viernes, 11 de mayo de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS DIEZ Y SIETE








Me sonaba la palabra “catenaria” pero no sabía si se trataba de algo relacionado con las estrellas, con una religión o con alguna planta.
De lo único que estaba segura es de que no solo me gustaba esa palabra, sino que además me parecía sugerente.
Tal vez también me venga a la cabeza el tranvía o el tren, no lo sé y quise cerciorarme.
En la buena hora, porque aunque ni por un segundo la vinculé con la arquitectura, resulta que es un elemento fundamental para hacer arcos, que se mantienen impertérritos aunque se derrumbe el edificio.

También es una palabra que se aplica a los tendidos ferroviarios, pero no es ese el tema que me ocupa.

Se trata de lo siguiente:

En una línea recta se cuelga una cuerda, hilo o cable uniforme de los dos extremos y veremos que forma un arco con las medidas exactas en ambos lados.
Para formar el arco en un proceso arquitectónico, se le da la vuelta y se conseguirá un arco perfecto, que no es una parábola, palabra también que puede dar lugar a confusiones ya que en este caso se utiliza para nombrar el arco al que estamos acostumbrados, como el arco iris.

Gaudí es uno de los que ha utilizado la catenaria en muchos de sus edificios y ha jugado con ella logrando auténticas maravillas.
Gaudí era un experimentador nato y dado que la catenaria es una figura geométrica perfecta, ha sido capaz de hacer con ella toda clase de arcos creando formas mágicas que tanto embellecen sus edificios.

Entre los artistas plásticos a veces se utiliza la catenaria invertida para proyectos artísticos.

Partiendo de una catenaria se puede hacer de todo, pero yo no soy arquitecta así que lo que sí tengo intención, de ahora en adelante, es de fijarme bien en los arcos que vea en mi camino, para dilucidar si es una parábola o una catenaria.






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