lunes, 15 de mayo de 2017

DOSCIENTOS SETENTA Y NUEVE






Más de una vez tomé la decisión de dejar la pintura, aunque sabía que podría volver.
No obstante, durante un tiempo me lo tomaba en serio, regalaba el caballete, los lienzos en blanco, la paleta y los óleos, limpiaba mi estudio y cambiaba la configuración.
Lo dejaba preparado para trabajar sentada.
Solía dedicarme a hacer collages, performances, asuntos que yo consideraba menos importantes que pintar al óleo.
Recuerdo algo que me hace pensar que era definitivo, porque un primo mío a quien le gustaban mis cuadros y me compraba alguno en todas mis exposiciones, me propuso exponer en el IVAM* ya que estaba saliendo con la directora y le dije que se lo agradecía, pero que había dejado de pintar.
Me quedé tan contenta.
No es que tenga demasiados prejuicios para aprovechar una oportunidad tan interesante, sino que realmente estaba convencida de que había dejado de pintar.

Ahora sí estoy segura de que he dejado de pintar al óleo, no siento la necesidad de hacerlo.
Nada me puede apetecer menos que exponer y exponerme.

Estoy encantada de dedicarme a escribir.
Me gusta la idea de expresarme sin necesidad de herramientas.
Escribir es como hablar, solo que requiere más concentración.
Respeto la palabra en cualquier idioma y en mi lengua materna con más razón.

Me deleita el juego de las palabras.
Me hacen gracia las palabras inventadas.
Me encanta aprender el significado de palabras nuevas, aunque no creo que tenga oportunidad de utilizarlas.
Ayer, por ejemplo, aprendí el significado de la palabra epítome (resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo fundamental o más preciso de la materia tratada en ella).

Podría parecer aburrido tener que googlear cada palabra cuyo significado desconozco y sin embargo, para mi es uno de los grandes alicientes de la lectura.
Constato que los grandes escritores no solo hablan de asuntos interesante sobre los que han reflexionado, sino que cuidan todos los detalles, no hay una sola errata, se aprecia y agradece el respeto y la delicadeza con los que miman tanto la gramática, como la ortografía y los signos de puntuación.

Pizca dice que yo escribo como si fuera una fuente.





*Instituto Valenciano de Arte Moderno




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