viernes, 20 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y CINCO









A medida que pasan los días me voy acostumbrando a la nueva situación si es que existe esa posibilidad, no quisiera que así fuera pero ciertos actos se convierten en rutinas y a pesar de que cada día es diferente, hay una tendencia en el ser humano de hacer conocido lo desconocido incluso cuando eso es imposible.
Constato que cada persona se organiza de la mejor manera posible.
En mi caso he decidido ponerme en contacto con mi familia, sobre todo con mis hermanos ya que parece que estamos tan seguros de que todos estamos bien, que podemos estar siglos sin hablarnos.
Éramos siete hermanos y ya solo quedamos cuatro, tres chicos y yo.
Puedo asegurar sin temor a equivocarme que el dolor por la pérdida de un hermano es muy fuerte.
Difícil de superar.
Así que, debido a que yo ya me encuentro bien y no tengo ninguna disculpa para tumbarme a la bartola, he decidido entablar pequeñas conversaciones con todos.
Parece que responden bien lo cual me complace y además me entretiene.
De paso también platico con sobrinos, amigos y la gente que me voy encontrando en el Wasap.
Ha sido muy buena idea.










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