sábado, 31 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CINCUENTA Y CUATRO

 





Voy a hablar del tema de los cuadros que es lo más animado porque aunque va despacio, está en marcha y me obliga a ponerme al día en algo que ha sido tan importante para mí durante toda mi vida y todavía me emociono sobre todo cuando alguien muestra interés.

Ya os conté que los de Subastas Bilbao se están encargando de vender toda mi pinacoteca y lo están haciendo bien, estoy contenta.

Debido a que la mayoría de los cuadros de mi colección estaban en el trastero, los voy trayendo a casa poco a poco para que cuando vengan los hermanos Jubero que son los dueños de Subastas Bilbao, los vean y elijan los que consideren conveniente, ellos saben el gusto de los compradores, que es contrario al mío.

Por ejemplo, a mi me encantan los cuadros grandes, me parece precioso ver un cuadro grande ocupando una pared aunque sea pequeña, e incluso aunque no haya demasiado espacio para verlo con perspectiva, no me importa, me gusta ver los cuadros de cerca, tocarlos, ver las pinceladas, los engranajes de la tela, todo, me emociono solo hablando de esta posibilidad, no tengo nada en contra de los cuadros pequeños, la pintura buena es siempre buena y si funciona, funciona hasta cuando se guarda enrollada como hacen los chinos, tanto si es una tela o un papel, eso no es importante, sin embargo en este caso mi gusto no cuenta, solo el de las personas aficionadas al arte y que acuden a Subastas Bilbao para ver lo que encuentran.

También hay gente que desea decorar su casa con algunas piezas bonitas que hagan juego con el sofá.

Me pasó con un matrimonio que se entusiasmaron con mis carpas de Ondarreta y me compraron un óleo para ponerlo en el salón de la casa que tenían en Menorca junto a un tresillo de rayas azules y blancas, justo como mis cuadros, me encantó la idea.

Otras personas adoran llenar sus paredes con cuadros pequeños, lo cual resulta muy acogedor.

En el mundo del arte hay gustos para todo.

Ayer fui al trastero con Norma, que es la empleada boliviana que ayuda en los asuntos de la casa y trajimos varios cuadros grandes, no encontré los pequeños, no sé si los habrán robado o si estarán escondidos detrás de las maletas de Jaime que me parece que es coleccionista de maletas viejas e inútiles y además creo que padece el síndrome de Diógenes, lo cual puede resultar exasperante para una persona como yo, que soy minimalista radical, enfin no sigo porque estoy segura de que todo se arreglará, lo único imprescindible es que yo me tranquilice.





viernes, 30 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CINCUENTA Y TRES

 




Debido a la repercusión que ha tenido el texto que publiqué ayer en mi diario, he decidido seguir hablando del tema ya que veo que a todos nos afecta, lo contrario no sería creíble, claro está.

Pues bien, la terapia que hacíamos en Proyecto Hombre consistía en tres temas prioritarios en los que encajaban todos los demás:

Sentimientos, Disciplina y Autocontrol.

Los tres están relacionados entre sí y se ocupan de lo que más se deteriora en un toxicómano, por lo que la terapia combativa debe de ser extrema, no es lo mismo para una persona que aunque tenga sus defectillos como todo ser humano, no necesita someterse a algo tan severo.

Me parece que no viene al caso contar lo que se hacían en los grupos para clarificar las emociones y que quedara claro lo que sentía cada uno, sin emplear jamás la palabra "tu" sino llevado todo a cómo me sentí "yo" en el momento en que sucedió lo que nos alteró, el odio estaba prohibido, así como los juicios y las acusaciones. 

Allí comprendí la gran importancia de mantener una conversación serena cuando la pasión ha sido controlada, el tiempo hace milagros y saber que existe la posibilidad de explicarse es la gran terapia, lástima que en la calle no se utilice, nos entenderíamos mucho mejor.

Respecto a lo de perdonar, lo aprendí con Prem Rawat, lo que él enseña es muy práctico y trata de que seamos felices y poco o nada tiene que ver con la educación judeo cristiana que yo había recibido, lo de Pon la otra mejilla y esas cosillas que me enseñaron en el colegio, no es práctico, no se trata de Por la Paz un Padrenuestro, ni nada que se le parezca. 

Prem Rawat me enseñó a perdonar desde el corazón y quedarme sin resquemor, no obstante sabiendo con quien me estoy jugando los cuartos, lo cual significa que si no quiero volver a pasar otro mal rato, es mejor no ponerme en una situación similar, eso solo demostraría que soy estúpida.

A lo largo de la vida experimento lo difícil que resulta que todas las personas con las que trato seamos impecables, por lo que a veces no me queda más remedio que alejarme de las que están en una línea diferente a la mía y pueden repetir comportamientos que no me van.

Con mi familia soy más tolerante, sobre todo con mis hijos, ellos no han hecho Proyecto Hombre, no se puede pedir peras al olmo.

Mis hermanos y cuñadas son encantadores así como mis sobrinos, solo tengo problemas con mi hermano Fernando que ha estado muchos años sin hablarme, hasta que fue a visitarme al hospital, cuando estuve cerca de la muerte.

Un día, en casa de mi madre donde le solía ver los domingos, le pregunté:

¿Por qué no hablas conmigo? 

Y me contestó tan campante:

No me gusta cómo eres.

Me callé porque no estaba dispuesta a cambiar para gustarle a él, ni siquiera cambié para gustar a mi madre a quien tampoco le gustaba como era yo, pero por lo menos hice ciertas cosas en las que comprendía que cambiar era bueno para mí, como dejar de ser toxicómana. 










jueves, 29 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CINCUENTA Y DOS

 




De todas las terapias que he hecho en mi vida que han sido muchas y de diferentes estilos, la más dura sin lugar a dudas, hasta tal punto que ni siquiera en el cine había visto algo parecido, ha sido Proyecto Hombre. 

Está sacada de la que diseñaron los americanos para ayudar a los militares que habían luchado en Vietnam, gracias a la heroína que les metían para que hicieran su trabajo, por lo que los que tuvieron la suerte de volver a sus casas vivos, estaban enganchados a esa droga, bien sea dicho que la de Proyecto Hombre estaba suavizada.

Algo que aprendí allí que me parece muy importante, es hablar entre las personas de lo que ocurre cuando hay malentendidos o problemas, es decir, aclarar las cosas aunque ya sabemos todos que es muy aburrido y que la mayoría de las veces no todos queremos colaborar en ese trabajo por variados motivos, entre los que se encuentran la falta de claridad, haber malinterpretado un comportamiento, imaginarse algo que no existía y más cosas por el estilo que aunque pueden no ser gran cosa, cabe la posibilidad de derivar en algo dañino para las relaciones matrimoniales, familiares, amistosas e incluso las superficiales.

A mí me aburre bastante hablar de esos temas, pero estoy dispuesta a hacerlo siempre que haga falta porque si no, en el mejor de los casos puedo perder la confianza en las personas, que es casi peor que enfadarse para toda la vida.

En mi experiencia he llegado a la conclusión de que cada vez que hay una falta de entendimiento es debido a una lucha de egos.

En general yo suelo estar tranquila cuando no trato con nadie, me limito pensar en los asuntos que tengo entre manos e intento no llevarme malos ratos, pero cuando alguien responde de una manera hiriente ante algo que yo haya dicho o escrito, mi ego salta como un resorte y es lo que me hace darme cuenta de que si no paro a tiempo, mis pensamientos más ingeniosos acuden a mi cabeza dispuestos a un juego de esgrima, que conduciría a una negatividad absoluta en la que nadie saldría beneficiado, por lo que en ese momento, sobre todo si se trata de algo escrito, lo mejor que puedo hacer es pararme en seco, dejar que pase el tiempo e intentar olvidarme.    






miércoles, 28 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CINCUENTA Y UNO

 




Hasta tal punto me ha cautivado la serie Gambito de dama que ayer leí algunas críticas de amateurs, son las que me suelen interesar y eso hizo que todavía la admirara más, porque los amateurs son los auténticos cinéfilos, ponen más atención que yo en los detalles y aunque ya me había sorprendido lo bien que se muestran las ciudades a las que acude la protagonista, Méjico, París y Moscú, al ver el hincapié que hacen ellos en ese tema, me hizo revisar una vez más lo que yo misma había sido capaz de visualizar y decidí que es una de las mejores series que he visto en toda mi vida.

Tan buena, tan buena, tan buena, que incluso uno de mis críticos favoritos la llegó a calificar como "una película de siete horas".

Pues bien, hoy he seguido leyendo más textos sobre la serie que está arrasando en todo el planeta y he seguido investigando sobre el tema, ya que aunque el guión está basado en un libro de Walter Tevis, escritor estadounidense de relatos cortos, muchos de los cuales se llevaron al cine, la realidad es que la persona en la que se inspiró para The Queen's Gambit no era mujer sino Bobby Fischer, que ganó al ruso Spassky en plena guerra fría, aunque nunca me he interesado por el ajedrez, solo jugaba algunas veces con mi hijo Jaime a quien le encantaba hace tiempo y ambos llegamos a jugar, él sobre todo, con mi amiga Teresa Gortázar, que había sido campeona de Ibiza, hablo de los años setenta más o menos, cuando Ibiza estaba considerado el paraíso de lo jipis, ahora no sé cómo estará, ya no soy jipi.

Como iba diciendo, he investigado sobre el tema y he decidido ver El caso Fischer cuyas críticas sin ser excepcionales, han hecho que me apetezca seguir con el asunto del ajedrez, solo en el cine, a mí me cuesta pensar, sobre todo en algo tan matemático.

Como se decía antiguamente:

Yo soy de letras











martes, 27 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CINCUENTA

 



Mi profesor de Escritura y no es el único que lo dice pero a él se lo he oído muchas veces, insiste en que cada frase que escribamos debe de ser la mejor de nuestra vida, no lo dice en esas palabras, cada uno tenemos nuestro estilo, pero entiendo que quiere que nos esforcemos en escribir lo mejor posible.

En principio estoy de acuerdo con él, sería maravilloso que nuestro estado de ánimo nos permitiera tener ese acceso a las musas de la inspiración cada vez que nos ponemos delante de una hoja en blanco, lo que considero puede ser más accesible cuando no existe un límite de tiempo.

En mi caso, escribir y publicar un diario, requiere llegar a conseguir algo sublime en veinticuatro horas y reconozco humildemente que no es fácil, más bien imposible, la mayoría de los días no estoy a ese nivel, no obstante me fuerzo a escribir porque constato que la práctica es la madre del aprendizaje.

Tenía una amiga de Madrid que vivía en Los Ángeles cuando yo estaba allí y ambas teníamos el mismo manager de pintura, por lo que coincidíamos bastante y nos hicimos amigas. 

Ella, Cristina Bertrand, además de pintora tiene más talentos, entre ellos dos doctorados, para uno de  los cuales había hecho la tesis sobre el I Ching, es muy inteligente, sobrepasa la media y además tiene mucha fuerza de voluntad, buenas ideas y no se lo pone nada por delante, de hecho ahora vive en China, ha inventado un método para aprender chino en inglés que tiene mucho éxito y dirige varias academias.

Pues bien, tras una exposición colectiva en la que ambas expusimos en Beverly Hills, yo estaba tan contenta e inspirada, que tuve una idea para hacer una performance, relacionada con el trabajo que hacía en aquel momento llamado Stapling (grapeando) lo comenté con Cristina que me escuchó atentamente y solo me dijo:

Adelante. 

No lo dejes y hazlo pronto, no esperes a que llegue el momento perfecto, ten presente que "lo mejor es enemigo de lo bueno".

Me llegó tan adentro esa frase que me cortó el entusiasmo y donde hasta entonces solo había visto las maravillas del proyecto, empecé a ver las dificultades, por lo que nunca llegó a realizarse.

No quiero que me pase eso con el diario, prefiero escribir todos los días antes que no escribir, es mi elección, basada en que "lo mejor es enemigo de lo bueno".





lunes, 26 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y NUEVE

 




No me asusta la intensidad, ya tengo experiencia pero hoy ha sido un día excepcional.

Constantemente recibiendo buenas noticias, ha llegado un momento en que me parecía que todo era milagroso, desde los asuntos domésticos más nimios como que viniera el señor que arregla el lavavajillas, habíamos estado fregando a mano todo el fin de semana, hasta que me digan los de Subastas Bilbao que se han vendido varios cuadros míos y por algunos habían pujado bastante.

Cuando ya estaba convencida de que todo era jauja, me he encontrado con una noticia en el chat familiar que me ha dado un susto morrocotudo.

La tía Marigló que tiene novena y ocho años está en el hospital junto a su hija, mi prima Mari Ángeles Castiella, ambas con Covid19.

La noticia me ha impresionado, pero lo que de verdad me ha hecho cambiar de estado mental ha sido recordar que hace unos días me encontré con Mari Ángeles en Zara del centro comercial Artea y estuvimos charlando un buen rato, ambas con mascarilla.

He conseguido tranquilizarme y al pensarlo mejor me he dado cuenta de que eso sucedió hace bastantes más de los días que dicen que tarda en cuajar el virus.

Todo ello ha condicionado mi paz durante un buen rato, hasta que he terminado de ocuparme de mis asuntos y me he sentado en el sofá para ver otro delicioso capítulo de Gambito Dama.

Sigo pensando que es una serie estupenda, inteligente y sobre todo muy entretenida, incluso para las personas que no somos aficionadas al ajedrez como yo, me recuerda al último libro que escribió Stefan Sweig, uno de mis escritores favoritos, justo antes de suicidarse, Novela de Ajedrez.





domingo, 25 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y OCHO

 




Cada día me trae una sorpresa y la de hoy ha sido tan inesperada y amorosa, que me está dejando perpleja.

Hace tiempo, mucho, que dejé de ver series, rara vez encontraba alguna que mereciera la pena, la última que me había encantado fue El nuevo papa, y comprendo que llegar a ese nivel no es fácil, La casa de papel me gustó al principio pero después de la leucemia, cuando volví a casa e intenté ver la segunda parte, me encontraba demasiado impresionable, no podía soportar tanta sangre y violencia, llegó un momento en que mi hijo Jaime, con quien solía hablas de series y a veces teníamos gustos afines, llegó a decirme que ya solo podría ver El rey león, me entró la risa porque me sonaba que era algo infantil, así que no solo no le hice caso, sino que dejé de ver series y me dediqué a los documentales, lo cual es interesante a veces, cuando tengo suerte y cae la breva.

Hoy, con una voz suave, como quien no quiere la cosa, Jaime me ha recomendado una serie que cree que me gustará, el tono me ha hecho confiar en él aunque no las tenía todas conmigo, le he hecho repetir el título que era un poco difícil Gambito dama.

He comido, he echado mi acostumbrada siesta y con ciertas expectativas, he visto dos capítulos seguidos de una serie que me va como anillo al dedo, a pesar de que tiene algo como de ciencia ficción que en principio no me apetece pero me da igual, estoy pasando una tarde fantástica, es como un cuento de hadas y lo que más me complace es haber descubierto que Jaime me conoce mejor de lo que yo pensaba.

Hasta tal punto me está gustando y entreteniendo, que se me ha quitado la idea que tenía en la cabeza de escribir en el diario una especie de explicación_carta dedicada a Íñigo Larroque, mi profesor de Escritura en la que le explicaba que en mis textos, tengo muy presentes a las personas que me leen e intento siempre, incluso en el peor de mis momentos, darles algo positivo, no solo información, sino mi esfuerzo por elevar el instante que me hace sentirme agradecida por estar viva*.



*Esto viene al caso porque en la última clase trató de dar ideas para que escribiéramos pero respecto a mí, dijo dando a entender que me conoce, que no me iba a decir nada porque yo solo pienso en mí.





sábado, 24 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y SIETE

 




Ha sido un gran día. 

He podido ver a Prem Rawat online como casi a todas las personas que veo en esta época.

¡Qué grande es la tecnología!

No quiero imaginarme la vida sin poder conectar con la gente, no puedo negar que soy una persona independiente, que necesito tiempo y espacio para mí, no obstante agradezco compartir la casa con Beatriz y Jaime y poder comunicarme con mis amigos a través del ordenador.

Me gusta la gente. soy extrovertida y aunque todavía no estoy en plena forma, no me importaría salir de vez en cuando y poder charlar con alguien, pero de momento prefiero cuidarme y no arriesgarme, no tengo miedo, solo soy precavida.

En la conferencia con Prem Rawat he podido ver amigos que conozco desde hace muchos años y con quienes tengo en común algo tan importante, como es la persona que ha traído paz y felicidad a nuestras vidas, por lo que estamos en ese estado de agradecimiento continuo.

Antes de reconocer a Prem Rawat como mi maestro yo no era feliz, notaba que me faltaba algo y no sabía lo que era, buscaba desesperadamente y no lo encontraba, hasta que por fin, cuando ya no sabía qué hacer, mi amiga Pizca Riviére, que llevaba años siguiendo las enseñanzas de Prem Rawat, me dijo que iba a París para asistir a un programa con él.

Le pregunté:

¿Crees que Prem Rawat puede ayudarme?

A lo que ella respondió sin titubear:

Es la única persona en todo el planeta que te puede ayudar.

Apúntame a ese viaje.

Y así fue como encontré esa pieza que completó el puzzle que faltaba en mi vida, desde entonces vivo tranquila y confiada y sobre todo muy agradecida, es todo lo que puedo decir.

De hecho hoy, cuando Prem se ha despedido me he emocionado, me sentía desbordada por la gratitud, podría decir muchas más cosas, pero lo que he contado es el resumen de mi vida desde aquel día en París.




 


viernes, 23 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y SEIS

 




He leído una frase de Herman Hesse que me ha hecho recapacitar y darme cuenta, inmediatamente, de que estoy de acuerdo con él y en desacuerdo con quienes dicen lo contrario, por ejemplo, Borges.

La frase es:

Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos.

Creo que lo experimenté desde pequeña y casi siempre intento hacer las cosas a mi manera, a pesar de darme cuenta de que hay formas ya hechas que funcionan y pueden ser bonitas, no obstante me empeño en probar mi modo.

Me ha sorprendido un poco, no que Herman Hesse lo dijera, eso no, en absoluto, adoro su literatura y he sido capaz de leerme sus libros más de una vez, esos libros que me cautivaron cuando todavía no sabía lo que significaba aprender a través de la escritura, empezando por Shidarta, Demian, El lobo estepario  y todos los demás que fui descubriendo a lo largo de la vida y que me embelesaban. 

Encontré personas con las que empezaba a hablar de Herman Hesse y nos excitábamos mutuamente, de tanto como nos compenetrábamos, a través de lo que nos había cautivado.

El juego de los abalorios también me encantó, pero no creo que hoy en día me gustaría, ni siquiera sé si lo entendería como lo entendí en su momento, no obstante y volviendo a esa frase que me ha llegado al alma, insisto en que me he identificado tanto porque me ha llegado al corazón.

Solo con el recuerdo de esos libros me vienen a la cabeza momentos de felicidad, de deseo de ser mejor y también de personas con las que en un momento dado me he sentido compenetrada.





jueves, 22 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y CINCO

 




He tenido clase de Escritura y ya empiezo a conocer a las pocas personas que acudimos a la webinar. 

En principio suelo elegir un texto del diario que publico y he decidido no pensar demasiado, simplemente me limito a mirar cual es el que ha tenido más éxito entre mis seguidores, lo leo, le hago alguna corrección y no le doy más vueltas aunque tal vez hubiera elegido otro.

Esta semana le ha tocado el turno al del ángel de la guarda que me parece muy sencillo pero ha gustado, no siempre coincido con el gusto de los demás.

Como de costumbre, al profesor le ha gustado y no me ha hecho ninguna corrección, esas me las hago yo solita si soy capaz y si no, me aguanto, androcanto y sigo como decía Oteiza.

Ya empiezo a interesarme por las personas que leen sus textos y confieso que hay una chica muy joven, criminóloga, cuyos escritos me fascinan por su fuerza, inteligencia, valentía y sinceridad, aunque justo hoy no he vibrado nada, no me ha despertado. 

Tengo una amiga que es poeta y también toma clases con Íñigo en plan privado y está encantada, me recomienda que haga lo mismo, por lo menos que pruebe pero no me apetece, no me gustan las clases privadas excepto la de Pilates que en mi caso es necesaria.

Reconozco que a veces se avanza mucho en una clase privada pero he tenido experiencia del inglés y me lo pasaba mucho mejor en grupo.

Una vez, estando en Delhi, acudía a clases de yoga con un profesor que me pareció excepcionalmente bueno y al entérame de que también daba clases particulares, acudí a una y resultó fascinante, no sé que tiene la India que por hache o por be, tiene un toque especial que convierte en magia todo lo que sucede.

Todavía guardo el papel en el que escribió las asanas que me recomendaba para mis necesidades específicas, está escrito en hindi y en inglés. 

A veces rememoro con cierta añoranza mis estadías en Delhi cuando iba a ver a Prem Rawat y me quedaba unas semanas porque era muy feliz, pienso que eso ya pasó a la historia, por mucho que me recupere no creo que pueda viajar tantas horas en un avión, ahora mismo ni siquiera sería capaz de ir a Barcelona, aunque ya veremos, es cuestión de tener paciencia y como decía Dorita Castresana: 

Espera y ve.




miércoles, 21 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y CUATRO

 




He pasado unos días tan malos desde que me pusieron el parche de morfina que ayer, en un ataque de claridad, me lo quité y tomé la firme decisión de volver al estado anterior, que consistía en estar viva y despierta, aguantando el dolor de rodilla, prefiero eso a sentirme adormilada, atontada, drogada y medio anestesiada.

No tenía dolor pero el malestar general era insoportable, se me habían quitado las ganas de trabajar y de hacer todas las cosas que me gustan y me mantienen interesada en la vida.

Hoy me he despertado con otra alegría, hacía un día espléndido, tenía clase de Pilates por la mañana, así que he salido pronto de casa y he aprovechado para sacar fotos y hacer videos, además de ir al zapatero que se ocupa de ponerme las alzas en los zapatos derechos y que además de hacer muy bien su trabajo es un hombre encantador, estaba agobiado porque tiene demasiado trabajo.

A veces parece que las cosas suceden al revés, la mayoría de la gente se queja por no tener trabajo, en cambio mi zapatero se levanta a las seis de la mañana porque no da abasto.

A pesar del dolor de rodilla, del viento y de que no es una buena hora por la posición del sol, he disfrutado, me gusta hacer fotos de los paisajes que tengo a mi alrededor, los conozco, los quiero, los entiendo y me resulta fácil verles la estética, en cambio, cuando viajo o salgo de estos lugares tan conocidos no disfruto tanto.

Con las fotos me pasa lo mismo que cuando pintaba, necesito mirar, ver, conocer los temas, tanto personas como paisajes. 






martes, 20 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y TRES

 





Reconozco humildemente que estoy enamorada de la cultura francesa, me complace de tal manera que, a pesar de ser consciente de que puedo y debo apreciar la mía, algo en mí entra en otra dimensión cuando se trata de lo francés, no solo la lengua que me parece música y poesía al mismo tiempo y me obliga a poner un interés especial en la pronunciación de cada sílaba, cuando recito para mí misma estando sola, lo que aprendí de memoria en l'Ínstitution du Parc, en Burdeos donde se abrió un mundo que desconocía hasta entonces y ni siquiera había imaginado que existiera, no obstante cambió mi existencia y me preparó para vivir con una intensidad que crece y acepta con entusiasmo todo lo que se presenta, gracias a esa base francesa que destruyó lo que habían intentado incrustarme fundado en la religión católica, que por poco me mata con el sentimiento de culpa.

 Me vienen estos recuerdos porque he tenido la suerte de ver una película de Guédiguian que no la había visto, cosa rara porque he visto casi toda su filmografía y jamás me ha defraudado.

La casa junto al mar es otra maravilla, como todo lo que sale de su cabeza con la ayuda de su esposa, Ariane Aristide, ya que trabajan juntos desde que les conozco.

Buen cine, lúcido, realista, respetuoso, buenos actores, localización excelente, personas de diferentes generaciones y siempre, de fondo, la ideología política de Robert Guédiguian, que sigue esperando, impertérrito, el fin del capitalismo.

Siempre me ha interesado ver buen cine, me casé con un cinéfilo de pro, que se escapaba del colegio para ver dos sesiones en los cines más alejados de su casa y se sabía los nombres de todos los actores, directores, guionistas, músicos, hasta tal punto que le llamaban para preguntarle por las películas incluso antes de que las estrenaran. 

En aquella época no nos quedaba más remedio que ir a Biarritz para ver buenas películas, todavía vivía Franco y España estaba al margen de lo que sucedía en el resto del mundo desde un punto de vista cultural. 

Francia abrió mi cabeza de tal manera que siempre me he sentido tentada de mirar hacia el norte, el otro lado ha sido una constate presente en mi vida a través de la literatura, el cine, la música, la moda y todo lo que vienes de ahí, disfruto de una especie de doble vida que colma las carencias que tendría si solo conociera lo español.









lunes, 19 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y DOS





Por motivos ajenos a mi voluntad, es decir por no concentrarme, he borrado lo que había escrito hoy en el diario y al pensarlo mejor, he decidido que no era necesario contarlo, solo se trataba de lo que pienso sobre la película que vi ayer, lo cual no es nada del otro mundo, imagino que mucha gente pensará lo mismo que yo, es como cuando vemos una película de Haneke y cada persona tiene derecho a pensar lo que piensa y en el fondo todo es elucubrar porque hasta que las cosas suceden nadie sabe de verdad lo que haría en esa circunstancia, por eso estoy en contra de las hipótesis, no malgasto mi tiempo en trabajar sobre temas que no existen, no me interesa y no me da la gana, por eso cuando alguien dice:

Si yo estuviera en esa situación

inmediatamente me cierro y dejo de prestar atención, prefiero hablar de lo que ya se ha realizado, o sea que no me gusta que me cuenten milongas, por eso estoy en contra de los "voy a" no me creo nada, solo cuando me dicen  "lo hice" sigo escuchando.

Por si acaso alguien se ha quedado con la intriga de la película que vi ayer. diré que se llama El dios del piano y que es muy buena pero me dejó incómoda, eso es todo.

Tampoco me gusta que me cuenten las películas, prefiero que me digan:

Es muy buena, vete e verla.








domingo, 18 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y UNO

 




Peliculón.

Eso es buen cine y lo demás es perder el tiempo.

La profesora de piano, hacía tiempo que leía sus criticas y estaba deseando verla, no solo no me defraudó sino que me fascinó.

Tiene cierto aire a Haneke sin llegar a tanta dureza, se trata de la relación entre madre e hijo, ambos con un talento extraordinario para tocar el piano, no obstante ambos son intérpretes y no sigo porque no soy quien para destripar la película, además lo que yo opino es solo una opinión y no quiero intervenir en lo que piensen los que la vean que, estoy segura, la disfrutarán si les gusta el buen cine y son capaces de tener paciencia para esperar a que cada cosa de se desarrolle a su debido tiempo.

Aunque no hablo alemán, recordé que antes de mis enfermedades estudiaba alemán todos los días, un ratito con el método Duolingo pero cuando me empecé a encontrar cansada lo dejé y creo que he olvidado lo que aprendí, lo siento porque es una lengua que me encanta y además en este momento es la primera lengua de mi nieta, algún día tendré que ir a Berlín a visitarla, para saber donde están los sitios de los que me habla y conocer a sus amigos.

Magnífica Corinna Harfouch, considerada el equivalente a Isabelle Huppert como axioma del cine europeo, tal para cual.

No solo disfruté porque el buen cine me eleva, sino porque me hizo pensar en la relación que tengo con mi hijo Mattin que siendo artista como yo, se puede decir que él ha triunfado, ya que haber sido invitado a la documenta de Kassel es suficiente para considerarlo, aunque todavía no haya tenido la trascendencia que esperábamos, yo por lo menos.

Insisto: Las cosas del arte van despacio.









sábado, 17 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA

 





Tengo un ángel de la guarda de verdad.

Estoy asombrada. 

Hoy ha sido la segunda vez que lo he comprobado.

No le conozco ni sé quién es, pero se ocupa de mi coche cuando más lo necesito.

Ayer me di o me dieron un golpe en el espejo retrovisor lateral derecho y aparentemente quedó destrozado, llovía tanto que no tuve tiempo ni ocasión para mirarlo y sacarle una fotografía, pensé que el lunes lo llevaría al garaje y de momento me quedé pensando en las facultades que he perdido, ya ni siquiera tengo sentido de la proporción, pero al llegar a casa me encontré tan a gusto con el calorcito y con la sensación del deber cumplido, porque había ido a Bilbao para tomarme medida de las plantillas, algo necesario para recuperar el equilibrio, que no volví a pensar en el tema del espejo.

Hoy ha salido un día estupendo, con el cielo azul, así que he decidido ir a Bilbao a comprarme zapatos en Mephisto que es la tiendo especial para personas que tenemos problemas, yo tengo la pierna derecha bastante más corta que la izquierda y necesito hacer varias cosas especiales para poder andar bien.

¡Ah! de repente me he acordado del problema del espejo, me pasó lo mismo hace unos días y al llegar al coche vi que estaba todo arreglado, no me lo podía creer, parecía magia, eso no pasa todos los días, ya me arreglaré, ni siquiera sabía si podría sujetarlo, tenía muy mala pinta cuando me tropecé, pues bien, llego al coche y me lo encuentro perfecto, cada cosa en su sitio, aunque el espejo estaba roto por varias partes, los trozos estaban pegaditos, qué suerte tengo, mi ángel de la guarda se ocupa de un tema que para mi resulta espantoso, tener que ir al garaje, quedarme sin coche unos días y todo lo demás. 

No tengo ni idea de quién es la persona que arregla el espejo de mi coche.

Supongo que será un vecino que sabe de coches y aunque haga mal tiempo me lo arregla cuando lo ve destrozado.

Tengo suerte, me gustaría darle las gracias, de momento se las doy en este diario, si me lee verá que soy consciente del gran favor que me hace.

Es un ángel de la guarda de carne y hueso.






viernes, 16 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y NUEVE

 




Fascinante, fascinante es la palabra que me viene a la cabeza cada vez que pienso en el documental sobre el último proyecto de Christo, Caminando sobre las aguas.

Seguí la obra de Christo con verdadero entusiasmo cuando él estaba en la cresta de la ola y yo metida en el mundo del arte hasta tal extremo, que en algún momento incluso pensé en ir a ver uno de sus proyectos en vivo cuando me movía con soltura por el planeta tierra.

Además de que ya en aquella época me parecía uno de los grandes, se hablaba mucho, rumores sin demasiada consistencia, de él y su mujer ya que ambos trabajaban juntos, no obstante fue en mayo pasado, cuando Christo murió, que me enteré de asuntos más íntimos e interesantes, ya que mi prima Isabel Mayer y su marido Ruggero Raimondi, eran amigos de la pareja y solían cenar con ellos por lo que me contó la verdad tal y como la cuentan en este maravilloso documental, que ha acaparado mi atención y me ha hecho ver de cerca, una vez más lo que significa ser un artista plástico y el sacrificio que requiere.

A pesar de que en la época actual de mi vida, todos mis esfuerzos están enfocados en eliminar de mi cuerpo el arsénico que me metieron en la quimioterapia e intentar que mi rodilla derecha vuelva a su ser y deje de doler de manera que andar no resulta una tortura, no dejo de poner interés en los asuntos profundos que llenan mi corazón, que no son precisamente la vida social y las fiestas, sino el amor a la vida, vivirla con pasión y agradecimiento.

Es en este campo en el que me identifico con Christo cuando habla del motivo que le impulsa a llevar a cabo sus ambiciosos proyectos que tanto me inspiran.





jueves, 15 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y NUEVE

 




Ayer vi una película francesa cuyo planteamiento me pareció interesante.

Se trata de un hombre mujeriego que posee todos los tópicos que se achacan a ese tipo de personaje y de repente un día, no recuerdo por qué, se despierta por la mañana y se encuentra que el mundo funciona al revés de lo acostumbrado en el que las mujeres ejercen el papel que los hombres han tenido hasta ahora y viceversa.

Se siente tan desconcertando que no atina, hasta tal punto le molesta que sea una mujer la que le da las órdenes en el trabajo y no aprueba su proyecto, que se descontrola, tira los papeles y le echan del trabajo.

A medida que va experimentando que su entorno ha cambiado, se da cuenta de que no le queda más remedio que acomodarse al nuevo contexto, ya que casi todo es diferente de lo que espera.

Una mujer que le acompaña a su casa con la intención de acostarse con él, se pega tal susto al soltarle la camisa y ver que tiene pelos que se marcha, explicando que se ha bloqueado, que no puede resistir un hombre peludo, por lo que él se depila a la cera con gran dolor, adquiere un aspecto menos descuidado y puede ponerse pantalón muy corto, lo cual atrae las miradas de la mujeres que le ven por la calle.

Cuando por fin consigue ir a la cama con esa mujer que le gustó, le sorprende que se levante después de haber compartido un sexo placentero y comience a vestirse.

Sorprendido le pregunta el motivo de su huída y ella le dice que ha quedado para jugar al póker.

En este mundo nuevo las mujeres van el fútbol mientras los hombres cuidan a los niños, los hombres limpian las casas, hacen las comida y sirven el café en las oficinas y así en multitud de detalles que al pobre protagonista le obligan a doblegarse y comprender que tal vez estaba equivocado.

La película está poco trabajada por lo que no está lograda, pero la idea me gustó, me dio la sensación de que los hombres, en general, tal y como está organizado el mundo que conocemos, no se dan cuenta de lo torpes que son y eso es uno de los problemas por lo que el mundo no funciona como debiera.






miércoles, 14 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y OCHO




Comentaba ayer un amigo que tempus fugit* que él ya tiene setenta y tres años y que se le ha pasado la vida a una velocidad vertiginosa.

Pensé yo, que tengo setenta y cuatro, que lo mismo digo, porque incluso en estos últimos años que por cuestiones de salud no me ha quedado más remedio que ir despacio, también tengo la sensación de que tempus fugit y para cerciorarme y tener más datos, googleo y al lado pone carpe diem* así que recapacito y llego a la conclusión de que mi manera de aprovechar la vida es ir despacio, siendo consciente de cada paso que doy, de concentrarme en el presente, no solo para no caerme, sino también para tener en cuenta las consecuencias de mis acciones. 

No es que tenga que hacer muchas cosas cada día pero hacerlas bien lleva su tiempo y es a lo que me tengo que dedicar, esa es mi única responsabilidad.

Puedo estar contenta, no tengo motivos de queja, solamente cuando me dejo llevar por los nervios y me precipito, ese es mi gran problema, me cuesta dominarlos, recuerdo a mi madre que también a veces se ponía nerviosa, ella sí que tenía motivos porque con tantos hijos, nietos y biznietos, a veces se dejaba llevar y recuerdo que me decía:

¿No encuentras que tengo motivos para estar nerviosa, Blanca?

Yo le decía que sí, casi siempre le daba la razón, aunque sus preocupaciones eran distintas de las mías, ella era muy perfeccionista y daba gran importancia a los asuntos de la casa y a quedar bien con la gente, yo soy diferente, me gusta que la casa esté ordenada, me encantaría que estuviera impecable, pero no es el caso, intento no ponerme nerviosa por asuntos de la casa, siempre hay motivos para que se me disparen los nervios, siempre sale algo por donde menos lo espero y tengo que hacer un gran esfuerzo para no dejarme llevar y cuando me controlo me da mucha satisfacción, no siempre lo consigo porque además, soy una precipitada, de ahí vienen la mayoría de mis desaciertos.



*Tempus fugit es una locución latina que hace referencia explícita al veloz transcurso del tiempo. La expresión parece derivar de un verso de las Geórgicas del poeta latino Virgilio que dice más exactamente: «Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus» 

* La frase completa en su idioma original es «Carpe diem, quam minimum credula postero» y su traducción más fidedigna es algo así como «Aprovecha el día, no confíes en el mañana».




lunes, 12 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y SIETE

 




Me he divertido mucho viendo la película de Gracia Querejeta, Ola de crímenes que sucede en Bilbao, Getxo y Zorrozaurre, lugares que conozco como la palma de mi mano, porque saco muchas fotos de los tres desde hace años. 

Desconozco quién ha hecho las localizaciones pero me han parecido acertadas, excepto Getxo ya que considero que se le podía haber sacado más partido.

Los actores son buenos, destacando Maribel Verdú que lleva el peso, ella puede con todo.

No podría recomendársela a nadie, me daría vergüenza porque es demasiado delirante, no obstante yo he pasado un rato muy entretenido.

Además estuve en el rodaje, casi sin darme cuenta, un día que hacía mucho calor me apeteció tomar algo en una especie de cafetería que improvisaron al lado del puente colgante, en la parte de Las Arenas y alguien comentó que en el lado de Portugalete, donde estaba parada la barquilla, estaban rodando. así que saqué algunas fotos de Maribel Verdú con zoom, que no se veían bien.

El guión es una bobada, las actores buenos, casi todos conocidos y las críticas nefastas.

Al final ya me estaba cansando pero se ha terminado pronto, no era pesada y se ríe de todas las cosas incluso de las más importantes, lo cual resulta liberador.










domingo, 11 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y SEIS

 




Cuando me enteré de que mañana lunes es fiesta me hizo ilusión, pensé que me vendría bien tener varios días seguidos sin obligaciones, sin llamadas de teléfono y sin tener que discurrir, no obstante ha llegado el momento de podar las plantas y no he podido hacerlo porque tenía que mover un tiesto grande con un árbol que pesa demasiado. 

En vista de que ese plan ha fallado, he empezado a ordenar las baldas que están encima del ordenador que necesitan un buen Marykondo, las he limpiado con Cristasol y un trapo y al cabo de veinte minutos he cambiado de actividad porque he encontrado muchas fotos que necesitan un tratamiento especial.

Ahora que me he metido con esa zona tan importante, no me queda más remedio que dedicarme a ella un poco cada día, porque ya me han traído el nuevo ordenador, todavía está en la caja y para hacer las cosas bien desde el principio, tengo que deshacerme de papeles y carpetas que ya no uso. 

El capítulo de deshacerme de los objetos es el más duro.

Es ridículo, son cosas que llevo muchos años sin utilizarlas, como por ejemplo el papel para hacer fotos, no me interesan las fotos en papel, solo quiero las digitales y sin embargo soy incapaz de tirarlas a la basura. 

Una vez tiré el álbum de las fotos de mi boda y mi hijo Jaime lo sacó y dijo que era importante mantenerlo y le hice caso y ahora anda por ahí dando vueltas sin encontrar su lugar.

Si hubiera hecho bien este trabajo habría empezado por hacer orden y limpieza antes de que trajeran el ordenador, ahora me cuesta más y estoy deseando despejar las mesas para ponerlo y pasar todo al nuevo, luego tengo que vender el antiguo y ya me quedaré tranquila. 

Por otro lado, como me están vendiendo los cuadros voy trayendo los que están en el trastero para que los vean los de Subastas Bilbao y se vayan llevando los que les parece conveniente, les dejo hacer lo que les da la gana, ponen los precios que quieren que son miserables y yo tan contenta con tal de que se lleven todo, las cosas del arte van despacio.

A medida que voy viendo los óleos y los dibujos que tengo me doy cuenta de que todavía hay una colección de retratos al óleo en bastidores redondos que se llama Akelarre y que nunca han estado expuestos, no sé qué hacer con ellos, ya veremos, no me siento con fuerza para hacer una exposición, solo necesito paciencia conmigo misma y seguir ocupándome de cuidarme que lo estoy haciendo muy bien y me produce gran satisfacción.

Ayer estuve en el hospital de Cruces y el hematólogo me dijo que la médula y la sangre están perfectas, ya solo me queda la rodilla que me duele mucho, por lo menos he superado la Cortisona que no me sentaba bien y ahora me han puesto parches de morfina, a ver si con eso me arreglo hasta que todo se ponga en sus sitio.

Considero que mi única obligación en este período de mi vida es cuidarme y ser consciente de que vivimos tiempos difíciles, eso es todo.

Gracias a Dios mis hijos están muy bien y mantienen un comportamiento maduro, sería difícil para mí si les viera hacer tonterías pero no es el caso.





sábado, 10 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y CINCO

 





Cuando empecé a estudiar Bellas Artes en Bilbao, primera promoción, me sorprendía que de ocho a diez de la mañana teníamos clase de dibujo, asignatura que a mi entender, es tal vez la más difícil de toda la carrera, no olvidemos que para ingresar, había que aprobar un examen de dibujo de estatua, para el que por lo menos teníamos que prepararnos durante un año en una academia específica, a mí me enseñó Alfonso Ramil, era muy famoso porque había pintado el mural de la iglesia de Las Mercedes en Las Arenas, su academia que estaba en la plaza de Moyúa y se suponía que era la mejor de Bilbao.

Puse mucho empeño porque aunque para entonces ya sabía pintar al óleo ya que durante varios años había tomado clases con García Ergüin, lo de dibujar con carboncillo me horrorizaba, siempre con las manos sucias y teniendo en cuenta todos los detalles, era demasiado académico, decían que era la manera de aprender a ver, en eso tenían razón, se trataba de ver minuciosamente todas las luces y sombras en grises.

Estoy hablando del año mil novecientos setenta y uno, incluso los nombres de las asignaturas eran decimonónicos, por ejemplo Dibujo del natural y del antiguo, el examen duraba cinco días, me aprobaron, pero reconozco que me costó.

Se me ocurrió preguntar por qué ponían la clase de una asignatura tan difícil a esas horas tan tempraneras y me contestaron sin dudarlo:

Por eso precisamente, porque a esa hora es cuando el ser humano está más dispuesto para pensar y resolver los asuntos más complicados.

Desde entonces, suelo tener presente ese dato y he comprobado que tenían razón.

Por principio, todas las cosas importantes las hago por la mañana, cuanto antes mejor.

Lo primero que hago cuando me despierto es practicar la técnicas del Conocimiento que me reveló Prem Rawat, después desayuno y me dedico a resolver los asuntos del día, los de la venta de mis cuadros, las cosas de la casa, las llamadas telefónicas y después me dedico a lo que me interesa de una manera más personal, escribir, sacar fotos, meterme en las redes y tomarme la vida con calma.






jueves, 8 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y CUATRO

 






Empecé a sentir la necesidad de escribir no solo cuando dejé de pintar sino también cuando me notaba cansada y todo me costaba mucho esfuerzo, sobre todo hablar, ahora que veo ese período de mi vida con distancia, tengo la casi certeza de que estaba incubando la leucemia aunque nadie me lo haya dicho, no obstante estoy segura que no es algo que acontezca de repente como un rayo que viene del cielo.

Los hematólogos dicen que la leucemia viene porque una proteína muta.

Vale.

Lo siento, no supe evitarlo, nadie sabe, nada ni nadie tiene la culpa excepto la proteína que muta.

En aquella época me apetecía relacionarme con mis amigos pero vi con claridad diáfana que a la mayoría de la gente no le gusta escribir, por eso utilizan emoticones, son capaces, yo también lo era antes, de estar tres horas en el teléfono hablando de nada, pero lo de meterse en Wasap para contar algo requiere demasiado esfuerzo, así que he aprendido a disfrutar de mis propia compañía y a tener recursos para pasar noches en vela y para muchas más cosas nuevas que se plantean en mi vida actual.

He conocido muchas personas que se han acercado a mí a través de las redes y han conseguido que me sintiera acompañada y querida, nunca he estado sola.

Me sorprende ver que algunas personas que habían pasado por algo parecido, o sabían de lo que se trataba, me refiero a la quimioterapia, me decían frases proféticas, por ejemplo:

No olvides que el paso del tiempo está de tu lado (Jaime Araluce)

Elimina de tu vida la palabra prisa, de ahora en adelante no existe para ti (Sofía Rotaeche Albizua)

Millones de palabras de aliento que me quitaban los miedos y hacían que me sintiera acompañada.

Yo también lo pasé muy mal Blanca pero ya pasó, todo pasa, ahora ni me acuerdo (Luz Apalategui)

La quimio es lo peor del mundo (Tere Goyoaga)

Podría seguir recordando las palabras de ánimo y las personas que estuvieron a mi lado, empezando por mis hijos que son los que me cuidaron, no solo durante el tiempo que duró la quimioterapia que me invalidó por completo, sino que en cuanto la terminé llegó el confinamiento y ahí si que Beatriz y Jaime dieron el do de pecho porque no solo aceptaron la situación sin una queja, sino que consiguieron que no hubiera ni un solo momento de dificultad extrema.

Cuando me trajeron a casa Beatriz se responsabilizó de la medicación, lo cual es muy importante porque en el estado en que yo me encontraba, habría sido imposible hacerlo, todavía sigue yendo a la farmacia.

Jaime me decía una y otra vez porque yo se lo pedía, que tiene un amigo que ha tenido leucemia y ahora está mucho mejor que antes, como me costaba creerlo le obligaba a repetirlo:

Jaime por favor, cuéntame otra vez lo de tu amigo.

Piedy Aguirre me contó que su amigo también se había curado y ahora hacía running, todas esas cositas que parecen pequeñeces eran las que transformaban mis sentimientos y me ayudaban a tener paciencia que en definitiva es lo que necesito, además de aceptación.

Creo que ser capaz de hablar de todo eso como de algo que ya pasó es buena señal, solo siento agradecimiento.






miércoles, 7 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y TRES

 





Tengo un asunto entre manos que me empieza a preocupar y de momento no consigo que nadie me ayude a solucionarlo, aunque lo intentan, está relacionado con las redes sociales, en las que llevo muchos años interactuando y jamás me había encontrado con nada que se asemejara a lo que está sucediendo ahora.

Se trata de Instagram, doy por descontado que la mayoría de las personas que me siguen están al tanto de lo que esa red en relación a las demás redes, tiene otro tipo de intereses o pretensiones, tal vez más estéticas o excesivas, por lo menos es lo que aparenta.

Hace años que me registré pero nunca me había metido a fondo, casi ni sé cómo funciona no obstante por motivos personales empecé a publicar con asiduidad hace unos meses, más o menos lo mismo que publico en las otras redes, es decir, mis fotos y mis videos, poco más. 

Me impresionaba la cantidad de seguidores que tenía a los que yo seguía sin saber quienes eran, la mayor parte extranjeros.

Tardé en interesarme por mirar los perfiles de la gente que me seguía, excepto los de las personas a las que conozco, con quienes me relaciono con la misma naturalidad que en Facebook, no obstante, cuando miré los perfiles de las personas que no conocía, me pegué un susto monumental, ya que se trataba de mujeres interesadas en encontrar parejas para tener relaciones sexuales o amorosas, que mostraban fotografías de desnudos o semidesnudos con cuerpos exagerados en posiciones extrañas, muy desagradables a mi entender cuyos textos son explícitos, siempre en inglés.

También me sorprendió que me invitaran a formar parte de Illuminati, ofreciéndome fama y dinero.

Me asusté, pedí ayuda y me enseñaron a bloquear, lo cual es fácil pero a medida que bloqueo aparecen tres veces más de gente que me sigue y me persigue con obscenidades que no sé cómo atajar.

El colmo de los colmos lo recibí ayer cuando una mujer muy guapa y elegante, bastante más que las demás, decía que quería tener relaciones serias con niños.

Esto es todo lo que soy capaz de contar, entrar en más detalles supondría meterme en un terreno demasiado farragoso, no es mi intención.

Yo solo quería. quiero impedir que me siga cualquiera, me gustaría controlar la gente que ve mis publicaciones pero nadie es capaz de decirme cómo consiguirlo.







martes, 6 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y DOS

 





Cada vez que veo una película histórica en la que se retrata a España, noto que algo en mí se rebela y recuerda el daño que me hizo la religión católica, en la que me educaron a través de mis padres, los colegios de monjas y un entorno sometido a un pensamiento único, en el que el espíritu crítico estaba terminantemente condenado por el temor al infierno.

Me querían hacer creer que la religión católica era la única verdadera, así crecí, escondiendo mis pensamientos y sin la posibilidad de comentarlos con nada ni nadie, porque incluso los libros que hubieran podido ofrecerme un poco de compañía, o por lo menos así lo creía, estaban en un armario de la biblioteca de la casa de mis padres, cerrado con llave.

No sé lo que esconderían en aquel armario pero me daba pábulo* a toda clase de suposiciones que posiblemente nada tenían que ver con la realidad. 

Lamento haber sido obediente, me resultaba muy difícil ir en contra de todos lo que me rodeaban, eran las personas por las que me sentía querida y casi me obligaban a creer que ellos estaba en posesión de la verdad, aunque yo viera con mis propios ojos que había otros mundos a los que yo no tenía acceso.

Al llevarme a un internado en Burdeos cuando tenía diez y seis años, a pesar de que me costó adaptarme hasta que aprendí a hablar francés, una vez pasados los primeros meses empecé a respirar y a identificarme con una cultura muy diferente de aquella en la que había crecido, a pesar de seguir entre monjas de las misma orden del colegio en el que estudié en Madrid, La Asunción.

Francia me despertó, me hizo ver que yo era normal, que podía disfrutar de la vida, de la lectura, de la amistad sincera, de cierta libertad sin sentirme culpable.

Aquel año pasado en Burdeos cambió mi alma y me dio alas para permitirme un vuelo interior que me dio alas para organizar mi vida a mi manera, aunque para eso tuviera que atravesar varias etapas todavía.


 * Aquello que sirve para mantener la existencia de algunas cosas o acciones.




lunes, 5 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y UNO





Desde hace varios días el tiempo era infernal, no solo hacía frío sino que llovía y el viento zarandeaba los árboles.

Me limitaba a contemplar el panorama desde la ventana y cancelaba las citas que tenía.

Quedarme en casa no supone un perjuicio, me entretengo y aprovecho el tiempo, por lo que hoy, que tenía que llevar el coche al garaje, he contemplado con asombro y alegría que el cielo había cambiado por lo que he decidido un cambio de plan repentino.

Antes de entregar el coche he ido a la playa  de Sopelana y al pueblo de Barrika, he sacado fotos y videos y estaba tan contenta que he decidido quedarme con el coche hasta la semana que viene, así que he hablado con el dueño del garaje a quien conozco de toda la vida puesto que era amigo de mi hermano Jose Manuel y le he dicho que de momento me quedo con el coche, lo cual le ha parecido muy bien.

En mis actuales condiciones no me atrevo a ir en metro porque me resulta peligroso con las muletas y temo al contagio del Covid19, tampoco me apetece meterme en un coche con el chófer que me llevaba cuando todavía no podía conducir, la verdad es que no me apetece hacerlo con él ni con nadie, no se mantiene distancia en un lugar tan pequeño.

He tomado esa decisión y me he quedado tranquila, me preocupaba tener que ir a Cruces el viernes para que me den los resultados de los últimos análisis de médula y de sangre, prefiero ir yo solita  en mi coche.














































sábado, 3 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA










Conmocionada tras haber visionado el documental sobre Chris Burden. 
He pasado por múltiples estados de comprensión del acto artístico y de lo que suponer ser artista. 
Incluso me he sentido identificada con Chris cuando compraba cosas sin tener ni idea de lo que iba a hacer con ellas. 
Durante algunos años yo también hacía eso, con la diferencia de que mis cosas no ocupaban tanto espacio pero el suficiente para que el que era mi marido en aquella época, a pesar de ser respetuoso con mi trabajo, me hizo algún comentario sobre unas estatuas de la Virgen, del Sagrado Corazón y de algunos santos que ya no recuerdo, al principio las puse en el salón, encantada con mi instalación hasta tal punto que terminaron en mi cuarto sobre una mesa redonda y cayeron al suelo y se rompieron cuando alguien se tropezó, no era el sitio adecuado y de paso decidieron que yo estaba tocada del ala y me llevaron a Ginebra en un avión privado para que me viera Ajuriaguerra, se suponía que era el mejor psiquiatra de Europa y ya no sigo, porque era todo tan ajeno a lo que yo pensaba y sentía, que me dejaba hacer sin dar mi opinión, ni falta que hacía porque el alienista era muy listo y en seguida determinó que lo que yo tenía era un problema matrimonial, eso es todo.
Me separé y dejé de estar loca, así que dejé de tener dinero y de comprar extravagancias.
Volviendo a Chris, también he relacionado su trabajo con algunas performances de Mattin, de las que yo me salí en alguna porque me aburría o me resultaba desagradable.
El documental es fantástico y Chris Burden es uno de mis héroes en el mundo del arte.
Me ha gustado el comentario de Frank Gehry sobre la obra Cabeza de Medusa:

Es perfecta, cada pieza está en su sitio.

Respeto la opinión de Gehry, no solo porque conozco varias de sus obras ya que él vivía en Los Ángeles y me llamaba mucho la atención bastante antes de que hiciera en Guggenheim de Bilbao.
También, a través de la obra de Chris he sido capaz de entender mejor la ciudad de Los Ángeles, que sin lugar a dudas es un laboratorio listo para experimentar en el campo que se desee.








viernes, 2 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO VEINTINUEVE

 





Del sentido del oído lo que más me interesa es el silencio sin lugar a dudas y después, irremediablemente va la voz, el supremos instrumento.

Si hablamos de los demás, no me queda más remedio que optar por el piano.

Durante muchos años, cuando vivía en casa de mis padres, mi dormitorio estaba pegado al cuarto de estar al que llamábamos gabinete y allí había un piano que tocaban mi padre y mi hermano Gabriel y yo les escuchaba con deleite y cuando se marchaban todos iba allí, me sentaba frente al piano y tocaba la pianola. 

A veces mi hermano Fernando ponía discos de Chaivkoski y hacía como que dirigía la orquesta y una vez me dijo que le gustaría morirse escuchado el concierto número uno en si bemol menor para piano y orquesta de Chaikovski, se me quedó grabado, no obstante pienso que él lo ha olvidado, porque se lo comenté a su esposa y le pilló de sorpresa, ni siquiera sabía que le gustara tanto la música.

He recordado estas cosas porque he visto el documental de Chilly Gonzales, un genio de la música sobre todo del piano, a quien no conocía y me ha recordado a mi hijo Mattin que vive en Berlín, porque es el único lugar donde un artista encuentra su lugar aunque sea muy underground dijo Chilly, nacido en Canadá, cuando llegó a Europa con la intención de ir a París y decidió quedarse en Alemania.

Ahora vive en Colonia.

Estoy tan ocupada que llevo días sin ver cine y hoy he decidido hacer un hueco en mi ajetreada agenda para ver algo que me entretuviera y me inspirara, para lo cual nada mejor que la biografía de un artista, hoy me ha tocado Chilly Gonzales.

Intento seleccionar mis distracciones.






jueves, 1 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO VEINTIOCHO

 





Tengo la sesnsación de que desde que empezó el confinamiento estoy aprendiendo muchas cosas interesantes gracias a los Webinars (1).

Hoy he tenido una clase de Feng Shui (2) que me ha encantado y sobre todo inspirado, porque la profesora, Rosa Tugores, macrobiótica a quien he seguido a través de los videos que publica en Youtube, es experta en el trabajo de energías y con ella he recodado asuntos que tenía un poco olvidados. 

Hace muchos años, en una de mis estancias en Australia a donde había ido para asistir a un evento con Prem Rawat, decidí quedarme allí, en un maravilloso lugar en pleno campo y me instalé en una habitación minúscula en la que lo único que encontré cuando hice la limpieza para organizar mis cosas, fue un libro pequeño que trataba de Feng Shui, algo que yo desconocía por completo. 

A medida que lo iba leyendo me fue interesando más y más, hasta tal punto que cuando volví a mi casa tras un largo periplo, decidí organizarla siguiendo los principios del Feng Shui, lo cual en mi caso no es difícil, porque todo lo que esté basado en la simplificación me atrae irremediablemente.

A la vuelta pasé por Londres para ver a mi hijo Mattin que estaba allí estudiando Bellas Artes y con él compré libros de Feng Shui y un Wind Chime, que es una especie de colgante que se mueve con el viento, cuya función es purificar el ambiente con el sonido que hace al moverse.

Desde entonces lo tengo en el salón de mi casa que hace de estudio y al pasar por debajo lo muevo y me encanta, es de madera por lo que el sonido puede relacionarse con una txalaparta (3) discreta. 

Aunque en su día estudié bastante el tema del Feng Shui hoy lo he desempolvado con todo lo que ha contado Rosa Tugores, que es una persona muy perfeccionista y aunque el tema era denso, en mi caso solo se trataba de recordar y lo mejor de todo es que al ver cómo tenía su casa, me he sentido inspirada con ganas de seguir deshaciéndome de todo lo que me sobra y de conseguir un orden que anhelo y necesito.




(1) El término abrevia la expresión en inglés, web based seminar, que significa seminario realizado por internet.

(2) El Feng Shui es una filosofía china que permite organizar los espacios de forma tal que mejora la energía vital.

(3) Instrumento de percusión, tradicional de Euskal Herria.