CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y NUEVE

 

Después de leer el último relato de Vargas Llosa,  se me han quitado las ganas de leer cualquier cosa cuyo aroma me resulte insoportable.

Reconozco que el Nobel de Literatura tiene un castellano muy depurado cuando habla y escribe, no obstante deja una especie de recuerdo pestilente, difícil de olvidar.

Me gusta mucho el estudio que hizo sobre el Madame Bovary de Flaubert, que leí hace muchos años cuando se puso de moda la literatura latina, a la sazón yo tenía unos veinte años y empecé con García Márquez y seguí con los demás, en aquella época yo estudiaba Bellas Artes y todos los de mi clase nos entreteníamos leyendo a todos los sudamericanos y llevábamos el Max Doerner debajo del brazo, esas eran las lecturas más importantes de los que pretendíamos ser artistas.

Max Doerner: 

LOS MATERIALES DE PINTURA Y SU EMPLEO EN EL ARTE

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y OCHO

 

Hace poco me presentaron como pintora y escritora y me pasé vergüenza porque hace mucho tiempo que no pinto y aunque intento escribir todos los días ya no soy como el manantial que era antes de la leucemia que tenía que hacer un esfuerzo para pararme.

Decía una escritora en la dos de TVE que escribir es un milagro y me ha gustado escucharlo porque me he identificado, no se puede decir "escribo y seguiré escribiendo hasta que me muera" porque nada ni nadie me lo puede asegurar.

Deseo con toda mi alma que vuelva a mí ese grifo que en su día era el comienzo de algo que no tenía fin.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y SIETE

 

Cuentan que Biden tiene la intención de ayudar a Ucrania mientras le necesiten.

Nada me interesa menos que hablar de la guerra aunque cualquiera que me vea podría pensar que digo lo contrario de la verdad porque escucho la radio como si me interesara muchísimo y a mi lo único que de verdad me interesa es La Paz.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y SEIS

 

La segunda vez que comí sushi en Artes, el que está dentro de Eroski pensé que sería mejor que el que está en la entrada del centro comercial pero me equivoqué, todos los que pruebo empiezo con ilusión pensando que serán estupendos pero al final me dejan fría aunque me encanta el buen sushi, aquí en Getxo me defrauda siempre.

Veo en el ordenador que todavía me quedan muchos por probar pero no me apetece tener que salir a buscarlo y menos todavía esperar en casa a que me lo traigan, no soy tan americana todavía.

Sigo con la manía de no salir de casa a no ser que sea necesario.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y CINCO

 

Todo lo japonés, o casi todo, me gusta, me resulta refinado excepto tal vez la forma de tomar los fideos, no sé, encuentro que la forma de saludarse y de tratarse entre ellos alcanza un tipo de respeto que me tranquiliza.

La película que vi ayer, "El cocinero de los últimos deseos" es muy bonita aunque no se entiende bien pero para mi eso es lo de menos porque todo lo referente al amos a la cocina es precioso y la estética alcanza cumbres especiales.

La he recomendado a personas que disfrutan con la comida japonesa, yo soy una de esas personas que disfruto con la cocina japonés, excepto en los puestos de sushi que no están bien cuidados, si el sushi es barato, mala señal, y si utilizan productos que no tienen nada que ver con la auténtica comida japonesa, me retiro, prefiero comer en Mac Donald's.

En Algorta han abierto un japonés muy bueno, no es alta cocina, sino más bien cocina sencilla pero francamente buena.

Y me acabo de enterar que han abierto otro muy discreto en Bidezábal pero todavía no he tenido la oportunidad de probarlo, ya os contaré.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y CUATRO

 

Me ha resultado dañino tener tan a mano las películas que me apetecen, ahora ni se me ocurre salir de casa e ir a un cine, con un horario fijo y los filme traducidos, casi prefiero esperar y verlas cuando estén en las plataformas.

Me encanta escuchar a los actores con sus propias voces y acentos aunque a veces los subtítulos son malos, aún así me compensa.

Cuando salgo y estoy charlando con gente me entretengo pero luego llego a casa y me cuesta salir aunque los días que hace bueno me resulta agradable incluso dar un paseo.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y TRES

 

He pasado el fin de semana pendiente de los premios Goya, no solo para enterarme del buen cine que se avecina sino también para ver a todas las chicas guapas y con vestidos muy bonitos, aunque no estemos en París, tampoco somos de pueblo.

Ahora me falta leer las críticas y ver los trailers de las películas ganadoras.

Vi un rato "Alcarrás" y lo dejé, no era mi estilo, me gusta el cine más cuidado.

También había visto "Cinco lobitos" que me gustó bastante, la vi a gusto, era como estar en casa, muy cercana.

"As Bestas" me queda por estudiar, ha ganado todo y también me apetece Modelo 77, vi un poco el teaser y la sensación de cárcel me abrumó.

Seguiré informándome y ya os contaré como voy.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y DOS

 

Me ha impresionado la muerte de Carlos Saura, ni siquiera sabía que estuviera enfermo, aunque me sorprendía que siguiera trabajando siendo tan mayor, sabía que estaba filmando un documental llamado: "Las paredes hablan" no sé si lo han estrenado ya.

Recuerdo que le conocí en el aeropuerto de Madrid en una viaje en el que yo iba a Roma y estaba tomando algo con Jaime Armiñán que me lo presentó. 

En aquel momento Roma tenía huelga de basureros y Carlos, que no iba en nuestro viaje, nos tomó el pelo diciendo que íbamos a disfrutar del neorrealismo italiano, que me pareció un comentario negativo.

Yo he visto casi todas sus películas pero justo no me acuerdo de "La caza" que es de las que más hablan porque fue la primera.

Ayer le hicieron el homenaje en la fiesta de los Premios Goya y resultó muy emocionante.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA Y UNO

 

Me ha impresionado ver a Vargas Llosa tan viejo, hasta ahora se conservaba a pesar de sus ochenta y seis años pero este evento ha sido excesivo para él y me ha gustado ver al emérito que a pesar de sus achaques sigue al pie del cañón viajando en avión que es algo realmente agotador con tal de pisar tierra europea, la suya, la que le corresponde.

He intentado leer el discurso del "inmortal" pero me ha costado, excepto cuando habla de su amor a la literatura francesa, que comparto.

El discurso era muy pesado, duraba más de una hora y mucha gente se dormía, entre otros su esposa, la madre de sus hijos.

Cuentan que a él le hubiera gustado que Isabel Preysler estuviera allí.

CUATRO MIL SETECIENTOS OCHENTA

 

Ayer celebró su cumpleaños mi sobrino Manolo con quien me une gran acariño porque su padre y yo éramos íntimos, a él le mataron de un tiro en la espalda en la carretera de Erandio y su hijo que se quedó destrozado, todavía no se ha recuperado.

NO es que yo me encontrara muy bien ayer pero hice un esfuerzo y me arreglé un poco para ir a la cita que tenía a las 19:30 en el Faro, el antiguo Caracas.

Allí estaba Manolo con sus amigos, entre ellos un guardia civil, era la primera vez en mi vida que conocía a un guarda civil de paisano y supongo que de todo porque no recuerdo que me hayan parado nunca.

Me gustaron mucho sus amigos, luego empezó a llegar gente de todos los estilos y ya me marché porque todo me cansa.

Llegué a casa contenta, me sienta bien salir de vez en cuando y ver gente, me distrae y me alegra la vida.

Hablé con Pizca un buen rato y me acosté.

CUATRO MIL SETECIENTOS SETENTA Y NUEVE

 

Ayer empecé a escribir como lo hacía antes de la leucemia, cuando me consideraba segura de mí misma y con la confianza absoluta en que siempre tenía suficiente inspiración para llenar miles de páginas contando cosas más o menos interesantes, no soy Vargas Llosa ni falta que me hace, prefiero ser yo misma, humilde y sabiendo que todo lo que necesito está dentro de mí.

Solo necesito confiar.

Confío plenamente en que como decía mi amiga Pizca, soy como un manantial del que fluyen las palabras como agua pura que baja de las montañas tratando de saltar por encima de rocas y piedras para desahogarse en la corriente de un río plácido, ahí se juntan y ordenan creando algo bonito que resulta placentero para el lector.

Lo que hay dentro de mi siempre es bonito, ya no tengo la rabia y las frustraciones que recuerdo haber soportado hace años cuando todo me dolía y no sabía como relajarme.

Aquello ya pasó, ahora vivo tranquila, todo empezó cuando decidí ejercitar la humildad.

La humildad me ayuda a ser agradecida. 

CUATRO MIL SETECIENTOS SETENTA Y OCHO

 

Pensaba que había perdido por completo la inspiración a causa de la quimioterapia que me metieron para curar la leucemia.

Parecía que ya no era la misma persona, rara vez había tenido problemas cuando quería escribir.

Hasta tal punto tenía facilidad que el profesor me invitó a no asistir a clase es decir, me echó con alguna disculpa tontuela.

Un día le pedí que me corrigiera más y me contestó:

"Escribe peor"  (sic)

De esto hace ya mucho tiempo y sigo igual.

No he encontrado ningún taller de escritura que me convenciera y he buscado bastante.

Tal vez la única luz que he visto desde entonces es una conversación que mantuvo Tolstoy con un alumno a quien preguntó:

¿Me ensañas lo que has escrito?

La respuesta que obtuvo me servio para despertar un poco:

No he escrito nada, estoy sin inspiración.

A lo que Tolstoy contestó con una seguridad aplastante:

Ya tienes algo que escribir, empieza con lo que me acabas de decir, que no tienes la inspiración, cuánto tiempo llevas a sí, por qué consideras que te ha pasado eso y así entras en materia.

No solo me despertó lo que Tolstoy dijo sino que me sentí identificada con él como si hubiera sido la profesora, me pareció la respuesta perfecta.

Nunca me han gustado los que no tienen inspiración porque tampoco me lo creía hasta que me pasó a mí misma.

Yo sigo igual pero no me lo permito.

De momento ya he escrito un párrafo más largo de los que acostumbro últimamente. 

CUATRO MIL SETECIENTOS SETENTA Y SIETE

 

Solamente puedo concentrarme en lo que me interesa por lo que antes de empezar un libro, necesito saber si el tema me agrada porque si no, me pasa lo que me pasa con muchas películas, que no pongo interés.

Ayer descubrí el Ikigai, palabra japonesa que habla del propósito de algo concreto, una vida, un trabajo, un libro, depende a qué se aplique, así que he pedido muestras de varios libros, en Amazon hay cantidad, lo malo es que la traducción es tan subjetiva que cada uno da una descripción diferente.

Me decanté por pedir el "Ikigai esencial" de Ken Mogi porque conozco al autor y creo que me va su estilo, ya solo me falta leerlo y completarlo con algún otro porque desde los que anuncian el Ikigai como el propósito de la vida a los títulos de los demás, me temo que haya millones de interpretaciones ya que es una palabra subjetiva.

CUATRO MIL SETECIENTOS SETENTA Y SEIS

 

Estoy leyendo con bastante agrado ña autobiografía del príncipe Harry, duque de Sussex y al calificar de bastante mi grado de satisfacción lo hago porque a pesar de que está bien escrito y bien traducido, el tema resulta pesado por las dificultades que supone pertenecer a la familia real inglesa en relación con los medios, es realmente pesado vivir acosado por los paparazzi las veinticuatro horas del día estés donde estés, no olvidemos que la Commonwealth comparte lazos históricos con el Reino Unido y en todos esos lugares que son cincuenta y cuatro, el acoso es brutal.

Por lo demás el libro es simpático, y aprendo un poco de historia que falta me hace y aprendo a dar gracias por no pertenecer a la realeza y gozar de mi vida privada que es algo a lo que casi no le doy importancia, no obstante la tengo en alta estima.