jueves, 26 de enero de 2017

CIENTO SETENTA







No me encuentro bien.
No sé si tengo constipado o alergia al polvo que he estado respirando mientras han cambiado las bañeras por duchas.
No tengo ganas de nada.
Creo que lo único que me apetece es ver algún capítulo de las serie Borgen que me está gustando mucho.
Me voy a permitir el lujo de tumbarme a la bartola y dejar que me entretengan los daneses.

Recuerdo que cuando me rompí la pierna y la clavícula y no solo no podía moverme sino que tenía dolor, ver series era el mejor momento del día, me olvidaba de mis problemas y me centraba en lo que veía.

Fue en aquella época cuando descubrí la cantidad de recursos que tiene internet.
También veía mucho cine, me hice una experta en encontrar películas que todavía ni las habían estrenado en los cines.

Tengo dos amigas que ven muchas series y cuyo gusto es similar al mío, lo cual es fenomenal porque de ese modo me recomiendan y casi nunca me equivoco.

Borgen es una serie danesa considerada de culto.
No me extraña, porque el guión es bueno, está bien hecha, es entretenida y además aprendo más de política que viendo la televisión o escuchando la radio.


En Borgen se ven los entresijos de la política y por lo menos cuando mienten o tergiversan los asuntos, se sabe por qué lo hacen, lo cual no significa que sean claros y transparentes.
Significa que hacen política.

Algo que en Borgen resulta evidente, es lo difícil que resulta para una mujer tener un trabajo de gran responsabilidad.

No me pilla de sorpresa.
Siempre he pensado que así como para un hombre el trabajo es prioritario, para una mujer los hijos ocupan el primer lugar y si no lo hacen, la mujer no es feliz, aparte, claro está, de que a los maridos no les gusta demasiado el papel de amo de casa.
Y eso que Borgen trata de la política en Dinamarca que está tan evolucionada como Suecia, por lo menos.

La madre de mi nieta, que es sueca, me contó que en su país, si una mujer no acude a una cena para quedarse cuidando a sus hijos, por ejemplo, tanto su madre como sus amigas se le echan encima para decirle que no debe hacer eso, que es el padre quien debe hacerlo y lo mismo con relación al trabajo.

O sea, lo contrario de lo que todavía se acostumbra a hacer en el país que habitamos.




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