Parece brujería, pero que se haya terminado el mes de agosto ha desarrollado algo raro en mí, con lo que no contaba.
No sé si me he atontado o al contrario, he vuelto a mi centro.
Recuerdo que, hace mucho tiempo, estando mi madre y yo solas en el pequeño cuarto de estar que formaba parte de su apartamento, me dijo sin saber cómo ni por qué:
A veces te miro, Blanca, y me pregunto si has perdido el norte.
Me quedé callada.
¿que se contesta en esos casos?
La verdad es que también yo me lo puedo preguntar, porque yo misma pienso que a menudo lo pierdo, pero soy como la brújula, tengo una fuerza que me lleva siempre al norte aunque yo intente ir al nordeste.
Cosas de la vida y de las diferentes personalidades.
A pesar de que mi madre era muy inteligente y tenía experiencia de la vida, no me comprendía, lo cual es normal.
Yo no me entiendo ni siquiera a mi misma.
Me conozco lo suficiente como para saber que me tengo que aceptar.
Es la única manera de acertar.
Me quiero y por consecuencia, me acepto.
Mi cabeza funciona a su manera, no siempre me comunica en lo que está trabajando, por lo que, casi de repente, cuando menos lo espero, me hace ver que ha tomado una decisión que va a ser beneficiosa para mi y no hay más que hablar.
Mi razón y mi corazón funcionan al unísono.
Es la intuición.
No me queda más remedio que confiar en ella.
Siempre ha sido así.
Mi intuición es mi inteligencia.
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