jueves, 6 de abril de 2017

DOSCIENTOS TREINTA Y OCHO







Ayer vi “Silencio”, la película de Scorsese.
Me impresionó tanto, que he tenido horribles pesadillas durante la noche.
Las críticas no la ponen bien.
Imagino que para apreciar esta película hay que conocer la religión católica y la historia de los jesuitas.
A mi me hizo pensar, recapacitar, reflexionar y dar muchas vueltas a mis propias opiniones respecto a mi relación con la religión católica, en la que fui educada tanto en mi familia como en los colegios a los que asistí.
Me revolvió y me afectó.
No voy a extenderme porque espero que con la noche que he pasado, ya he redimido mis pensamientos.

He de reconocer que me ha alterado.
Lo que me marcaron a fuego desde que nací, hasta que dejé el hogar familiar para vivir, ya casada, con mi marido, creó en mí una restricción de impronta tan profunda, que, en alguna medida me sigue afectando, a pesar de que mi maestro actual, Prem Rawat está vivo.
Él me enseña que el cielo y el infierno están aquí, ahora, lo que me despeja de toda clase de miedos y culpas.
De este asunto ya he hablado, es algo íntimo y personal, que está relacionado con la paz interior.
Eso es lo que más deseo en este mundo de ilusiones.

Siendo yo pequeña y defensora de la justicia, no podía admitir lo que me enseñaban en el colegio:

Extra Ecclesiam nulla salus, que significa: "Fuera de la Iglesia no hay salvación”

Levantaba la mano y protestaba y trataban de explicármelo pero yo no lo entendía, por lo que me quedaban ciertas dudas.

Cuando se lo preguntaba a mi madre, me contestaba:

Doctores tiene la Iglesia.

No obstante, esa respuesta no resolvía mis problemas teológicos.

Ahora ya no tengo dudas en mi mente.
Lo que Prem Rawat me enseña, contesta a todas mis preguntas.

Vivir con dudas me parece una tortura insoportable.
En cualquier terreno.
Necesito claridad en mi vida.
No quiero creer, quiero estar segura.
No quiero fe, quiero confianza plena.


Así que al despertarme, he sentido un gran alivio al saber que lo que había pasado durante la noche no era sido una pesadilla y que la luz del día ha puesto mis asuntos en orden.





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