martes, 5 de junio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y UNO







Mantuve una conversación con mi hijo Jaime que no consiguió preocuparme, pero me incitó a reflexionar.
Sucedió durante la semana pasada, cuando todo en la vida parecía que giraba en torno al cambio de la situación política.

No recuerdo el momento exacto en el que me lo dijo, pero es posible que yo estuviera viendo la televisión y alguien hablara de la incertidumbre sobre si Rajoy se iba o dimitía, no estoy segura.

Lo que sí recuerdo perfectamente es la frase de Jaime:

Mamá, si por casualidad ganara tu querido Pablo Iglesias, tu y yo tendríamos que ponernos a trabajar.

¿Qué dices?
Yo no estoy para trabajar, no tengo salud ni fuerza, lo que has dicho es un disparate.
Además lo único que sé hacer es pintar y nunca he sido capaz de mantenerme con la pintura, es imposible.
Bueno, nosotros podemos trabajar y mantenerte, pero tendrás que vestirte en Eroski.

¡Bien! Pues me visto en Eroski, eso no me importa.


Me sentí identificada con Catherine Deneuve, cuando comenta que con el corazón es de izquierdas y con el bolsillo de derechas.
A mí me pasa lo mismo.

Así que ahora tengo un lío en la cabeza.

Jaime también me dijo que Podemos nunca permitiría que la gente tuviera una segunda residencia, lo cual a mi me tiene sin cuidado, porque nosotros solo tenemos el pisito en el que vivimos encantados de la vida, aunque bastante prietos cuando estamos todos.

Me dijo más cosas horrorosas de las que prefiero no acordarme, creo que trató de asustarme y reconozco que casi lo consiguió.









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