domingo, 28 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CINCUENTA Y DOS

 





Aunque ya tengo ganas de terminar el libro que estoy leyendo de Karl Ove Knausgård para meterme en el mundo de Emmanuel Carrère, estoy en un momento tan interesante que aunque quisiera no podría dejarlo, porque cuenta cómo se estudia en la Academia de Escritura de Bergen, Noruega.

Hay pocos alumnos y aunque todos tienen que hacer lo que les mandan, algunos se sienten atraídos por la poesía, otros por la prosa y es indiscutible que la práctica les ayuda a mejorar, funciona el hecho de estar tan involucrados en dedicarse a la escritura, algunos son muy jóvenes, otros no tanto pero todos tienen claro que quieren ser escritores.

Me recuerdan a mí cuando era joven, nunca dudé de que quería ser pintora, lo tengo en la memoria como uno de los primeros recuerdos, hasta tal punto que cuando cumplí trece años le pedí a mi padre como regalo un libro muy grande y gordo sobre Velázquez, había ido al museo del Prado y me había entusiasmado, no solo Las Meninas sino todos los cuadros que veía de él, pensé que era el mejor pintor del mundo.

Seguí viendo y conociendo pintores y pintura, sin embargo seguía pensando en que Velázquez era el mejor hasta que fui a Milán y allí, el ver el mural de La última cena de Leonardo da Vinci en el refectorio del convento de Santa María del Grazie enmudecí,nunca había visto tanta perfección, sentí algo parecido al síndrome de Stendhal, tuve que irme al hotel a descansar, me había impresionado demasiado.

Después de esa experiencia leí todo lo que encontré sobre Leonardo no solo como artista, sino también los misterios esotéricos que se encuentran en el mural como pentimento ya que algunas figuras han sido manipuladas y alguien ha pintado sobre ellas cambiándoles el sentido.

Desde aquel día soy incapaz de decir cuál es el pintor que más me gusta del mundo, todos me interesan en mayor o menor medida, sé que es importante analizar los cuadros, sobre todo la pintura contemporánea, se necesita cierta preparación para apreciarla.








sábado, 27 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CINCUENTA Y UNO

 




Cuando de repente, sin esperarlo, se me ofrece el regalo de ver una película buenísima casi me emociono, eso es justo lo que me ha pasado hoy con "El artista anónimo" finlandesa, con momentos de tanta belleza que casi me hacía daño.

He sentido que no he podido apagar la llama que todavía está encendida en mi interior, la pintura todavía forma parte de mi mundo, cualquier estilo, el arte está dentro de mí, puedo disfrutar sin ser yo quien pinte, eso es lo de menos, lo importante es la pasión que siento cuando entro en ese territorio.

He pasado un buen día, casi ni pienso en que las cosas han cambiado, simplemente vivo cada instante de la mejor manera posible, no hago comparaciones ni me planteo lo que haría en otras circunstancias, saco partido a lo que la vida me depara y lo agradezco.

He ido a la playa de Atxarabiribil, también llamada El Peñón, es la última que hay en Sopelana, la marea estaba tan alta que las olas tapaban la arena, ha hecho una tarde maravillosa, el sol empezaba a ponerse y algunas nubes se teñían de amarillo, he hecho videos y he sacado fotos, allí se puede estar sin mascarilla porque hay poca gente y todos están muy separados.

Al llegar a casa, antes de poner la película, he ido a cerrar la persiana de mi cuarto y me he encontrado en frente de mí con la luna redonda, me ha impresionado, justo hoy que la he visto le tocaba ser luna llena.

La vida en sí misma es magnífica y más todavía cuando se tiene la oportunidad de que surjan momentos poéticos, únicos e irrepetibles.

Mientras veía la película me acordaba constantemente de los dueños de Subastas Bilbao, que son los que se encargan de vender mis cuadros por lo que les he mandado un Wasap con la recomendación de que la vean, estoy segura de que les puede gustar mucho, ellos también están enamorados de la pintura.








viernes, 26 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CINCUENTA

 





Desde que conocí el higienismo* hace más de cuarenta años, he estado siempre cerca de las medicinas alternativas con mayor o menor éxito, aunque al final casi siempre he recurrido a la medicina alopática.

Cuando me diagnosticaron leucemia me entregué sin dudarlo a los hematólogos de la medicina convencional y puse mi vida en sus manos, utilizaban métodos muy duros, ni por un momento dudé en aceptarlos y todavía estoy bajo su manto protector, tengo terminantemente prohibido tomar cualquier medicina, tanto natural como química que no me la hayan recetado en Cruces.

Por primera vez en mi vida me he puesto la vacuna de la gripe, ya van dos veces y no he tenido un simple catarro en estos dos años, lo que es de agradecer porque antes no pasaba un invierno sin tener un incómodo resfriado.

Hoy he hablado con una amiga que ha querido convencerme de que la pandemia no es tal cosa sino un plan premeditado al que llama plandemia y no sigo porque ya todos sabemos que existen conspiraciones, de hecho ella está tomando el famoso CDS de Andreas Kalcker y se encuentra de maravilla, anda doce kilómetros al día sin cansarse y prepara la cena a sus hermanos.

Norma, la chica boliviana que viene a trabajar a casa está con una energía extraordinaria, siempre ha hecho bien las cosas pero lo de ahora es algo que se sale de lo habitual, debido según ella al hierro que le meten por la vena en el santo hospital civil de Basurto para combatir la anemia.

Reconozco que me dan cierta envidia, yo no me quejo porque me consta que he salido de una enfermedad muy seria, suficiente motivo para estar contenta por el hecho de estar viva, no obstante me encantaría encontrarme con esa fuerza que se tiene cuando la salud es potente.

Casi me alegro de no tener ni siquiera la posibilidad de plantearme tomar el CDS porque ya en su día, hace tiempo se puso de moda el MMS, inventado por los mismos que han lanzado el CDS y lo tomé, porque soy una colgueta y no guardo buen recuerdo de esa experiencia, prefiero seguir haciendo el esfuerzo de cuidarme de la mejor manera posible y ponerme la vacuna en cuanto me llamen para hacerlo.




jueves, 25 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y NUEVE

 




Ayer vi una película que me habían recomendado y aunque no es buena ni siquiera entretenida me la tragué enterita porque trataba de algo que me interesa y además aprendí datos importantes que aumentan mi cultura feminista.

En un momento dado se toca el tema del aborto y me recordó el momento en que me encontré en esa situación, cuando todavía estaba prohibido en España y tuve que vender mi coche para poder ir a Londres.

En aquella época, estoy hablando de hace más de cuarenta años, ese tema era tabú, pero muchas de mis amigas estaban informadas y lo habían experimentado, por lo que en seguida me aleccionaron y todo resultó muy fácil.

Tenía muy claro lo que tenía que hacer y no supuso ningún problema excepto encontrarme sin coche al volver de Inglaterra.

Es un tema al que no le había dado más vueltas hasta ayer viendo Las Glorias que, insisto, a pesar de que me estaba aburriendo, conseguí verla hasta el final porque me interesa no solo ampliar mi cultura feminista sino que también me viene bien afianzar mis convicciones de igualdad de libertades y derechos entre hombres y mujeres.

A pesar de que mi madre era una mujer de gran personalidad y valía personal, mi padre impuso sus principios machistas de hijo único muy mimado con cinco hermanas que le idolatraban.

Mi madre me contó sin reparos que cuando se casó, en seguida se dio cuenta de que ambos tenían un carácter muy fuerte, no obstante ella era más inteligente por lo que si quería que el proyecto familiar funcionara, no le iba a quedar más remedio que dar su brazo a torcer y eso hizo hasta que murió mi padre, por lo que tuvo muy difícil ser ella misma.

Cuando me separé todavía no se había muerto mi padre y ella era una mujer sumisa, muy consciente de su situación y como le daba tanta envidia verme a mi tan ligera y contenta, sin tener que soportar a un marido que impusiera su criterio, me dijo:

¡Qué bien estás! Yo me he pasado toda la vida supeditada a los caprichos de tu padre y tú ahora lo único que tienes que hacer es vivir la vida.

A lo que contesté sin inmutarme:

Si tienes claro que lo que más te interesa es hacer lo que te da la gana estás mucho mejor sin un marido.




 



miércoles, 24 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y OCHO

 




Creo que los casi dos años que llevo confinada, añadidos los anteriores en que me encontraba cansada y casi no salía de casa, han hecho mella en mi estado general y he cambiado hasta tal punto que ayer tuve un percance que me impresionó más de la cuenta.

Era el cumpleaños de un amigo y me invitó a acercarme al bar de Zampa para tomar algo.

Yo tenía masaje de seis a siete así que me encantó la idea de verle un momento, no pensé que sería una fiesta ni nada parecido, alguna otra vez he quedado con él ahí y todo ha sido muy tranquilo, me venía bien, me apetecía verle y a pesar de que prefiero no ir a bares por motivos de pandemia, me acerqué.

Había varios amigos a los que hacía mucho tiempo que no veía y me hizo ilusión encontrarles, todos estábamos con las mascarillas, guardando las distancias, y contemplando todas las reglas que ellos conocían bastante mejor que yo.

Estuve allí un ratito a gusto, tomé un té Roibos y un sandwich de marisco en salsa rosa en los que Zampa tiene la especialidad y a las ocho apagaron las luces, nadie quería que nos pusieran una multa y me volví a casa tan contenta.

Al meterme en la cama me sentí alterada pero lo peor ha sido por la mañana, cuando me he levantado me dolía la rodilla más de lo habitual y lo único que me apetecía era quedarme en la cama todo el día por lo que he cancelado la clase de Pilates.

Reflexionando en el motivo de que me haya afectado tanto lo que pasó ayer, he llegado a la conclusión de que es debido a que no tomo alcohol y estar en un bar con gente que bebe, crea un ambiente con el que no me siento identificada, eso además de que estoy acostumbrada a estar sola en casa y si acaso salgo con alguien es para estar mano a mano, hace años que dejé de beber y de estar en grupo, no estoy para ese tipo de ambientes en los que se habla alto y se entrecruzan las conversaciones.

He cambiado mucho, no solo por no tomar alcohol aunque también influye sino porque he perdido la costumbre de estar en la calle y me he tranquilizado, además de estar enferma me voy haciendo mayor y tengo otras necesidades. 







martes, 23 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y SIETE

 




Debido a mi irrevocable decisión de ser empática, me veo restringida a la hora de escribir el diario, lo cual no implica que me falten recursos para seguir en el intento, disfruto demasiado y además me conviene, me sienta bien, no obstante al ver que se está convirtiendo en una autobiografía, constato que hay muchos episodios importantes de mi vida que no debo ni puedo mencionar, debido a ese voto que me he hecho a mí misma.

Las promesas que me hago a mí misma son tan serias, que ni por un momento me permito romperlas aunque sé que es a mí a la única persona que tengo que rendir cuentas, ahí radica el problema yo soy la persona a quien más respeto.

También están por medio mis hijos a quienes por nada del mundo quisiera hacerles daño y me consta que lo podría hacer si hablara de mi relación con su padre porque lo hice hace tiempo, cuando empecé con el diario y Beatriz me dijo que le dolía que hablara de una persona que no puede defenderse porque ya no está en este mundo.

Vale, dejé de hablar de él, no obstante no terminó todo ahí sino que hace poco, cuando todavía no había tomado la rotunda decisión de no hacer daño que es inmanente a la empatía, tuve un serio problema con Jaime porque había contado una conversación mantenida con él, la cual aunque en su día era un simple comentario, por el cambio de circunstancias se había convertido en algo dañino.

Al leer algunas críticas de los libros de Enmanuel Carrére, veo que en uno de sus libros cuenta la historia de una pareja que pierde un hijo y me doy cuenta de que ese es otro tema fundamental de mi vida que  puede rozar el riesgo del dolor ajeno, así que no me queda más remedio que limitarme a mí misma desde un lugar en el que reine la empatía.

Estoy segura de que puedo hacerlo, así que seguiré intentándolo.

La posibilidad de escribir en tercera persona no me interesa, por lo que está descartada.

Lo bueno de ser una artista creativa y tener confianza en mi propia creatividad ,me da alas para volar y cuanto más difícil es el proyecto, mejor todavía porque acrecienta mi valor. 





lunes, 22 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y SEIS

 





A veces, aunque estoy encantada leyendo la obra de un autor que me está entusiasmando, me dejo llevar por la curiosidad y me meto en un berenjenal que no me lleva a ningún sitio especial, eso es lo que me ha pasado con el libro que ha escrito Albert Boadella sobre un amigo del que canta las glorias y nunca mejor dicho, el fisgoneo ha podido conmigo, porque ese amigo estuvo casado con mi prima Meye Mayer.

Creo que ese matrimonio duró semanas, no creo que ni siquiera meses porque ella huyó despavorida, lo cual no me extraña por lo que cuenta Boadella, su amigo parece una persona que pertenece a otra época de la historia.

Yo le conocí cuando era novio de Meye, pero solo fue una comida con más gente y no guardo ningún recuerdo, excepto que estuvimos en una taberna de Neguri.

Me pregunto por qué pierdo el tiempo en asuntos que no solo no son de mi incumbencia, sino que además no elevan mi espíritu, que es lo único que de verdad me interesa.

No soy una intelectual ni lo contrario, me considero una más de la fila, que desde pequeña ha sabido que quería ser feliz y que solo la verdad podía proporcionarme lo que deseaba, por lo que no paré hasta que la encontré.

Tenía tanta sed de conocimiento y estaba tan perdida que lo único que tenía claro era que lo que me habían enseñado en mi casa, en los colegios, en los libros que leía, en los países a donde viajaba, en la universidad y en la calle, no me servía, me metí en terrenos peligrosos de los que no encontraba salida,  me equivoqué, cuando creía que mi problema no tenía solución, mi amiga Pizca Rivière, que llevaba años hablándome de lo contenta que estaba con Prem Rawat sin que yo realmente la escuchara con atención, me dijo que se iba a verle a París.

Tan lamentable era el estado en el que me encontraba y tan grande mi necesidad de ayuda, que le pregunté:

¿Crees que Prem Rawat puede ayudarme?

A lo que sin dudarlo contestó:

Es la única persona en todo el planeta que te puede ayudar (sic).

Apúntame a ese viaje por favor.

Llegué a París, vi a Prem Rawat, le saludé, le escuché y algo cambió en mi, toda la basura que tenía en mi cabeza se disipó, desde entonces le sigo, le escucho, intento poner en práctica lo que él dice y me considero una persona feliz.









domingo, 21 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y CINCO

 




Comprendo que puedo resultar repipi dando tanta importancia a la gramática, nunca he tenido intención de dejar de hacerlo, pero después de escuchar al ministro español de consumo, Alberto Garzón:

Hemos proponido

He tomado la firme resolución de seguir adelante en mi cruzada de respetar, más bien reverenciar lo que indique la RAE(1) y por consecuencia estar más atenta que nunca, para no dejarme influenciar por todo lo que oigo, escucho y leo que no es poco a lo largo de los días, da igual que sean vascos, de Barcelona o andaluces, confunden el significado de los verbos y se adivina que no tienen intención de corregirlo, más bien parece que consiguen que todos los que todavía intentamos hablar correctamente sigamos sus caminos, ya he dicho alguna vez a qué me refiero, ver y mirar, oír y escuchar, buscar y encontrar y hay alguno más pero ahora no me acuerdo.

En el programa de los domingos La estación azul de RNE(2) que sigo con auténtica fruición desde que empecé a escribir y lo considero una de las fuentes importantes de mi formación como escribidora, hoy han hablado de la importancia de decir el nombre de la persona que traduce y que ilustra al hablar de un libro, ya había observado que mi profesor Íñigo Larroque lo hace siempre.

Intento aprender algo nuevo cada día, no es difícil con internet, es cuestión de no tener pereza y cada vez que no estoy segura del significado de una palabra o tengo dudas ortográficas, me paro y la busco aunque me cueste, sé que es bueno para mí.

Hay palabras cuyo significado me suena, no obstante a veces no estoy segura, por lo que sé que me conviene cerciorarme, algo así me ha pasado hoy con la palabra inmanencia que me encanta y medio sabía lo que significa pero he decidido mirar en el diccionario y en la buena hora, porque es preciosa:

Inmanente: Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda separarse de ella.

Así es mi vida, como una hormiguita picando aquí y allí, en todo lo que encuentro una ocasión para aprender, me resulta agradable escuchar a una persona que habla correctamente, me tranquiliza estar segura de que no va a cometer ningún error, es uno de los placeres que me ofrece la vida.


1) Real Academia Española

2) Radio Nacional de España






sábado, 20 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y CUATRO

 





Desde que empecé a escribir mi interés crece cada día, descubro que la lectura me enseña, no me extraña que todos los escritores, incluido Íñigo Larroque mi profesor, no se cansen de recomendarla como algo esencial para aprender a escribir.

Al principio me entusiasmé tanto al ver que no sabía nada, que empecé a tomar clases dobles con Íñigo, es decir iba dos días seguidos, acudían personas diferentes y yo estaba encantada, ávida de conocimiento.

Aún así quería más, por lo que empecé a asistir a unas clases que impartía Juan Bas en Bilbao, y en principio me hubieran venido bien porque Juan Bas es un erudito, lo que enseñaba era academicista y tal vez habría seguido si no tuviera que subir dos pisos andando, no estoy para esos trotes, no obstante no olvido su lema: 

Escribir es abreviar

Ahora estoy leyendo a Karl Ove Knausgård y cada día me interesa más, su estilo armoniza perfectamente con el mío, no es tan exagerado ni tan adelantado como Michel Houellebecq por quien tengo predilección, no obstante su sensibilidad es más afín a la mía a pesar de ser noruego, en realidad me noto más cerca del norte de Europa que del sur de España, las pocas veces que he estado en Adalucía me he sentido extranjera.

Además, en el libro que estoy leyendo ahora, Tiene que llover, Knausgård cuenta cómo decidió ser escritor y solicitó entrar en la academia de Escritura de Bergen, mandó su texto y se lo aceptaron, por lo que tuvo que trasladarse a vivir allí desde Oslo, que es donde vivía con su familia.

Cuenta cómo transcurren las clases en la academia a la que acude cada día para tomar diferentes clases con profesores que son reconocidos escritores, se ve la profundidad con la que analizan los textos de los alumnos, que tiene tanto valor como saber escribir, allí no se admiten lugares comunes ni repeticiones, hay gran exigencia y siento cierta envidia, para mi ya es demasiado tarde para empezar, ni siquiera sé si existe algo parecido por aquí cerca ni me siento con fuerza para tomar decisiones en las actuales circunstancias, no solo las mías personales sino la pandemia que a todos nos retiene en nuestras casas.

De momento sigo con La lucha de Knausgård y pongo atención en todo lo que se estudia en esa Academia que tanto llama mi atención, aquí echo en falta una crítica compleja.





viernes, 19 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y TRES

 




La verdad es que soy una persona con suerte, no sé por qué me preocupo tanto por las cosas sabiendo que todo se me soluciona antes o después, solo necesito tener un poco de paciencia.

Llevaba bastante tiempo queriendo hacer el programa de Peace Education Program* que se puede hacer por Zoom, como casi todo hoy en día y me mandaban invitaciones, pero todas las ofrecían con traducción simultánea, lo cual significa que no puedo escuchar a Prem Rawat en inglés que es justo lo que me apetece.

Encontré una en inglés, la que hace mi amiga Myriam, que vive en Los Ángeles, me puse en contacto con los que la dirigen y resulta que son de Canadá y la hora a la que yo podría verlo sería las dos de la madrugada, por lo que decidí que de momento no iba a hacer nada.

Cuando ya había dejado de lado ese deseo, me escribió una chica que sigue mis textos y me contó que ella dirige esos programas y que el domingo que viene empieza uno en inglés a las nueve de la noche y como resulta más corto que los que tienen traducción, lo van a hacer cinco domingos consecutivos en vez de diez, es decir, pondrán dos videos de media hora, así que ya me he apuntado y estoy entusiasmada.

Algunas personas me escriben comentarios personales y me dicen que les gusta lo que escribo, que se sienten identificadas y cosas bonitas, al pensar en eso me doy cuenta de que lo único que hago es expresar los que tengo dentro de mí, no invento nada y he recordado que hace tiempo, un día en que estábamos en casa de mi madre con mi hermana Maria Victoria, yo había llevado el regalo de cumpleaños de mi madre que consistía en un libro con una dedicatoria bastante larga.

Mi madre me pidió que la leyera en alto, lo hice y María Victoria comentó que era muy bonita y preguntó:

¿De donde sacas esas cosas tan especiales que le dices?

Me quedé pensando y me di cuenta de que todo estaba dentro de mí, lo único que tuve que hacer es escribirlo, todo era verdad, era lo que sentía.

Al recordar aquel momento he comprendido que eso es lo que hago cuando escribo, no invento nada, no me gusta inventar, me gustan las cosas como son, ni mas ni menos.



*Educación para La Paz



jueves, 18 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y DOS






 Confío plenamente en el valor de la constancia, creo que todo lo que se hace con regularidad consigue un poder intrínseco, aunque no se alcance la perfección.

También creo, por experiencia propia, que cuando, por más que me empeñe en aprender a hacer algo que no me gusta nada y para lo que no tengo facilidad, por más que lo intente llega un momento en que no tiene sentido insistir, a no ser que sea un asunto de vida o muerte, lo digo porque me ha pasado con algunas materias, una de las cuales, la descriptiva, asignatura importante de Bellas Artes, no me entraba en la cabeza, me suspendían una y otra vez, me pasé un verano entero yendo a una academia de Neguri y otro tomando clases particulares con Luis Ignacio Arana, catedrático de la escuela de ingenieros, no obstante era como pedir peras al olmo, hasta el profesor se daba cuenta de que era negada, e hizo como que no se enteraba, cuando conseguí que un compañero me hiciera el examen de septiembre, lo entregué y saqué sobresaliente.

No solo me pasó en esa ocasión, también con el golf hice mucho esfuerzo, pero era menos importante.

No me gusta la idea de tirar la toalla, aún así hay veces en que es preciso utilizar el sentido común y aceptar que es mejor esforzarse en algo para lo que se tiene cierta facilidad.

También me costó mucho, muchísimo aprender inglés, en ese caso era tan importante que hice un esfuerzo inconmensurable y con una perseverancia ilimitada lo conseguí, justo ahora se me ha olvidado debido a las secuelas de la leucemia, ante algo así no puedo hacer nada excepto aceptarlo y tomarlo con calma como tengo que tomar los achaques que vienen con la edad, no puedo luchar contra una adversidad que no tiene arreglo, solo puedo reconocerla y aprender a vivir con ella y llevar una vida más tranquila.

Lo que tiene verdadera importancia es seguir aprendiendo, eso es lo que da sentido a mi vida y puedo disfrutar, ya que en definitiva es para lo que he venido a este mundo.




martes, 16 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y UNO

 





Hace días que intento escribir pero hay algo que me detiene y es porque veo confusión a mi alrededor, converso poco y no me cuentan nada que realmente sea interesante, excepto una amiga que tengo en Los Ángeles, a quien ya le han puesto la primera vacuna y el treinta de marzo le pondrán la segunda. 

Me meto en Facebook y encuentro algunas cosillas que intentan hacerme creer que todo está como siempre pero no me dejo engañar, pocas cosas están como siempre a no ser que el significado de como siempre haya cambiado y ahora como siempre significa que están como están ahora.

Me meto en Instagram y lo primero que me encuentro es que en menos de veinticuatro horas se han suicidado las dos influencers más influyentes y me quedo de piedra y no sigo porque yo no sé nada, pero estoy segura de que las cosas no están como siempre.

Es como si hubiera llegado el momento en nuestras vidas de Sálvese quien pueda porque cuando veo la televisión y escucho la radio no sé donde meterme, parece que vivo en otro mundo, me dan ganas de irme dentro de mí y quedarme ahí acurrucada para el resto de mi vida.

Solo sé que tengo que aceptar lo que viene, cuidarme mucho, intentar cuidar a los que me rodean si me queda un poco de fuerza y agradecer, ese es el gran secreto porque estoy viva y de eso se trata. 

Las personas de la generación anterior a la mía ya se han muerto y eso que eran longevos y ahora han empezado a morirse los mayores de la mía.

No sé si es conveniente pensar en la muerte, prefiero vivir cada día como si todo estuviera como siempre, voy al dentista, pido hora en la peluquería, llamo al taller para que me arreglen el coche, encargo un pollo asado para mañana, reviso las series que recomiendan en HBO y creo que veré Industry que es inglesa y tiene pinta de ser moderna, a ver si por fin me entero de algo que me haga sentirme como siempre.









sábado, 13 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA

 




Ayer empecé a ver una serie que está rodada en Bilbao y no puedo decir que sea buena porque mentiría, no obstante me entretiene por varias razones, al principio pensaba que era porque me gusta ver los sitios que conozco, paisajes de Bilbao, Zorrozaurre, Puente colgante y otros que están filmados con drones y yo desconozco los tejados, no estoy acostumbrada a ver las ciudades desde el cielo.

Ya he visto cuatro capítulos de un tema muy desagradable, lo cual significa que me entretiene y creo que es porque me sorprende la imaginación del guionista, en otro caso no puedo entender por qué sigo atenta a la pantalla, sabiendo que existen otras maneras de entretenerme un sábado por la tarde.

También me divierte sacar faltas a pequeños detalles que solo los puede saber una persona que lleva muchos años viviendo en Bilbao y que conoce la idiosincrasia del lugar, yo sé que la gente de "Neguri" jamás pondría Gaizka a un hombre de mi generación ni de la siguiente, tal vez hoy en día hayan cambiado un poco y se hayan abierto al vascuence (Euskera) aún así me extrañaría.

Respecto al racismo, aunque hace muchos años que no vivo en la ciudad de Bilbao, es posible que allí sean más cosmopolitas pero puedo asegurar que en Getxo y en concreto en "Neguri", no es fácil encontrar muchas personas de otros países excepto los latinos que creo han sido bien acogidos.

Prefiero no seguir porque me he metido en unos berenjenales que no me corresponden, no soy experta en la materia, solamente sé distinguir las mentalidades de las personas con las que llevo conviviendo muchos años.

Por si acaso alguien quiere ver una serie rodada por estos lares, diré que se llama "La víctima número 8" y está en Netflix.




jueves, 11 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y NUEVE

 




Ha dado tanto que hablar la nueva imagen de Demi Moore en el desfile de Fendi en París, que al ver el extenso artículo que sobre ella y su trayectoria publica Vanity Fair, me ha apetecido contar el encuentro que tuve con ella en el supermercado orgánico de Malibu, cuando ambas vivíamos en Los Ángeles, California.

Yo tenía casi cincuenta años y había empezado a ir a la Pepperdine University con la intención de  perfeccionar mi inglés, para lo cual me apunté a varias asignaturas, Inglés americano, Hablar en público y análisis retórico, Historia del arte, tal vez alguna más que ya no recuerdo, había estudiado Bellas Artes en la UPV (Universidad del País Vasco) con veintitantos años y pensé que sería algo parecido, grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que mi memoria fallaba, así que sin pensarlo dos veces me fui a la sección del supermercado donde vendían pastillas, en California todo se arregla con vitaminas.

La encargada de esa sección se hizo cargo de mi problema y empezó a explicarme las ventajas del Ginkgo Biloba, yo escuchaba con gran atención por lo que me sorprendió que de repente, sin venir a cuento, me diera la espalda de la manera más abrupta posible, lo cual hirió mi amor propio hasta extremos insospechados, pero más fuerte aún que mi orgullo fue la curiosidad que me invadió por descubrir cual había sido el motivo de semejante comportamiento, por lo que esperé y al ver que no volvía, miré y la vi hablando con Demi Moore a quien explicaba algo, con mucho más entusiasmo del que había hecho gala conmigo.

Ante semejante hallazgo, comprendí a la vendedora y seguí haciendo mis compras con tanta suerte que al llegar a la caja me tocó justo detrás de Demi y puede verla con calma y sobre todo escuchar su voz grave y dulce al mismo tiempo, muy carismática. 

Respecto a su físico, no creo que me habría llamado la atención si no hubiera sabido quien era, ya que iba vestida muy discreta con un vaquero y una camiseta negra, el pelo corto, zapatos bajos y lo único especial fuera tal vez el pecho operado, los artistas que viven en Malibu no intentan llamar la atención, nadie se vuelve loco por haber visto a Demi Moore o a Barbara Streisand o por tener el mismo profesor de tenis que Dustin Hoffman, sin ir más lejos mi hijo Mattin que trabajaba en un restaurante italiano, servía la cena a menudo a Shirley Maclaine.

Martin Sheen, el protagonista de El ala oeste de La Casa Blanca estaba tan acostumbrado a verme en Correos que me saludaba con toda naturalidad.

Ahora, en la distancia y viviendo en Getxo me parece mentira haber visto por la calle a tantos artistas, a Mattin no le llamaban la atención, estaba acostumbrado, un día me dijo que había visto a Al Pacino en el Café Internacional de Santa Mónica y otro día me contó que había conocido a Olivia Newton Jones en casa de su amigo Ben, a donde iba con frecuencia para hacer música.

Malibu es una playa y tiene algunos puntos en donde se encuentran las tiendas imprescindibles, Correos, Bancos, supermercados, restaurantes, peluquerías, en seguida te conocen y hay muchos actores y actrices que viven por allí, es un lugar muy agradable, por eso no resulta difícil tropezarte con algunos de ellos de vez en cuando.

Un día fui a tomar un zumo de zanahoria y manzana en Energy y aunque parecía que estaba vacío, allí vi, discretamente en una esquina de la barra a Pierce Brosnan con un niño como de siete años que por lo que he leído en internet debe ser el menor de sus hijos Dylan o Paris, no lo sé, ha pasado mucho tiempo.

Me pareció guapísimo, era muy discreto y estaba muy bien vestido, se notaba que no es americano, es irlandés y no solo es actor de cine, sino también arquitecto.

Al principio me impresionaba ver a los actores pero luego me acostumbré, sobre todo una temporada en la que recogía a Mattin en Guidos, el restaurante italiano donde trabajaba a donde iban mucho los actores de la zona porque es muy discreto.








martes, 9 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y OCHO

 




En mayor o menor medida siempre se puede leer, a veces con más placer y otras con menos, es un tema en el que la fuerza de voluntad cumple un papel si fuera necesario, no puedo negar que la delicia de enfrascarse en un libro maravilloso es uno de los máximos placeres que ofrece la vida, no obstante hay estados de ánimo que son más propensos que otros hacia la lectura, muy diferente es escribir.

Cuando se trata de escribir, por mucho que me empeñe podré teclear unas palabrejas que formen unas frases y cuando veo cuatro dedos de texto, lo leo y lo tiro a la papelera, no hay lugar para el arreglo ni para nada que se le parezca, no funciona y no hay más que hablar, creo que ese es el problema que les pasa a algunos escritores profesionales cuando no les queda más remedio que escribir bien o mal porque se han comprometido con el editor, rara vez lo cuentan en las entrevistas, sin embargo en las películas protagonizadas por escritores, es uno de los temas en los que se basan muchos guiones, pongamos el ejemplo de esos hombres que se apoyan en sus esposas y de una manera torticera han llegado a conseguir el Nobel de Literatura.

Recuerdo "La buena esposa" en la que Glenn Cose permite que sus libros se publiquen bajo el nombre de su marido, porque cree que es la única manera de salvar su matrimonio, pero cuando deciden concederle el Gran Premio, ella decide que se sepa la verdad.

La película es del año dos mil diez y siete, lo cual significa que ya no sirve la disculpa de que jamás darán ese premio a una mujer, me pregunto por qué hay tantas mujeres que sacrifican su vida, su trabajo, sus sueños, sus ambiciones en aras del amor hacia un hombre, la maternidad, la idea de formar una familia, no me lo explico, creo que nos engañan desde que nacemos y para cuando nos damos cuenta es demasiado tarde.

Hablo desde mi propia experiencia y de la generación a la que pertenezco, habiendo vivido en una ciudad de provincias, en la que para poder estudiar una carrera tuve que casarme.

Mentiría si dijera que me casé por interés, el engaño era más sutil, me habían hecho creer que el amor entre un hombre y una mujer era algo que dura eternamente y que es lo más bonito que existe.

A través de los cuentos que leía y de los que me contaban y que más tarde se convirtieron en novelas francesas, parte que de mi educación se fraguó en Francia y en francés, que aunque era bastante más moderna que en España, estaba tan impregnada de catolicismo como la española.

Al llegar a este punto algo en mí se queda congelado y me pregunte si no fui valiente para tener mi propio criterio y me resultó más fácil dejarme llevar por las circunstancias.







lunes, 8 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y SIETE

 




Arrepentirse según la RAE:

Dicho de una personaSentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.


He tenido que mirar en el diccionario para saber el significado exacto del arrepentimiento porque siento algo muy fuerte respecto a mi padre y no estoy segura de lo que es.

Mi padre me quería muchísimo, se le notaba y me lo hacía saber, todas las personas del entorno lo veían, tanto en su oficina como dentro de la familia.

Yo sabía que podía contar con él para todo, era la persona que más me ha querido en este mundo y hace mucho tiempo que pienso en él y siento no haber sido más cariñosa.

Cuando ya estaba enfermo solía pasar ratos con él y a veces salíamos, íbamos a merendar al golf, a dar un paseo o nos quedábamos en casa sin hacer nada, tranquilamente, fue uno de esos días cuando me dijo:

Me voy a morir.

Yo ya lo sabía, era evidente pero no me atreví a decir nada, me quedé callada como una tumba, no obstante recuerdo que pensé:

¡Qué sola me voy a quedar cuando tú no estés!

Pero no me atreví a decírselo.

En aquella época yo tenía problemas, a él le hubiera gustado ayudarme pero no eran cosas de las que yo me atreviera a hablar con él.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces y yo le he echado mucho de menos y sigo pensando en él, no es fácil sentirse tan querida como yo me sentía con él, me aceptaba como era aunque era obvio que mi comportamiento no le gustaba.

Mi madre me contó que había ido a verle un sacerdote y que por hablar de algo le había dicho:

Ya sé que tiene usted dos hijas Don Manuel

A lo que mi padre contestó: 

Si, tengo dos hijas, una que cuesta y otra que vale.

Estaba claro que la que costaba era yo, una manera encantadora de decir que resultaba problemática.

Simplemente quiero dejar constancia de que me arrepiento de no haber sido más consciente de la grande que es tener un padre que me quiso mucho y que siento no haber aprovechado algo tan bonito que ya nunca volverá a suceder.

Hay que ser idiota para no devolver amor cuando alguien está dispuesto a dártelo sin pedir nada a cambio como era el caso de mi padre, ahora es demasiado tarde.










domingo, 7 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y SEIS

 




Me he emocionado muchísimo viendo el documental de Tiger Woods, más que nada por los recuerdos que me ha traído a la cabeza, sobre todo cuando Jaime era campeón, a veces yo le seguía en la Galea y hasta los caddies me felicitaban y me decían que mi hijo podía con todos, que cuando él venía todos temblaban, en aquella época él estudiaba en California.

El golf no había sido parte de mi vida hasta que empecé a salir con Carlos Artiach, a él le entusiasmaba y quería a toda costa que yo aprendiese y que me gustase para que pudiéramos tener vidas paralelas, yo estaba tan enamorada que quería complacerle, tomaba varias clases a la semana y entrenaba casi todos los días a pesar de que no se me daba bien, me daba cuenta de que ese deporte no era para mí, demasiado difícil, muy técnico, era evidente que por más que lo intentara nunca conseguiría hacer nada, prefería irme con mis óleos a un campo que no fuera de golf y pintar del natural, aún así lo intenté durante varios años hasta que lo dejé, yo no le gustaba al golf y el golf no me gustaba a mí.

Recuerdo aquella época de mi vida como si correspondiera a otra persona, me parece mentira que yo pudiera estar metida en un mundo que tenía tan poco que ver conmigo y con los asuntos que me interesaban, aún así lo intenté.

Ha pasado el tiempo y ahora me siento orgullosa de tener dos hijos que son profesionales de golf, a pesar de que su padre les obligó a estudiar carreras, ellos hacen lo que quieren, les gusta el golf, el surf y toda clase de deportes.

Cuando Jaime decidió dejar de dedicarse a la alta competición yo me llevé un disgusto, le había visto hacer tanto esfuerzo que se lo comenté a Mattin y él, muy sabio, me dijo:

¡Qué dices! ¿Sabes lo duro que es vivir con esa tensión? Es lo mejor que puede hacer.

Y me tranquilicé y lo pensé mejor y me di cuenta de que Mattin tenía razón, tiene que ser muy duro competir a ese nivel y en un asunto tan difícil como es el golf.

Además no creo que sea un deporte muy sano, en el centro donde hago Pilates hay mucha gente que tiene la espalda destrozada por jugar al golf, hacer un swing es algo muy forzado.









viernes, 5 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y CINCO

 




Por fin he podido ver la película de Francisco Umbral, me ha escrito rápidamente Pilar Serrano para decirme que ya estaba en Filmin, no tengo por costumbre ver cine por las mañanas, no obstante ante algo tan esperado no he resistido la tentación y he dejado todo lo que tenía entre manos y he decidido darme el placer de disfrutar con uno de mis escritores favoritos.

Ha habido un momento en que me he sentido afectada, cuando muere su hijo y he decidido dejar el resto para la tarde.

Me ha gustado a pesar de que considero que de un personaje y literato tan brillante podían haber producido algo bastante más resplandeciente, aún así estoy contenta, lo esencial está claro incluso en la lápida del cementerio, estoy demasiado acostumbrada a codearme con culturas que no tienen reparos en alzar a las alturas a sus artistas, algo que en mi país, tal vez porque hay muchos, no se estila demasiado.

A mí también me gustaría que me incinerasen cuando me muera y que me entierren en plan civil, no quisiera que me hicieran un funeral católico, hace tiempo que dejé de interesarme por esa religión y por las demás.

Cuando devoraba las columnas de Umbral y me sentía identificada con algunas de ellas, recuerdo en qué detalles me quedaba colgada, pequeñeces en las que veo el alma de las personas.

Por ejemplo, cuando exponía en Madrid en la Galería U98 que estaba en Serrano, al lado de Adolfo Dominguez, me daban tanto dinero que me entraban ganas de gastarlo y se me ocurrió entrar en esa tienda cuya ropa no era de mi estilo, aún así que me metí allí, nadie me hizo caso, podría decir que me trataron mal pero mentiría porque creo recordar que ni me trataron, así que me compré un tres piezas rosa palo de hilo, bien cortado y me largué con ganas de irme a París, que es donde mejor me arreglaba cuando quería vestirme bien.

Al día siguiente Umbral escribió sobre esa tienda en la que había tenido una experiencia similar a la mía.

En otra ocasión habló de María Barranco a quien no conocía pero se había dado cuenta de que era maravillosa, me había pasado lo mismo la primera vez que la vi en una película de Almodóvar, así que algo teníamos en común.

Por otro lado, Angel Antonio Herrera, uno de mis poetas favoritos era amigo y fan de Umbral y eso también me ata a él.

Le he recomendado Anatomía de un dandy a mi hijo Jaime que era entusiasta de sus columnas, tenemos gustos literarios en común, eso une bastante aunque en otros asuntos estemos a años luz de distancia.

A pesar de que tengo por costumbre no usar negritas, hoy he decidido cambiar, en homenaje a Francisco Umbral, es lo menos que puedo hacer en agradecimiento a tantos momentos de entusiasmo que me ha proporcionado a lo largo de la vida.

Me he comprado el libro de sus columnas pero he estado tan ocupada los últimos días que todavía no he podido disfrutarlo, sé que me espera y eso me hace feliz.






martes, 2 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y CUATRO

 




Knausgård dice que no escribe mejor porque tiene una familia a la que mantener y para que sus textos fueran insuperables necesitaría dedicarles mucho más tiempo, yo me pregunto por qué no escribo mejor y tengo varias respuestas:


Porque soy demasiado vaga.

Porque no tengo talento.

Porque pongo la disculpa de mi enfermedad para no hacer más esfuerzo.

Porque mi profesor no me exige nada.

Porque no me pagan por hacerlo.

Porque no he estudiado una carrera que me haya preparado para ser escritora.

Porque lo que escribo no tiene mucho éxito.

Porque me da pereza pensar.

Porque yo misma me pongo límites.

Porque tengo otras prioridades.

Porque no soy una escritora profesional.

Porque ya soy mayor para empezar a luchar en un terreno que desconozco.

Porque tuve tan mala experiencia con la pintura que no quiero fracasar otra vez.

Porque no tengo seguridad en mí misma.


Supongo que podría seguir poniendo excusas y la única realmente válida sería cualquiera de las ya expuestas, escribir es un territorio nuevo para mí, si realmente pensara en hacerlo de un modo profesional, es increíble la cantidad de excusas que me surgen para no tomarme más en serio la escritura, a pesar de que no miento al decir que me encanta escribir y que no me resulta demasiado difícil, no obstante cuando he leído lo que decía Karl Ove Knausgård me ha hecho recapacitar y he pasado el día dándole vueltas al tema.

A mediodía he tenido una charla agradable con Jaime sobre Michel Houellebecq, todo ha empezado porque me ha preguntado si había visto la serie basada en la escritora belga que pasó su infancia en Japón, se refería a Amelie Nothomb cuyos libros he devorado, me ha sorprendido que lo supiera pero luego me he dado cuenta de que se fija en los libros que tengo en mi biblioteca y antes tenía todos los de Nothomb en francés, ya no los tengo, me he deshecho de todas las novelas excepto algunas excepciones como el Quijote de Cervantes y el de Trapiello, la verdad es que me encanta hablar de literatura y del idioma castellano, me encanta, me chifla, pocos temas hay que me complazcan tanto y sin embargo pocas veces toco ese asunto, coincido con pocas personas a las que les interesen los mismos autores que a mí, creo que Elena Urquiola es una de ellas, es la que me ha hablado bien de Karl Ove y le estoy muy agradecida porque es como si hubiera encontrado un alma medio gemela aunque todavía estoy empezando a conocerle y a pesar de ser noruego está más cerca de la mentalidad sueca que yo, pero Mattin me hablaba tanto de Suecia cuando vivía en Estocolmo que casi todo me suena, no me parece tan lejano.

A Lisa no le interesa Ikea, más bien le tiene manía porque desde que era pequeña se sentía rodeada de elementos de Ikea.

Una vez Mattin dijo Aikia, en aquella época hablábamos todos en inglés y Lisa le corrigió, le dijo que se dice Ikea, todo resulta gracioso cuando se manejan tantos idiomas, Mattin habla sueco con Lisa, español con Odita, alemán con la gente de Berlín y cuando da conferencias lo hace en inglés.






lunes, 1 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y TRES

 




Cada día me parece más importante la estética de las acciones cotidianas, emplearla en todo aunque parezcan menudencias, dejan de serlo en el momento en que trato de utilizar la excelencia, también considero relevante pararme ante aquello con lo que me identifico, por ejemplo ahora que llevo una temporada leyendo a Knausgård cuyo texto es autobiogáfico, de repente hay momentos en los que me quedo petrificada y repaso lo que acabo de leer y es porque ha dicho algo que es casi lo mismo que lo que me sucede a mí, aunque tal vez él sea un poco más exagerado.

Ayer leí que le horroriza cualquier lectura de ficción, que le produce náuseas, me pareció excesivo no obstante lo que me pasa es similar, en vez de náuseas me deja fría, tan fría que me impide sentir algo que no sea un aburrimiento inconmensurable, valoro mucho mi tiempo y en qué lo utilizo, trato de no poner mi atención en algo que no eleve mi espíritu, por lo menos, lo intento.

Vi una película que me gustó, me interesó y me hizo pasar un rato muy entretenido, se llama La excavación, basada en hechos reales, producida con auténtica sensibilidad y elegancia, además como se trata de un tesoro arqueológico, incluso se puede ver en el British Museum de Londres, basado en el libro del mismo título escrito por John Preston, cuyo descubrimiento está considerado como el Tutankamón británico.

Los escritores suelen ser un poco exagerados, Ramón Irigoyen publicó en Facebook que cuando ve una falta de ortografía, es como si le amputaran un brazo.

Siempre me ha gustado la palabra hablada y escrita, en todos los idiomas y cuando empecé a escribir en serio, comprendí que me había enamorado de mi lengua materna y al mismo tiempo que me produjo una alegría inmensa, comprendí que iba acompañada de cierto sufrimiento, porque no todas las personas que hablan en mi entorno ponen el mismo entusiasmo.

Cuando yo tenía once años mi hermano Carlos tenía dieciséis y se me quedó grabada una frase que usaba a menudo: 

Se trata de hablar con propiedad

En aquel momento comprendí que yo también quería hablar con propiedad y ahora más que nunca siento lo mismo, lo cual no excluye que me encantaría ser simple porque detesto la pretensión y me considero minimalista en todos los sentidos de mi vida.