sábado, 18 de julio de 2020

CUATRO MIL SETENTA Y UNO











Creo que fue a partir del confinamiento cuando me abrí a nuevos amigos en las redes y por un lado ha sido bonito y enriquecedor, no quisiera perder algunas relaciones con personas amables, cultas y educadas con quienes puedo mantener conversaciones en las que intercambiamos opiniones sobre temas que nos interesan, no obstante he tenido la oportunidad de decepcionarme con personas que han tratado de invadir mi terreno, de acosarme, de tratarme de modo a mi entender vejatorio, por lo que no me ha quedado más remedio que eliminarles como amigos y en algunos casos bloquearles.
El mundo de la cibernética es así, lo tomas o lo dejas, tiene sus leyes, mis opiniones cuentan poco porque incluso he comprobado que hay gente a la que no se puede bloquear, por lo que existen maneras de hacerlo que desconozco.
Será como el mundo de los hackers al que yo no tengo acceso, bastante esfuerzo hago con estar en las redes sociales y mantener actualizados más de veinte blogs.
En su día me empeñé en hacer mi propia web y lo conseguí, incluso aprendí código pero hoy en día no tengo la cabeza para demasiados esfuerzos, incluso he olvidado montar videos con fotos, espero recuperar la memoria perdida poco a poco.
La cantidad de amigos tiene ventajas y lo contrario.
Además, las tres redes en las que me muevo, Facebook, Twiter e Instagram se entremezclan en alguna medida y a veces no sé lo que quieren.
En Twiter por ejemplo, he tenido que hacer una perfil nuevo para el ordenador a pesar de que el que tengo desde hace muchos años me funciona perfectamente en el iPhone y con muchos seguidores.
Lo que más me gusta es que mis amigos pongan comentarios sobre lo que publico, los likes significan poco para mí porque lo que realmente me gusta es mantener pequeñas conversaciones y eso solo se consigue con la palabra.
Detesto los emoticones, es demasiado fácil y son bastante vulgares.
Desde el principio tuve claro lo que me gustaba de las redes.
Por ejemplo, eso que tanto critican de que nos hemos vuelto asociales porque preferimos quedarnos en casa ante el ordenado, en mi caso es la pura verdad.
Puede ser que mi pierna rota haya influido porque tengo que hacer un esfuerzo extra cada vez que salgo por lo que si puedo solucionar mis asuntos a través del ordenador y el teléfono, lo prefiero.
Me gusta salir de vez en cuando pero reconozco que ponerme la mascarilla me resulta incómodo, además yo soy una persona de alto riesgo y me cuido todo lo que puedo, no quisiera buscarme problemas si puedo evitarlo.









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