domingo, 28 de junio de 2020

CUATRO MIL CINCUENTA Y CUATRO










He pasado unos días difíciles desde el viernes que tuve consulta con mi hematólogo en Cruces.
No es que estuviera preocupada porque me encuentro muy bien pero a veces eso no significa que no tenga algo raro en mi cuerpo sobre todo en lo referente a la medula que es la que manda en la sangre, siendo ésta el alma del cuerpo.
Lo primero que me dijo el doctor con gran sonrisa, es que tengo la médula perfecta y los análisis están muy bien por lo que no tengo que preocuparme de nada excepto de saber que hasta septiembre puedo descansar.
Andaba yo un poco inquieta con unas manchas que me salen en brazos y piernas, se las enseñé y rotundamente dijo que eso no tenía nada que ver con la leucemia.
Me preguntó:

¿Sigues tomando Cortisona?

Si, Premidsona, cinco gramos al día.

Eso es muy poco pero lo suficiente para que las manchas vengan de ahí, así que deja de tomarla. 
Es poco pero la has tomado durante demasiado tiempo. 
¿Quieres morfina?

No, prefiero no tomar morfina, si tomo un poco no me hace nada y no quiero tomar mucha para no engancharme.

Entonces toma dobla el Zaldiac y casi seguro que con eso aguantarás el dolor de rodilla.

Le creí y dejé de tomar la Premidsona, incluso la saqué de mi mesilla y la metí en el botiquín del cuarto de baño convencida de que sería capaz de dejarla.
¡Bendita inocencia la mía!
Eso sucedía el viernes y ayer sábado pasé un día difícil hasta que hoy al volver a casa después de comer en el chino de Alicia con Mattin y Odita me he metido en la cama con un dolor de rodilla insoportable, hasta tal punto que me he tomado una pastilla de cortisona y por fin he descansado.
Mi intención es espaciar el tiempo, en vez de dejarla de una manera brutal, ir poco a poco, el llamado método chino que funciona bastante bien para otro tipo de drogas.
Los planes de ayer y hoy han sido fuertes.
Ayer fui a la nueva estación de autobuses, la Intermodal de Bilbao que está funcionando a medias sin gente que atienda a las personas que como yo, llegan sin tener ni idea y se meten en el mundo del futuro para el que nadie está preparado, ni las máquinas ni las personas.
Pasearse por allí es como llegar a Hong Kong y pretender encontrar un profesor de sánscrito.
Nadie me hacía caso, más que nada porque no había nadie que se encargara de atender a la gente, ya que al final, uno que a juzgar por la vestimenta parecía que pertenecía a la empresa, me dijo que no había trabajadores porque estaban en Erte.
Arrastré mi pierna como pude y di gracias al cielo de, por lo menos estar en Bilbao en vez de Nueva York, hablo castellano y me siento con cierto derecho a exigir información.
Llegué a casa destrozada, así como Mattin y Odita que se habían levantado a las siete de mañana para coger un avión de Berlín a Madrid y un autobús de Madrid a Bilbao.
Así que hoy hemos pasado la mañana en Urgencias de Cruces para que le vean las vértebras a Mattin que tenía un dolor insoportable.
Le han tratado muy bien, le han solucionado el problema y ahora todo está en su sitio.











jueves, 25 de junio de 2020

CUATRO MIL CINCUENTA Y TRES










He cometido un error que me ha conducido al aburrimiento y eso es imperdonable en una persona que, como yo, ya tiene una edad y se conoce lo suficiente como para no permitir meterse en situaciones que no son de su estilo.
Se trataba de una webinar relacionada con la escritura, tema que despierta mi interés, siempre que esté enfocada desde la creatividad y no era el caso por lo que me he salido con ese malestar que conozco de antemano y me desconcierta.
He tomado un té Kukisha y cuando estaba en la cocina ha llegado Jaime encantado de la vida porque tenía el plan de ver a Jon Rahm que ha empezado el Travelers con cuatro bajo par.
Me suele gustar ver a Jon si puedo en mi televisión pero no es fácil, hace falta estar suscrito a un canal especial.
Mis hijos mayores son profesionales de golf y están preparados para esos asuntos.
Así que me he olvidado de Jon y he venido al ordenador que es mi fiel acompañante.
Desde la ventana veía llover.
No hay cortinas, tengo suerte, siempre veo verde estando en casa.
Sobre todo, desde el confinamiento he ido notando como el verde ha ido cubriendo las casas que se ven a lo lejos, da gusto.
Vivo cerca de la civilización pero puedo oír y escuchar el canto de los pájaros.
Tenía que editar las fotos que saqué ayer en un paseo encantador que bordea el río Gobela.
Me gustaría saber de árboles, solo soy capaz de distinguir los tilos de mi calle que también están en Zugazarte, las acacias, los plataneros, los chopos y pocos más.
En Neguri hay unas cuantas calles con nombres de árboles.
Poco a poco me voy fijando y aprendo.
Cuando era pequeña y veraneaba con mi familia en Santurce, teníamos dos jardines con árboles de los que me sabía todos los nombres pero cuando me casé y vine a vivir a la margen derecha dejé de fijarme en los árboles, solo me interesaban mi marido, mis hijos y la pintura.
Hace tiempo que me di cuenta de que los árboles eran mis amigos, hacen que me sienta acompañada y segura.
Cerca de Cruces está el parque Munoa con árboles de todas clases, es un buen lugar para aprender a distinguirlos, cada árbol tiene un cartel lo cual me parece interesante pero no se sabe si son autóctonos, incluso  hay sequoias que hasta entonces yo solo las había visto en San Francisco, California.











miércoles, 24 de junio de 2020

CUATRO MIL CINCUENTA Y DOS










Doy gracias al cielo cada segundo de mi existencia porque me siento tan viva que todo me afecta y cuando algo parece que me molesta, al cabo de unos segundos lo vuelvo a pensar y me entra la risa, esa suerte tengo, nací con ella y es la que me ha hecho llegar hasta aquí a pesar de los pesares que han sido bastantes.
Tengo algunas virtudes que contrarrestan mis defectos insoportables hasta para mí misma que me acepto y me quiero.
Las más importantes es que tengo tendencia al buen humor, soy capaz de hacer disparates con tal de divertirme y estar contenta y la otra es que soy agradecida.
Por lo demás casi prefiero callarme.
Ya escribí mi autorretrato en un ejercicio para el taller de Escritura que tanto echo de menos y me quedé satisfecha, aunque pensándolo bien dejé algunas cosillas en el tintero, sobre todo las importantes.
Ya me iré puliendo, todo depende del pensamiento.
Si contengo mis pensamientos juzgadores lo demás vendrá por añadidura, deseo, espero e imagino.
Desde que hay tanto fútbol he dejado de escuchar la radio y no me entero de lo que pasa en el mundo, lo siento, no soporto el fútbol, es superior a mis fuerzas, ni siquiera cuando juegan las chicas, es un mundo alejado de mis intereses.










martes, 23 de junio de 2020

CUATRO MIL CINCUENTA Y UNO










Si Freud viviera y yo fuera a su consulta me diagnosticaría histeria sin dudarlo ni un segundo.
Yo misma reconozco que cuando empiezan los ruidos de los vecinos de arriba me pongo histérica.
Me descontrolo.
Jaime me ha dicho que tanto Beatriz como él están preocupados por la furia que me entra cuando empiezan con esos ruidos tan desagradables y constantes.
Tienen un repertorio variado de sonidos en el que el menos desagradable es que la señora de la casa toca el piano, o lo estudia, o algo parecido, pero no lo hace bien, no resulta agradable, no lo controla.
De hecho, hace mucho tiempo cuando se instalaron en esa casa, le pregunté si su hijo de unos siete años estudiaba piano y me contestó que era ella la que lo hacía.
Me quedé muda.
Los demás son inclasificables.
Uno de los que más me altera es el que parece que limpian el suelo con una piedra.
Alguien me ha contado que existen unos aparatos limpia suelos robotizados que se pasean por toda la casa y van quitando el polvo.
Si el aparato mete un ruido muy desagradable puede ser debido a que esté viejo o roto.
Solo son suposiciones.
Jaime me ha dicho que tal vez podría ir a su casa para hablar con ellos pero eso lo tengo descartado.
Les he oído discutir tantas veces y me ha resultado tan doloroso que soy incapaz de meterme en la boca del lobo.
Hasta tal punto he sufrido sus broncas y los lloros de la esposa que he tenido tentación de llamar al 016 pero nunca lo hice porque pensaba en los niños.
Ahora son mayores y los padre ya no discuten tanto.
Es un tema del que tendré que aprender algo importante.
Tal vez tenga que hacer caso a mis hijos y ponerme auriculares pero me molesta mucho meterme cosas en las orejas.
No sé qué hacer.
Gracias a Dios encima de mi cuarto ellos tienen una terraza y ahí vivo tranquila.
Lo malo es cuando estoy en mi estudio delante del ordenador que es casi siempre durante el día.
Podría estar feliz, en silencio y sin mascarilla, pero no es el caso.









lunes, 22 de junio de 2020

CUATRO MIL CINCUENTA










Un día tan atareado que en vez de coger con ilusión el teclado lo siento como una carga.
Eso no me gusta, voy a tener que bajar mi ritmo de actividad.
Estoy decidida.
No deseo dejar de disfrutar de los pequeños asuntos que hacen que mi vida me entusiasme.
Así que hoy lo dejo aquí con el firme propósito de desescalar* perdón, me apetecía reírme un poco de lo poco que mandan los académicos de la lengua.
Así que termino, merezco un descanso, una buena cena y a la cama que según mi padre es "el mejor invento" y según Jose María Ucelay "donde mejor se está".
Estoy de acuerdo con los dos en las dos cosas y a los de la lengua les estoy perdiendo el respeto porque no se respetan ni ellos mismos.
Tal vez eliminen esa palabra del Diccionario, me refiero a "respetar" lo de desescalar queda ahí para la eternidad, eso ya no se discute, estamos abocados al pandemio universal.


*Desescalada', el término de moda que la RAE no recomendaba y que ahora reconoce












domingo, 21 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y NUEVE










Desde que suprimí de mi vocabulario y por lo tanto de mi vida, aconsejada por Sofía Rotaeche la palabra "prisa" no solo no me he caído ni una sola vez, sino que además, todo lo que me sucede va a la velocidad del rayo lo que no es fácil dada mi situación.
Estoy saliendo de una leucemia, tengo una rodilla muy deteriorada en la que nadie se atreve a intervenir, estamos en medio de la única pandemia que he conocido en mi vida por lo que soy persona de alto riesgo y sin embargo, todo me sale bien y en el momento adecuado.
Tengo suerte, lo reconozco.
Me pasan cosas pero se arreglan y siempre hubieran podido ser mucho peores.
Estoy muy contenta.
Lo único que no puedo hacer es estar de pie parada, puedo andar pero si me paro se resiente la rodilla y me duele por lo que solo puedo ir a lugares donde ya me conocen y me ponen una silla.
Ayer estuve en el centro comercial haciendo recados y a pesar de que me trataron bien, me cansé y hoy no he salido en todo el día, me duele un poco, así que me iré a la cama temprano para estar mañana en plena forma ya que tengo que solucionar algunos problemillas que requieren mi plena atención.
Estamos solos Jaime y yo.
Beatriz se ha ido a Zahara de los Atunes donde sus amigas tienen casa por allí, van todos los años y lo pasan bomba.
Estaban sonrientes y contentas.
Imagino que encontrandose muy bien puede apetecer moverse un poco tras el confinamiento obligado.
Para mí ha sido una situación interesante, le he sacado chispas, he aprovechado el tiempo y me siento satisfecha, aunque veo que mi defecto fundamental, que es dejarme llevar por los nervios sigue intacto.
Ha recuperado toda su fuerza a pesar de lo dócil y humilde que he sido durante la quimioterapia.
De repente parece que he salido con más fuerza que nunca y mi carácter se ha enfurecido así que ahora ya sé lo que tengo que ejercitar por encima de todo.









sábado, 20 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y OCHO









He leído en Facebook que ayer un policía amenazó con la pistola a una chica y de repente he recordado algo que pasó hace mucho tiempo y que estaba escondido en algún rincón oscuro de mi cabeza.
Eran las épocas en que fumar hachis todavía se hacía a escondidas.
Yo le había dado dos mil pesetas a un chaval que iba a comprar marihuana en San Sebastián y como yo una lista de once personas, cuyos nombres apuntaron en un papel con la cifra exacta que cada uno había entregado de antemano.
Los niñatos convertidos en traficantes decidieron probar la hierba antes de repartirla, para lo cual aparcaron el coche en el parque del Carmen de Neguri.
Era de noche y entre el musicón, el humo y el olor que desprendía la fumarola, los secretas que escondidos en una furgoneta disimulada protegían a un amenazado de ETA, aburridos de no hacer nada, decidieron investigar lo que estaba pasando en aquel cochecito lleno de gente.
Les llevaron a la comisaría y por lo que me contó Daniel Romero, a la sazón el comisario que llevó el caso, cantaron como auténticos jilgueros sin necesidad de emplear ninguna técnica específica, incluso enseñaron la lista en donde estaban escritos con pelos y señales los nombres y apellidos de todos los que habíamos contribuido al narcotráfico, entre los que se encontraba el mío, por lo que al día siguiente se presentaron en mi casa dos secretas y me pidieron que les acompañara.
Obedecí dispuesta a negar la evidencia que no me sirvió de nada puesto que lo escrito queda para la eternidad.
Sin ni siquiera haber probado la hierba me llevaron a la comisaría de Indauchu, me metieron en una celda cochambrosa y allí me dejaron sin darme explicaciones.
Pasó el tiempo y apareció una chica muy joven y muy guapa, de unos quince años que se movía a sus anchas en esa celda en la que ella tenía costumbre de dormir por lo que me contó y por la naturalidad con la que se comportaba.
De repente llegó un policía mayorcito o por lo menos a mi me lo pareció, agarró a la chica, le dijo que se tumbara en el suelo, me dijo que saliera y se quedó en la celda con mi nueva compañera, que a juzgar por su comportamiento no parecía extrañada de lo que le estaba pasando.
Yo no sabía qué hacer, era una situación tan nueva para mí que ni siquiera pensé en escaparme.
Nadie me vigilaba.
Creo que pensé que lo único que tenía que hacer era esperar a que el policía terminara lo que había empezado.
Al cabo de un ratito salió de la celda, me dijo que entrara y dejó que la chica se fuera.
Luego pasó todo lo demás que ya lo conté hace mucho cuando empecé el diario.
No me apetece recordar lo sucedido.
Aprendí mucho en aquella terrible semanita.











viernes, 19 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y SIETE











Echo de menos las clases de escritura.
Aunque escribo todos los días mi diario y contesto a los Wasaps con interés, se que he perdido el contacto con la literatura.
Echo de menos a Íñigo Larroque el profesor y a los que acudíamos a sus clases con verdadero entusiasmo.
Necesito aprender todos los días, no soy autodidacta en nada.
Siempre me han gustado los profesores, excepto yo misma que tengo el título de profesora de dibujo, lo he ejercido pero no me hacía feliz, prefiero ser aprendiz.
Sigo escribiendo, lo necesito, es una de mis más potentes maneras de comunicarme, no obstante tengo la sensación de que lo hago más por terapia que por expresar mi creatividad.
Tanto tiempo a solas con mi malestar me ha hecho despertar del letargo que había padecido durante años.
Me encontraba mal, cansada, sin ganas de nada que no fuera meterme en la cama y que la radio me mantuviera medio entretenida, era casi una pesadilla.
Agradezco que llegara la leucemia y que haya barrido las enfermedades que me diagnosticaban los galenos de todas las especialidades sin acertar.
Hasta yo que no se nada de medicina me daba cuenta de que erraban.
Incluso me enfadé con Álvarez de Mon porque con su medicación perdía la memoria.
La leucemia se ha llevado todo menos el mal carácter que lo tenía adormecido y al encontrarme bien se ha puesto como una fiera y no sé qué hacer para controlar mis impulsos.
Tengo que esforzarme, no puedo seguir así, me detesto cuando hablo en un tono ofensivo a mis hijos.
Ellos no tienen la culpa, solo yo soy responsable de mis acciones.
No me queda más remedio que ser consciente de cada una de mis reacciones ante ruidos, portazos y esas cosillas que suceden en la convivencia cuando no pongo todo de mi parte para reaccionar en silencio ante lo que me molesta.
Estoy segura de que que el silencio es más productivo que una mala contestación.
No debo ni puedo permitirme dejarme llevar por mis impulsos con un desplante a estas alturas de la vida, tengo que aprender a controlarme y eso solo se consigue con la práctica.
Mis hijos son una ayuda para dominare mis pasiones, sobre todo la ira que me mata.
Es el ego que me ataca.
Tengo que atarlo en corto.
No me queda más remedio porque me está matando.
Paso de encontrarme bien a que me duela la rodilla y a sentirme enferma.
En la rodilla está el orgullo.
















jueves, 18 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y SEIS










Desde que hablo del Banco Santander han bajado tanto mis seguidores que voy a intentar tocar temas más interesantes, no solo para que vuelvan a leerme los que me seguían sino también porque así me lo saco de la cabeza y me fijo en las cosas bonitas que me ofrece la vida, que son muchas y muy interesantes.
Una de las maravillas que me sale al paso cada vez que salgo a la calle es la sensación de la brisa acariciándome el rostro, así como ver las hojas de los árboles dejándose mecer por el viento.
Hoy he dado una vuelta en coche por Neguri fijándome en la cantidad de árboles diferentes que lo pueblan.
No me extraña que Neguri tenga fama porque es muy agradable.
Hay casas bonitas, está cuidado y sobre todo me han llamado la atención esos árboles exóticos aparte de los autóctonos que he visto en abundancia.
No he tenido valor para bajarme del coche, había estado en el dentista y me sentía cansada, no obstante ha sido una buena idea dar una vuelta porque la próxima vez ya sé lo que tengo que hacer.
Lástima que no solo no entiendo de árboles sino que tampoco tengo la memoria afinada por lo que ni siquiera he sido capaz de recordar el nombre de esos árboles que tienen unas flores muy grandes, blancas y con un olor especial.
Le he llamado a Beatriz que estaba con gente en algún bareto y en seguida me han aclarado el dilema: magnolio
¡Qué preciosidad!
En Neguri hay bastantes magnolios, los tengo bastante localizados, así que puedo ir tranquilamente y sacar fotos.
La mejor hora es el mediodía ya que en Getxo todavía la gente tiene costumbre de comer a esa hora y todo está bastante tranquilo,  puedo parar donde me apetezca sin miedo a que vengan los guardias de tráfico.
En otros sitios, en las grandes capitales, al mediodía nada se para, la gente come un sandwich y sigue trabajando.










miércoles, 17 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y CINCO












En el punto en que me encuentro solo me queda la risa.
No es una risa definitiva porque con el dinero no se juega, lo cual significa que no tengo intención de tirar la toalla, seguiré luchando hasta conseguir que el banco Santander permita llevarme las acciones de las que soy usufructuaria y también me gustaría cancelar la cuenta que, por lo que me cuentan mis amigas no es fácil, ellas no lo han conseguido.
Debido a que Bankinter con quien llevo años trabajando bastante a gusto, digo bastante porque la gestora que me pusieron al principio es también directora y no se ocupa de mi como me gustaría pero me arreglo hablando con unos y con otros y contando mis problemas una y otra vez lo cual resulta cansino.
Por lo que hoy, cosa rara, he conseguido hablar con Itziar Amézaga.
Ha investigado el traspaso de acciones que hice ayer y estaba pendiente de aprobación en el Santander y ¡cosa extraña! ya no estaba pendiente, sino denegado.
No me ha sorprendido, más bien lo contrario.
Me entra la risa pero no es una risa alegre sino cansina, estoy cansada del tema, resulta aburrido, repetitivo y poco comprensible.
¿Por qué no me dejan marcharme de una vez?
He aprovechado para decirle a Itziar que me gustaría tener un gestor que me haga caso cuando le necesite, me ha dicho que le tengo a ella, no quería soltarme, pero he recuperado mi fuerza y me he puesto seria, le he dicho que necesito alguien que esté ahí, alguien que conozca mis asuntos, estoy hablando de una banca privada.
Al final ha cedido, no le ha hecho gracia pero no le ha quedado más remedio que ceder.
Hay millones de bancos que desean abrir cuentas, ese no es un problema, los problemas suelen venir después.
Así que hoy escribo esta entrada con el fin de mandársela a Ana Botín a través de su cuenta de Instagram, a ver si en vez de enseñarnos cómo hace una tortilla de patata, resuelve los problemas de sus clientes, solo un toque que leerán sus adláteres y me dirán que desean tratarlo en privado, una vez más, lo que es una mentira podrida porque ya les he dado mi teléfono y que yo sepa no lo han utilizado.
No quiero vengarme ni fastidiar a nadie solo poner orden en mis asuntos.
No he buscado yo el trato con el Santander.
Cuando murió mi madre y heredé, todo estaba en el Banco Pastor cuyo director había trabajado para mi padre que había sido agente de bolsa y conocía a toda la familia.
Pero he aquí que Pastor pasó a ser Banco Popular y las cosas empezaron a torcerse, no para mí porque para entonces me había hecho amiga de Jose Ignacio que se ocupaba de mis asuntos con una sensibilidad especial y gracias a él pude vivir tranquila durante unos años.
Lo malo empezó cuando el Santander compró el Popular y Jose Ignacio me llamó para decirme que se iba.
Vi las orejas al lobo y efectivamente, desde entonces todo han sido problemas y sinsabores, salvo en algunas ocasiones en las que he topado con algún ser humano que me ha escuchado y he conseguido ciertas mejoras, por ejemplo la de tener una cuenta a mi nombre.
Desde que me ingresaron en Cruces con leucemia hasta ahora no he tenido fuerza para ocuparme de nada. excepto para aceptar el infierno que supone la quimioteraia y no dejarme comer por la enfermedad.
Todo mi esfuerzo estaba enfocado en tener alto el espíritu.
Ahora he cambiado.
No estoy perfecta ni mucho menos, pero tengo fuerza, nervio y mal humor.















martes, 16 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y CUATRO










Un día muy interesante.
Por la mañana he hablado con el Banco Santander más de setenta minutos y sentía cómo me iba poniendo enferma poco a poco, solo pensaba en que tenía que meterme en la cama pero eso hubiera significado tirar la toalla por lo que he decidido hacer el último esfuerzo y he llamado a Bankinter y en menos de cinco minutos casi me han solucionada el problema.
No puedo cantar victoria porque el Santander tendrá que estar de acuerdo pero yo me he tranquilizado que era de lo que se trataba, para mi lo prioritario es mantener La Paz interior y lo que más me cuesta también.
Menos mal que por la tarde tenía una cita con Anako Seko para hacer la Terapia de Reparación que me ha puesto cada cosa en su sitio y me he quedado como la seda.
Anako Seko me ha hecho ver que en realidad lo que me altera son tres tonterías por las que no merece la pena llevarse un mal rato:

_El banco Santander
_El ruido de los vecinos
_Y algunas cosillas que me molestan de Beatriz y Jaime porque tienen un gusto diferente al mío,  
   tanto en la comida como en las cosas de la casa.

Resumiendo, bobadas.
Me ha hecho ver con claridad diáfana que solo tengo que estar pendiente de mí y de mis intereses y de eso es de lo único que me tengo que ocupar.
Medir constantemente mi bienestar.

¿He comido a gusto?
¿Me ha sentado bien la comida?
¿He dormido ocho horas?
¿Tengo sed?

No permitirme nada que no sea encontrarme a gusto.
Anako es una mujer con un coeficiente mental muy superior a la media y con un don especial para ver con claridad los problemas de la gente.
Ella ha pasado por toda clase de terapias y situaciones difíciles y tiene un don para ayudar a la gente.
En múltiples ocasiones ha sabido ver en mí algo que yo no era capaz de discernir.
Me ha resultado muy agradable poder hacerla online, desde mi casa como hago las clases de informática y de macrobiótica.
Creo que todos estamos aprendiendo a aprovechar el tiempo con el asunto del confinamiento.
Lo de tener que salir y entrar está bien para lo que solo se puede hacer de esa manera pero resolver los asuntos sin salir de casa es una estupenda manera de aprovechar el tiempo.
Anako Seko ha insistido en que nada de lo que me dicen o hacen es personal.









lunes, 15 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y TRES










Una vez, en la época en que ETA estaba caliente, mi madre dijo:

"Me doy asco de ser vasca"

Me sorprendió porque a pesar de ser española, se sentía orgullosa de sus antepasados, casi todos generales que habían luchado por España, Salazar, Mazarredo y otros que no recuerdo, pero lo de ETA  le resultaba excesivo.

Yo no me doy asco de ser vasca, no podría porque me gusta ser vasca, tener ese carácter arisco y poco complaciente pero saber que en el fondo soy una persona comprometida, soy leal y tengo palabra a la que doy importancia incluso para menudencias.
Lo que me da asco de verdad es la situación política actual de la que he tomado la decisión de alejarme, no solo por el asco sino porque cada vez que quiero escuchar la radio que tanto me informaba hasta ahora, me encuentro con el fútbol.
¿Cómo voy a mantenerme informada si solo hablan de fútbol en todas las cadenas?
Quise hacer caso a Platón porque tenía razón cuando decía que es de idiotas no preocuparse de quien gobierna mis intereses, lo entendí y lo acaté.
Además tuve la fortuna de que apareciera Pablo Iglesias Turrión y me resultó fácil incorporarme al grupo de gente que vimos cierta esperanza con él y con Irene que tan claro tiene el feminismo.
Echo de menos a Vestringe que conocía a todos y confiaba en ellos.
Ya no veo la Sexta.
No sé si volveré ahora que me encuentro mejor, ante el fútbol me he sentido desorientada.
¿Acaso existe la esperanza para las mujeres de mi condición que somos alérgicas al machismo y sus derivados?
Reconozco que las actuaciones durante la pandemia han sido antiestéticas, además de arrogantes.
¿Por qué han mentido y no han reconocido que no sabían nada?

He entrado en una tienda para comprar un botellín de agua y se me ha puesto cara de idiota al ver la portada de una revista del corazón en la que ponía con letras gigantes:

SOFÍA ESTÁ DECEPCIONADA

No me divierte que me tomen el pelo.
Ni que me tomen por idiota.
Ni que me cuenten lo sabido.

Estoy con Machado:

PROVERBIOS Y CANTARES (Nuevas Canciones) (1ª Parte)
I
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.


II
Para dialogar,
preguntad, primero;
después... escuchad.


III
Todo narcisismo
es un vicio feo,
y ya viejo vicio.


IV
Mas busca en tu espejo al otro,
al otro que va contigo.


V
Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa.
Adivínala.


VI
Ese tu Narciso
ya no se ve en el espejo
porque es el espejo mismo.


VII
¿Siglo nuevo? ¿Todavía
llamea la misma fragua?
¿Corre todavía el agua
por el cauce que tenía?


VIII
Hoy es siempre todavía.


IX
Sol en Aries. Mi ventana
está abierta al aire frío
--¡Oh rumor de agua lejana!—
La tarde despierta al rio.


X
En el viejo caserío
--¡oh anchas torres con cigüeñas!—
enmudece el son gregario,
y en el campo solitario
suena agua entre las peñas.


XI
Como otra vez, mi atención
está del agua cautiva;
pero del agua en la viva
roca de mi corazón


XII
¿Sabes, cuando el agua suena,
si es agua de cumbre o calle,
de plaza, jardín o huerta?


XIII
Encuentro lo que no busco:
las hojas del toronjil
huelen a limón maduro.


XIV
Nunca traces tu frontera,
ni cuides de tu perfil;
todo eso es cosa de fuera.


XV
Busca a tu complementario,
que marcha siempre contigo,
y suele ser tu contrario.


XVI
Si vino la primavera,
volad a las flores;
no chupéis cera.


XVII
En mi soledad
he visto cosas muy claras,
que no son verdad.


XVIII
Buena es el agua y la sed;
buena es la sombra y el sol:
la miel de flor de romero,
la miel de campo sin flor.


XIX
A la vera del camino
hay una fuente de piedra,
y un cantarillo de barro
-glu-glu- que nadie se lleva


XX
Adivina adivinanza,
que quieren decir la fuente,
el cantarillo y el agua.


XXI
...Pero yo he visto beber
hasta en los charcos del suelo.
Caprichos tiene la sed...


XXII
Sólo quede un símbolo:
quod elixum est ne assato.
No aséis lo que está cocido.


XXIII
Canta, canta, canta,
junto a su tomate,
el grillo en su jaula.


XXIV
Despacito y buena letra:
el hacer las cosas bien
importa más que el hacerlas.


XXV
Sin embargo...
¡Ah!, sin embargo,
importa avivar los remos,
dijo el caracol al galgo


XXVI
!Ya hay hombres activos!
Soñaba la charca
con sus mosquitos.


XXVII
¡Oh calavera vacía!
¡Y pensar que todo era
dentro de ti, calavera!,
otro Pandolfo decía.


XXVIII
Cantores, dejad
palmas y jaleo
para los demás.


XXIX
Despertad, cantores:
acaben los ecos,
empiecen las voces.


XXX
Mas no busquéis disonancias;
porque, al fin, nada disuena,
siempre al son que tocan bailan.


XXXI
Luchador superfluo,
ayer lo más noble,
mañana lo más plebeyo.


XXXII
Camorrista, boxeador,
zúrratelas con el viento


XXXIII
Sin embargo...
¡Oh!, sin embargo,
queda un fetiche que aguarda
ofrenda de puñetazos


XXXIV
''O rinnovarsi o perire''...
No me suena bien.
Navigare é necessario...
Mejor: ¡vivir para ver!


XXXV
Ya maduró un nuevo cero,
que tendrá su devoción:
un ente de acción ta huero
como un ente de razón.


XXXVI
No es el yo fundamental
eso que busca el poeta,
sino el tú esencial.


XXXVII
Viejo como el mundo es
-dijo un doctor-, olvidado,
por sabido y enterrado
cual la momia de Ramsés.


XXXVIII
Mas el doctor no sabía
que hoy es siempre todavía.


XXXIX
Busca en tu prójimo espejo;
pero no para afeitarte,
ni para teñirte el pelo.


XL
Los ojos por que suspiras,
sábelo bien,
los ojos en que te miras
son ojos porque te ven.


XLI
-Ya se oyen palabras viejas.
-Pues aguzad las orejas.


XLII
En seña el Cristo: a tu prójimo
amarás como a ti mismo,
mas nunca olvides que es otro.


XLIII
Dijo otra verdad:
busca el tú que nunca es tuyo
ni puede serlo jamás


XLIV
No desdeñéis la palabra;
el mundo es ruidoso y mudo,
poetas, sólo Dios habla


XLV
¿Todo para los demás?
Mancebo llena tu jarro
que ya te lo beberán.


XLVII
Autores, la escena acaba
con un dogma de teatro:
En el principio era la máscara


XLVIII
Será el peor de los malos
bribón que olvide
su vocación de diablo.


LXIX
¿Dijiste media verdad?
Dirán que mientes dos veces
si dices la otra mitad


L
Con el tú de mi canción
no te aludo, compañero;
ese tú soy yo.


LI
Demos tiempo al tiempo:
para que el vaso rebose
hay que llenarlo primero.


LII
Hora de mi corazón:
la hora de una esperanza
y una desesperación.


LIII
Tras el vivir y el soñar,
está lo que más importa:
despertar.


LIV
Le tiembla al cantar la voz.
Ya no le silban sus coplas,
que silba su corazón.


LV
Ya hubo quien pensó:
Cogito ergo non sum,
¡Que exageración!


LVI
Conversación de gitanos:
—¿Cómo vamos, compadrito?
—Dando vueltas al atajo.


LVII
Algunos desesperados
sólo se curan con soga;
otros con siete palabras:
la fe se ha puesto de moda


CONTINÚA...



domingo, 14 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y DOS










A medida que me hago mayor y voy siendo más consciente de mis necesidades, me voy dando cuenta de que no me gusta estar con gente joven a no ser con algunas personas especiales que han madurado, que son índigo o han recibido una educación selecta o se han trabajado con terapias estilo nueva era, porque los que se han psicoanalizado tampoco hablan el idioma que me satisface.
Veo cómo se comportan mis hijos mayores y pienso en la no educación que les he dado, ahora es demasiado tarde para enmendar la plana.
Soy la única responsable.
Me educaron de una manera tan rígida que parecía un soldado de la guarda suiza pontificia, así la describió mi querido amigo Javi Acha que ya murió y tuve muy claro desde que decidí casarme que educaría a mis hijos de la manera contraria a la que lo habían hecho conmigo.
Así fue pero no del todo porque por lo menos Carlos Artiach, el padre, tenía más cabeza que yo y se ocupaba de los estudios y los deportes.
Yo solo quería que mis niños fueran felices.
Dado que yo, con gran esfuerzo por mi parte me he ido quitando esa rigidez marmórea que me habían incrustado tanto en mi cabeza como en mis huesos, mi papel era el de agradar, mantener la sonrisa ante lo que fuera, ser amable, educada, complaciente y decir que sí a todo lo que me pidieran excepto en asuntos relacionados con el sexo.
En ese terreno todo era pecado mortal hasta el matrimonio y no se hablaba más.
Alguna vez lo comenté con mi hermana María Victoria y ella también había tomado la misma decisión que yo.
Puedo estar contenta de que mis hijos hayan salido buenas personas y no hagan disparates que me harían sufrir, como tomar drogas o hacer parkour o andar en moto como mis hermanos, que tantos dolores de cabeza provocaba en mi madre.
Personalmente me encuentro cada día mejor aunque alterada, no puedo negarlo, estoy nerviosa.
De momento tengo hora con una terapeuta de la nueva era para hacer una terapia de reparación, a ver si me tranquilizo y acepto que ha llegado mi momento de disfrutar  de la vida con tranquilidad, sin miedo y sin alteraciones.











sábado, 13 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA Y UNO











Hoy, exactamente un día como hoy hace cincuenta y tres años, nació Beatriz Antonia.
Le puse Beatriz porque me inspiré en La divina comedia de Dante y Antonia porque es el día de San Antonio.
Fue una experiencia horrorosa.
Me prometí a mí misma que jamás tendría otro hijo, que parir no era para mí, que el mundo seguiría existiendo sin que yo aportara más humanoides.
Todo me pareció lamentable, me sentí engañada.
¿Por qué dicen que es "tan bonito"? Yo no le vi la belleza en ningún momento.
Parir me pareció espantoso y darle de mamar a la niña peor todavía.
Luego ya, cuando empecé a cogerla en brazos y me la daban limpita y bien oliente me daba gustito hasta que se hacía caca y tenía que cambiarla.
Eso no era para mí.
No entendía nada.
Tenía veintiún añitos recién cumplidos y solo sabía lo que contaban en los millones de livres de poche que me había leído desde que me internaron en Burdeos.
Creía que todo era amor y jauja,
Menudo susto.
Lo pasé muy mal, no podía salir cuando me daba la gana, tenía que ocuparme de la niña y si lloraba por la noche era yo la encargada de consolarla, el sueño de su papi era sagrado porque tenía que trabajar.
Ahora ya es mayor y quiere mandar porque cree que es más lista que yo, Jaime también piensa algo parecido, no obstante yo me siento mejor con personas mayores que saben de la vida y se mantienen serenos, controlan sus arrebatos, se interesan por mi y disfrutan de la vida a un ritmo pausado.
Se ha puesto de moda la gente joven, no me lo explico.
Mi madre que jamás cedió el mando a nadie solía decir:

No olvides que más sabe el diablo por viejo que por diablo.




Hoy, 14 de junio del año 2020, agrego lo que me he encontrado navegando en mis blogs:




jueves, 15 de abril de 2010


LAS DELICIAS DE LA MATERNIDAD










Al leer el título del libro que comenta María Seco en su post, llamado "Las delicias de la maternidad" me he sobresaltado.
Mi experiencia como madre fue brutal.
Nadie me había advertido de lo que me esperaba.
Yo tenía 21 años y a las 3 de la madrugada me entraron unos dolores espantosos, insoportables; desperté al que era mi marido y con gran pereza fuimos a la clínica. Nos recibieron unas monjas furiosas y desagradables, dicendo que esas no son horas para ingresar en una clínica, nos metieron en un cuarto diciendo que esperáramos durmiendo, a lo que el padre de la criatura no tuvo inconveniente en obedecer  gustoso roncando alegremente.
Yo seguía con unos dolores insoportables y con la sensación de que tenía ganas de ir al cuarto de baño, así que allí fuí y cual fue mi susto cuando llegó la monja y me dijo que saliera inmediatamente, que no era el lugar adecuado para dar a luz. Por fin me llevaron al quirófano y tuve una niña maravillosa que hizo realidad mi sueño de ser madre, pero también me di cuenta de que para poblar el planeta era mejor que se ocupen otras mujeres que encuentren esas delicias en la maternidad.























viernes, 12 de junio de 2020

CUATRO MIL CUARENTA











Leo lo que escribí ayer y comprendo que mentía.
Hago como que estoy serena pero no es cierto, tengo una especie de acelerón que me produce la vida, la sorpresa ante la vida, nunca me había sentido tan viva y agradecida.
Además no duermo suficiente, tengo tantas ganas de disfrutar de la vida que no consigo dormir las ocho horitas obligatorias.
Espero y deseo volver a mi estilo que era mas ordenado.
He publicado un video en el que muestro algunos cuadros de mi pinacoteca en el blog personal, quiero decir en el que se titula Blanca Oraa Moyua.
Tiene sentido porque estos días han estado en mi estudio Alvaro y Germán, los dueños de Subastas Bilbao XXI y de momento se han llevado unos cuantos, veinte o más para subastarlos en julio.
Tienen intención de seguir con las joyas que yo tengo.
No hablo de los míos, sino de los tesoros de mis amigos.
Rara vez he comprado un cuadro, casi todo lo que tengo han sido trueques.
He sido muy valiente, me siento orgullosa de haber permitido que se lleven todo lo que les ha gustado, no he puesto objeciones a nada y eso que a veces me dolía hasta fisicamente la idea de desprenderme de algunas piezas que no tienen precio.
Me lo he pasado bomba con ellos, hablábamos el mismo lenguaje, en el que yo he vivido inmersa desde que era una rata de galería y también a veces me presentaba en los estudios de los pintores que me interesaban y les ponía en el compromiso de enseñarme lo que hacían, así conocí a Jose María Ucelay de quien llegué a ser muy amiga y a otros de los que casi ni me acuerdo.
Con Prem Rawat he aprendido que sea consciente cuando actúe, lo que significa que piense en las consecuencias de mis acciones y cuando la decisión está tomada, confíe en que ha sido la correcta y no le dé más vueltas y lo de desprenderme de la pinacoteca era algo en lo que llevo pensando desde hace muchos años, asimismo como la necesidad de vivir en el vacío, minimalismo radical.











jueves, 11 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y NUEVE










El tiempo vuela, todo se desarrolla a la velocidad del rayo.
Me dejo llevar, no opongo resistencia, ni siquiera me asusto.
Mi capacidad de asombro aumenta, todo colabora para que mi vida transcurra en armonía, solo mi nervio de vez en cuando me da un toque para que despierte y recuerde lo que dijo el santo Milareapa del Tibet:

No hay nada en este mundo por lo que merezca la pena llevarse un disgusto, ni siquiera la muerte.

Eso si que es importante tenerlo presente.
Me van bien los dichos de los hombres buenos que buscaban la sabiduría, es lo que me interesa.
Guerra a la ignorancia, viva el conocimiento.
Es lo que me hace feliz.
Poco a poco el discernimiento guía mi vida.
Voy separando el grano de la paja.
No tengo prisa, no existe la prisa, mi paciencia no tiene límites.








miércoles, 10 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y OCHO










He pasado un día intenso y especial.
Por la mañana banco Santander de Las Arenas, todo horroroso, tanto los empleados como los clientes, se notaba que estaban en la misma onda.
No puedo seguir hablando de este tema porque me provoca nauseas.
Todo va bien, ya están avisados de que me quiero ir, y solo hace falta tener un poco más de paciencia.
Lo mejor de todo ha sucedido por la tarde cuando han venido Álvaro y Germán, los de Subastas Bilbao XXI y hemos charlado mientras miraban los cuadros que tengo para vender, es decir todos, tanto los míos como los de los demás artistas que son auténticas joyas que ellos son capaces de apreciar y para mi eso es emocionante.
Mi vida está adquiriendo unas calidades extraordinarias desde que parece que he superado la leucemia, por lo menos de momento, cada día estoy más contenta y disfruto más y más.
Hemos trabajado tanto ellos como yo.
He tenido que ser fuerte y respetar las decisión que había tomado de vender todos los cuadros y llegar al vacío.
Tanto Álvaro como Germán han elegido los cuadros que a mi me parecen los mejores aunque al final se llevarán todos porque ellos los necesitan para las subastas y para mí es la mejor manera de deshacerme de los cuadro que además quedan inmortalizados en el catálogo.
Les hubiera gustado que tuviera algún cosa de Jose María Ucelay, de Juan Carlos Eguillor, de Morquillas, pero no es el caso.
He sido muy valiente, acumular es más fácil que lo contrario.
Parece ser que acumular no tiene antónimos.
Es difícil expresar lo que he sentido al desprenderme de algunos tesoros que pertenecían a mi pinacoteca.
Me parecía imposible pero lo he logrado.







martes, 9 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y SIETE









Mi aventura con el Banco Santander ha llegado a buen puerto.
Ya han solucionado todo el problema hasta tal punto que creo que me va a dar vergüenza marcharme pero no quiero tener compañías tóxicas en mi vida por lo que no me queda más remedio que apechugar con el mal rato y a pesar de la alfombra roja que me han puesto para quedarme contenta, tengo intención de marcharme sin alboroto, con discreción, no obstante lo escrito ahí queda para la posteridad.
Los banqueros a lo suyo y los demás nos vamos a dar una vuelta con nuestra dignidad.
He salido de la leucemia con una fuerza que tenía dentro de mí y que aunque no me resulta ajena, convivía con ella, reconozco que me sorprende.
La leucemia ha barrido las otras enfermedades que me mantenían frágil y cansada hasta el punto de que llegué a pensar que me había vuelto vaga, algo que nunca he sido.
Me han tratado unos cuantos galenos en los últimos años pero la leucemia no da síntomas hasta que le da la gana y en mi caso fue justo al final, cuando ya era cuestión de días.
Tuve mucha suerte como siempre en la vida.
Cuando parece que ya todo está perdido y sin solución, el milagro aparece y salgo victoriosa.
Casi es costumbre aunque no en casos tan extremos.
Estoy entusiasmada, ahora sí que aprecio la vida y quiero disfrutar de cada segundo.
De momento tengo la intención de ver Zama, de Lucrecia Martel, recomendada por Mattin de quien me fío, no es que a mi me guste todo lo que él ve pero somos afines, lo que nos diferencia sobre todo es que yo no tengo paciencia para ver ciertos films que él es capaz de disfrutar aunque se aburra, como los de Alber Serra con quien convivió en Nueva York.
Me encanta lo que cuenta Alber Serra cuando le hacen entrevistas en castellano lo cual rara vez sucede, parece que él prefiere hablar catalán.




















lunes, 8 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y SEIS









Humildemente reconozco que he empezado a divertirme con al Banco Santander y eso que ya estaba al borde de un ingreso en Zamudio por lo menos. pero cuando a la segunda llamada al teléfono principal del Banco Santander de Madrid, no solo han cogido el teléfono sino que me han tratado de tu, he comprendido que algo había cambiado, mis toques de atención han surtido efecto.
La encantadora chica que me ha atendido ha respondido a mi preguntas sin complejos.
Para empezar ha dicho que tienen orden de darme prioridad y atenderme la primera en detrimento de los que esperan.
Al preguntarle, extrañada, a qué se debía el tuteo, se ha disculpado:

Lo siento doña Blanca

A lo que he respondido que simplemente me ha sorprendido el cambio y me ha dicho que han recibido la orden de tutear a los clientes.
Me pregunto qué les parecerá a algunos, no creo que a mis hermanos, sin ir más lejos les guste la idea, a veces no es fácil acertar, mejor hablar en inglés y así no hay confusiones.
No he solucionado nada pero me he tranquilizado y será cuestión de darle otro aviso a Ana Botín a la que ya le había dado un toque en Instagram cuando nadie me cogía los teléfonos y mis nervios estaban a punto de estallar.
Seguiré practicando la paciencia y comprobando una vez más que:

¡SI SE PUEDE!

como decía el hijo de Marcelo Expósito de quien no sé nada desde que no está en el Paralmento.




Post Data:
¡Ay que risa Marisa!
Me acaba de llegar un tarjeta oro del Banco Santander.
















domingo, 7 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y CINCO










He pasado un día maravilloso, muy emocionante.
He comido en el indio de Uribitarte con Carlos a quien he tenido el placer de introducir en ese maravilloso país que él desconocía.
Como cree que sabe todo, no me ha dejado llevar las riendas e inmediatamente ha decidido lo que quería que era lo más picante de toda la carta, que ya es bastante picante de por sí y ha pasado un rato espantoso porque hasta la camarera le ha advertido que era muy picante y él ha seguido en sus trece.
A mi me encanta la comida, la India y todo lo indio, hasta empecé a estudiar hindi en un momento de mi vida en el que no sabía donde quería establecerme y contemplé la posibilidad de hacerlo en India pero estando en Delhi me di cuenta de que no era el momento adecuado por lo que haciendo caso a Pizca, me fui a Barcelona y no duré mucho.
Barcelona me gusta para ir de vez en cuando y estar un par de días pero el clima no me va.
Además cuando venía a mi casa de Bilbao los fines de semana, me encantaba vivir aquí, lo único que me llevaba mal con mi madre a la que le costó perdonarme los tres años que pasé en Los Ángeles sin dar señales de vida, solo cuando mataron a mi hermano Jose, le escribí una carta a la que nunca contestó.
Vivir cerca de la familia tiene encanto y vivir lejos también, son cosas diferentes.
Ahora por ejemplo estoy encantada aquí.
¿Qué hubiera sido de mí si me sale la leucemia en USA sin seguridad social?
Cuando estaba en Cruces lo pensaba y agradecía vivir en un país que cubre esas necesidades básicas.
A pesar de haber vivido la mayor parte de mi vida en Getxo, soy muy bilbaína, nací en la alameda de Mazarredo y allí me siento en casa, ahora con el Guggenheim mejor todavía y todos los edificios imponentes que hay por allí.
Carlos, que va poco por Bilbao estaba contento.
Me ha sentado muy bien comer indio porque tengo el paladar atrofiado y un poco de picante lo ha despertado,
Presiento que volveré en breve.












sábado, 6 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y CUATRO









Los sábados suelo estar cansada, solo me apetece ver una película en actitud pasiva con la sensación de que todavía tengo mucho tiempo por delante para no hacer nada importante, así que para el lunes ya estaré en la disposición correcta para enfrentarme a esas cosas que me ocupan a mi pesar, me refiero al Banco Santander.
Hoy he pasado un día maravilloso sin pensar en el horror.
Tengo la suerte de tener una vida apacible en la que solo me quedan algunos problemillas de salud que poco a poco espero se vayan solucionando y entre los asuntos que he dejado pasar durante los años que he estado incubando la leucemia, estaba el del banco.
También tengo entre manos el tema de vender mi pinacoteca.
Empecé a hablar con Subastas Bilbao, estaban dispuestos a venir a mi casa para ver lo que tenía pero me asusté, les dije que no podía recibir gente en casa y justo Jaime me dice que tiene un amigo alemán, Hugo, que se dedica a vender cuadros y que estaría encantado de vender los míos, le mandé el blog empezado y dejado a medias y ya hace quince días que no da señales de vida y ese tema tiene que ir para adelante no lo puedo detener, estoy decidida a deshacerme de casi todos los cuadros aunque me duela en el alma, en esta casa no cabemos todos.
O los cuadros o yo, pero todavía no estoy dispuesta a quemarlos como hacía Goenaga.
Detesto trabajar con hipótesis, no obstante ayer me vino a la cabeza con una claridad diáfana que ser pintora es lo peor que existe.
En mi caso ha sido un error.
Además de lo difícil que es pintar y más difícil todavía vender, nadie quiere cuadros, no caben en las casas, pesan muchísimo, manchan, ocupan un espacio inmenso, solo están a gusto en los museos que es el lugar que les corresponde.
Mi vida ha sido un trajín con los cuadros de aquí para allá.
Cuando expuse en Berlín era tan pobre que los intenté llevar en mi coche, iba con Mattin y en la autopista se cayeron, eran las Heridas, con cristales, fue excesivo, me puse enferma, la galerista me llamaba todo el tiempo, los galeristas se creen con derecho a maltratar al artista a no ser que sus cuadros se vendan como churros en cuyo caso le agasajan como hacía mi galerista de Madrid, nos forrábamos las dos y yo encantada de la vida hasta que me harté del bullicio madrileño, me paseaban por todos los restaurantes de moda y como llevaba tanto tiempo sin salir de Bilbao, todo me parecía estupendo, sobre todo tener dinero, parecía el corcho de una botella de Champagne, me fui a París a ver a Prem Rawat y de paso me compré ropa de Issaye Miyake, todo me parecía maravilloso, sobre todo tener dinero.
Cuando expuse en Australia no me dejaron sacarlos de Correos en Bilbao y me puse a llorar.
Al día siguiente me encontré las cajas con los cuadros en la puerta de mi casa.
No sé lo que pasó pero por lo menos los recuperé.
Cuando hice el homenaje al Athletic en Arteder, Roberto el de Windsor me dijo que pasara por su galería y cuando le llamé me dio largas.
Casi siempre me ha resultado difícil tratar con los galeristas.
Estoy entusiasmada de haber dejado la pintura, me he quitado un peso de encima.
Escribir es mucho más sencillo, ya me lo decía Oteiza, nada como una hoja en blanco y un lápiz, la poesía sale directa del corazón.
Lo peor de todo es que pintar es carísimo, solo comprar los materiales y el espacio que se necesita y se mancha todo, es muy desagradable.
Yo soy feliz con una mesa, una silla finlandesa en la que por muchas horas que esté sentada jamás me duele la espalda y un buen iMac de 27 pulgadas, el próximo será Pro, ya lo tengo decidido.












viernes, 5 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y TRES









Suelo tratar de no contar las cosas desagradables que a veces me suceden y hasta ahora creo que lo he conseguido, pero hoy necesito desahogarme.
El tema del Banco Santander me está poniendo enferma, cada día resulta más desagradable.
He recibido una carta asquerosamente antiestética ¿quién se encarga de la estética en esa empresa? en la que me dicen, mentira podrida, que me han mandado por SMS una firma electrónica que le (me) faculta para realizar sus (mis) operaciones habituales y contratar productos en los canales a distancia del Banco (sic).
Había un número de teléfono en el que estarían encantados de atenderme.
Inmediatamente he llamado pero como no pueden identificarme porque no existo he tenido que colgar el teléfono con las orejas gachas y hacer el esfuerzo de no dejarme llevar por la ira, ya que eso no es saludable y no me conviene.
Tengo promesa firme de estar siempre de buen humor.
A veces me dejo llevar por menudencias que se me pasan en un santiamén pero este tema me afecta más de lo habitual.
Después de haber pasado media mañana hablando con alguien del Banco Santander que dice que intenta ayudarme no tengo ganas de fastidiarme una tarde maravillosa en la que la vida me invita a disfrutar de sus encantos.
He comido con Carlos Alber en el chino nuevo de Algorta, el de Alicia y lo he pasado bomba.
Me he puesto mi mascarilla de grajeno que es estupenda y todo ha ido sobre ruedas.
Era mi primera salida y me ha encantado.
Carlos me ha contado que está ayudando a Zampa a preparar su nuevo bareto de Las Arenas ZAMPA DYLAN que abrirá el lunes día ocho de junio.
Por lo demás estoy contenta, hasta el lunes no puedo hacer nada de lo que me ocupa, así que me tomo vacaciones y me meto en las redes a ver si me encuentro con Diana Terceño y me relajo un poco.
Desde que he empezado a hablar del Banco Santander me lee menos gente pero no me importa, ahora mismo lo publico en Facebook y en Twitter y le mando un copia pega a Ana Botin en mensaje privado por Instagram para que por lo menos lo lea su Community Manager.
Me entra la risa.


















jueves, 4 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y DOS










Ha llegado un momento en que no estoy dispuesta a soportar el maltrato del Banco Santander.
No es que me lo haya buscado no soy tan torpe, me di cuenta hace mucho tiempo de que no eran amables, de hecho recuerdo que lo comenté con mi hermano Jose y me dijo:

Ese banco es para ricos, tu no les interesas

Así que me fui a otro, he pasado por muchos bancos y casi todos son miserables pero el Santander se lleva la palma.
Ahora estoy porque las circunstancias de la vida así lo han perpetrado pero ya no puedo soportarlo ni un segundo más.
Hasta tal punto estaba furiosa, ni me cogen el teléfono y me refiero a la banca privada que suele tener un trato preferente así que cuando he visto algo que ha comentado Ana Botín en Instagram he aprovechado la respuesta a su comentario para decir lo malo que es su banco.
Como ayer ya puse algo en Facebook y salieron muchos comentarios contando toda clase de vejaciones que habían recibido por parte del personal de esa entidad, le he ofrecido a Ana Botín que si se atreve a saber lo que piensa la gente le mando un copia y pega con todos los comentarios.
Grande ha sido mi sorpresa, cuando he encontrado un texto muy amable en el que alguien, el o la Community Manager presumo, me invitaba a comunicarme con él o ella en privado sin facilitarme el medio.
En vista de lo cual, de momento he decidido desahogarme en mi diario que tanto me acompaña y en el que confío.
Aparte del horror actual que ha sido debido a que no he podido ponerme al día a causa de mi enfermedad y de que he llegado a esta situación por motivos ajenos a mi voluntad, pero ya que estoy metida en el asunto me apetece contar que antes, la última vez que tuve que tratar con esa entidad que no me hacía feliz pero aguantaba, lo que me pasó fue intolerable, hasta tal punto que vendí las acciones y me largué pensando en no volver jamás, ya que entré una mañana con mis dos muletas y le pedí a una chica que por favor me atendiera alguien porque yo no podía estar de pie.
Ella me dijo:

Si, claro, te atiendo yo misma.

¡Ah! bien

contesté encantada dirigiéndome a la silla que estaba delante de su mesa, a lo que respondió en un tono de mando y ordeno:

No, no te sientes, lo hablamos de pie porque es poca cosa.

No, no es poca cosa, yo no puedo estar de pie ni un minuto, tengo muy mal la rodilla y vas a tener que usar el ordenador.

No importa, lo hacemos de pie.

Te estoy diciendo que no puedo estar de pie.

¡Claro que puedes, es un minuto!

Y no cedió, así que me fui a la caja y di orden de que vendieran mis acciones.
Me dijeron que volviera al cabo de unos días y allí fui tan contenta con mis muletas y vi a la chica sentada en su mesa con una expresión expectante sobre lo que yo iba a hacer.
No hice nada porque no tenía fuerza y además tampoco quería que echaran a una persona por mi culpa.
Fui débil, pero por lo menos saqué mis acciones y de momento pude dejar de tratar con ese banco que maltrata a la gente.

El destino quiso que el Banco Pastor se convirtiera en Banco Popular y de ahí pasara a Santander otra vez y ahí empezó mi Vía Cruces, hasta ahora que ha llegado el momento de sacar a la luz todos estos sinsabores que no merezco.




















miércoles, 3 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y UNO










Parezco una recién nacida..
No me acuerdo de nada, ni siquiera del nombre de las personas más cercanas.
Ayer fui a Bilbao, hacía más de un año que no pisaba la ciudad en la que nací.
Disfruté como de costumbre al pasar por debajo del arco de Buren y entré en Ajuriaguerra, cerquita de Mazarredo donde está mi primera casa que recuerdo con cariño porque prefiero pensar solo en lo mejor.
Aparqué y tenía que poner la OTA.
Ni siquiera recordaba la matricula del coche, me sentí muy perdida en medio de la ciudad con mis dos muletas que no me permiten utilizar las manos.
Regresé al coche, saqué el móvil y me dice que no tiene datos móviles, por poco me da un ataque de nervios así que pasaba uno por allí y le pedí ayuda.
Se prestó a hacerme lo de la OTA porque yo ya ni veía, no me acordaba de nada.
Mi amable ayudante se prestó a todo.
Dejó sus bolsas llenas de comida recién comprada en un supermercado de la zona y me preguntó cuánto tiempo quería, se lo dije, le di mi tarjeta y el pin y no era correcto, así que le di otra tarjeta y el papelito con el número porque era nueva.
No me quedaba más remedio que fiarme de él, era de Atenas, se llamaba Cristos.
También le di mi móvil para que me buscara la dirección de la peluquería pero él no sabía cómo funciona el iPhone por lo que sacó el suyo y cuando me dijo lo que tenía que hacer, por donde tenía que ir a la calle Lersundi que me sonaba mucho por el Gúisqui viejo que ya no existe, le di las gracias y nos separamos.
Siempre confío en mi suerte y en la ayuda de la gente.
Me encanta Bilbao, es tan diferente de Getxo.
En Getxo estoy cómoda, es un hecho que agradezco pero todo o casi todo es plano.
En Bilbao la gente se viste diferente, tienen perros de otras raza, coches más sofisticados,  tiendas con diseños modernillos, no es París, pero es disfrutable para los que vivimos en los aledaños.
Además ya no conozco a casi nadie. ni siquiera voy a las galerías de arte porque no puedo estar de pie.
La peluquera que me había recomendado Virginia López Tapia era sabia.
Supo curar mi pelo que estaba destrozado.
Salí muy contenta.