domingo, 6 de mayo de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS TRECE






Suelo echar una ojeada a Facebook antes de ponerme a escribir y me hace ver asuntos interesantes que tengo en el recuerdo.
Hoy, por ejemplo, una persona de toda mi confianza, ha publicado un post en el que cuenta cómo, en época de ETA, la policía repartía heroína entre los chavales.

Es algo que no ha trascendido, pero los que estábamos metidos en el ajo ya lo sabíamos y manteníamos la boca cerrada, por precaución.
Era un tema peligroso.

Conocí a un narcotraficante que estaba haciendo Proyecto Hombre para evitar la cárcel, supongo que con algún enchufe o tejemaneje y me contó lo siguiente:

Le propusieron atracar un banco con la protección de la policía.
El trabajo consistía en entrar en el banco por la noche.
Encontraría la puerta abierta y lo único que tenía que hacer es entrar y coger un paquete que estaba encima de la primera mesa a la derecha.
Podía estar tranquilo, porque el banco estaba rodeado de policía y las sirenas estaban apagadas.

Mi medio amigo, cuyo nombre ya no recuerdo, salía con el paquete que contenía dinero, con el que compraría heroína y se la entregaría a la policía.

Desconozco los detalles, en aquel momento no me interesaban, pero puedo decir que era una persona de la que era difícil fiarse aunque eso que me contó, no me extrañó, porque a juzgar por todo lo que sabía y lo que había hecho, tenía que estar en la cárcel y sin embargo estaba terminando PH y cuando acabó, alquiló un pisito y vivió en libertad.

No me gustaba su estilo, preferí dejar de verle y no he vuelto a saber nada de él, me parecía peligroso.

A veces yo veía cosas raras cuando compraba caballo pero prefería no saber demasiado, para mayor seguridad.

Es un tema que me resulta desagradable, no obstante me parece razonable que salgan a la luz esos trapicheos que hacía la policía para mantener atontados a los jóvenes.

ETA odiaba las drogas y a los toxicómanos, sobre todo a los heroinómanos.
Me consta.








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