jueves, 7 de junio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y TRES








Me preguntó por qué resultará tan fascinante el personaje de Gala Dalí, siendo una mujer que enamoraba a grandes artistas, pero nunca se preocupó de tener su propia obra.
Tal vez era tal su admiración hacia sus parejas, Paul Éluard, Max Ernst y Dalí, que no se le ocurrió pensar que si era capaz de conseguir que en su compañía expresaban lo mejor de sí mismos, ella también podría encontrar su propio talento.

El libro que acabo de leer se llama “La intrusa” escrito por Mónica Zgustova, famosa escritora checa quien, a pesar de que lleva mucho tiempo en España, no domina la lengua de Cervantes, se nota que no es su lengua materna.

Describe a Gala como una mujer seductora, culta y apasionada, capaz de vivir en la miseria con tal compartir la existencia con su amado.

Mientras que Salvador, un hombre tímido, que no había salido de Cadaqués hasta que se dejó guiar por Gala, parece un títere en sus manos.

El libro deja varios asuntos en la incógnita, no obstante algo que deja muy claro, es que fue gracias a Gala que Dalí llegara a triunfar.

Es una biografía que mantiene el interés más que nada por la sucesión de artistas y poetas que se cruzaban en la vida de Gala, desde que conoció a Paul Éluard en París, pero la considero deshilvanada y en definitiva no descifra el enigma de Gala Dalí.


Me parecen interesantes las biografías de mujeres desobedientes que han sabido hacer de sus vidas algo excepcional, no obstante y a pesar de que reconozco que Gala no era una mujer al uso, no siento admiración por ella, no me gustan las que se entregan a los hombres, quedándose en un segundo plano, satisfechas por considerarse imprescindibles.






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