lunes, 26 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CUARENTA Y NUEVE

 




No me asusta la intensidad, ya tengo experiencia pero hoy ha sido un día excepcional.

Constantemente recibiendo buenas noticias, ha llegado un momento en que me parecía que todo era milagroso, desde los asuntos domésticos más nimios como que viniera el señor que arregla el lavavajillas, habíamos estado fregando a mano todo el fin de semana, hasta que me digan los de Subastas Bilbao que se han vendido varios cuadros míos y por algunos habían pujado bastante.

Cuando ya estaba convencida de que todo era jauja, me he encontrado con una noticia en el chat familiar que me ha dado un susto morrocotudo.

La tía Marigló que tiene novena y ocho años está en el hospital junto a su hija, mi prima Mari Ángeles Castiella, ambas con Covid19.

La noticia me ha impresionado, pero lo que de verdad me ha hecho cambiar de estado mental ha sido recordar que hace unos días me encontré con Mari Ángeles en Zara del centro comercial Artea y estuvimos charlando un buen rato, ambas con mascarilla.

He conseguido tranquilizarme y al pensarlo mejor me he dado cuenta de que eso sucedió hace bastantes más de los días que dicen que tarda en cuajar el virus.

Todo ello ha condicionado mi paz durante un buen rato, hasta que he terminado de ocuparme de mis asuntos y me he sentado en el sofá para ver otro delicioso capítulo de Gambito Dama.

Sigo pensando que es una serie estupenda, inteligente y sobre todo muy entretenida, incluso para las personas que no somos aficionadas al ajedrez como yo, me recuerda al último libro que escribió Stefan Sweig, uno de mis escritores favoritos, justo antes de suicidarse, Novela de Ajedrez.





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