martes, 31 de marzo de 2020

TRES MIL SETENTA Y CINCO









Hoy he visto una película maravillosa: "Maudie, el color de la vida" basada en hechos reales. 
Me ha encantado.
Tranquila, serena, amorosa y tierna. 
Casi sin diálogos pero todo lo que se dice tiene sentido.
Veo gran diferencia entre las películas realizadas por mujeres, tienen algo especial que jamás se puede encontrar en las filmadas por hombres.
Yo soy feminista en el sentido de que considero imprescindible que tengamos los mismos derechos pero es un hecho innegable que somos muy diferentes. 
En esta magnífica película de la directora irlandesa Aisling Walsh se ve con delicadeza cómo dos personas aparentemente muy diferentes pueden llegar a quererse y entenderse como solo los enamorados lo consiguen.
Me gusta sentirme identificada con los caracteres de las películas.
La protagonista de Maudie no solo es coja como yo sino que además pinta con una vocación extraordinaria y consigue la fama y el éxito sin salir de su casa. 

Cada vez me interesan más la obra de las mujeres. 
Es lamentable que hayamos estado tan reducidas al papel de esposas y madres que llevamos siglos de retraso y ahora, aunque parece que empezamos a ocupar puestos de responsabilidad, es tan opuesto nuestro modo de organizar la vida que tardará un tiempo en llegar ese momento esperado en el que seamos las mujeres las que organicemos el mundo.








lunes, 30 de marzo de 2020

TRES MIL SETENTA Y CUATRO










Hoy no voy a hablar de la película que he visto porque me ha resultado muy dura y lo único que quiero es agradecer que  estoy viva y que a pesar de lo extraño de la situación en la que todos nos encontramos, tanto mis hijos como el resto de la familia y yo misma, estamos muy bien.
No puedo quejarme.
Mi situación es privilegiada.

Tengo que aprender a ser consciente las veinticuatro horas del día.
Agradecer, eso es lo único que tengo que hacer.


Una vez más, como tantas en mi vida, he metido la pata.
Había contado algo en relación con Beatriz y de repente ha entrado en mi estudio como una locomotora con Covid19 y me ha echado una bronca terrible por haber escrito algo en mi diario, ya que parece ser que Silvia me sigue, así que no me ha quedado más remedio que eliminar esa parte del texto y explicar lo que ha sucedido porque algunas personas habían puesto comentarios a los que yo había contestado... en fin, no tiene gran importancia, es lo malo de hablar de los demás.
Cuando solo hablo de mí, nadie me riñe.






















domingo, 29 de marzo de 2020

TRES MIL SETENTA Y TRES











Hoy he visto una película maravillosa con la que me he sentido identificada en alguna medida.
Se llama "Seraphine" es francesa y está basada en la historia de una pintora que se vuelve loca a causa del éxito, entre otros asuntos de tipo religioso.
Me ha dado envidia porque pintaba mucho mejor que yo.
Durante una temporada que tuve galería en Madrid, exponía allí con gran éxito de venta, ganaba mucho dinero, me invitaban a todas partes y conocí a mucha gente, hasta tal punto que me puse nerviosa y una mañana me desperté con la sensación de que me iba a volver loca con tanto estrés, así que tomé la decisión de volver a mi casa de Getxo sin decir nada a nadie, llamé a Barajas, reservé un billete, hice la maleta y aparecí en mi casa, dejando todo colgado.
Le llamé a Beatriz que a la sazón trabajaba en Madrid y le pedí por favor que recogiera mis cuadros y los empaquetara como pudiera, porque Seur es muy exigente con lo que transporta.
Así lo hizo y yo me tranquilicé.
Fue horroroso, me sentí al borde de la locura solo por tener un poco de éxito y de dinero.
Desde entonces no hice nada importante, me relajé, seguí pintando pero sin pretensiones, casi no movía mis cuadros, entré en una dinámica tranquila en la que cambió mi comportamiento tanto como mis ambiciones.
Mis prioridades estaban enfocadas en mi paz interior.
Me fui a Los Ángeles para hacer voluntariado y aunque allí también tuve un marchante e hice algunas exposiciones, no les di demasiada importancia.
Por diferentes motivos ahora solo me dedico a escribir.
No echo de menos la pintura, en la escritura me siento cómoda, además en la última clase de escritura  a la que acudí estando ya en plena quimioterapia, Iñigo Larroque, el profesor, me dijo que tenía voz propia.
Yo ya lo sabía, me siento mucho más segura escribiendo que pintando.
No aspiro a nada excepto a disfrutar, jamás seré una gran escritora, no tengo la preparación académica adecuada, me considero una artista que escribe.
Para mí, escribir es como dar pinceladas.

Tomé unas clases con Juan Bas, escritor bilbaíno de cierto renombre, muy académico, que nada más leer mi primer texto me preguntó por qué no utilizaba todos los signos ortográficos y le contesté:

Porque soy así (sic)

Se calló.
Nadie dijo nada.
Justo en ese momento tuve que salir para ir al cuarto de baño y cuando volví ya estaban hablando de otra cosa, pero Irune Fernández que asistía a la misma clase, me contó más tarde que mientras yo no estaba le hizo una pregunta al alumno que había escrito el texto que había leído y le advirtió:

No contestes lo mismo que Blanca.













sábado, 28 de marzo de 2020

TRES MIL SETENTA Y DOS









A veces me gustaría no ser tan selectiva y apreciar la películas que son buenas de verdad, pero tengo claro que hay algo en mí que rechaza ciertos temas y por más que me empeñe, no consigo pasar un buen rato sino todo lo contrario.
Hace tiempo, cuando se estrenó con gran éxito de público y crítica, fui a ver "El pianista" y me salí del cine, pero me quedé con ese recuerdo de no entender por qué no pude soportar una película de Polanski cuya obra me encanta.
Así que hoy he hecho el esfuerzo de verla entera y he pasado una tarde horrorosa.
¿Por qué me empeño en ver historias que se refieren al holocausto si ya sé por experiencia que no solo las detesto, sino que me alteran y me bajan el ánimo?
Me conozco lo suficiente como para saber que hay ciertas obras de arte con las que no me identifico.
No solo me pasa con el cine, también con la pintura, la música, las series...
Por ejemplo, me da vergüenza decir que no me gusta Picasso, le respeto pero me aburro ante el Guernica.
Detesto el jazz, no lo puedo soportar.
Ni siquiera Miles Davis.
Me encuentro mejor en una iglesia románica que en la catedral de Burgos.
Comprendo que soy insoportable, por eso prefiero estar sola, así no tengo que dar explicaciones a nadie.
Tengo mis razones.
Intenté ver Juego de Tronos pero era imposible.
Comprendo que está muy bien hecha pero no me interesan nada los temas que trata y el modo en que lo hace.
Esta última temporada he estado a gusto con las películas musicales, pero hoy, por ejemplo, Mattin me ha preguntado a ver si he visto "El Hoyo" que tiene buena crítica, pero solo por el tema me aterra la idea de verla.
Eso me pasa con millones de libros también.
Cuando me trataba la doctora Verdugo me explicó que hay personas que venimos ya configuras en plan selectivo y no tenemos remedio.
Somos así.








viernes, 27 de marzo de 2020

TRES MIL SETENTA Y UNO










Me pregunta una amiga a ver qué hago lo cual hace que yo me responda a la pregunta para poder contestarla y es sencilla: ver películas.
No solo paso el tiempo viendo películas sino que todavía más tiempo del que empleo en verlas, lo utilizo en la búsqueda e indagación.
No solo me interesa que sean buenas y entretenidas sino también que sean especiales.
Me encantan los descubrimientos.
La que he visto hoy es muy especial, encantadora y jamás me habría fijado en ella si no tuviera tanto tiempo para hacerlo.
Es griega y se llama "Los tomates escuchan a Wagner".
A veces los nombres me desvían del interés primordial y me sorprenden con algo que no esperaba.
Debido a que ahora estoy en el tema de la música ya llevo dos días dejándome llevar a territorios en los que lo único que tenían de lo que yo buscaba era el nombre, pero no me importa.
Así también se aprende.
Ayer vi "Aimez vous Brahms" que es el título de una novela de Françoise Sagan.
La han traducido como "No me digas adiós".
La había visto en París hace muchos años y no me acordaba de nada excepto de que los actores me encantan, Yves Montand, Ingrid Bergman y Anthony Perkins.
A pesar de que todo lo francés me chifla y de que París me parece el cielo, me aburrí bastante, no tiene gracia, nunca me ha gustado Sagan, no sé por qué tiene tanta fama.
La verdad es que a pesar de mi interés por la cultura francesa, el rollo que se traen dándole tanta importancia a que las mujeres tienen que tener pareja, me resulta pesado y repetitivo.
No voy a negar que resulte agradable ser mujer en Francia porque los hombres se vuelven locos pero de ahí a que te tengan que buscar pareja si te ven sola resulta excesivo.
La última vez que estuve en París fue hace unos cuantos años, solo fui para ver una Expo Dadá que me encantó y para mí era imprescindible, porque yo me considero Dadá.
Pues bien, el de la recepción del hotel en donde me hospedaba, Rue du Dragón que era de esos hoteles familiares con encanto, me dijo que la próxima vez que fuera no iba a permitir que estuviera sola.
Con la iglesia hemos topado amigo Sancho.
Ni siquiera le dije a mi íntima amiga Babet Morlay que iba a París.
Necesitaba estar sola.
Ella lo hubiera entendido a pesar de vivir en París, porque es de La Rochelle y me conoce bien.









jueves, 26 de marzo de 2020

TRES MIL SETENTA










Hay un tema que no deseo tocar a no ser que sea imprescindible, se trata del Covid/19.
Lo peor para mí es ponerme nerviosa y tener miedo.
Ya sé que soy una persona de alto riesgo no solo por mi edad, setenta y cuatro años, sino también porque tengo las defensas bajas, aunque ya llevo un mes sin quimioterapia y tomo vitaminas, se supone que me tengo que cuidar más que los demás.
Beatriz, Jaime y yo hacemos todo lo que recomiendan.
De momento yo me encuentro bien y estoy tranquila y contenta.
Espero y deseo que todo pase pronto y no nos cause grandes problemas, porque cuando me entero de lo que pasa en otras familias, me altero.
Mi vida es agradable.
No me quejo.
Como bien, duermo bien y tengo entretenimiento asegurado con lo que me ofrece internet, con el libro "Escúchate" y comunicándome por Wasap.
Estoy conectada con los miembros de mi familia y parece que todos están bien.
Dos sobrinos tienen síntomas pero son jóvenes y se van recuperando poco a poco.
También tengo una amiga que tiene síntomas y está en su casa cuidándose.
Poco más puedo decir.
Siento agradecimiento por estar viva, tener un techo y a mis hijos que me cuidan estupendamente.











miércoles, 25 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y NUEVE










Hoy he visto el peliculón de mi vida.
Ya sé que es mucho decir pero me ha encantado.
Se llama: ¨Cuatro minutos¨ y está en Filmin
Me atrevo a contarlo porque hasta la crítica la ha equiparado con "La vida de los otros" que es una de las mejores películas que he visto en toda mi existencia cinematográfica.
A pesar de estar suscrita a varios canales y de dedicar tiempo al estudio y la investigación de lo que voy a visionar, no siempre acierto y tampoco es que haya maravillas.
De hecho, a veces me conformo con entretenerme, pero lo de hoy ha sido algo grande desde todos los puntos de vista.
Me gusta el cine alemán, así como su literatura, su filosofía y más temas que voy descubriendo poco a poco.
Me gusta Hesse, Goethe, Thomas Mann, Fassbinder, Einstein...
Además, a pesar de no hablar su idioma, me he sentido a gusto cada vez que he pisado suelo alemán.
Cuando hice mi obra "Heridas" la expuse en Berlín, en la galería Loulou Lasard.
La directora de la galería organizó una instalación: Wundem und Installationen, todavía quedan tarjetas de la inauguración entre mis trastos.
Expuse mis Heridas en varios sitios.
A veces me acuerdo de que Oteiza decía que cuando se muriera le gustaría que su cuerpo estuviera gastado porque eso significaría que había aprovechado la vida.
Yo no sé si podré decir lo mismo pero no me queda más remedio que admitir que tengo cicatrices en todo el cuerpo, tanto por fuera como por dentro, desde la cabeza hasta el dedo gordo del pie.
Y sí tengo la sensación de que estoy disfrutando de la vida.











martes, 24 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y OCHO









Todos estos días de confinamiento son un auténtico regalo para mí .
Agradezco cada minuto de mi existencia y de la oportunidad de profundizar en mi interior y poner orden en asuntos pendientes a los que hasta ahora no he dedicado la atención que requerían.
Las películas que veo relacionadas con la música me obligan a pensar en la vocación que yo tuve para dedicarme a la pintura.
Desde muy pequeña supe que quería ser pintora, nunca lo puse en duda.
Recuerdo que a los trece años le pedí a mi padre como regalo de cumpleaños un libro de esos gordos y muy caros sobre Velázquez.
También me acuerdo de que enfrente de un cuadro de esos espantosos que reproducían en los calendarios, tuve el pensamiento de que sería pintora aunque fuera mala.
Hice todo lo que estuvo en mi mano para aprender a pintar con los mejores profesores, primero en Madrid, en donde estuve tres años interna en Santa Isabel y luego en Bilbao con Iñaki García Ergúin que me enseñó la técnica de El Greco, sin escatimar nada de todo lo que él sabía que era mucho, aprendido de Solís.
La suerte se puso de mi lado cuando abrieron la Escuela de Bellas Artes en el museo Arqueológico de la plaza Unamuno de Bilbao.
A partir de entonces dediqué mi atención a la pintura, dentro de las posibilidades que mis obligaciones me lo permitían, con un entusiasmo y una pasión que se fueron debilitando a medida que no encontré el éxito que esperaba, por lo que mucho más tarde, cuando me rompí la pierna por tercera vez y ya no pude pintar de pie, dejé el pincel, lo cambié por la tecla del ordenador y me dediqué a escribir, que es a lo que me dedico ahora.








lunes, 23 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y SIETE











He pasado una tarde estupenda viendo El concierto. 
Es un auténtico disparate pero me ha distraído y entretenido.
Entre la música y el cine, se me pasan las horas sin acordarme del motivo que me tiene retenida en casa.
He recordado que cuando era una chica joven y vivía en casa de mis padres, al lado de mi habitación había un cuarto de estar al que llamábamos gabinete en el que había un piano que tocaban mi padre y mi hermano Gabriel y también un tocadiscos en el que mi hermano Fernando ponía música de Tchaikovsky y me decía que le gustaría morirse escuchando la Sinfonía nº 5, en mi menor, op. 64, creo.
A lo mejor me hablaba de otro concierto pero de lo que estoy segura es de que hablaba de Tchaikovsky que se me metió en mi alma y todavía sigue escondido en algún lugar recóndito.
La música clásica me encanta y me da mucha paz.
Recuerdo que durante una temporada en la que salía mucho por la noche, en vez de ir a los bares convencionales en donde ponían música pop o rock, yo iba a una taberna de Sestao que se llamaba William Blake, El matrimonio entre el cielo y el infierno, donde solo ponían música clásica y me di cuanta de que dormía mucho mejor y por las mañanas me encontraba más descansada.
En aquella taberna me enamoré de Bach que era más difícil que lo que yo había escuchado de joven, no obstante Los conciertos de Brandenburgo me fascinaron y aprendía que me alegraran la vida.

















domingo, 22 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y SIETE










Deseaba seguir con las voces blancas pero no he encontrado nada, así que he recordado a los castrati* que tanto me impresionaron cuando me enteré de su existencia.
Me he pasado la mitad de la tarde viendo Farinelli.
A pesar de que como película no es gran cosa y se hace larga, por lo menos he tenido acceso a una banda sonora inmejorable, resultado de mezclar la voz de la soprano Ewa Malas-Godlewska, y el contratenor Derek Lee Ragin, grabadas por separado y luego mezcladas digitalmente.
Cuando me meto en un tema que me interesa, intento profundizar.
En el caso de la cinematografía me aficioné a ver toda la obra de un director en el museo de Bellas Artes de Bilbao, hace muchos años, ya que dedicaban tres días a la semana, creo recordar, a ese tema, en el que no había coloquio como antaño, sino que cada uno lo estudiaba a su manera. 
Fue así como conocí a Fassbinder, Godard y los directores de culto de los que tanto había disfrutado en su día.
Ahora todo ha cambiado, tengo la oportunidad de ver las películas en mi propia casa, leer las críticas de los profesionales y de los aficionados que son las que más me interesan y conseguir así, una idea personal.




*Los castrati, “castrato” en singular (proveniente del italiano, que significa castrado), eran niños cantores sometidos a la operación de castración (en la que se eliminan los testículos para no producir hormonas sexuales masculinas) para conseguir que estos conservaran su voz aguda a la hora de entonar melodías.









sábado, 21 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y SEIS












He visto una película muy bonita pero no soy capaz de recomendarla porque tal vez no todo el mundo sienta la misma debilidad que yo por las voces blancas*.
Gracias a una tía monja de las Mercenarias Misioneras de Bérriz, tuve la oportunidad de asistir a un concierto de voces blancas con el que me encontré sin buscarlo en el convento donde viven las monjas, en pleno monte, un día que caí allí para visitar a la tía Pepín, hermana de mi padre.
Me emocioné de tal manera que desde entonces, no pierdo la oportunidad de escuchar un buen coro de voces blancas.
La película que me ha deleitado hoy sábado por la mañana, se llama El coro.
La vi en su día y me impresionó tanto como hoy a pesar de que el argumento no tiene interés, son los voces blancas las que me tocan el corazón.
Habiendo recordado algo que tanto me alegra, he buscado alguna película que trate el mismo tema y he encontrado Les choristes, que seguro me va a gustar más todavía.
Además es francesa y como ya lo he mencionado en otras ocasiones, la cultura francesa me encanta, así que tengo entretenimiento asegurado.
Todas las películas basadas en buena música me chiflan ¿por qué no harán más?
La última que recuerdo, que no solo me encantó sino que además me hizo llegar hasta el llanto contenido fue Bohemian Rhapsody, sobre la vida de Freedie Mercury y el grupo Queen.




*
Se denomina voz blanca o voz infantil a la voz musical de los niños y niñas antes de su pubertad. Una laringe infantil es más corta que la de una mujer, y mucho más que la de un varón, por lo que las voces blancas son muy agudas.





viernes, 20 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y CINCO









A medida que pasan los días me voy acostumbrando a la nueva situación si es que existe esa posibilidad, no quisiera que así fuera pero ciertos actos se convierten en rutinas y a pesar de que cada día es diferente, hay una tendencia en el ser humano de hacer conocido lo desconocido incluso cuando eso es imposible.
Constato que cada persona se organiza de la mejor manera posible.
En mi caso he decidido ponerme en contacto con mi familia, sobre todo con mis hermanos ya que parece que estamos tan seguros de que todos estamos bien, que podemos estar siglos sin hablarnos.
Éramos siete hermanos y ya solo quedamos cuatro, tres chicos y yo.
Puedo asegurar sin temor a equivocarme que el dolor por la pérdida de un hermano es muy fuerte.
Difícil de superar.
Así que, debido a que yo ya me encuentro bien y no tengo ninguna disculpa para tumbarme a la bartola, he decidido entablar pequeñas conversaciones con todos.
Parece que responden bien lo cual me complace y además me entretiene.
De paso también platico con sobrinos, amigos y la gente que me voy encontrando en el Wasap.
Ha sido muy buena idea.










jueves, 19 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y CUATRO










Me impresiona la cantidad de gente que ha caído por no obedecer.
Y me alegro de que nosotros estemos haciendo todo como se debe y al decir "nosotros" me refiero a los que estamos confinados en esta casa, porque en relación a otros países parece que los más tontos somos los europeos.
Hasta ahora no me había enterado de la cantidad de gente que conozco que se ha contagiado, tiene síntomas, está ingresada o en cuarentena.
Cuesta mucho hacer bien las cosas pero merece la pena.
Me cuenta Manuel Vicente, amigo venezolano que vive en Caracas que allí todo va muy bien, en vez de subir los pocos caso de contagio que había, van bajando.
En el canal ruso de la televisión han dicho que Italia ha solicitado ayuda a Venezuela y a China.
En Venezuela están haciendo muy bien las cosas.
Prescindiendo de la política, el presidente Maduro ha tenido un comportamiento insigne, desde el punto de vista humano.
Les tiene informados y ya tienen toda la medicación cubana para tratar en Covid19, el Interferón Alfa B2, y todos los kits para hacer los tests, pero muy poca gente está contagiada.
Me ha impresionado lo que me ha contado Manuel Vicente porque otras veces cuando me habla de Venezuela me cuenta cosas que parecen de circo, por ejemplo en la poca importancia que dan a conducir borrachos o cosas por el estilo.
En cambio ya conozco a tres personas que se han quedada encerradas en Bogotá y lo tienen muy difícil para salir hasta mayo, por lo menos de momento.
Tengo una amiga que está en Tánger y no lo tiene fácil para volver a la península.
Me alegro de estar tranquila en mi casa y ver lo bien que lo están llevando Beatriz y Jaime.
Cuando hablé con Mattin ayer, que se supone que es el más consciente de todos, sobre todo por Lisa que desde el principio se puso muy seria con el asunto y muy crítica con Suecia, me contó que habían salido a dar un paseo por el canal y que había mucha gente haciendo picnic y sitio abiertos.
Parece ser que los berlineses son muy hedonistas.
No sé si eso es serio...










miércoles, 18 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y TRES










Hoy es el primer día que tengo la sensación de vivir con la alegría que me caracteriza.
Creo que he estado demasiado asustada.
Me cuesta no saber a qué atenerme y la situación en la que me encuentro, el covid19 y el confinamiento me han pillado de sorpresa, a pesar de tener experiencia de aislamiento.
Mi principal defecto y posiblemente el padre y la madre de todos los demás, es la precipitación.
Casi todas las cosas indeseables que me han sucedido en la vida han sido debidas a lanzarme al vacío como si supiera a donde me dirigía.
Durante los meses que he publicado el diario cada día contando cómo me sentía y leyendo los comentarios que me hacían, me he animado mucho y he comprendido que dejarse ayudar por la gente es una maravilla.
De todos he sacado algo positivo.
Lo más importante me lo dijo Sofía Rotaeche que ha estado al pie del cañón, no se ha permitido vacaciones, ha estado ahí en los momentos más oscuros y sobre todo dio en el clavo cuando me sugirió que tachara la palabra prisa de mi diccionario.
Así lo hice, me costó bastante, reconozco que pensé que no iba a ser posible, no obstante lo intenté y como no me quedaba más remedio porque la rodilla me dolía muchísimo, tenía que andar despacio y hacer todo a cámara lenta.
Sentía verdadero pánico, el miedo a caerme me ayudaba porque me dijo mi hematólogo que en mi caso una caída podía ser mortal.
Incluso aunque no fuera grave, me aterraba la idea de otro ingreso o romperme la pierna, así que he conseguido pasar a una fase en la que voy despacio por la vida y cada día disfruto más.
Es como si hiciera las cosas estando parada.
Hoy me he puesto una cataplasma de arcilla verde en la rodilla y me ha sentado muy bien, tendré que repetir.
Solo quiero agradecer a Sofía el bien que me sigue haciendo su sabiduría pisciana y a todos los que estáis ahí ayudándome a no perder la esperanza.




















TRES MIL SESENTA Y TRES


martes, 17 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y DOS









Me convendría aprender a ser humilde.
Por más que lo intento no lo consigo.
Sin ir más lejos, hoy por la mañana me he pegado un susto morrocotudo al darme cuenta de que me estaba aburriendo, de que la situación en la que vivo me sobrepasaba, que ya no podía más.
Veía a Beatriz y Jaime tan contentos, se organizan, no se quejan, lo mismo montan un Putting Green que una mesa de Ping Pong, que Beatriz organiza una House Party, que deciden comprar patatas para hacer una tortilla...
No les falta imaginación ni buen humor.
En cambio yo, que podría saber, por propia experiencia lo que significa el aislamiento, de repente me siento como vacía, como que no se me ocurre nada apetecible para ocupar mi tiempo.
Gracias a que no me faltan recursos, de repente me he acordado de que tengo técnicas que no fallan, a las que he acudido rauda y veloz y como de costumbre he vuelto a mi centro y he recuperado mi mismidad que es lo que me pone bien.
Por la tarde he vuelto a mis rutinas y todo ha ido sobre ruedas.
No me quiero imaginar lo que sucederá mañana, poco a poco me voy acostumbrando a vivir en el presente, es como una línea recta que sigue su curso perfecto.

Una vez recordé mi mantra:

Mi vida es una línea recta escrita con la palabra Gracias.
















lunes, 16 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y UNO









No sé si la situación me ha atontado pero la verdad es que mi cabeza no funciona a pleno rendimiento.
Por un lado me noto poco activa lo cual entra dentro de la posible dado el momento en el que me encuentro, pero al mismo tiempo no me veo despierta.
De momento me han retrasado la cita que tenía mañana en el hospital a las 09:00 para hacerme el aspirado de médula y tengo que ir el 23 de abril a las 08:45.
Bien, un mes de vacaciones.
Es normal, todo se retrasa.
Mientras tanto la bolsa baja.
Beatriz me dice que no la mira porque se deprime.
Yo no sé qué pensar ni qué hacer en estos casos.
Me limito a confiar, vivo en el momento y recuerdo lo que decía Confucio.

Si pierdes tu dinero no has perdido nada.
Si pierdes tu salud has pedido algo.
Si pierdes tu paz interior has perdido todo.

Estoy de acuerdo con Confucio por lo que sigo conectada con mi paz interior y me quedo tan tranquila contemplando el infinito desde el ahora.

Me cuenta Manuel Vicente, mi amigo venezolano que allí han solucionado el problema del coronavirus con Interferón Alfa 2B que es el remedio cubano que usaron los chinos y les va muy bien.












domingo, 15 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA









Estaba tan tranquila intentando ver las noticias para saber un poco más sobre el coronavirus, cuando de repente han entrado Jaime y Beatriz y me han dicho que tenían que comunicarme algo realmente serio.
Se trataba de lo siguiente:
Han decidido que por mi seguridad, tengo que decirle a Norma, la chica boliviana que hace todo lo de las casa que yo no puedo hacer, es decir, cocinar, limpiar, camas y esas cosas tan importantes, que no venga hasta nueva orden, por mi seguridad.
Debido a que en principio había quedado con mi sobrino Carlos Basterra para que me lleve a Cruces el martes si mañana me confirman que tengo que ir, también debo decirle que no cuente conmigo, me llevarán ellos y serán ellos quienes cocinen durante estos días, ya que no tienen intención de salir de casa.
Hasta ayer yo era la única que no salía de casa y ellos salían desde la mañana, no solo para hacer deporte, trabajar y hacer la compra, sino para verse con sus amigos, creo.
Jaime me decía que ellos están muy fuertes y que la única que corre peligro soy yo.
Resumiendo, que de hoy en adelante dependo de que Jaime y Beatriz cocinen para mí y me atiendan.
No me ha quedado más remedio que aceptar la propuesta aunque me consta que no va a resultar fácil para ellos porque no están acostumbrados a ser amos de casa y por otro lado a mi me gusta que todo esté limpio y ordenado.
Mi condición actual no me permite estar de pie pero confío en que serán capaces de mantener al día la casa y a su madre.
El problema es que tener que andar con muletas me impide llevar cosas de un lado a otro por lo que soy muy poco autónoma.
Al principio me he quedado un poco sorprendida porque hasta ahora les he notado muy poco preocupados pero parece que esta vez están muy concienciados de que no les queda más remedio que asumir la responsabilidad.
Ahora me encuentro muy bien y no tengo ningún motivo para quejarme.
Me conviene comer bien para reponerme y recuperar las fuerzas para que ningún virus se atreva a meterse en mi cuerpo.









sábado, 14 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y NUEVE










Yo no quiero juzgar a nadie, no es mi propósito, lo cual no significa que no me conste que debido a mi edad, tengo que cuidarme de una manera especial, eso es lo que dicen y yo me lo creo y de hecho me cuido muy mucho de que mis hijos no se acerquen a mí.
Vivimos juntos pero nuestras circunstancias son diferentes.
Hasta hace dos semanas yo acudía cada día al hospital de día para que me pusieran la quimioterapia y se suponía que mis defensas estaban bajas por lo que ya, desde entonces, sabía que debía poner distancia con la gente y evitar las visitas en casa, que me dieran besos e incluso no acercarme a mis hijos.
Estaba vacunada contra la gripe común, lo cual me tranquilizaba bastante.
Mattin es muy consciente del asunto ya que Lisa es sueca y en Suecia están muy avanzados en casi todos los terrenos, sobre todo en lo referente a tomarse en serio lo que decide el gobierno aunque parece que en China no les parece que estén haciendo lo correcto.
No olvidemos que ya en el año 1977 estaban considerado un crimen dar una bofetada a un niño.
Me tranquilizaba mucho saber que mi nieta vivía en un pais en el que se respeta a las personas  indefensas.
Hoy hace un día espléndido, he estado en la terraza intentando mantener las plantas que han sobrevivido a un invierno en el que no he podido ni siquiera mirarlas.
Por otro lado, tenía intención de trabajar en el iMac pero no está conectado a internet.
Tengo un servicio que se ocupa de que nunca falle y estoy esperando a que vengan a arreglarlo.
Solo puedo vivir en el momento, mi familia está bien, por lo menos eso me cuentan.
Insisto en que debido a la edad los únicos que realmente debemos preocuparnos somos los mayores, mis hermanos, sus mujeres y yo, aunque las últimas noticias dicen que a partir de cincuenta años ya corremos peligro.
No saliendo de casa me siento segura.
Jaime y Beatriz son conscientes de la situación que vivimos en nuestra casa y toman precauciones, confió en ellos.









viernes, 13 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y OCHO










Algo raro me está pasando.
La venta del cuadro que me compraron ayer era un timo.
Menos mal que Jaime se dio cuenta porque yo ya empezaba a ponerme nerviosa por las cosas tan raras que me proponían, así que cuando comprendí lo que era me tranquilicé y decidí apartarme del asunto y no permitir que me tomaran el pelo.
Pero tuve la mala suerte de que algo ya se había fastidiado y todos los cuadros que había subido habían desaparecido.
Decidí no seguir indagando, retirarme y pensar en que mañana será otro día y podré empezar de nuevo.
Me puse a ver Contagio, la famosa película sobre un virus parecido al coronavirus que me entretuvo bastante o por lo menos me distrajo.
Jude Law estaba muy feo, casi resultaba desagradable.
Hoy me he levantado en un estado diferente al habitual.
Como si no supiera lo que quiero, excepto quedarme en casa que es lo que recomiendan los que se toman en serio la vida.
Pero no tengo ganas de trabajar.
Me apetece poner la tele y enterarme de lo que pasa con el coronavirus en otras ciudades.
Ya tendré tiempo de volver a Wallapop y dejarme asesorar por el soporte técnico y si no, tendré que convencer a Jaime para que me ayude.










jueves, 12 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y SIETE










A veces me exalto de tal manera que parece que subo a la luna y bajo y vuelvo otra vez y me lo creo y no es una buena idea.
Ayer decidí montar una StattApp en Wallapop para vender mi pinacoteca, en la que entran tanto mis cuadros y dibujos como los tesoros que tengo de otros artistas.
Antes casi de que la publicara se vendió un collage de Emilia Martínez que tenía en el trastero.
Me entusiasmé y me creí que todo el monte era orégano y me pareció que todo era fácil y que poco a poco iba a salir todo lo que tengo excepto algunos de los que de momento no quiero desprenderme.
Por ejemplo, tengo un cuadro grande, precioso, de Alejandra Icaza por el que me dijo que podía pedir 12000 euros que es el precio actual en el que ella vende los cuadros de ese tamaño.
Sería estupendo porque con esa venta se me quitaría el complejo de ruina que me ha entrado pero es un cuadro que me acompaña desde hace tiempo y no quisiera desprenderme de semejante joya.
La mayoría de los cuadros, fotos y dibujos que tengo son piezas muy especiales.
No han sido comprados en una galería de arte sino que he hecho intercambio con amigos artistas, por lo que todos tienen algo especial que los hace únicos y personales.
Hoy me he levantado y lo primero que he hecho ha sido ir al trastero para ver en qué condiciones estaban guardados los cuadros y me he llevado una alegre sorpresa porque estaban muy ordenados y en buen estado.
La última vez que estuve en el trastero fui con Jose Ignacio, amigo carpintero que me ayuda en el difícil manejo de cuadros y exposiciones y nos encontramos algunos bastidores con polilla por lo que no quedó más remedio que tirar los bastidores a la basura y enrollar las telas que están un poco craqueladas.
No quiero preocuparme sino todo lo contrario.
Mi proyecto es ir haciendo un poco cada día, sin ponerme nerviosa, sin expectativas.
Tengo que aprender.
Por otro lado he comentado el asunto con Begoña Aranguren que es escritora y ha ganado mucho dinero con su trabajo y me ha propuesto que nos hagamos socias.
Yo no sé como funcionan las sociedades y no soy una buena comercial, más bien lo contrario pero ella sí que sabe, así que tal vez entre las dos podamos hacer algo interesante.

















miércoles, 11 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y SEIS










Estoy tan contenta por encontrarme bien de salud que a la parte financiera casi no le hago caso, prefiero reírme porque es evidente que estoy arruinada y si la bolsa sigue bajando no sé a donde llegará.
Me han mantenido toda la vida y en las pocas ocasiones en las que he ganado dinero vendiendo mis cuadros, es decir con mi propio trabajo, me lo gastaba alegremente porque sabía que tenía cubiertas las espaldas.
Ahora las cosas han cambiado.
De momento he tomado la decisión de empezar a vender todo lo vendible, es decir, cuadros, dibujos, cajas... tanto los míos como los de otros artistas.
A mis hijos no les importa nada, nunca les ha interesado lo que yo hacía y a mí tampoco me importa porque lo que me gusta es tener resuelto el asunto del dinero.
No necesito grandes cosas, lo más importante es la calefacción.
Respecto a la alimentación, dado que la macrobiótica está basada en cereales, aunque todo lo que como procuro que sea ecológico, resulta bastante más barato y sobre todo más sano que la comida habitual de las casas normales de Bilbao.
Ya me encuentro bastante fuerte, mucho mejor que antes de la leucemia.
Tenía ganas de empezar a meter material de venta en Wallapop, lo he intentado pero no lo he conseguido, no me importa porque Jaime es un experto y estará encantado de enseñarme.
Luego es cuestión de abrir la puerta cuando suene el timbre.
Ya os contaré, me divierte empezar el negocio, me voy a convertir en una entrepeneur con una Start Up, la modernidad.
Qué alegría me da ser capaz de ganar mi propio dinero.
Todavía no he empezado pero era una de mis asignaturas pendientes y me alegra la idea de llevarla a cabo.
Cuando vendía cuadros en Subastas Siglo XXI, Roberto Sainz de Gorbea, el dueño de Windsor, me decía:

Ya veo tus cuadros en los catálogos pero considero que los precios están muy bajos.

Me cuenta Mattin que esperaban a un amigo de Estocolmo que iba a pasar unos días en su casa pero lo han pensado mejor y le han dicho que no vaya que es posible que si todo avanza luego no pueda salir de Berlín.









martes, 10 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y CINCO










He tomado la decisión irrevocable de seguir los dictados del corazón en este momento de mi vida en el que parece que las cosas no están claras.
No voy a salir de casa hasta el martes que viene.
Tendré que ir a Cruces para el aspirado de médula, imprescindible para saber cómo funciona mi sangre.
Mientras tanto me quedaré tranquila en mi casa, de hecho he cancelado la clase de Pilates que tenía programada el viernes y que esperaba con cierta esperanza porque me duele mucho la rodilla.
No me hace gracia tomar Cortisona pero no me queda más remedio.
Por la mañana he hablado con Mattin que tenía proyectado ir a Madrid para hacer una performance en el Reina, pero cuando ya tenía hecho el checking ha llamado para confirmar y le han aconsejado que no vaya.
Es todo tan inesperado y tan nuevo que lo único que puedo hacer es vivir en el ahora y confiar.

Laura Eguiluz, la novia de mi sobrino Guillermo Oraa O'shea ha venido a recoger la invitación para la inauguración de Regoyos, hoy en el museo del parque de doña Casilda Iturrizar y me ha traído una planta encantadora, creo que es una azalea japónica porque tiene flores muy pequeñas y huele muy bien.
La tengo en la esquina de mi mesa y me acompaña mientras tecleo.
Hace tiempo los MEM me pidieron que posara para un poster y accedí.
Me sacaron bastante fea, pero me regalaron una azalea y me gustaba tenerla cerca.
Mi madre siempre tenía una planta en la mesa que estaba delante de su butaca donde pasaba horas haciendo chaquetitas.
Cada domingo mi hermano Fernando iba al mercado del Arenal y le traía una azalea que ella cuidaba con esmero.
Luego la sacaba a la terraza y se ponía enorme y preciosa, tenía buena mano.
Me gustaban sus manos, los dedos torcidos con artrosis o artritis pero todo lo que tocaba lo mejoraba.
Creo que era la persona más perfeccionista que he conocido en toda mi vida.
Murió con noventa y nueve años y excepto los últimos meses que estuvo en la cama deseando morirse, siempre estaba haciendo algo.
Era una persona con gran capacidad de trabajo y de mando, le dieron la medalla de Isabel la Católica por su labor como presidenta del Cáncer.
Una vez me dijo:

A mi me llaman de muchos sitios para colaborar y no sé lo que pasa que siempre termino mandando.

Ante ella yo me convertía en una persona pequeña, casi atemorizada (o sin casi).
Creo que tiene razón mi prima Isabel Maier cuando me aconseja que escriba sobre mi madre, era una persona singular.
Ella lo sabía y alguna vez le dije que podría escribir su autobiografía.
Estaba de acuerdo en que sería interesante, no obstante me confesó que no quería descubrir secretos de personas que quedarían en mal lugar, así que no conseguí que me contara nada aunque a veces le filmaba y soltaba cosillas sin importancia.
Porque claro, la gracia de sus relatos estaba en citar a las personas con nombres y apellidos y es a lo que se negaba.































lunes, 9 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y CUATRO










Hasta ahora yo era la que estaba aislada, primero en una habitación para mí sola en Cruces a la que las personas que me atendían, médicos, enfermeros, auxiliares, personal de limpieza, operarios que ajustaban el aire acondicionado y algunos otros, tenían que hacerlo con mascarilla y solo me tocaban con guantes de goma, ni siquiera podían tocar mis pastillas, ese era mi privilegio.
En relación a las visitas, solo podía recibir una persona, siempre con mascarilla, solían venir mis hijos todos los días a y a veces mis hermanos.
Rara vez alguna amiga, resultaba complicado y me cansaba mantener una conversación, excepto Cayetana Lacabex que se colaba sin que nadie la viera y me distraía muchísimo.
A veces comía mi comida, a ella le gustaba.
En aquellos días yo no tenía hambre ni paladar.
Ahora sigo sin paladar pero estoy deseando que vuelva y así poder ir al Basalbo para visitar a María Bernar Canales que me ha acompañado en la distancia.
La circunstancia en la que me encuentro ahora es parecida a la que tendría cualquier persona que quisiera cuidarse para no contagiarse de coronavirus.
Beatriz y Jaime no se acercan a mi, hablamos en la distancia.
Imagino que será una especie de cuarentena.
No tengo ganas de arriesgarme.
Aunque llevo una temporada comiendo bien y noto que me estoy poniendo fuerte, mis defensas siguen bajas, lo noto en el cansancio y en que donde mejor me encuentro es en la cama aunque prefiero no abusar.
Sé que el tiempo es importante y no tengo prisa.
Zigor Aldama me mantiene informada sobre cómo llevan el asunto en China que es el lugar donde las precauciones que toman parecen exageradas pero no lo son.
Nunca son demasiadas ante una epidemia tan desconocida y a la que a través de internet todos sabemos lo que sucede.
Me tranquiliza que Prem Rawat haya anunciado un evento en Buenos Aires el domingo 22 de marzo.















domingo, 8 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y TRES










Hablaba con una amiga sobre mi inglés, algo que manejé con soltura y que por falta de práctica lo estoy perdiendo.
Oteiza decía que no hay que preocuparse, que viene cuando se necesita y sabía lo que decía.
Mi amiga me recomienda que vea la tele en inglés pero si ni siquiera la veo en castellano, no me interesa, hace más de cuatro semanas que ni siquiera la he encendido.
No me quiero preocupar.
De momento no puedo viajar y para estar en casa no lo necesito, así que cuando quiera ver una película o una serie, le pondré subtítulos y santas pascuas.

Beatriz tiene una voluntad de hierro.
Hace muchos años, Jaime le dijo:

Mejor que dejes de ir a una oficina y te hagas profesional de golf, aprendes alemán y das clases de golf en alemán y en inglés, vas a ser más feliz.

La verdad es que acababa de llegar de USA donde había estudiado Ciencias Exactas y trabajaba en una oficina de Madrid a la que tenía que ir vestida de señorita con falda tubo, medias y tacones, algo que para ella es el infierno.
Así que ni corta ni perezosa se armó de valor, se metió en su coche y se fue a Hamburgo en donde pasó tres meses asistiendo en plan intensivo a una academia de alemán.
Volvió sabiendo lo suficiente como para dejar Madrid y convertirse en profesora de golf, lo cual significa tener handicap 0.
Desde entonces no ve más que la televisión en alemán.

Yo vivo con dos profesionales del deporte y puedo asegurar que tienen una fuerza de voluntad de hierro, además de endocrinas para dar y regalar.
Me consta que las personas que se dedican al deporte desarrollan unos potenciales diferentes a los que nos dedicamos al mundo del arte.





















sábado, 7 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y DOS












De todas las cosa difíciles a las que me tengo que enfrentar cada día creo que la más dura es la de gestionar mi carácter.
Si estoy sola me arreglo bastante bien.
Soy capaz de perdonarme cuando me equivoco y tengo la suficiente paciencia para dame otra oportunidad.
No tengo un mal concepto de mí misma, creo que puedo aprender, que todavía estoy a tiempo.
Sin embargo y muy a mi pesar, reconozco que relacionarme con la gente me cuesta bastante y al utilizar la palabra "gente" me refiero a todo el mundo que me rodea, tanto si son conocidos como si no.
Las personas, los seres humanos, nuestros modos de comportarnos, la manera en que nos hablamos, los tonos de las voces, los gestos, los ritmos personales de cada uno, el lenguaje y millones de detalles que sin saber por qué me crispan y obligan a controlarme y a dominar mis pasiones, esas pasiones que trato de esconder pero salen en cuanto me descuido.
Me refiero a la ira sobre todo.
Intentó no enfadarme porque detesto ese estado pero también me cuesta dar mi brazo a torcer y tener que ceder y hacer como que no pasa nada, que es para lo que me habían educado.
Y de todas las personas que me crean esos problemas, las más difíciles son mis hijos.
No puedo negar que la madre naturaleza ha puesto en mi corazón un plus de amor, gracias al cual consigo mantener mi carácter a buen recaudo, para que las aguas no rebasen la justa medida.
Con mis amigas, en general, me resulta más fácil entenderme, aún así, a veces tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano porque de ellas espero más que de mis hijos.
Para resumir terminaré diciendo que tratar con los hombres es algo superior a mis fuerzas.
No existe posibilidad de entendimiento y no sé discutir ni quiero aprender.
Respecto a ellos he tirado la toalla.
Solo se salvan mis hijos y mis hermanos.
A Prem Rawat le entiendo tan bien que jamás he tenido un problema con él desde que en París le reconocí como mi maestro y desde entonces le sigo como una perra sedienta de su amor, que en definitiva es lo que soy.
















viernes, 6 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA Y UNO










He pasado una semana difícil sin ordenador pero por fin ya lo tengo en casa.
Los asuntos de informática son peliagudos, sobre todo para las personas que hemos nacido en la época analógica.
Yo empecé a tomar clases de informática cuando vivía en Malibu, California.
Hasta entonces no veía la necesidad de un ordenador, hasta que Jaime me dijo que podía mandar fotos de mis cuadros que se verían en tiempo real.
Reconozco que no podía creerlo.
Jaime siempre ha estado muy informado, se entera de lo último, de asuntos que ni siquiera con el tiempo llegan a España.
No sé cuales serán sus fuentes de información pero las que tiene son excelentes.
Empecé con una profesora particular cuya hija trabajaba en el MIT y lo primero que hice fue comprarme una biografía de Nicola Negroponte y a través de él empecé a familiarizarme con la diferencia entre el mundo digital y el analógico.
Más tarde me matriculé en la Pepperdine University y allí no me quedó más remedio que espabilar, aunque reconozco que tuve que hacer un gran esfuerzo porque no solo todo era nuevo para mí sino que además las clases eran en inglés.
Fui feliz.
Harold, mi room mate aseguraba que de ahora en adelante la guerra sería entre los analfabetos digitales y viceversa.
Todo me obligaba a meterme de lleno en la informática.
Encargué una web en Santa Mónica y cuando vi mi trabajo en:

 http://www.w3art.com/BlancaOraa.html

Casi me da un patatús.
Desde entonces me dediqué a romperme la cabeza que no estaba preparada para semejante delirio y no paré hasta que fui capaz de aprender código y hacer mi propia web:

BlancaOraa.com

Desde entonces, he utilizado la informática para publicar mis cuadros, para hacer voluntariado y para comunicarme con la gente, así como para publicar mis textos, es decir para casi todo lo que me interesaba, excepto para vender mis cuadros ya que desde un punto de vista comercial soy inútil.
No sé venderme.
Esa es una de mis asignaturas pendientes.













jueves, 5 de marzo de 2020

TRES MIL CINCUENTA

Estoy en el Soporte Técnico probando mi ordenador.
Me lo he encontrado tan limpito que no parece el mío sino uno recién comprado.

Espero tranquilamente a que empiece a temblar como lo hacía en mi casa pero todo parece correcto.
¿Qué hago ahora?

El técnico es un polaco a muy elegante que habla un castellano impecable y lingüista de vocación, incluso estudio griego antiguo.
Ya le note a Carlos Alberel primer día que me llevo el ordenador que le había gustado.
Hay personas a las que se les nota cierto refinamiento aunque estén reparando hardware.
Me he quedado contenta, he hecho una gestión importante yendo hasta allí, ciertas cosas necesitan l a presencia de la persona interesada.Beatriz me ofreció su mañana como regalo de cumpleaños y a pesar de que me consta que le horroriza la ciudad, he aprovechado.
Me ha costado hacerlo pero era imprescindible y me he quedado satisfecha.
Casi seguro que para mañana ya lo tengo como recién salido de fábrica.
Ya sé que mi vida no depende del ordenador sino de la respiración Pero reconozco que me hace feliz sentarme frente a mí iMac y dejarme llevar por la corriente.

Más tarde han venido mis hermanos, Gabriel y Totola caragados con las conservas que hace Totola con los productos de su huerta de Ondategui.
Ya he cenado una tortilla francesa con los nuevos de sus gallinas.
Mañana se van a Galicia, allí Totola vera a sus hermanos y será feliz.

Mientras que yo iré a Cruces para la consulta con el hematologo.

Hoy ha sido un día muy especial.
He recibido muchas felicitaciones, algunas incluso me han sorprendido y todas me han hecho feliz.
Consideró importante celebrar el cumpleaños sobre todo cuando he salido de una enfermedad tan grave.
Doy gracias al cielo.








miércoles, 4 de marzo de 2020

TRES MIL CUARENTA Y NUEVE










Mattin me ha echado dos broncas serias:
La primera porque le he contado que mañana, que es mi cumple había reservado una mesa en el chino nuevo de Algorta para ir con Carlos Alber y me ha dicho que cancele la reserva, que es mejor no ir a ningún chino, que en Berlín están todos vacíos.
Así que he cambiado de idea, ya he hablado con Carlos que me ha propuesto ir al Marítimo pero le he dicho que no, que iremos al nuevo vegetariano La Mandragora, que tiene nueva cocinera.
En el Marítimo puedo encontrarme con gente que conozco y no me resulyta agradable decirles que no me besen porque tengo las defensas bajas.
También me ha reñido un poco porque le he contado que Jaime me dio besos ayer, después de haber pasado por Singapur y Múnich, dos sitios a su entender, muy peligrosos, me ha recordado que mi caso es de vida o muerte y que no se lo va a comentar a Lisa porque no le entraría en la cabeza.
Los suecos son muy conscientes, no juegan.
También me ha dicho que me lave las manos todo el tiempo, un minuto mínimo.

La tercera bronca estaba relacionada con el disco duro.
Me ha hecho recapacitar.
Dice que un artista que respeta su trabajo necesita tenerlo metido en un disco duro físico, que la nube puede fallar.
Yo siempre he tenido problemas con el disco duro, no sé si me mentían o era un tema que me resultaba demasiado extravagante pero el resultado es que me harté y el único que tuve era tan desagradable que me deshice de él.
Era como tener un ladrillo de hierro al lado del ordenador que no sabía cómo utilizarlo.
En algunas cosas Martín y yo somos muy diferentes.
Tal vez yo no me respeto como artista porque no tengo seguridad en mí misma, o por lo menos no la suficiente.
Me resultaba incómodo  tratar con los galeristas que solo se les veía contentos cuando vendían mis cuadros.
Ahora casi no vendo nada pero por lo menos vivo tranquila, prefiero ser pobre sin pasar malos ratos.
No me apetece nada cancelar la reserva del chino, pero tampoco quiero arriesgarme, lo del coronavirus está cambiando el mundo.
Y la bolsa está bajando por momentos, no sé a donde vamos a llegar...










martes, 3 de marzo de 2020

TRES MIL CUARENTA y OCHO


Medio recuerdo una frase monjil, tal vez de la época de santa Teresa o de cuando estaba interna en Santa Isabel, Madrid, que me viene a la cabeza en esta época de mi vida en la que la vida me lleva sin que yo decida hacia dónde.
Era algo así como que "cada día tiene su afán".
Resulta antigua pero es como vivo mis días desde que Lleve el ordenador al soporte técnico.
El ordenador ocupa un puesto preferencial en mi agenda cotidiana.
Si no fuera porque la leucemia brilla con luz propia, solo con pronunciar la palabra todo desaparece, se doblega ante ella, incluso el dolor y la inmovilidad que me produce la rodilla.
Pues bien, mientras iba a Cruces para la quimioterapia mi humildad llegaba a tales extremos que hasta llegué a disfrutar viendo buenas películas en el iPhone.
Ahora, no obstante, el iPhone me parece un juguete.
El iPad me resulta incómodo a pesar de que empecé Chernobil, recomendada por Beatriz y Mattin y me estaba gustando pero no me resulta incómodo tenerlo que sujetar.
Así que, aparte de leer y escribir, solo me queda la televisión si deseo algo pasivo, pero siento una especie de rechazo, nada me apetece menos que apretar el botón y ver programas de concursos o de gente con mascarilla hablando del coronavirus.
Acaba de llegar Jaime de Bali, vía Singapur y Múnich y me ha contado que les tomaban la temperatura y al que tenía mas de 37 le retenían.
También tengo interés en la radio pero hasta las 10 de la noche no empieza Hora 25 que es uno de los programas que me gustan con Pepa Bueno.
Después de comer he escuchado un ratito a Julia Otero que ha recomendado un libro del que he leído el principio y no me ha interesado absolutamente nada.
Autora: Anna Pacheco
Título: Listas, Guapas, Limpias
Está bien esa posibilidad de poder leer un par de capítulos porque en seguida me doy cuenta de que no es mi estilo.
A estas horas poco puedo hacer porque hasta los de Apple que son los que más tiempo dedican a su trabajo, se retiran.
Me encanta hablar con los de Apple, casi todos son latinos, tienen paciencia, son educados y no hacen que me sienta demasiado torpe.

lunes, 2 de marzo de 2020

TRES MIL CUARENTA Y SIETE

Cuando mi hijo Jaime me aseguraba que al terminar la leucemia me encontraría 
mejor que antes no podía creerle.
Le atosigaba a preguntas acusándole de inventarlo y él no se inmutaba pero tan convencido estaba que le obligue a que me explicara todo sobre la experiencia de ese amigo en el que se apoyaba para decirme algo tan importante. 
Con santa paciencia me lo contaba una y otra vez y era evidente que no se lo inventaba.
Su amigo tenía siempre el mismo nombre y apellido e incluso,los detalles correspondían a la misma persona.
No me quedaba más remedio que creerle pero reconozco que me costaba.
Soy desconfiada por naturaleza.
Pero ahora qu eh allegado,la,hora de la verdad, no me queda más remedio que reconocer que Jaime tenía razón.
Me encuentro mucho mejor que antes de tensemos leucemia.
Creo que estaba incubándose y ningún dosctor supo verla hasta que me salieron las manchas moradas y manche la almohada con sangre que me salía de las encías.
Estaba en Barcelona, había ido a un evento de Prem Rawat y tuve que decir a la chica que limpiaba mi habitación que la cambiara. 
Voy siempre a ese hotel, ya me conocen y me tratan muy bien.
Dormí esa noche, desayuné con Isabel Agurre en Le pain quotidian y me dirigí al lugar donde se desarrollaba el evento.
Isabel y yo teníamos los asientos juntas y escuchamos a Prem con toda la atención de la que fuimos capaces.
Al,terminar todos no,pusimos de pie y la ovación era interminable.
Yo le miraba, le miraba, sentí algo muy especial, agradecimiento y recuerdo que me emocioné, lo,somos sé me llenaron de lágrimas lo cual me sorprendió porque rara vez lloro. 
Creo que la última vez que llore sin parar fue cuando murió  mi hermana María Victoria a quien adoraba.
Lloré  tanto que mi madre me dijo:

No vas a parar de llorar, Blanca?

Y comprendo que parecería raro pero no hacía más que llorar, de día y de noche, en casa y en la calle.
Me afectó tanto que no podía superarlo.
Por eso me extrañó emocionarme tanto cuando le miraba y aplaudía a Prem Rawat.
Me sorprendió sentirme inavadida por una emoción tan intensa.
Era agradecimiento.
Un sentimiento precioso.

Hoy, al salir de casa por la mañana temprano para ir al hospital, m eh encontrado con mi vecina y amiga Begoña Taramona que me ha dicho que tenía buen aspecto y me he sorprendido a mí misma diciéndole:

Es que me encuentro muy bien, mucho mejor que antes.
Estoy deseando verle a Jaime mañana que llegara de Bali y decirle que tenía razón.


domingo, 1 de marzo de 2020

TRES MIL CUARENTA Y SEIS

Hoy ha sido un día especial.
Llevaba ronda la semana sin salir de casa y de repente Beatriz me ha propuesto ir a tomar el aperitivo a Barrika.
He aceptado encantada, me encanta el Itxas Gane, me gusta ver el mar y me sorprende ver el paisaje después de haber estado tantos días viendo solo lo que se ve desde casa que aunque es un paisaje bonito, siempre es el,mismo con diferentes texturas de color dependiendo del tiempo.
Después se me ha ocurrido,que podíamos ir a probar el pulpo a un sitio,que tiene fama y aunque nos ha costado encontrarlo lo hemos conseguido.
A ls 17:00 tenía el Express Stream de la conferencia que dio Prem Rawat ayer en Barcelona y estaba encantada pero me he quedado dormida así que me he perdido más de la mitad pero no me import aporque la volverán a poner y podré verla todas la semana veces que me apetezca.
Prem Rawat me relaja tanto que a veces me quedo dormida en sus eventos incluso estando en las primeras filas.
Y ahora ya, lo único que tengo que hacer es mentalizarme para una semana de mucho,movimiento ya que tengo citas con médicos lo,que supone un plan interesante para corroborar la mejoría que estoy sintiendo.