jueves, 22 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y CINCO

 




He tenido clase de Escritura y ya empiezo a conocer a las pocas personas que acudimos a la webinar. 

En principio suelo elegir un texto del diario que publico y he decidido no pensar demasiado, simplemente me limito a mirar cual es el que ha tenido más éxito entre mis seguidores, lo leo, le hago alguna corrección y no le doy más vueltas aunque tal vez hubiera elegido otro.

Esta semana le ha tocado el turno al del ángel de la guarda que me parece muy sencillo pero ha gustado, no siempre coincido con el gusto de los demás.

Como de costumbre, al profesor le ha gustado y no me ha hecho ninguna corrección, esas me las hago yo solita si soy capaz y si no, me aguanto, androcanto y sigo como decía Oteiza.

Ya empiezo a interesarme por las personas que leen sus textos y confieso que hay una chica muy joven, criminóloga, cuyos escritos me fascinan por su fuerza, inteligencia, valentía y sinceridad, aunque justo hoy no he vibrado nada, no me ha despertado. 

Tengo una amiga que es poeta y también toma clases con Íñigo en plan privado y está encantada, me recomienda que haga lo mismo, por lo menos que pruebe pero no me apetece, no me gustan las clases privadas excepto la de Pilates que en mi caso es necesaria.

Reconozco que a veces se avanza mucho en una clase privada pero he tenido experiencia del inglés y me lo pasaba mucho mejor en grupo.

Una vez, estando en Delhi, acudía a clases de yoga con un profesor que me pareció excepcionalmente bueno y al entérame de que también daba clases particulares, acudí a una y resultó fascinante, no sé que tiene la India que por hache o por be, tiene un toque especial que convierte en magia todo lo que sucede.

Todavía guardo el papel en el que escribió las asanas que me recomendaba para mis necesidades específicas, está escrito en hindi y en inglés. 

A veces rememoro con cierta añoranza mis estadías en Delhi cuando iba a ver a Prem Rawat y me quedaba unas semanas porque era muy feliz, pienso que eso ya pasó a la historia, por mucho que me recupere no creo que pueda viajar tantas horas en un avión, ahora mismo ni siquiera sería capaz de ir a Barcelona, aunque ya veremos, es cuestión de tener paciencia y como decía Dorita Castresana: 

Espera y ve.




No hay comentarios:

Publicar un comentario