miércoles, 6 de junio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y DOS









Cada día necesito leer más, instruirme, saber lo que piensan los otros, lo que les alimenta.

Antes me sentía llena de recursos, pero llevo una temporada en la que la sal y la pimienta de la que gocé en algún momento, me han abandonado.
Supongo que volverá, todo viene y va, no me preocupa, tal vez echo de menos aquella época en la que, apoyada en la relación que había mantenido con mi madre, me salían chispas del cerebro.
Eso ha cambiado.
Ahora me he quedado sola, he decidido emanciparme.
Era fácil contar con mi madre para que solucionara mis problemas de escritora, como lo hizo con otros que se me presentaron en el camino de la vida.
Recurrí a lo más fácil.

He roto el cordón umbilical.

Ahora soy yo la que lleva las riendas de mi vida.

Una responsabilidad a la que no estoy acostumbrada.
Desarrollaré mis propios recursos.
Lo haré, sé que todavía queda en mi cerebro un talento que todavía está sin estrenar.
Poco a poco, no tengo prisa.

Todos los escritores me ayudan, empezando por los clásicos, que espero ya estén redimidos de lo que pensaban sobre las mujeres, hasta los más actuales con quien podría codearme en la feria del libro*.
Un nuevo salto hacia lo desconocido.
Confianza, mi arma secreta.




*No lo digo por chulear sino porque la editorial de mi libro "El esfuerzo precede a la satisfacción" me ha invitado.
No he aceptado, me moriría de vergüenza, yo no me considero escritora.
Ya me gustaría.





No hay comentarios:

Publicar un comentario