viernes, 30 de octubre de 2020

CUATRO MIL CIENTO CINCUENTA Y TRES

 




Debido a la repercusión que ha tenido el texto que publiqué ayer en mi diario, he decidido seguir hablando del tema ya que veo que a todos nos afecta, lo contrario no sería creíble, claro está.

Pues bien, la terapia que hacíamos en Proyecto Hombre consistía en tres temas prioritarios en los que encajaban todos los demás:

Sentimientos, Disciplina y Autocontrol.

Los tres están relacionados entre sí y se ocupan de lo que más se deteriora en un toxicómano, por lo que la terapia combativa debe de ser extrema, no es lo mismo para una persona que aunque tenga sus defectillos como todo ser humano, no necesita someterse a algo tan severo.

Me parece que no viene al caso contar lo que se hacían en los grupos para clarificar las emociones y que quedara claro lo que sentía cada uno, sin emplear jamás la palabra "tu" sino llevado todo a cómo me sentí "yo" en el momento en que sucedió lo que nos alteró, el odio estaba prohibido, así como los juicios y las acusaciones. 

Allí comprendí la gran importancia de mantener una conversación serena cuando la pasión ha sido controlada, el tiempo hace milagros y saber que existe la posibilidad de explicarse es la gran terapia, lástima que en la calle no se utilice, nos entenderíamos mucho mejor.

Respecto a lo de perdonar, lo aprendí con Prem Rawat, lo que él enseña es muy práctico y trata de que seamos felices y poco o nada tiene que ver con la educación judeo cristiana que yo había recibido, lo de Pon la otra mejilla y esas cosillas que me enseñaron en el colegio, no es práctico, no se trata de Por la Paz un Padrenuestro, ni nada que se le parezca. 

Prem Rawat me enseñó a perdonar desde el corazón y quedarme sin resquemor, no obstante sabiendo con quien me estoy jugando los cuartos, lo cual significa que si no quiero volver a pasar otro mal rato, es mejor no ponerme en una situación similar, eso solo demostraría que soy estúpida.

A lo largo de la vida experimento lo difícil que resulta que todas las personas con las que trato seamos impecables, por lo que a veces no me queda más remedio que alejarme de las que están en una línea diferente a la mía y pueden repetir comportamientos que no me van.

Con mi familia soy más tolerante, sobre todo con mis hijos, ellos no han hecho Proyecto Hombre, no se puede pedir peras al olmo.

Mis hermanos y cuñadas son encantadores así como mis sobrinos, solo tengo problemas con mi hermano Fernando que ha estado muchos años sin hablarme, hasta que fue a visitarme al hospital, cuando estuve cerca de la muerte.

Un día, en casa de mi madre donde le solía ver los domingos, le pregunté:

¿Por qué no hablas conmigo? 

Y me contestó tan campante:

No me gusta cómo eres.

Me callé porque no estaba dispuesta a cambiar para gustarle a él, ni siquiera cambié para gustar a mi madre a quien tampoco le gustaba como era yo, pero por lo menos hice ciertas cosas en las que comprendía que cambiar era bueno para mí, como dejar de ser toxicómana. 










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