sábado, 3 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA










Conmocionada tras haber visionado el documental sobre Chris Burden. 
He pasado por múltiples estados de comprensión del acto artístico y de lo que suponer ser artista. 
Incluso me he sentido identificada con Chris cuando compraba cosas sin tener ni idea de lo que iba a hacer con ellas. 
Durante algunos años yo también hacía eso, con la diferencia de que mis cosas no ocupaban tanto espacio pero el suficiente para que el que era mi marido en aquella época, a pesar de ser respetuoso con mi trabajo, me hizo algún comentario sobre unas estatuas de la Virgen, del Sagrado Corazón y de algunos santos que ya no recuerdo, al principio las puse en el salón, encantada con mi instalación hasta tal punto que terminaron en mi cuarto sobre una mesa redonda y cayeron al suelo y se rompieron cuando alguien se tropezó, no era el sitio adecuado y de paso decidieron que yo estaba tocada del ala y me llevaron a Ginebra en un avión privado para que me viera Ajuriaguerra, se suponía que era el mejor psiquiatra de Europa y ya no sigo, porque era todo tan ajeno a lo que yo pensaba y sentía, que me dejaba hacer sin dar mi opinión, ni falta que hacía porque el alienista era muy listo y en seguida determinó que lo que yo tenía era un problema matrimonial, eso es todo.
Me separé y dejé de estar loca, así que dejé de tener dinero y de comprar extravagancias.
Volviendo a Chris, también he relacionado su trabajo con algunas performances de Mattin, de las que yo me salí en alguna porque me aburría o me resultaba desagradable.
El documental es fantástico y Chris Burden es uno de mis héroes en el mundo del arte.
Me ha gustado el comentario de Frank Gehry sobre la obra Cabeza de Medusa:

Es perfecta, cada pieza está en su sitio.

Respeto la opinión de Gehry, no solo porque conozco varias de sus obras ya que él vivía en Los Ángeles y me llamaba mucho la atención bastante antes de que hiciera en Guggenheim de Bilbao.
También, a través de la obra de Chris he sido capaz de entender mejor la ciudad de Los Ángeles, que sin lugar a dudas es un laboratorio listo para experimentar en el campo que se desee.








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