miércoles, 28 de agosto de 2019

DOS MIL OCHOCIENTOS DOS









Me encantaría poder escribir algo que tuviera gracia todos los días pero me temo que eso no sucede siempre. 
Llevo una vida intensa desde un punto de vista interior, pero no creo que resulte interesante para las personas que me leen.
De hecho, hace tiempo que no deseo hablar de la enfermedad, hasta tal punto que ayer me di cuenta de que no resulta fácil.
Iba en coche con Pizca dando una vuelta por Las Arenas y me encontré con Teresa Gortázar, amiga a quien hacía tiempo que no veía, ya que ella suele pasar los inviernos en India. 
Era obligado ponerle al día de mi actual circunstancia y pensé que lo solucionaría en dos palabras, pero ella insistió en hacerme algunas preguntas y yo no quería hablar de ese tema. 
Creo que lo entendió.

Al levantarme de la cama por la mañana y al acostarme por la noche es cuando mejor me encuentro.

Durante el día tengo altibajos.












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