Creo que el mal rato que pasé ayer en el parking del BEC me afectó más de lo deseado y he tenido una pesadilla bastante desagradable y muy nueva, era como de ciencia ficción y creo que estaba relacionada con la pandemia, se trataba de que estábamos varias personas en un sitio de color neutro y siniestro, conocía a algunas personas pero no era eso lo que me interesaba, sino lo que estaba sucediendo a mi cuerpo que se convertía en una masa informe y luego volvía a su ser, empezaba por los brazos y seguía por el resto de los miembros, estaba asustada, gracias a Dios no ha durado mucho, en seguida me he despertado y me ha encantado ver que estaba tranquilamente en mi cama y todo en orden a mi alrededor, incluidos mis brazos.
Soy una persona más bien influenciable, exagero las cosas que me pasan incluso despierta, así que cuando duermo puedo soñar disparates.
A veces siento algo que me afecta y me creo que va a ser para toda la vida, no obstante, si me distraigo y pienso en otro asunto, al cabo de un rato se me olvida.
Lo mejor de todo es que poco a poco, a medida que me voy conociendo, he llegado a la conclusión de que nunca es el fin del mundo, por lo que cada vez me asusto menos.
Ahora pienso más en el libro que estoy preparando para publicarlo en Amazon que en las distracciones que vienen a la cabeza sin mi permiso.
He perdido tanta memoria en la leucemia que ni siquiera me acuerdo de manejar el Word, a pesar de que en su día publiqué dos libros con esa aplicación, menos mal que he hablado con Belén Lucas que es quien me enseñó a utilizarlo y he quedado en que me dará unas clases por Zoom hasta que me sienta segura, me puse muy contenta después de hablar con ella, estoy deseando poder empezar a meter los capítulos que tengo escritos y poder así contar las páginas y hacer todo lo que se requiere para tener listo el libro.
Ana Nieto da buenos consejos pero ella no hace las cosas, soy yo quien tiene que trabajar.
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