domingo, 28 de mayo de 2017

DOSCIENTOS NOVENTA Y DOS







Domingo de recogimiento tras la fiesta de Beatriz, en la que, aunque solo estuve algo más de dos horas, tuvo la capacidad de mover tantas emociones, que ha sido como un viaje del que he vuelto con ganas de descansar, de dormir y de poner orden en mis pensamientos.
Lo mejor de todo es que sentí amor, esa clase de amor que solo se encuentra entre la familia y las personas que me conocen de toda la vida.

Recuerdo una escena de una película, en la que el protagonista vivía aislado en el campo, en lo alto de una cima, desde la que veía el camino por el que venían los escasos visitantes que se acercaban.
Aquel día, había recibido a un joven estudiante, al que había dado clase en su época de profesor y ya le había despedido.
Antes de sentarse en su mesa de trabajo y seguir con sus ocupaciones, miró por la ventana y vio un coche en dirección a su casa.

Demasiada gente para un día.

Algo parecido me pasa en cuanto me salgo de mi establecida rutina.
En lo que respecta a mis hijos, si me altero es cosa mía, porque enseguida noto que esperan de mi bastante menos de lo que yo pensaba, por lo que pronto recupero mis hábitos y ellos siguen con sus vidas, sus obligaciones, sus tablas de surf y sus iPads
No se inmutan.
Son personas mayores conscientes de sus responsabilidades.

A pesar de que intento por todos los medios no parecerme a mi madre, veo en mí programas de comportamiento establecidos, que trato de eliminar.

Ayer, en la fiesta de Beatriz, se me acercó una prima a la que hacía mucho tiempo que no veía, hija del único hermano de mi madre.
Me contó que su padre hablaba de mi madre como “la leona”.
El poderío de mi madre era sabido incluso por ella misma.
Más de una vez me contó medio riéndose, que la solicitaban en cantidad de sitios para ayudar, se refería a obras de beneficencia y que siempre terminaba mandando.

He de confesar que me conmovió profundamente, el amor que sentí hacia mí por parte de la familia del padre de mis hijos, a los que yo también quiero y que hacen que me siga sintiendo cercana a ellos.











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