jueves, 3 de mayo de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS DIEZ







Me gusta escribir por la mañana y corregir el texto por la tarde.
A veces me llaman por teléfono y a no ser que sea algo importante no lo cojo, pero hoy he tenido dos llamadas y me he sentido obligada a escuchar lo que me decían y me he dado cuanta de que se me ha pasado el tiempo casi sin enterarme.

A no ser que madrugue, las mañanas dan poco de sí y a mi no me gusta madrugar.
Intento evitarlo.
A través de internet aprendo gramática, ortografía e incluso palabras que ni siquiera en los libros que leo las encuentro.
No sé si tendré que utilizarlas en algún momento, aun así, me gustan.

Ahora está de moda palíndromo que se trata de una palabra o frase, cuyas letras están dispuestas de tal manera que resulta la misma leída de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda.
Es lo mismo que con los números a los que llamamos capicúa.

En el diccionario de la RAE ponen como ejemplo de palíndromo:

Dábale arroz a la zorra el abad.

Esa frase la sé desde que nací, pero no sabía que era un palíndromo.

Existen cantidad de palabras bonitas que voy aprendiendo, sin embargo a lo hora de escribir no consigo incluirlas en mis textos de una manera natural.

¿Para qué me sirve saber lo que es un palíndromo?

Una palabra que me encanta es Nefelibata.

Significa soñadora, una persona que no se apercibe de la realidad.

Aunque me guste, es una palabra que difícilmente podría utilizarla en uno de mis textos,
Podría decir que Pizca es nefelibata, no porque sea soñadora, sino porque vive al margen de lo que se llama realidad.
En el fondo, creo que yo también puedo ser nefelibata y más gente que conozco.


¿Crees que eres nefelibata?






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