domingo, 16 de mayo de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS NOVENTA Y CUATRO

 





Hay ciertas cosas en la vida que me resultan más difíciles de lo normal y entre ellas está mi poco sentido de la orientación, lo sé, lo he sabido siempre y a pesar de tomar precauciones hoy me ha salido el tiro por la culata y he pasado un rato desagradable, simplemente me he perdido en el parking del BEC que es el lugar a donde he acudido para ponerme la segunda vacuna.

Era inmenso y no se ve un alma, no hay a quien recurrir en caso de pérdida.

Como la primera vez que fui hace tres domingos me perdí un poco, hoy he sido precavida y he sacado fotos, pensando que con esa referencia era imposible equivocarme, mas no ha sido así, me he sentido tan extraviada que he tenido que rezar, era imposible encontrar la letra P que estaba clara en la foto y no veía la posibilidad de recurrir a ninguna persona que pudiera ayudarme  porque estaba perdida en la nada, además me he dado cuenta de que me había dejado en el coche la tarjeta del parking.

Cuando me he decidido a coger un ascensor para cambiar de piso y encontrar algún ser humano que pudiera ayudarme, he tenido que escuchar eso tan espantoso que tanto se estila en el país de los vascos:

¿Ha venido sola? 

Si, mis hijos no se han ofrecido a acompañarme.

¿Cómo se le ocurre venir sola? aunque sea una vecina, tenía que haber venido acompañada. 

La verdad es que estoy acostumbrada a ir sola a todas partes, solo pido ayuda cuando de verdad la necesito y no pensé que otra vez pudiera perderme, también suelo ir sola a los médicos, al dentista, al cine, incluso a Australia.

Antes viajaba en grupo, más que nada por motivos de dinero, así compartía el hotel, además no hablaba inglés, no obstante en cuanto solucioné esos dos asuntos y probé las mieles de viajar sola, ya no quise viajar con nadie, me gusta la independencia.

La primera vez que fui sola a Australia sola, parábamos en Singapur, era de noche y aunque es un aeropuerto que tiene mucha vida y lo conocía bien, me entró una especie de tristeza por lo que llamé a Pizca y me recomendó que me tomara un Gelocatil, le hice caso y desde entonces no me ha vuelto a pasar. 







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