sábado, 23 de junio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS CINCUENTA Y SEIS








Parece que ha empezado el verano.
Hace un día maravilloso, pero es sábado y Jaime, que ha vuelto de la playa hace un rato, sus horarios son tempraneros, me ha dicho que había mucha gente y demasiados coches en la carretera, por lo que he decidido quedarme en casa y cuando quiera tomar el aire, iré a la terraza a visitar a mis plantas, que alegran mi existencia con la paz y la belleza que me trasmiten.

Por lo demás, Lisa me ha regalado un libro de culto feminista “I love Dick”.
La crítica dice lo siguiente:

I Love Dick está inspirada en la obra homónima de la autora Chris Kraus, un libro que, partiendo del formato epistolar, mezcla la teoría crítica, la filosofía y la crítica de arte y se convierte en un manifiesto feminista que, de alguna forma, podría partir de las reflexiones sobre la mujer como artista y el cuestionamiento de la existencia de un arte femenino de los que hablaba Virginia Woolf en Una habitación propia. (sic)

Me gustan los fines de semana, no tengo obligaciones excepto las que yo me impongo.
Me permito el lujo de levantarme más tarde de lo habitual y de no comprometerme con nada ni con nadie.

La sensación de tener todo el día por delante para hacer exactamente lo que me apetezca, es el mejor regalo que me puedo hacer a mí misma.

He empezado a hacer algo que recomendaron ayer en Tuit:

Pide disculpas a tu cuerpo.

Lo he hecho con gran sinceridad porque en ocasiones no lo he tratado bien y le he exigido más de lo que puede dar.

Espero que las acepte y empiece a comportarse con piedad.








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