miércoles, 21 de marzo de 2018

DOS MIL SETENTA Y OCHO







Tenía la intención de no hablar de enfermedades pero voy a aprovecharme de Kant y de su famoso proverbio:

“El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”.

Ante la palabra de semejante eminencia espero hacerme perdonar, porque a pesar de que había prometido no volver a hablar de enfermedades, no me queda más remedio que decir que he empezado el tratamiento para eliminar el VHC*.
Lo tengo en mi cuerpo desde hace muchos años, tal vez más de treinta pero como no me molestaba, hasta ahora no me habían invitado a hacer el tratamiento y yo estaba encantada, porque conozco a mucha gente que lo ha hecho con el Interferón que es la pastilla que daban antes, cuyos efectos secundarios eran espantosos.

Desde que empecé a tratarme con el doctor Álvarez de Mon, él estaba empeñado en que tomara la medicación para eliminar ese virus, pero Osakidetza, que es quien decide, no ha querido darme las pastillas hasta ahora.
Parece ser que esta medicina que he empezado a tomar no es tan fuerte y aunque cura, no tiene efectos secundarios, por lo menos eso es lo que cuentan.
Ya llevo cinco días con el tratamiento y me ha afectado algo.
Tengo los ojos irritados, me pican y tengo que echarme gotas constantemente para que hagan el efecto de lágrima.

No tengo ganas de trabajar ni de salir de casa, pero no estoy segura de si la causa es el frío siberiano o el susto.

Supongo que mi cuerpo tendrá que acostumbrarse y en tres meses habré eliminado ese bicho, que tanto daño es capaz de hacer si se propone dar la lata.

Mientras tanto, intentaré descansar.
Con el ordenador y con mis libros y fotos, estoy entretenida.
Cuando se tiene que hacer algo tan importante no hay que darle más vueltas, se hace y punto.
No hay escapatoria.

He hablado con el doctor Álvarez de Mon y se ha puesto muy contento.
Hasta me ha dado las gracias por haberle llamado.

En el tratamiento que él me había puesto, el Inmunoferón era fundamental, no olvidemos que él es sobre todo inmunólogo.

Los hepatólogos con quienes hablé en el hospital de Cruces, que es donde se ocupan de VHC, me dijeron que dejara de tomar Inmunoferón.
El doctor me ha dicho que no pasa nada, pero que les haga caso ya que son ellos los que llevan este tratamiento.

¡Que grande resulta sentirse tratada por un médico en el que se confía!
No me extrañaría que le dieran el premio Nobel.



*Virus de hepatitis C





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