viernes, 9 de agosto de 2019

DOS MIL SETECIENTOS OCHENTA Y CINCO








Me ha sucedido algo que ha sorprendido.
Al enterarse de lo que me pasa, me mandó un mail una doctora a quien conozco desde hace tiempo, para decirme que si podía ayudarme se lo dijera aunque mi caso no entraba en su especialidad.
Le contesté explicando que lo que necesitaría era algo que paliara los efectos secundarios de la quimioterapia.
No esperaba grandes cosas pero por preguntar nada se pierde, así que su llamada telefónica a las ocho de la tarde hace un par de días me extrañó, sobre todo cuando me dijo que había conocido a un indio en Delhi, especialista en curar mediante el envío de energía a distancia.
Reconozco que me alteré.
He visto tantas cosas extraordinarias en ese país que me lo creí.
Me preguntó:

¿Hablas inglés?

Contesté afirmativamente y la doctora me sugirió que me pusiera en contacto con él, ya que estaba esperando mi llamada.
No me gusta hacer las cosas tan deprisa, sin tiempo para meditarlas pero parecía que la situación  requería una atención inmediata, por lo que accedí.

En seguida me llamó Pawan y me dijo que podía ayudarme a sentirme mejor, entendí que lo notaría inmediatamente, me felicitó por haber aceptado la quimioterapia y me dijo que durante un cuarto de hora él me mandaría energía, mientras yo hacía una respiración que él me enseñó en una postura determinada.
Obedecí.
Al principio me resultó muy cansado respirar de esa manera, pero al cabo de un rato me relajé y me gustó.
Pasado un rato Pawan me llamó por teléfono, habló un poco conmigo y me volvió a decir que desde ese momento iba a cambiar mi situación.
Hasta tal punto me afectó que me sentí muy tranquila y con esperanza.

Dormí mejor que otras noches, contenta y serena.
No obstante al día siguiente, cuando me desperté nada había cambiado, me sentía igual que los demás días con la única diferencia de constatar que me había dejado tomar el pelo.
Recibí un mensaje de Pawan en el que prometía volverme a llamar por la tarde.

Dejé pasar el día con cierto desasosiego y le escribí pidiendo que no me llamara, que prefería dejar las cosas como estaban.

A juzgar por los mensajes que me envió no le hizo gracia que prescindiera de él, pero yo me quedé tranquila.

Se lo comenté a la doctora y espero haber terminado con este asunto.








No hay comentarios:

Publicar un comentario