lunes, 3 de abril de 2017

DOSCIENTOS TREINTA Y CINCO







Maravilloso día el que pasé ayer en San Sebastián.
Me habían invitado a un evento en el que vería videos de Prem Rawat y me encontraría con amigos a quienes hacía tiempo no veía.
Así fue y todo resultó estupendo.
Tuve que levantarme temprano, porque empezaba a las 11:30 y hacía un tiempo infernal.
Todo el camino de ida llovió a cántaros y tuve que poner los cinco sentidos, aún así hice un buen viaje y llegué a tiempo.
Luego comimos en el Hotel Amara, que es donde tuvo lugar el programa.
Después de comer me despedí y me fui a Igueldo para sacar fotos panorámicas de la Concha y de Ondarreta.
San Sebastián es precioso, eso es innegable, pero adolece de ciertos aspectos que como ciudad cultural y turística debiera de tener.
Por ejemplo, casi todos los museos están cerrados al mediodía, que es una hora muy buena para ese tipo de visitas.
En Bilbao, el Guggenheim nos ha obligado a mantener abiertos los museos al mediodía y a tener en cuenta que la mayoría de los visitantes tienen unos horarios distintos a los de aquí.
Personalmente creo que no conozco ningún lugar donde se coma a las tres y se cene a las diez de la noche.

Ahora, lo que más me interesa de San Sebastián sin lugar a dudas, es que ya está anunciado en Tabakalera, que van a trasmitir en streaming la obra “Disonancia Social” que es lo que mi hijo Mattin presenta en documenta14, de momento en Atenas y más tarde en Kassel.
Él está entusiasmado y de paso yo también, me siento muy orgullosa.

Respecto al resto de exposiciones, tengo la sensación de que el programa actual de actividades deja clara una vocación mucho más conceptual y teórica, que artística y creativa, que requiere una formación previa de la que yo carezco.

Me siento fuera de contexto ante la obra de Ibon Aramberri por dar un ejemplo, a quien Mattin tiene en gran estima.
El verano pasado fuimos a Eibar para ver lo que expuso con mucho bombo y platillo y no sentí nada ante los restos de la fábrica de armas, que hace poco ha vuelto a exponer en Berlín en plan más ordenado.

Respecto al trabajo de Mattin, gracias a las explicaciones que él me va dando poco a poco y mi esfuerzo amoroso por entender su trabajo, por lo menos lo acepto e intento saber de qué se trata, mas reconozco que me cuesta.

Todavía recuerdo que cuando yo estudié BBAA en la primera promoción de Bilbao, la asignatura de dibujo se llamaba:

"Dibujo del natural y del antiguo"




Hice el viaje de vuelta con un tiempo espléndido y al llegar a Bilbao el sol lucía en todo su esplendor.




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