martes, 16 de mayo de 2017

DOSCIENTOS OCHENTA






He tenido suerte de poder dedicarme a descansar estos últimos días, ya que me quedó el cuerpo dolorido después de la caída.
Me tomo la vida con calma.
Me dedico a escribir, editar fotos, leer, ver películas y series y sobre todo descansar.
Mi padre solía decir que la cama es el mejor invento y yo estoy de acuerdo con él.
Mi padre era un hombre encantador, con quien yo mantenía una relación extraordinaria.
Me sentía muy querida por él y yo le correspondía.
Recuerdo que cuando ya estaba enfermo y era evidente que se acercaba su muerte, estábamos sentados en el cuarto de estar de su casa, solos él y yo y me dijo:

Chatita, me voy a morir.

Le miré sin decir nada y sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas.
Pensé:

¡Qué sola me vas a dejar!

Pero no dije nada.
Los dos nos quedamos callados mucho tiempo, hasta que llegó mi madre y cambiamos de conversación.

Era obvio que yo era la niña de sus ojos.
Desde pequeña me lo decían.
En su oficina tenía una foto de cuando yo era pequeña, con mis trenzas y el primer cuadro que pinté al óleo.
Estando con él yo me sentía en el cielo.
Es maravilloso sentir que una persona te quiere tanto.

Pronto murió.
Yo ya estaba separada y tenía tres hijos.
Los dos mayores y el pequeño.

Recuerdo aquella época de mi vida como sumida en una nube de cierta melancolía,
Tenía motivos para estar contenta, porque separarme fue un acierto.
Mi matrimonio no iba bien y había dejado de sentir el amor por mi marido.
Deseaba estar sola y lo conseguí.
Creo que la muerte de mi hijo Carlos me dio fuerza para tomar la decisión.
Luego nació el bebé y acaparó toda mi atención.
Era maravilloso, me ocupaba de él todo el tiempo, nunca me molestaba, ni siquiera si se despertaba en mitad de la noche con ganas de jugar conmigo.

Creo que don Ángel, el párroco de Barrika que fue quien me recomendó que lo tuviera, estuvo acertado.

Luego volví a caer en la toxicomanía una vez más .
Caía y me levantaba.

Como ahora.
Ahora me caigo al suelo y me levanto.

El secreto está en levantarse siempre.







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