domingo, 27 de mayo de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS TREINTA Y TRES








Puedo asegurar sin temor a equivocarme que el plástico en el océano es casi una obsesión que no consigo sacar de mi cabeza.

Hoy he visto un video de unas personas en un pueblo de Guatemala, que sin contar con las autoridades, solo con su determinación y sus propios recursos han limpiado el río.
Simplemente van recogiendo todo el plástico que arrastra.
Llevan varios años haciéndolo y cada año acumulan unos seiscientos o setecientos enormes sacos de basura.

Han recuperado el rio.
Ahora los niños pueden bañarse tranquilos.
Nadie les recompensa ni les ayuda, ellos ya saben que eso no da votos.


Una vez a la semana voy a Algorta para darme un masaje y aparco el coche en Berango, por lo que tengo que dar un pequeño paseo y veo el río Gobela en el que se pasean los patos que ha puesto el Ayuntamiento.
También cortan la hierbas de las orillas y aunque no han conseguido que resulte maravilloso, por lo menos se nota que está un poco cuidado.
No está preparado para que la gente descanse pero a veces veo grupitos de patos que, cansados de estar en el agua, se acomodan en la hierba y se les nota contentos.

Suelo ver botellas de plástico y latas de cerveza a pesar de que hay papeleras en el entorno.

Me contaron hace años, que un matrimonio de ingleses, se había instalado a vivir en Arrigunaga y cada día, invierno y verano se dedicaban a limpiar la playa que en aquella época estaba muy descuidada.


Cada vez necesito y amo más la naturaleza, tiene una importancia extraordinaria, yo creo que nos hace mejores cuando nos comunicamos con ella.






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