domingo, 7 de mayo de 2017

DOSCIENTOS SETENTA







La primavera está haciendo maravillas en mi humor.
Cada día tengo más ganas de salir y de hacer planes.
No es que haya pasado un mal invierno porque me encanta estar en casa, pero creía que me iba a pasar encerrada el resto de mi vida, convertida en una monja de clausura y de repente, se me ha cambiado el estado mental como dicen en FB.
Ayer fui con Rosita a Las Machorras, que es un lugar especial en las Merindades de Burgos.

La historia fue así:

Por un lado, Rosa sin espinas me comentó que se le había roto la televisión y que solo podía ver la Cinco por lo que no le quedaba más remedio que comprarse otra, ya que ella ve mucho cine en la Dos.
Por otro lado, mi hijo Jaime, que de momento se ha instalado en casa, se ha comprado un aparato nuevo que se puede conectar a internet.
El que tenía era bueno y plano, mas carecía de ese requisito que para él es importante.
Uní las dos cosas y al contarle a Jaime lo de Rosa, me dijo que estaría encantado de regalarle el aparato antiguo ya que le cae de maravilla.
Rosa aceptó encantada y yo me ofrecí a llevarles a Bercedo, a ella y a la televisión.
Así, de paso, podría enseñarme Las Machorras.
Grande fue mi sorpresa, cuando al recogerla en la parada del autobús en la plaza de Moyua, me dice que me va a invitar a comer en Torre Berrueza que es el mejor restorán de Espinosa de los Monteros, donde había reservado una mesa para dos.

Así lo hicimos.
Las Machorras me encantó.
Es un lugar muy especial que no tiene nada que ver con los pueblos aledaños.
Parece medieval.
Los montes son de piedra, y están plagados de cabañas de pastores.
Hay muchos rebaños de ovejas y pastan vacas de las que ya no se ven por aquí, negras con manchas blancas.
Los prados están divididos con pequeños muros de piedras superpuestas.
Es un paisaje de cuento infantil.

La comida en Torre Berrueza resultó excelente, todos los productos eran inmejorables y el servicio estupendo, sin pretensiones.
La torre data del siglo XII.


Volví a casa cansada y escuché algunos Nocturnos de Chopin que me devolvieron a mi mundo.
Un gran día.








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