Voy a hablar del tema de los cuadros que es lo más animado porque aunque va despacio, está en marcha y me obliga a ponerme al día en algo que ha sido tan importante para mí durante toda mi vida y todavía me emociono sobre todo cuando alguien muestra interés.
Ya os conté que los de Subastas Bilbao se están encargando de vender toda mi pinacoteca y lo están haciendo bien, estoy contenta.
Debido a que la mayoría de los cuadros de mi colección estaban en el trastero, los voy trayendo a casa poco a poco para que cuando vengan los hermanos Jubero que son los dueños de Subastas Bilbao, los vean y elijan los que consideren conveniente, ellos saben el gusto de los compradores, que es contrario al mío.
Por ejemplo, a mi me encantan los cuadros grandes, me parece precioso ver un cuadro grande ocupando una pared aunque sea pequeña, e incluso aunque no haya demasiado espacio para verlo con perspectiva, no me importa, me gusta ver los cuadros de cerca, tocarlos, ver las pinceladas, los engranajes de la tela, todo, me emociono solo hablando de esta posibilidad, no tengo nada en contra de los cuadros pequeños, la pintura buena es siempre buena y si funciona, funciona hasta cuando se guarda enrollada como hacen los chinos, tanto si es una tela o un papel, eso no es importante, sin embargo en este caso mi gusto no cuenta, solo el de las personas aficionadas al arte y que acuden a Subastas Bilbao para ver lo que encuentran.
También hay gente que desea decorar su casa con algunas piezas bonitas que hagan juego con el sofá.
Me pasó con un matrimonio que se entusiasmaron con mis carpas de Ondarreta y me compraron un óleo para ponerlo en el salón de la casa que tenían en Menorca junto a un tresillo de rayas azules y blancas, justo como mis cuadros, me encantó la idea.
Otras personas adoran llenar sus paredes con cuadros pequeños, lo cual resulta muy acogedor.
En el mundo del arte hay gustos para todo.
Ayer fui al trastero con Norma, que es la empleada boliviana que ayuda en los asuntos de la casa y trajimos varios cuadros grandes, no encontré los pequeños, no sé si los habrán robado o si estarán escondidos detrás de las maletas de Jaime que me parece que es coleccionista de maletas viejas e inútiles y además creo que padece el síndrome de Diógenes, lo cual puede resultar exasperante para una persona como yo, que soy minimalista radical, enfin no sigo porque estoy segura de que todo se arreglará, lo único imprescindible es que yo me tranquilice.
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