miércoles, 31 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS CUARENTA Y DOS






De repente, como si mi pasado se volviera presente, se me ha planteado la posibilidad de exponer dos series de cuadros que estaban esperando su oportunidad.
La primera es un homenaje a Jorge Oteiza y consta de trece óleos de pequeño formato, que aluden a los apóstoles de Aranzazu.

Están metidos en dos paquetes que pesan bastante y solo me falta hace los trámites para enviarlos al Museo d’art Brut de Barcelona.
Me ha resultado difícil llegar hasta aquí.
Hacer las fotos, llenar los documentos, contestar los mails que me mandaba el director, que me presionaba para que gestionara los asuntos burocráticos y yo me hacía le remolona con la disculpa de estar enferma.
Se trataba de esa incapacidad que tengo para rematar las cosas. 

El otro asunto que se ha presentado hoy conversando con María Seco, es la posibilidad de presentar mi proyecto Akelarre en Inmersiones Vitoria Gasteiz.
En el año dos mil ocho, justo antes de romperme la pierna lo terminé.
Tenía previsto exponerlo en la Galería que dirigía María Ferrer en Las Arenas pero no pudo ser.

Akelarre consta de diez cuadros redondos que representan, en plan metafísico, a algunas brujas que he conocido a lo largo de mi vida.
También hice una performance que grabé en mi estudio y la publiqué en Youtube.
Desapareció cuando me quitaron los mas de mil videos que tenía en ese canal.

Me he quedado contenta.
De momento me conformo con recordarme como pintora, ya que fueron muchos años de trabajo, en los que puse mi dedicación y empeño.















martes, 30 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS CUARENTA Y UNO







La idea de escribir un diario no fue algo repentino, como tampoco lo fue la idea de cambiar la actividad de pintar por la de escribir, a pesar de que hacía tiempo que la pintura me había decepcionado.
O tal vez fue mi incapacidad para hacerme un hueco en un mundo al que nunca pertenecí.
Todavía no sé si mi trabajo no valía o si mi fracaso fue debido a mi incapacidad comercial. 

Ahora lo que importa es mi escritura y mi acercamiento a ella.
No pretendo gran cosa. 
Me conformo con aprender a apreciar los buenos libros y aprender con ellos.
Aunque quisiera, es obvio que no tengo tiempo para cultivarme como lo hacen los escritores de verdad, leyendo a los clásicos, enriqueciendo su vocabulario y todos los demás requisitos que se necesitan para hacer literatura.
Ni siquiera sé lo que significa escribir bien.

Desde que empecé a tomar clases de Escritura con Iñigo Larroque, he dado pasos importantes.
Empecé escribiendo relatos cortos como la mayoría de los que acudíamos al taller.
No obstante pronto sentí la necesidad de tener un proyecto concreto, algo que exigiera continuidad, es decir, una novela.
Escribí dos y no me quedé demasiado satisfecha, pero me sirvieron para darme cuenta de que lo que de verdad me interesaba era un diario, en el que pudiera hablar de lo que sé sin necesidad de utilizar la imaginación, sino el conocimiento.
Así que el día diez y nueve de julio del año dos mil diez y seis comencé este diario, a través del cual aprendo a separar el grano de la paja y a poner orden en una vida vivida a toda prisa, como si me persiguiera el miedo a no aprovecharla al máximo.

Ahora no tengo prisa.
Mi planteamiento vital requiere una calma que considero necesaria para disfrutar de la vida y para pensar en las consecuencias de mis acciones. 









domingo, 28 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS CUARENTA






Me parece importante saber las definiciones de la RAE, pero más me interesan las que hacen los poetas

Ejemplo:

Definición de mirar: “dirigir la vista a un objeto”.
Definición de ver: “percibir con los ojos algo mediante la acción de la luz”.

 Lo que dice Don Ramón del Valle Inclán:

"Mirar una cosa y verla son dos temas muy distintos: no se ve algo hasta que se ha comprendido su belleza”.


La definición de Valle Inclán me obliga a detenerme y pensar en el significado, lo cual me lleva a la conclusión de que cuando dirijo la vista a un objeto, si no he percibido su belleza es que no lo he visto, por lo que tendré que seguir mirando hasta que la encuentre.






viernes, 26 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y NUEVE







Creo que Judy Chicago tiene razón al decir que lo primero y fundamental para una mujer que quiera ser libre, es desobedecer.
Desobedecer es imprescindible.
Yo tardé mucho, pero en el momento en que lo hice por primera vez, sentí algo extraordinario.

Debido a la rigurosa y estricta educación que recibí, sujeta sobre todo a las normas impuestas por la iglesia católica, se trató de no ir a misa un domingo, lo que se considera un pecado mortal.
Me quedé tan ancha, no me sentí sucia ni temerosa del infierno tan temido sino que además, ni siquiera me confesé.

Al ver la película “La esposa” en la que la protagonista, una inmensa Glenn Close interpreta a una mujer supeditada a un marido egoísta y poco generoso, experimenté algo que todavía llevo dentro por haberme dejado engañar durante tanto tiempo y haberme comportado como una niña buena, lo que ha supuesto un auto maltrato del que solo yo puedo liberarme.

Escribir mi diario va limpiando poco a poco las heridas que todavía sangran y duelen. 
Es como si pusiera Betadine y luego un apósito que voy cambiando a medida que los acontecimientos actuales de mi vida, me obligan a recordar esos momentos en los que me permití obedecer.


Dios me perdone.






martes, 23 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y OCHO







Hace muchos años mi hijo Mattin formó un duo de Punk Rock con otro músico y me pidió que inventara un nombre relacionado con Bilbao.
No tuve que pensar demasiado.
Se me ocurrió ipso facto, Bil y Bao.
No le pareció mal pero quiso hacer algo más complejo.
Decidió crear una historia sobre un nigeriano que llegó a Blbao y se llamaba Billy Bao.
Creo que fue una buena idea porque ese nombre admite cambios.
Billy Bao empezó su andadura con gran ímpetu.
Era sensacional.
Yo asistía a todos los conciertos que daban por aquí cerca, tanto en gaztetxes como en baretos de mala muerte, museos y galerías de arte.
Conocí el lumpen de Bilbao.

En el momento en que sonaba la música de Billy Bao, la tierra temblaba.
Yo notaba cómo se elevaba la vibración del lugar.

Siguieron su andadura haciendo giras nacionales y más tarde internacionales y su fama se iba extendiendo, hasta tal punto que el próximo sábado 27 de octubre, Billy Bao dará un concierto en la Empty Gallery de Hong Kong.

No voy a negar que me gustaría estar allí.
Hong Kong me cautivó cuando lo conocí.

Me llamó la atención el sentido del humor que se captaba en los detalles y además, se come muy bien.
De lo demás hablé hace tiempo y no quiero repetirme.







lunes, 22 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y SIETE







Constato sin ningún entusiasmo, que lo que a veces me hace arrepentirme de haber aceptado la amistad de algunos amigos de Facebook es el solipcismo.
Me sonaba la palabra pero no me había parado a pensar en su significado hasta que hoy, viendo el programa “La Aventura del Saber” en la 2 de TVE, han hecho una interesante entrevista a Victor Sampedro sobre su libro “Diétetica digital” en el que una de las tres reglas que recomienda a los que frecuentamos el ordenador, es no caer en el solipcismo.

Rápidamente he buscado el significado exacto de la palabra en la RAE y es así:

solipsismo
nombre masculino
Doctrina filosófica que defiende que el sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia.

Inmediatamente he comprendido de lo que se trata.
Por eso me aburro tanto e incluso casi me molesta la gente que se limita a publicar las fotos de su pareja, su barco, su coche y por supuesto toda clase de selfis en diferentes situaciones.
También me disgustan los que todo lo llevan a su territorio.
Ejemplo:
Pongamos que alguien publica unas maravillosas fotos de Bora Bora en donde ha pasado unos días de vacaciones paradisíacos y alguien, inmediatamente comenta:

Mis padres estuvieron allí viaje de novios, les encantó, lo pasaron fenomenal.

Yo tengo bastante aguante pero no ilimitado.
A la veintisieteava vez que veo a la misma persona haciendo lo mismo, le retiro mi amistad.

Hay otras personas que nunca comentan lo de los demás.
Se limitan a publicar sus cuadros o las fotos de los lugares donde están.
No interactúan.
Me cansan un poco.
Con ese tipo de gente tengo dos maneras de actuar.
O bien no hago nada porque me interesa lo que publican o llegado un momento, también les retiro de mis contactos.


Nada como tomar decisiones drásticas.





jueves, 18 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y SEIS








Son las 20:10 del jueves 18 de octubre.
Ya habrá empezado la inauguración de la exposición de Miguel Costales, artista vasco que lleva tiempo viviendo entre Tanzania y Almería y que una vez al año se acerca al molino de Aixerrota para exponer su magnífica obra, ya que aquí se la quitan de las manos.

Yo tengo bastantes cuadros, sin contar los míos, que he intercambiado con amigos artistas, sin embargo no los tengo colgados, me gustan las paredes vacías.
Hago una excepción con un gran cuadro de Miguel Costales que está en la entrada de mi casa y una escultura de una nadadora africana que cuelga del techo.
No me canso de ver la obra de Costales.
Todo lo que hace Miguel es sutil, sin pretensiones, no agrede ni cansa, se limita a existir, a dejarse contemplar.

Antes yo también exponía en Aixerrota Arte, nos veíamos y hacíamos los cambios pero yo ya no tengo ganas de ir a inauguraciones de pintura, prefiero estar en casa, tranquila, escribiendo si tengo algo que decir o leyendo, tal vez haciendo una compota de manzana biológica.
He cambiado.
Me hace gracia cuando dicen que “la gente no cambia”.
Se equivocan.
Yo he cambiado y sigo cambiando cada día.
Habría resultado imperdonable si me hubiera quedado estancada en cualquier estribo de la trayectoria de mi vida.
Ni los que fueron aparentemente buenos ni los otros, la vida no es estática, exige movimiento y en mi caso, intento poner en práctica lo que voy aprendiendo, es decir, conocerme cada día un poco más.








martes, 16 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y CINCO







¡Que barbaridad!
He visto “El reino” y he salido transpuesta.
Creo que no sabía casi ni volver a mi casa y eso que solo estaba a cinco minutos, en los cines de Artea, centro comercial que frecuento.

Al principio no me gustaba, más bien me repugnaba lo que veía y además no entendía nada aunque me resultaba familiar, ya que se trata de lo que se ve en la televisión.
Hombres feos y mal vestidos, viviendo en casas de revista de decoración.
En una de ellas he visto dos cuadros muy buenos, un Sorolla y un paisaje que me sonaba.

Me han dado ganas de marcharme, no obstante he recordado la crítica de Carlos Boyero que la pone muy bien y he decidido quedarme, de lo que me alegro porque el final es apoteósico.
Me ha impresionado.
Al llegar a casa la he comentado con mis hijos que la vieron cuando la estrenaron y me la han aclarado un poco.

Ni entiendo ni me gusta la política aunque intento interesarme, por aquello que dijo Platón:
No preocuparse por la política es de idiotas.
Cuando lo leí, hace mucho tiempo, decidí que pondría un poco de mi parte para no ser “idiota” y lo hago, especialmente a través de la radio.
Me entretienen las tertulias de la cadena Ser y de Radio Euskadi.

He tratado con políticos de casi todos los partidos, especialmente con un caballero que me pareció sensible y culto.
A medida que le fui conociendo me di cuente de que tenía dos caras, como si estuviera cortado por la mitad.
Resultaba incómodo no saber con quien estaba hablando, así que dejé de verle.










lunes, 15 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y CUATRO








Me gusta leer los artículos que publica Ramón Irigoyen en El Diario de Navarra, a los que tengo acceso a través de FaceBook.

No conozco personalmente a Ramón Irigoyen, pero hace tiempo que sé de su existencia porque teníamos una amiga en común, Emilia Martínez, artista plástica y poeta a quien cortaron una pierna, algo que superó con infinita elegancia, aunque le quitó las ganas de volver a su estudio.
Ella me habló alguna vez de Ramón Irigoyen con quien solía estar cuando el navarro visitaba Bilbao.

Intenté leer algún libro del famoso poeta y escritor pero me pareció demasiado erudito, yo no estaba familiarizada con sus amigos los clásicos.

Hace unos años me encontré con él en FaceBook y le pedí amistad, dándome a conocer como amiga de Emilia e inmediatamente me la concedió y me pidió noticias de ella.
Le impresionó lo de la pierna, lo que no es de extrañar, a mi me pasó lo mismo al volver de Los Ángeles cuando Juan Zárate me lo comunicó.
Todavía me sorprendían las cosas que a veces suceden en la vida y la cambian en un santiamén.


Pues bien, ahora me alegra encontrarme con los textos de Ramón Irigoyen, es un gran escritor, da lo mismo que hable de poesía que de fútbol, siempre embelesa.







domingo, 14 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y TRES







Los domingos a las tres de la tarde hay un programa en RNE sobre literatura, que me gusta casi tanto como las clases de escritura a las que asisto dos jueves al mes.
No solo disfruto porque hablan los poetas y los lectores empedernidos, conocedores de todos los secretos del buen hacer es ese terreno tan placentero al que no me resulta fácil acceder, sino que además, me incita a reflexionar sobre mi propia vida.

Supe que necesitaba ser dueña de mi tiempo cuando ya me había metido en berenjenales que requerían mi presencia a esa hora y a muchas más, aunque mi alma estuviera sedienta de beber de otras fuentes.
Al darme cuenta de mi propia insatisfacción, me dediqué a desembarazarme de las responsabilidades adquiridas.
No resultaba fácil.

Empezando porque además de mi familia, ya de por sí bastante exigente, me embarqué, al casarme y casi sin darme cuenta, en formar parte de otra familia que también tenía sus rituales de domingo, a los que debía acudir junto con mi marido.
Así que mi vida se había convertido en un rosario de obligaciones y personas a quienes prestar atención, a pesar de que ya había abandonado la casa de mis padres, pensando que así encontraría la anhelada libertad.
Me equivoqué.
No puedo negar que a pesar de los sinsabores que supuso mi matrimonio, hacía más lo que deseaba que cuando vivía con mis padres, pero una vez más y también sin darme cuenta, me encontré con otra familia, la mía propia, algo desconocido para mí, una responsabilidad en la que jamás me había detenido a pensar.

No quiero detenerme en esa época de mi vida.


Lo que deseo expresar en este texto, hoy que tranquilamente he podido escuchar el programa de RNE, mientras echaba una siesta tranquila en mi futón japonés y me deleitaba prestando atención a los poetas, daba gracias al cielo por haber logrado ser dueña de mi tiempo, algo que no todo el mundo alcanza. 
No ha sido un camino fácil.
Me lo he trabajado.
Así como reconozco con humildad que he cometido muchos errores en mi vida, considero que casi sin darme cuenta, a trancas y a barrancas, he conseguido hacer lo que me da la gana, para lo cual es mejor no tener demasiadas familias.








sábado, 13 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y DOS








La primera vez que estuve en Méjico me costó adaptarme al ambiente.
A pesar de que para entonces había viajado bastante, no fue suficiente como para que no me sorprendiera la cultura mejicana.
Hasta tal punto no supe comportarme, que me llamaron la atención porque me puso nerviosa ya 
que los mejicanos se toman la vida muy despacito y en aquella época, yo era joven y tenía mucha prisa.
Aprendí la lección.
A partir de ese día me tranquilicé y traté de integrarme en esa cultura especial y surrealista.
Bretón, fundador del surrealismo, no dudó en proclamar a Méjico como “el país más surrealista del mundo”.

Quedó tan deslumbrado por la artesanía local que quiso encargar una mesa a un carpintero, para lo cual dibujó una boceto con la perspectiva adecuada.

Pocos días después de haber entregado su boceto, Bretón recibió una mesa exquisitamente manufacturada y con un acabado perfecto.
La única pega era que el carpintero mejicano había seguido fielmente las medidas del boceto, sin tener en cuenta que era una mesa en perspectiva por lo que en vez de una mesa, su trabajo resultó un cuerpo amorfo, una abstracción mobiliaria.

Más tarde, Salvador Dalí estuvo en Méjico, respaldó a Bretón y advirtió que jamás regresaría a un país que era más surrealista que sus propias obras.


A pesar de que yo me considero más afín al dadaísmo, reconozco que al cabo de unos días empecé a encontrarme a gusto y al final, casi me costó tener que dejar un país que parecía que ponía patas arriba el mundo que yo conocía.








miércoles, 10 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y UNO








El diarismo actual, en el que me incluyo, poco tiene que ver con los diarios a los que se refiere Anna Caballé. 
Me refiero a lo que cuenta en su libro “Pasé la mañana escribiendo” galardonado con el premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2015, en el que hace un repaso de los diarios españoles desde el comienzo hasta nuestros días, intentando dejar constancia de la actitud provocadora que llevan consigo.

Movida por la experiencia de mi propio diario constato que gracias a internet y a las redes sociales, el término diario puede ampliarse y alcanzar tantos datos del diarista que podría convertirse en una biografía.
Insisto, hablo del proyecto en el que yo estoy inmersa.
Trabajé como pintora desde que terminé la carrera de Bellas Artes en la UPV pintando y exponiendo, hasta que en el año 2008 me rompí la pierna y al quedarme inmobilizada, me incliné por el ordenador como único utensilio de trabajo.

Así empecé a acumular el material con el que podría organizar una autobiografía en la que se vería una trayectoria de mi vida bastante completa, ya que lo primero que hice al volver de California en donde aprendí a manejar un ordenador, año 1996, fue comprarme un iMac y lo segundo ir a una academia de Las Arenas, Getxo, para aprender a hacer mi propia web.
En aquellos tiempos no había las facilidades que existen hoy, por lo que tuve que aprender a escribir con código.
Tan decidida estaba a ser yo misma quien hiciera mi web que nada podía echarme para atrás, por lo que todas las tardes las pasaba en la academia intentando resolver lo que para mí era un jeroglífico indescifrable.
No obstante, lo conseguí.
Aquella web que todavía conservo, ya es de por sí una pequeña autobiografía, no está enfocada en la venta de cuadros sino en darme a conocer.

A partir de ahí seguí tomando clases de informática en las que iba aprendiendo a darme cuenta de que el ordenador era simplemente una herramienta diferente para comunicarme, lo cual, en definitiva, era y sigue siendo, lo que de verdad me interesa.









martes, 9 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA








Tenía ganas de ver la última película del director polaco Pawel Pawlikowski ya que “Ida”, la anterior, me encantó.
Pues bien, ayer fui a los Multicines de Bilbao y vi “Cold War” que es una auténtica obra maestra.
No soy la única que lo piensa, sino que los mejores críticos elogian la película bajo todos los puntos de vista.

El cine estaba lleno y al terminar nadie se movía, parecía que nos habíamos quedado paralizados.

A través de una historia de amor entre dos personas con diferencias difíciles de subsanar, el film retrata el período de los años posteriores a la segunda guerra mundial, cuando en Polonia se ensalzaba la figura de Stalin.
Excelente fotografía y una libérrima música de jazz que sin ser mi preferida era necesaria para consolidar la trama.

Al volver a Getxo conduciendo, me vino a la cabeza la más que famosa “Casablanca”.

Pawel Pawlikowski ganó el premio al mejor director con “Cold War” en el pasado festival de Cannes.

Con el comienzo del otoño las carteleras de los cines, más en Bilbao que en Getxo, resultan muy atractivas.
Estoy segura de que ninguna película superará “Cold War” ni falta que hace.
Creo poder disfrutar del cine sin prejuicios.

Me gusta ver una buena película sentada en el sofá de mi casa mientras me tomo un té de tres años, pero la idea de meterme en una sala oscura, acompañada de otras personas que han elegido pasar dos horas de su vida viendo la misma película que yo, me complace enormemente.