viernes, 26 de enero de 2018

DOS MIL VEINTISIETE







He empezado a tener una especie de clase, que no es exactamente una clase pero no sé qué palabra utilizar, porque tampoco creo que el que hace de profesor se autoconsidere tal cosa.

Se trata de un individuo que sabe mucho de Apple y al decir mucho, quiero decir muchísimo, o sea, mucho más que los agentes de Apple con quienes hablo por teléfono a menudo, tanto los corrientes como los supervisores, a los que piden ayuda cuando se ven con problemas que no son capaces de solucionar.
Pues bien, Óscar Ciencia sabe eso y más.
De momento solo ha venido una vez a mi casa y me puso todos los dispositivos en perfecto orden, a una velocidad vertiginosa.

Como me dio la impresión de que era capaz de hacer milagros, le hablé del ordenador anterior del que Apple me había dicho que no tenía arreglo, pero no me quedé satisfecha.
Lo primero que hizo Óscar Ciencia fue eliminar todos los archivos para que quedara limpio.

Eso duraba una hora, mientras tanto, aprovechó para enseñarme a utilizar mi ordenador con sentido común.
Ningún problema se le resistía.
Iba colocando cada cosa en su sitio y echando a la papelera lo que no servía porque lo tenía repetido o tripartido o era pura basura.
Fueron tantas cosas las que hizo que no fui capaz de seguirle, por lo que para la próxima vez ya he preparado un cuaderno y un bolígrafo para apuntar los pasos que tengo que dar.

Óscar dice que arregla los ordenadores y a las personas.
Y es verdad, eso es lo que hace.

En EEUU la mayoría de la gente usa Apple, pero en el estado español la generalidad de la gente tiene cierta prevención hacia todo lo que sea Mac, excepto los artistas.

Cuando el ordenador antiguo terminó de limpiarse, Óscar Ciencia intentó que funcionara.
Tenía algún problema serio en el disco duro, así que me recomendó un taller en Bilbao, donde eran muy meticulosos y sin duda me lo arreglarían.
Efectivamente, lo llevé y al día siguiente ya tenía un presupuesto que acepté.

No sé lo que haré con él.
Era un ordenador estupendo y según Óscar Ciencia incluso en algunas cosas mejor que el mío actual, pero no creo que yo lo necesite.
Tengo suficiente con uno.
Supongo que lo venderé.
No me gusta tener aparatos inmovilizados.


Ahora ya puedo hacer algunas cosas que antes no podía y además, voy apuntando en el cuaderno las preguntas para el próximo encuentro con el hacedor de milagros.





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