martes, 4 de abril de 2017

DOSCIENTOS TREINTA Y SEIS






Me encuentro bien y he recuperado mi pierna, tras el estado de empeoramiento que me preocupaba hasta el punto de que llegué a pensar que si seguía así, la perdería.
La mejoría ha sido debida al esfuerzo tan sabio y constante de Berta Cabañas, mi profesora de Pilates y osteópata.
Aparecí con dos muletas, sin fuerza, con una pierna que no sentía nada y un dolor insoportable en la rodilla, que me obligaba a tomar analgésicos constantemente.
Llegué a despertarme por la noche llorando de dolor.

Hoy en día, ando y voy y vengo y solo si camino demasiado me duele la rodilla, ya que prefiero mantenerla como está, antes que meterme en un quirófano, cuya idea me aterra.
Mi relación con los quirófanos está marchita.

Pues bien, ayer, al llegar a la clase de Pilates, Berta me sorprendió con la noticia de que había estado todo el fin de semana en una formación de Biomecánica, aprendiendo a recuperar lesiones.
Tenía intención de aplicarme lo que había aprendido y no solo eso, sino que me había elegido para presentar mi progreso a través de fotos.
Me preguntó si estaba de acuerdo y accedí encantada, por lo que lo primero que tenía que hacer era testarme.

Haciendo caso omiso de mis vergüenzas y pudores, me quedé es ropa interior y le di mi iPhone.
Me puse de espaldas y sacó varias fotos y videos en diferentes movimientos de mi cuerpo.

Al llegar a casa y ver mi cuerpo por detrás, sentí una especie de rayo verde que me recorría la columna vertebral de amiba abajo, con un más que ligero giro en la cintura, ya que al tener la pierna derecha tres centímetros más corta que la izquierda, si estoy descalza se me descompone toda la silueta.
A eso hay que añadir los kilos que me sobran, que son muchos y la carne blanca y blanda que se me quedó después de haber estado tantos años inmovilizada y que me cuesta recuperar, aunque ahora hago ejercicio.

Creo que prestarme a este experimento es lo menos que puedo hacer por Berta y por el desarrollo de los nuevos métodos, que ayuden a la rehabilitación de personas con problemas de movilidad.

Además, a mi me viene bien dejar de estar tan pendiente de mi físico y dedicarme a asuntos más importantes.



Después fui a la clase de escritura y la última frase de mi diario doscientos treinta, en el que canto las glorias de la amistad, levantó ampollas.
Hay personas que creen que el amor de pareja es mejor que la amistad.
Yo difiero.
Eso es todo.









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