domingo, 13 de mayo de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS DIEZ Y NUEVE








Por fin, después de que mi profesora de Pilates insistiera en que me vendría bien utilizar las bolas chinas para reforzar mi suelo pélvico, me las compré en un Sex Shop de Las Arenas, que se llama Tentaciones Sexy.
Está al lado del bar El faro, antiguo y famoso Caracas, donde yo he pasado días enteros esperando a que vinieran los que vendían caballo.
Es una tienda tan discreta, que me costó encontrarla a pesar de que Berta, la profesora, me había asegurado que era el único sitio donde las vendían.

Todavía no sé si me han hecho efecto porque son de varios tamaños y las pruebo poco a poco.

Nunca había visto nada relacionado con el sexo en Getxo, es un tema que se mantiene escondido, por lo menos a mis ojos.

Jamás he visto un bar de LGTB, ni conferencias ni anuncios y a la única mujer transexual a la que he visto pasearse tranquilamente por Algorta, sola o conmigo, ha sido a mi amiga Cheta, antes llamado Jesús Ortuondo, reconocido psicólogo a quien conocí en Yoko Lenon’s, una discoteca que había en Zabálburu a donde yo iba bastante durante una temporada.

Allí le conocí, nos hicimos amigos y estuve cerca de él cuando empezó a hormonarse y a vestirse de mujer.
A las dos nos gustaban los chicos, así que nos lo pasábamos muy bien cuando salíamos juntas.

Debido a que en Bilbao le resultaba difícil encontrar trabajo a pesar de ser una persona muy preparada, se fue a Barcelona donde murió apuñalada por un marroquí.
No tengo más datos.

Solo me queda de ella el maravilloso recuerdo que me produjo su amistad.







No hay comentarios:

Publicar un comentario