sábado, 30 de junio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS SESENTA Y TRES






A pesar de todo el tiempo que llevo viviendo en este planeta y de que he sido vapuleada por todas las esquinas, sigo siendo una ingenua que me creo casi todo lo que me dicen.

Mi profesora de Pilates, Berta Cabañas, me ha enviado una invitación para participar en un concurso, en el que me podía tocar un viaje a Punta Cana.
Nada me puede apetecer menos que irme hasta Punta Cana y pasar un calor horroroso y estar quince horas metida en un avión y después tener jet lag y estar deseando volver a casa, no obstante lo he solicitado y ya han empezado a decirme que es falso.
Tenía que invitar a veinte personas para que participaran.
No tengo demasiado complejo de inocente pero debería de tenerlo.

No importa, ha sido simpático encontrarme esa posibilidad nada más abrir el ordenador por la mañana.

En cambio, hay algo que sí me está saliendo bien y es la crema o pomada de marihuana.
Me está quitando el dolor de las piernas y como casi me había olvidado de lo que es vivir sin dolor, estoy entusiasmada, animada, con ganas de vivir a tope y de hacer las cosas que me gustan.

De momento me voy a Bilbao, he quedado para comer con la Rosa Sin Espinas y de paso, ya que tengo intención de ir por la ría, intentaré sacar fotos.

La ría de Bilbao ha cambiado desde que quitaron los hornos altos, pero sigue teniendo un encanto especial, luces, sombras, misterios, de todo.

Un paisaje encantador y además casi no pasan coches.






No hay comentarios:

Publicar un comentario