domingo, 22 de marzo de 2020

TRES MIL SESENTA Y SIETE










Deseaba seguir con las voces blancas pero no he encontrado nada, así que he recordado a los castrati* que tanto me impresionaron cuando me enteré de su existencia.
Me he pasado la mitad de la tarde viendo Farinelli.
A pesar de que como película no es gran cosa y se hace larga, por lo menos he tenido acceso a una banda sonora inmejorable, resultado de mezclar la voz de la soprano Ewa Malas-Godlewska, y el contratenor Derek Lee Ragin, grabadas por separado y luego mezcladas digitalmente.
Cuando me meto en un tema que me interesa, intento profundizar.
En el caso de la cinematografía me aficioné a ver toda la obra de un director en el museo de Bellas Artes de Bilbao, hace muchos años, ya que dedicaban tres días a la semana, creo recordar, a ese tema, en el que no había coloquio como antaño, sino que cada uno lo estudiaba a su manera. 
Fue así como conocí a Fassbinder, Godard y los directores de culto de los que tanto había disfrutado en su día.
Ahora todo ha cambiado, tengo la oportunidad de ver las películas en mi propia casa, leer las críticas de los profesionales y de los aficionados que son las que más me interesan y conseguir así, una idea personal.




*Los castrati, “castrato” en singular (proveniente del italiano, que significa castrado), eran niños cantores sometidos a la operación de castración (en la que se eliminan los testículos para no producir hormonas sexuales masculinas) para conseguir que estos conservaran su voz aguda a la hora de entonar melodías.









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