lunes, 5 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO TREINTA Y UNO





Desde hace varios días el tiempo era infernal, no solo hacía frío sino que llovía y el viento zarandeaba los árboles.

Me limitaba a contemplar el panorama desde la ventana y cancelaba las citas que tenía.

Quedarme en casa no supone un perjuicio, me entretengo y aprovecho el tiempo, por lo que hoy, que tenía que llevar el coche al garaje, he contemplado con asombro y alegría que el cielo había cambiado por lo que he decidido un cambio de plan repentino.

Antes de entregar el coche he ido a la playa  de Sopelana y al pueblo de Barrika, he sacado fotos y videos y estaba tan contenta que he decidido quedarme con el coche hasta la semana que viene, así que he hablado con el dueño del garaje a quien conozco de toda la vida puesto que era amigo de mi hermano Jose Manuel y le he dicho que de momento me quedo con el coche, lo cual le ha parecido muy bien.

En mis actuales condiciones no me atrevo a ir en metro porque me resulta peligroso con las muletas y temo al contagio del Covid19, tampoco me apetece meterme en un coche con el chófer que me llevaba cuando todavía no podía conducir, la verdad es que no me apetece hacerlo con él ni con nadie, no se mantiene distancia en un lugar tan pequeño.

He tomado esa decisión y me he quedado tranquila, me preocupaba tener que ir a Cruces el viernes para que me den los resultados de los últimos análisis de médula y de sangre, prefiero ir yo solita  en mi coche.














































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