lunes, 12 de marzo de 2018

DOS MIL SESENTA Y NUEVE







Recién llegada de Madrid, cansada y contenta, me siento ante el ordenador para asegurarme de que la vida que dejé en Bilbao hace dos días, sigue su ritmo.
Me tranquilizo.

Noto mi falta de actividad en el mundo virtual, no obstante mis compañeros de fatiga, siguen incólumes contando lo que consideran que nos puede interesar.
Esa relación que vamos creando poco a poco, con cierto temor a veces de entregarnos demasiado sin decir I love you, no vaya a ser que seamos malinterpretados, no vaya a ser que alguien piense que (y lo dejamos ahí), no vaya a ser que alguien piense que I love you signifique algo que me comprometa y se quedan flotando en la cabeza eso miedos y temores que arrastramos desde que éramos pequeños.
Prem Rawat habló mucho y bien, tendré que escuchar el video una y otra vez porque me quedaba colgada cada vez que decía algo que me llegaba al corazón y subía a la cabeza para 
poner orden, por si acaso había entendido mal, o porque me parecía que tenía que cambiar demasiado, todo me resultaba intenso.

Dijo que le había enviado un WhatsApp a su esposa y al final escribió I love you y se quedó pensando que precisamente esa frase que era la más importante, la había dejado para el final y no le gustó, decidió que lo más relevante es lo primero que se dice o escribe.

Se me quedó grabado, así que hoy, en el autobús, he cogido el móvil y he puesto un I love you en el chat que tengo con mis hijos y otro en el de sobrinos y hermanos.
Al instante ha respondido Beatriz preguntando:

¿Has visto una película americana?

No, he estado con Prem Rawat.

Y he pensado:

No, no necesito ver películas americanas para deciros que os quiero.

Más tarde Lisa ha mandado unos emoticones con corazones.
En el grupo de familia más amplia no ha habido respuesta.

¿Será porque somos vascos?









No hay comentarios:

Publicar un comentario