CUATRO MIL DOSCIENTOS NOVENTA

 

He leído treinta y dos capítulos del diario, empezando por el número UNO que pertenece al mes de agosto del año dos mil diez y seis, me cuesta hacerlo porque me reconozco demasiado, aún así creo que es exactamente el trabajo que me toca en este momento de mi vida en el que me estoy planteando seriamente publicar un libro, no me queda más remedio que tomar decisiones, eliminar textos completos que, o bien carecen de interés o pueden resultar repetitivos. 

La vida siempre es nueva pero la que lo cuenta soy yo y mis herramientas de trabajo son siempre las mismas, he cambiado bastante, creo que he evolucionado.

Lo que estoy haciendo ahora es más costoso que escribir desde cero ya que además de corregir se trata de seleccionar y tener presente lo que ya he leído, no puedo olvidar que han pasado cinco años en los que me han sucedido percances importantes que me han ayudado a desarrollar la paciencia y mi mentalidad ha cambiado.

Tal vez uno de los asuntos en los que más he cambiado es haber aprendido lo que es la empatía, lo cual me ha llevado a la plena conciencia de que no quiero hacer daño a nadie y eso me obliga a ser más cuidadosa de lo que he sido hasta ahora.

Mientras pienso en estos detalles tan importantes para mi nueva andadura, leo a Karl Ove Knausgård sufriendo, porque va a salir su libro en el que habla de todas personas de su entorno sin ninguna clase de filtro y está sufriendo como un condenado con las reacciones que han empezado a tener los que se sienten agraviados. 

Creo que antes no tenía tan claro como tengo ahora el concepto de no querer hacer daño a nadie, pero no sabía exactamente el significado de la empatía, ahora lo conozco y mi responsabilidad se acrecienta, es uno de los puntos más importantes que debo tener en cuenta.