domingo, 25 de julio de 2021

CUATRO MIL TRESCIENTOS CUARENTA Y OCHO

 





Nada hay más grande que estar con contacto con la paz interior, experimentar la calma, como la mar cuando está serena y ha pasado la tormenta, así me encuentro yo hoy.

Tras una noche de un sueño reparador me despierto sorprendida de estar viva, contenta, respirando, sin tener que preocuparme de nada, las cosas fluyen y yo me adapto a ellas.

La misma casa, las mismas personas, algunas desayunamos, otras ya lo han hecho y han desparecido,  comentamos algo y cada uno hace su camino que es el correcto.

Alguien pone la música muy alta pero no me altero, intento adaptarme y esperar a que pase, no me molesta, ya ha terminado, ahora puedo escuchar el silencio, nada me molesta, me siento a gusto en este estado.

Esta es la vida, mi vida por lo menos, altos y bajos, momentos de alboroto y otros menos y algunos, los más deseados, tranquilos y confiados.

Hoy es el día de Santiago pero como es domingo no todos se han dado cuenta, en la familia tenemos muchos Jaime, Diego, Santiago, Jacobo y alguno más que se me escapa, pero nadie había felicitado en el chat familiar, he sido la primera, no es que yo lo supiera, sino que he visto que Mencía que tiene un hijo que se llama Diego, ha puesto todos los nombres en su timeline con una foto del apóstol.

Ayer le oí a Sallinger recomendar que los escritores tenemos que escribir todos los días aunque no nos sintamos inspirados, quince minutos por lo menos. 

No solo lo dice Sallinger, lo dicen todos los escritores y no es fácil tener el hábito pero si te sientas delante del ordenador por la mañana, casi se puede decir que viene solo.

Yo tengo mucha facilidad para escribir, Pizca dice que parezco un manantial del que fluyen las palabras sin esfuerzo y es verdad, no me cuesta nada, casi me cuesta más hablar, lo que pasa es que no sé hasta qué punto es interesante lo que escribo, eso es harina de otro costal.

Ana Nieto dice que no corrijamos cuando estamos escribiendo, que simplemente nos concentremos en escribir, me paree buena idea, luego, cuando llega el momento de corregir todo resulta más fácil, el trabajo ya está hecho.

A mí me encanta este modo, primero escribir y dejarlo reposar y luego corregir con calma, es la mejor manera.






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