jueves, 4 de mayo de 2017

DOSCIENTOS SESENTA Y SIETE







Definitivamente, mi caballo de batalla son los nervios.
Podría tomar una pastilla para mantenerlos a raya, pero no me gusta esa sensación de idiotez que me provoca la medicación, ya tomo lo que necesito para mis enfermedades e infecciones y además no quiero automedicarme, no es saludable.
Lo que más me ayuda a estar en mi sitio, es decir el momento presente, es la meditación.
Creo que meditar es la gran medicina.
Gracias a la meditación he conseguido librarme de la agresividad que recuerdo tenía hace tiempo.
Era espantoso, parecía que me llevaban los demonios.
Ahora ya la base de mi estado es tranquila, solamente me pongo nerviosa cuando tengo poco tiempo para hacer algo, si me altero por un asunto concreto o si me dejo llevar por el entusiasmo y me emociono demasiado, soy una mujer apasionada.
Los viajes también me ponen nerviosa, no consigo tomarlos con tranquilidad, siempre creo que me voy a olvidar algo importante o que voy a llegar tarde al aeropuerto.
Antes me alteraba la idea de hacer la maleta, hasta tal punto que tenía que llevar toda la ropa que tenía en el armario, era espantoso.
Me compré en Paris un saco marinero de Vuitton y metía todo, solo así me quedaba tranquila.
Ahora llevo una maleta de cabina y con dos pantalones y cuatro camisetas me voy al fin del mundo.


Tratar con la gente es difícil.
Me resulta más fácil hablar con la cajera de Eroski que con una amiga con quien mantengo conversaciones íntimas, en las que tratamos asuntos que pueden herir nuestros egos, si no tenemos mucho cuidado.
No obstante creo que es bueno decirse las verdades con amor, siempre que la intención sea pura, nos ayudamos mutuamente.


Hoy he recibido la llamada de una amiga que vive en Cádiz y a la que veo poco, pero cuando coincidimos en Barcelona solemos ir a cenar a un japonés de la calle Aribau que ella conoce y que nos encanta.
Pues bien, lo que me ha dicho me ha emocionado.
Quiere ser mi amiga hasta la muerte, pero sin interferencias, solo quiere una amistad entre ella y yo, sin terceras personas.
La verdad es que a mi tampoco me gustan los grupos.
Creo que para mantener una conversación profunda, íntima e interesante en la que se intercambien pensamientos de cierta altura, es preciso hacerlo mano a mano.

También me ha recomendado algunas series que me apetecen porque desde que vi The Fall que tanto me gustó, no he vuelto a encontrar ninguna que acaparara mi interés.







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