordinaria y eso se nota.
Respecto al resto de mi día, todo sigue su curso.
Por razones que no vienen al caso, he revisado una conversación mantenida por Wasap y me ha sorprendido la cantidad de cosas que han pasado desde que empezamos a oír hablar del Coronavirus.
Parece mentira, van pasando los días como si tal cosa pero de eso nada, a nuestro alrededor muere la gente y otros de momento estamos vivos.
Tal vez lo más duro sea no tener ni idea de nada, no nos queda más remedio que obedecer, vamos perdiendo una insolente seguridad que manteníamos como si fuera real.









miércoles, 1 de abril de 2020

TRES MIL SETENTA Y SEIS









Hay cosas en mí que están ahí desde que nací y por más que he y han intentado cambiármelas, nadie lo ha conseguido.
Se trata de un especie de rechazo a planificar la vida.
No puedo hacer planes, ni quiero, claro, más que nada, no solo porque me producen la sensación de salirme del ahora que es lo que de verdad me interesa sino también, lo sé por experiencia, porque no los voy a llevar a cabo.
Mi vida es y siempre ha sido imprevisible.
Me conozco lo suficiente para saber que mañana será otro día, no solo para mí misma sino también para las personas que se empeñan en hacerlos.
Gracias a Dios no vivo en una ciudad grande en la que es necesario organizarse para poder quedar con alguien.
Vivo en un municipio que no llega a cien mil habitantes, tal vez en verano los alcance, lo dudo.

Viví una temporada o por lo menos lo intenté, en Barcelona y no me gustaba la idea de tener que quedar con días de antelación si quería estar con gente.
He decidido hablar de este tema porque llevo mucho tiempo sin salir de casa y sin poder hacer planes aunque quisiera.
No hablo solo del confinamiento actual, sino que desde el veintiocho de mayo del año dos mil diez y nueve que me ingresaron en el hospital de Cruces con leucemia hasta ahora, he tenido controlados todos los días de mi vida.
Creo que para mí es un placer saber que mañana no tengo nada que hacer excepto no salir de casa en todo el día y así, hasta nueva orden.
Puedo estar contenta y agradecida ya que es la única manera de asegurarme de no ser presa del Coronavirus.
Se supone que la única persona que podría meterlo en casa es Jaime que va al supermercado, pero asegura que lo hace tomando todas las precauciones aconsejadas y él es el primero que está deseando cuidarme y protegerme.
No cuenta gran cosa cuando le pregunto, asegura que hay muchos controles.
Así que me quedo tan tranquila, tratando de aprovechar la oportunidad que tengo para hacer lo que en condiciones normales no haría porque a pesar del dolor de rodilla, estoy segura de que saldría de casa no solo para ir a Pilates sino incluso para ir a la peluquería y darme una vuelta por, Zara ya que si no salgo de casa no me arreglo demasiado.